Olga Viza rememora Barcelona'92: "Cuando acabó la ceremonia, bajaba a pie Montjuic con Matías Prats y le dije: '¿Te das cuenta del privilegio?'"
La periodista catalana analiza el evento que acaba de terminar, el papel de la mujer en el deporte y el periodismo, y revive anécdotas de sus coberturas de tres Mundiales y seis Juegos Olímpicos.
Este domingo se clausuraron los Juegos Olímpicos de París y es momento de hacer balance de la cita. Es la gran excusa de la que nos aprovechamos para charlar con Olga Viza (Barcelona, 1958), que sabe lo que es cubrir tres Mundiales y hasta seis Juegos Olímpicos. Ella fue la encargada de pronunciar el 'Buenas tardes, bienvenidos a los Juegos Olímpicos de Barcelona' con que arrancó la ceremonia de inauguración del '92. "Cuando dices: 'Buenas tardes' y te entra por aquí (se señala la oreja derecha) Freddie Mercury y la Caballé dices: 'Pues ya está', rememora la comunicadora catalana, que desde que debutó en TVE en 1978 ha hecho gala de su profesionalidad en deportes, información general, programas y hasta debates políticos, como el de Zapatero-Rajoy que moderó en 2008. "Fue un Barça-Madrid", lo define Olga, que confiesa haber "disfrutado muchísimo" de los Juegos de París, de los que destaca a Carolina Marín como gran nombre propio. "Yo creo que estos Juegos son los del gesto de Carolina. Creo que es la dignidad de una ultracampeona. Y una lesión en los Juegos también mitifica", asegura.
Entre numerosas anécdotas vividas durante su carrera en radio y televisión -cómo llevó en su coche la copa del Mundial de España '82 y presenció la idolatría de Pelé a Di Stéfano en Italia '90, entre otras-, el papel de la mujer en el periodismo y en el deporte son dos de los grandes temas que abordamos. Entre reflexiones sobre paridades, fútbol femenino y tabús que ya no lo son tanto, como la menstruación en la vida y en el deporte, Olga deja esta gráfica afirmación: "La de medallas olímpicas que se han quedado en un Tampax".
¿Qué tal, Olga? Después de haber vivido tres Mundiales y seis Juegos Olímpicos, ¿qué te han parecido estos Juegos de París?
En la medida que he podido, porque han coincidido los Juegos con visita familiar de niños, pero RTVE Play a mí me ha salvado la vida. Me han gustado muchísimo, los he disfrutado muchísimo y, además, la posibilidad de ver Juegos a la una de la mañana, repetirte cosas… Hay cosas que tenía que verlas en directo sí o sí pero he visto mucho 'Juego a la carta'. La ceremonia la vi enterita, enterita, enterita, y ¿sabes lo que pasa?, que las gafas que uno tiene cuando ve Juegos y ya los ha hecho y conoce la complejidad de tantas cosas -de la realización televisiva, de la organización, conoces las historias de quienes están allí-, pues es otra cosa. Eres más condescendiente.
Yo soy muy condescendiente porque, por ejemplo, me acuerdo que el día de la ceremonia me llamaban compañeros: '¿Qué? ¿Vamos a superar las medallas de Barcelona?' Digo: 'A mí lo que me extraña es que no se hayan superado antes'. ¿Qué quieres que te diga a estas alturas? Pero entiendes todo, lo entiendes. ¿Por qué? Porque cuando tú has seguido ciclos… Piensa que los periodistas cuando hacemos Juegos Olímpicos, sobre todo antes, cuando Google no era tu compañero de trabajo, tú te preparabas igual que los atletas. Tenías un nivel de preparación exhaustivo. No quiero decir igual que los atletas, porque entonces estaríamos estupendamente cachas, pero sí que le dábamos al músculo de la cabeza y del archivo, y de la llamada telefónica y de ir a ver entrenamientos y de suscribirte a revistas rusas de gimnasia, y a todo lo que veías del Reino Unido o de Estados Unidos. Aquellos Juegos eran muy 'curraos', muy 'curraos', y ahora todo me parece más difícilmente fácil. Al decir fácil estoy poniendo delante el difícil. Es decir, ahora el grado de exigencia de conocimiento es muy superior, y me maravilla escuchar algunos comentarios técnicos que me parecen... ¡Qué gusto! Me encanta.
Yo sigo aprendiendo, y como el deporte es imposible de abarcar y yo tengo alma polideportiva… Yo soy polideportiva y los Juegos tienen esa cosa hipnótica, que puedes estar viendo esgrima, halterofilia o taekwondo. A mí me parecen hipnóticos en el deseo y en la contemplación.
¿Qué no te has perdido en directo?
Las finales de velocidad. El atletismo a mí me encanta, me encanta ver natación y no me he perdido la gimnasia artística entera. Entera. De verdad, he disfrutado muchísimo, muchísimo.
¿Qué es lo que más te ha emocionado de estos Juegos?
Me han emocionado muchas cosas. Hombre, yo creo que estos Juegos son los del gesto de Carolina. Creo que es la dignidad de una ultracampeona. Eso me emocionó mucho, eso nos quebró a muchos el corazón, porque, además, cuando conoces las dificultades… Yo hablé con ella varias veces cuando tuvo la última lesión, y te cuenta y Fernando Rivas, al que yo le consulto muchas cosas sobre cómo entrena a ella, que es una cosa fascinante, dices: 'No es que no sea justo, esto es el deporte'. Y una lesión en los Juegos también mitifica.
Esta lesión no sólo la va a mitificar a ella, sino que He Bing Yao, la deportista china que tuvo...
Bueno, bueno. (Interrumpe emocionada. No llego a decir 'que tuvo el bonito detalle de mostrar el pin de España junto a su medalla de plata en el podio'). ¡La voy a adoptar! ¡La voy a adoptar a esta mujer! Te decía que hay imágenes de qué significa el deporte a estas alturas. Ese gesto, el abrazo de las gimnastas cuando una le ha quitado el bronce a la otra, cuando acaban los 400 y se buscan para felicitarse, esas cosas en los Juegos tienen otra dimensión.
Una de esas deportistas que rendía honores era Simone Biles...
A Rebeca Andrade.
Sí, a Rebeca Andrade, a la gimnasta brasileña. ¿Cómo valoras que fuera capaz de parar en Tokio, de decir: 'Mi salud mental necesita de mi tiempo y de mi trabajo' y que haya resurgido de esta manera? ¿Qué supone de potente su ejemplo viendo, además, en qué forma ha vuelto, todo lo que ha conseguido en París?
Hice el ejercicio de verme el documental poco antes de los Juegos, por si me daba nuevos datos. Hay una escena en la que ella va a una habitación de su nueva casa y abre el armario donde están todos los fetiches de Tokio, todo, y ella cuenta que no ha entrado ahí porque ahí es donde lloró, y donde dejó los maillots, donde dejó los pins que tenía que regalar, donde las calleras, donde... Y esta tía realmente reseteó. Reseteó en esos dos años, porque detectar lo que son los 'twisties' para una gimnasta yo supongo que lo tienen muy presente. Es cuando el cerebro decide que va a hacer una cosa y el cuerpo no la hace. Entonces, entiendo perfectamente que esa mujer cuando se ve el salto en el que ella tenía que hacer su Yurchenko con doble plancha, media pirueta y tal y no lo hace, a ella realmente se le ve en el gesto.
Además, Simone Biles habla con la cara. Igual que en estos Juegos no se ha borrado la sonrisa, ni siquiera cuando se cae de la barra, su gesto no es un cabreo, no es una decepción enorme, no, es la circunstancia. Ella tenía adaptada la circunstancia del error. Pero ahí ves cómo durante dos años ella se casa, se hace una casa, va a la terapeuta, no va al gimnasio, y cuando empieza a ir al gimnasio, de nuevo, no vuelve de cero, aunque ella dice que vuelve de cero, y además se ven imágenes de cuando ella acusa los 'twisties'. Tú ves que esa tipa realmente ha trabajado, ha hecho una gimnasia mental en la que debe ser muy buena también y cómo afronta una aventura nueva en unos Juegos. Y ya es de otra manera: con la experiencia y la seguridad de que hizo lo correcto.
"Existen los influencias y existen los 'referencers'. Simone Biles debiera ser una influencer/referencer"
Primero, valoré en su día que ella nos haya permitido que todos los periodistas del mundo podamos hacer preguntas que antes no se concebían. Por mucho que Michael Phelps hablara de su depresión. Y muchas veces, cuando alguien se retiraba por depresión, no ibas a molestarle. Hay casos en España de alguien que se retira temporalmente por depresión y tú dices: 'Bueno, pues…', pero es bueno que se expliquen. Nos ha enseñado a que eso forma parte, no sólo de la vida, sino de las carreras, de todos, incluso las deportistas de élite.
Cuando salió en la primera competición por equipos, yo digo: 'Bueno, a esta tía se le saldrá el corazón de nervios'. Esa sonrisa que no se le perdió y que, insisto, cuando ella pierde un oro en suelo, donde parecía asegurado, y gana Andrade, es que ese gesto que hizo junto a su compañera de equipo de reverencia, es que se ayudan, es que se entienden, se reconocen. Y hay gente que debe ser referente porque lo merece. Es decir, existen los influencers y existen los referencers, y ella es una debiera ser una influencer / referencer. Tanta gente debería aprender de eso. Aparte, físicamente es que me parece un prodigio. Creo que tiene un don y su único problema no es aprender a hacer una doble carpa con doble pirueta, es controlar la potencia que tiene, es su gran trabajo. Es maravilloso. Y Andrade, para mí, aunque ya la conocía, ha sido un enorme descubrimiento también.
Y en tu carrera, Olga, cuando la salud mental no estaba tan bien tratada como ahora, ¿hay algún momento que ahora veas con perspectiva y te lleve a pensar: 'Pues aquí me hubiera venido bien un paroncito', o afortunadamente no te ha hecho falta?
Pues afortunadamente no me ha hecho falta. Yo creo que es otro nivel de exigencia de los demás hacia ti. La presión que puede tener alguien que arrastra a tanta gente… Otra cosa es tu propia exigencia, pero no, no me ha hecho falta. Suelo ser... Bueno, no tiene nada que ver, me puede dar mañana, pero afortunadamente no he conocido momentos de decir 'pues debiera parar'.
Lo que sí compartes con Simone Biles es que tú también eres una 'referencer'. Has sido una pionera en el mundo del periodismo deportivo, siendo mujer, en este país. Somos muchas las que hemos vivido, crecido, viendo a Olga Viza contarnos los deportes.
Pero no hacía el doble en plancha ni el flick-flack ni el equilibrio tan bien como ella. (Sonríe). Yo soy consciente de que he tenido más oportunidades que ella. He ido a unos Juegos, sí, a más de unos, pero la presión que yo podía tener en los Juegos no son los de ella.
¿Pero tenías presión, Olga? Tú apareces en TVE por primera vez con 20 años, en enero de 1978, aún no se había aprobado la Constitución Española. La presencia de la mujer era otra en televisión. ¿Lo viviste como algo excepcional?
Yo no fui quien abrió la puerta. Ahí estaban Mari Carmen Izquierdo y María Antonia Martínez, en Madrid, y en Barcelona éramos otras tres mujeres. Yo entro -en aquellos momentos las oportunidades eran distintas y seguramente mucho más generosas- para sustituir a Mercedes Milá, que era una enorme reportera de deportes y que se había ido a Madrid, y yo heredé el papel de Mercedes, de los deportes, lo que hacía. Yo no era consciente de… Hombre, sé contar y sé que éramos pocas, pero no era consciente de ese papel. Lo sabes, pero no lo pones tan en valor. Con los primeros 'Me too's, con el primero grande, sí que nos fueron a buscar a aquellas que empezamos porque se ponía en valor a todas aquellas que empezaron a hacer cosas que habitualmente no era el territorio de mujeres. Es más, yo fui la primera en llevarme a Mari Carmen Izquierdo y hacerle una entrevista en la radio para reconocerla, porque aparte de que era amiga, era mi hermana mayor, sí me di cuenta de que merecía que hiciéramos esas cosas con ella. No lo era, no era consciente.
Vamos a ver, te das cuenta: una de las cosas que hacía Mercedes y que a mí me enviaron fue a hacer la Fórmula 1. Entonces no había tantos periodistas, la Fórmula 1 era una cosa muy tachán y yo me daba cuenta de que era la única y que Mercedes había sido la única. O en las motos, en deportes más masculinos (hace el gesto de entre comillas), pero la verdad es que los deportistas, que son gente sana desde los pies hasta la cabeza en su mayoría, lo que quieren es contarte. Quieren contarte su proyecto, sus sueños, su entrenamiento, su lesión, su frustración o su éxito. Ahí no hay problema. Otra cosa podían ser las plantas nobles, en las que consideraban que '¿Qué hace la niña? ¿Qué vendrá a preguntar la niña?'. Pero es que a mí me daba igual, a mí la inconsciencia me ha dado un valor añadido, y como yo nací en una casa de deportistas a mí me enseñaron que esto era para todos.
Cuéntame, cuéntame lo que has vivido en casa, porque te iba a preguntar precisamente si siempre habías querido ser periodista deportiva, qué le había parecido a tu familia.
Jamás en la vida, jamás en la vida… ¡Jamás! ¿Yo? ¡Nunca! Yo quería ser corresponsal de guerra, como todos, queríamos ser Manu Legineche o Rosa María Calaf. ¡Qué va! No, no, no, no. Mi padre era jugador de baloncesto y es el ambiente de mi casa. Era un taladro el baloncesto en mi casa, todos hemos jugado al baloncesto, a mí de pequeña los fines de semana me llevaban en cochecito a la cancha y en mi casa, los amigos de mis padres, las discusiones, mi primo ha jugado en Primera División, que si Chichi Creus, que si Aíto… Ése era mi ambiente, y cuando yo llegué a la tele lo primero que me preguntaron: '¿Qué sabes?' Digo: 'Hombre, pues yo a lo mejor un poco de esto, un poco', y me enviaron a cubrir el Joventut de Badalona, y yo me lo pasaba enorme, porque para mí era una cosa que me gustaba y entendía un poco, pero el primer día que me dijeron: 'Haz una crónica de un partido de baloncesto', dije: 'Vamos a ver… Papá (hace el gesto de tener el teléfono en la oreja), papá, ¿esto es correcto?', porque yo llevo 20 años o 15 años viendo baloncesto en conciencia, pero otra cosa es contarlo. Ahí me di cuenta de la dificultad del oficio.
Siendo además de Barcelona, ¿qué significó para ti contar, dar paso, a los Juegos Olímpicos del 92? Esa mítica frase: 'Buenas tardes, bienvenidos a los Juegos Olímpicos de Barcelona'.
Aquellos Juegos tenían un componente profesional y personal muy potente, y entonces yo desde el día que Samaranch dijo 'Barcelona' hasta que acabaron los Juegos viví pegada a eso, viví pegada a un proyecto: como ciudadana, tragándome los atascos, viendo como cada día subía un poco más la Torre Foster… Y luego, profesionalmente, desde muchos ángulos; en la tele, desde luego, e incluso para mi sorpresa un día que me llama Manuel Huerga, que fue el director de las ceremonias junto a Pepo Sol, que era uno de los creativos, me dijeron: 'Ay, Olga, queremos comer contigo. Es que queremos que vayas a las primeras reuniones que vamos a tener sobre qué vamos a hacer en las ceremonias'. Y yo dije: '¿Pero yo…?' Porque yo había narrado en ceremonias anteriores. 'No, por el protocolo olímpico…' Entonces no existía Google. Que si la bandera, que si el juramento, que si no sé qué. Dije: 'Pues encantada, yo voy'.
Y me acuerdo del día que en el Tibidabo, en un despacho con vidrieras que se veía toda Barcelona, ahí estaba toda la gente creativa que yo podía conocer y la que no conocía: Fura dels Baus, Comediants, Bigas Luna, no sé qué… Y se trataba de hacer un 'brainstorming'. Ideas. Yo recuerdo que oí: '¿Y si convertimos el estadio en el mar Mediterráneo?' Y yo pensé: 'A esta gente se le va la olla'. (Se ríe). Pero yo, callada, yo soy bastante prudente cuando tengo que serlo, y yo muy callada pero decía: '¿Pero qué ideas tiene esta gente?' Pues tener ya ese contacto o que Margarita Rivière me diera a leer el libro de guía de la ceremonia que había preparado para los comentaristas extranjeros, tú también estabas un poco en las entrañas de aquella preparación. Y con Matías, horas y horas reunidos y ver ensayos y no sé cuántos.
Total, que el día que tú llegas allí que, por cierto, llegamos un poco sofocados porque teníamos que estar dos horas antes para el programa previo, no nos pusieron coche y tuvimos que parar un coche patrulla de la Policía porque nos subieran; llegamos justitos, justitos, pues era excitación por ver qué tal, pero no era tanto cómo lo hiciéramos nosotros, sino cómo lo hacían en la ceremonia. Realmente era una ilusión compartida, que no todo el mundo tiene.
"Es muy bonito tener la oportunidad de vivir ilusiones compartidas y en Barcelona '92 la vivía todo un país'.
En la vida es muy bonito tener la oportunidad de vivir ilusiones compartidas y aquí la vivía todo un país, entonces, que saliera bien era lo único que nosotros deseábamos. Y además sabíamos que era bonito. Entonces, cuando dices: 'Buenas tardes' y te entra por aquí (se señala la oreja derecha) Freddie Mercury y la Caballé dices: 'Pues ya está…' Y cuando Rebollo lanzó la flecha dije: 'Ya está, ha llegado el primer oro'. Y sigo pensando después de ver París, que yo esperaba tanto (alarga la 'a') de París y quería que me sorprendieran, que no ha devaluado la ceremonia de Barcelona, porque sigue siendo una ceremonia vigente y actual en buena parte. Pero es una emoción. Es una emoción y un privilegio. Y cuando acabó la ceremonia y bajábamos Matías y yo andando, toda la montaña de Montjuic, yo me acuerdo que le dije: '¿Tú te das cuenta? Es que no nos damos cuenta, Prats, de lo que acabamos de poner en nuestra mochila, el privilegio de contar esto'. Y, efectivamente, yo estoy muy agradecida a mi profesión por eso.
Por eso ¿y por cuántos privilegios…
Muchos, muchos.
…vivencias y anécdotas más? ¿Cuál ha sido la mayor anécdota que tú has vivido en unos Juegos Olímpicos?
Mentira, mentira, porque yo Juegos los he visto por pantalla. ¿Qué vi yo en Barcelona? Dos pruebas, porque estabas todo el día en el plató o en la redacción. Podías escapar un poquito pero la final no la podías ir a ver, porque estabas… No, hombre, yo en los Juegos he vivido las ceremonias, todas, pero… (piensa) hay una experiencia muy triste pero muy intensa, que fue en los Juegos de Invierno de Calgary lo de Blanca (Fernández Ochoa). A mí me enviaron y la misión era pegarme a Blanca porque teóricamente iba a sacar medalla. Y pegarme a ella: llegada, entrenamientos, no sé qué, no sé cuántos. Claro, ahí estaba yo debajo de meta -yo y otros periodistas españoles- cuando se cayó y aquello fue tremendo porque Blanca en un breve recorrido pensó lo que tenía que decir: 'Tengo suerte, tengo salud', y yo con el micro y se me puso a llorar aquí en el hombro (se lleva la mano al hombro izquierdo). Son momentos en los que piensas: 'Bueno, vamos a ver, periodista-persona, ¿qué hacemos? Yo no le puedo a esta mujer… Que se tome su tiempo y luego si quiere hablamos, pero no voy a forzar nada ahora mismo'.
"Después de tantísimos años haciendo deportes lo que realmente me interesa es cómo lo hacen, lo que hacen, lo que cuesta, las renuncias"
PeriodistaSon experiencias que me hacen valorar, sobre todo, el trabajo de ellos, de los deportistas, que para mí es lo sustancial de todo. Después de tantísimos años haciendo deportes lo que realmente me interesa es cómo lo hacen, lo que hacen, lo que cuesta, las renuncias. Es más, en la última franja, en los últimos años que he estado en la radio y junto a Carles Mesa hacía un espacio que Michael Robinson y yo recuerdo que siempre lo hablábamos, porque me decía: 'Olga, a ciertas alturas ya no somos resultadistas, nos fijamos en otras cosas', y nos pasábamos algunos invitados. Me ha interesado más darle la vuelta a la moneda y conocer la ciencia que hay en el deporte. Además, como yo quería ser científica y no lo fui, un catedrático de Ciencia que es un friki del deporte -sabe muchísimo, vaya-, me ha enseñado por qué el drive liftado de Rafa es así y por qué los penaltis se tiran de una manera u otra, por qué la suspensión de Michael Jordan, cosas así.
Esto me interesa mucho. Tú te has sentado con un científico para aprender de deporte.
Cada mes, cada mes. Para que nos enseñara a ponernos gafas de ciencia y entender qué pasa con el césped en un partido de fútbol o de hockey, qué pasa con la humedad, a qué horario el cuerpo rinde más que otro. Es decir, esto de que nos gusta más jugar de noche en Roland Garros o los partidos de fútbol son a las nueve de la noche, error, porque el rendimiento por una serie de equilibrios químicos es mejor a las seis de la tarde. Cosas así.
¿Cada mes desde hace cuánto? Porque habrás aprendido muchísimo.
Los últimos tres años. Con José Manuel López Nicolás, que es un catedrático de Biología molecular que yo descubrí, tiene un blog que se llama Scientia, es un gran divulgador. Es vicerrector de la Universidad de Murcia y escribió un libro que se llama 'La ciencia de los campeones', y me quedé prendada. Y dije: '¿Quién es este señor? Yo tengo que conocer a este señor'. Y sí, sí, lo fichamos en la radio, aparte de que ahora es nuestro profe y es nuestro amigo. Pero me enseñó un lado desconocido del deporte y, además, como es experto en nutrición también te puede decir lo de las ocho hamburguesas que se toma un nadador, por qué tal. Cosas que son invisibles, más allá de los resultados.
Y dices que tú querías ser científica.
Yo quería ser médico. Yo quería ser cirujano. De hecho, hice ciencias, pero descubrí que iba a matar más gente que curar, que no estaba yo dotada con la química (se ríe). Siempre ha sido como un trozo de pollo entre los dientes. Que yo esto, esto, esto (simula golpes en la frente mientras sonríe). Siempre me llaman mucho la biología y la física y la química, me gustan, pero no estoy dotada, entonces necesito buenos divulgadores que me lo expliquen. Quería ser médico, sí, hasta que tuve que tomar la decisión y dije: 'Pero si yo lo que hago es escribir… y jugar a hacer radio y televisión'. Pues venga.
Estabas más dotada para moderar un debate electoral entre Zapatero y Rajoy, por ejemplo, que también lo has hecho.
Bueno, eso no tiene mucha ciencia, ¿eh? Eso tiene mucha presión y necesita mucha concentración. Hay cosas que requieren mucha concentración. La concentración sí que la he trabajado mucho. Eso fue también otra experiencia fantástica con los dos. Además, los dos tenían infinitamente mejor relación que la que parece o parecía. Hace poco me encontré a Zapatero y me dice: '¿Sabes, Olga? He vuelto a ver el debate y fue de guante blanco'. Digo: '¡No me jodas! Que además tú estabas pesado, que de poco me matan porque no hacías más que interrumpir', y dice: 'Olga, de guante blanco'. Y es verdad. Ellos en los cortes se ponían a hablar de sus cosas, se bromeaban. Qué gusto, qué gusto. Pero eso es chulo.
"A mí el periodismo deportivo me ha enseñado todo lo que sé y me enseñó que no existe la imparcialidad, pero se puede ser honesto y decente"
Además, realmente a mí el periodismo deportivo me ha enseñado todo lo que sé y me enseñó que no existe la imparcialidad. Nadie es imparcial, nadie es objetivo, pero se puede ser honesto o decente. Tienes que saber tomar distancia. Aquello era un Barça-Madrid, directamente. Pero a mí me enseñó que tú puedes ser de un equipo pero a la hora de hacer una crónica no debe parecerlo, tienes que ser justo y el espectador sabe tanto o más que tú. Por eso el periodismo deportivo es tan exigente, porque siempre tienes que tener un plus de conocimiento. Yo admiro mucho a los comentaristas de fútbol, los narradores de fútbol. Hay 30.000 personas en el campo que saben mucho de fútbol, tres millones de espectadores en la tele que son mega especialistas. Es decir, la persona que tiene una voz sobre la narración oral o escrita tiene que ser incontestable y tiene que tener un plus de información por encima del espectador medio, y eso es muy exigente. Muy, muy exigente. Yo admiro mucho a los narradores, muchísimo, muchísimo.
Lo compartimos. Y hay una percepción muy generalizada de 'ah, como tú haces pie de campo o te gusta tanto el fútbol, ¿por qué no narras?' Y es dificilísimo. Lo que decías de la carne en los dientes, como si todo el mundo valiéramos para todo.
A mí no se me ha ocurrido en la vida, ni se me ha pasado aquí (se pasa un dedo por la frente). A Mari Carmen Izquierdo yo le pregunté: 'Tía, con lo que te gusta el fútbol, con lo que sabes de fútbol, coño, eres jefa. Tú podrías hacerlo. Y dice: 'Ni se me ocurre'. Después del Mundial de Catar, en la radio también, traje a Alicia Arévalo que como sabes fue la primera mujer, pero traje también a la primera mujer que narró para una televisión argentina, con lo que es Argentina. La tía era la bomba. Las dos estaban ahí juntas. Y lo bueno es que me enteré de dónde salió esta tía en la televisión argentina. Luego lo busqué y no aplaudiré, pero la idea… (Levanta las cejas y ríe con sorna). Hicieron un reality escuela-academia para mujeres que quisieran narrar fútbol, y era un programa de televisión semanal que les iban enseñando y les iban poniendo a prueba, y esta tía ganó y por eso tenía garantizado ir al Mundial de Catar. Otra cosa era la calidad del programa. Vi dos o tres y la cantidad de tías y lo bien que lo hacían y yo decía: 'Yo sería incapaz'.
Ya que hablamos de mujeres. Te iba a preguntar por la salud del periodismo deportivo en general, pero concreto. ¿Qué salud le ves al periodismo deportivo actual con la presencia de la mujer? ¿Tú eres partidaria o no de las paridades?
Yo tengo un problema, como he tenido siempre una mentalidad que ni me lo he planteado, es decir, '¿Que no? Aquí estoy yo'. El objetivo creo que es llegar a un día en el que quien esté sea por calidad o por marca, pero sí he entendido, yo que no era nada partidaria de las paridades, que son necesarias. Sí lo he entendido. Entonces, sí estoy de acuerdo en que tenemos que pasar por aquí, porque los croupiers, los que reparten juego, siguen siendo... Hay hombres que reparten juego estupendamente, pero hay hombres que aún están en el blanco y negro, y ahí es donde creo que se hace imprescindible que alguien le diga: 'Cuidado, que aquí hay siete mujeres que quieren entrar y tres hombres. Hay cuatro plazas. No te inventes un hombre más'.
Es decir, creo que hay que hacer el esfuerzo, que aquellos que aún no lo entienden muy bien o que les chirríe tengan que tragar algún sapo, porque luego se darán cuenta. Es que hay periodistas mujeres deportivas que yo digo: 'Pero cómo esta mujer no está, yo qué sé…' Te las encuentras en los sitios, aunque cada vez voy a menos sitios, pero cuando voy digo: 'Pero esta tía qué nivel de preparación tiene, por favor. Esta mujer tiene que estar en la radio, en la tele o escribiendo crónicas de primer nivel'. Y probablemente croupier no le ha dado esa oportunidad.
A ti sí te la dieron y te viste siento todavía una niña en tu coche, con la L, llevando la copa del Mundial de España 82. Necesito que me cuentes esa anécdota, por favor.
Pues nada, que hicieron el programa de inicio de Mundial en los estudios de Miramar de Barcelona, con un estudio de una mesa larga -tú fíjate de lo que me acuerdo-, presidida por la Copa del Mundo, porque luego la ceremonia de inauguración era en el Nou Camp. Y ahí vinieron todos. ¿Quién? ¿Beckenbauer? Sí. ¿Pelé? Sí. Vinieron todos. Y se acaba el programa a las tres de la tarde, que iba a entrar el telediario, habíamos empezado a las 1, y… que se habían dejado la Copa. ¡Se habían dejado la Copa del Mundo allí! '¿Dónde están los de seguridad que la han traído con los guantes blancos? ¿Dónde están?' Yo ni había visto que la habían traído. Y yo estaba ahí detrás. Yo era... del ejército de ¿qué hay que hacer?, con mi acreditación y me acordaré siempre, José María Casanovas me mira y me dice: 'Olga, tú llevas la acreditación. ¿Tienes el coche aquí? Pues espérate'. Yo dije: 'Espérate, ¿para qué?'
Bueno, pues todo después se traduce en mi 127 con la L, monísimo y limpio, porque me lo acababa de comprar a plazos, tenía el carné hacía un año, ahí estaba. Llamaron a la policía, patrulla delante, patrulla detrás, yo en mi 127. Además, visualmente era muy cómico, porque los estudios de Televisión Española en Miramar, en Barcelona, eran un palacete: había unas escaleritas, unas escalinatas, vaya, y ahí abajo estaba mi 127 con los dos coches de policía. Llamaron al Barça y les dijeron: 'Oye, que os habéis dejado la Copa, que la copa la necesitáis para…' Y entonces, pues nada, me pusieron una caja granate, de esas que se abren así (hace el gesto de abrir del dentro a los lados), de ésas que antes tenía la gente en los pueblos para las vírgenes y los santos. Venía ahí en la caja de terciopelo granate, yo le puse el cinturón -aquí todo legal-, Barcelona estaba cortada, empezamos a ir despacito y yo pensé: 'Que no corran porque tengo el coche hace tres meses. Que no corran (se ríe) y me quedan dos años de pagar plazos. '
Ya íbamos tan despacio que dije: '¡Qué narices! Le saqué (el cinturón), lo abrí y ahí estaba ella, y me acuerdo que le puse la mano encima (hace el gesto con la mano derecha de ponerla sobre algo, a la altura de su hombro), y dije… (Gesto de orgullo). Yo iba conduciendo, con la copa (simula que conduce con la mano izquierda mira a la derecha, donde mantiene el brazo en alto) y yo decía: 'La que ha liado esto. ¡La que se lía por esto! La de intereses, sufrimientos, pasiones que tiene esto. Y así fui todo el camino, y llegué al Barça, la cerré, entré en el Barça, custodiada, se la di a Anton Parera, entonces vicepresidente, y ya noté un vacío en mi vida, ¡y en mi coche!
(Reímos). 'Ya nada volvió a ser igual'. ¿De qué color era el coche, Olga? Para terminar de visualizar la escena.
Rojo. Un 127 rojo, más bonito…
Oye, y has nombrado a Pelé y creo que tuviste también otro privilegio con él como protagonista en el Mundial de Italia. Con él y con Di Stéfano.
Sí, sí, sí, sí. Nada, pues estábamos por la tarde al acabar o una tarde que no teníamos programa e íbamos Di Stéfano, Michael Robinson, Matías Prats y yo hacia el hotel, que estaba en una plaza donde desemboca Via Beneto, y Michael dice: 'Vamos a tomar un cerveza' (Imita su acento inglés). 'Venga, pues va, subimos a una terracita de aquí'. Y nos sentamos los cuatro y de repente en la acera de la izquierda vemos bajar mucha gente alrededor de alguien, una muchedumbre. Lo típico, estás en un Mundial, en Roma, 'pues ahí será alguien', pero se detiene. Estaba (de su izquierda a derecha, lo señala), Michael, Matías, Di Stéfano y yo, así puestos. Se detiene la muchedumbre, se abren las aguas como si fuera Moisés y aparece Pelé. ¡Pelé mirando a Di Stéfano como si hubiera visto… a Dios! Exactamente igual.
Y se viene hacia él. Se sentó un momento, le empezó a preguntar cosas a Alfredo, no me acuerdo de qué, yo sólo veía la cara de Pelé, que estaba fascinado hablando con Alfredo, y a Michael y a Matías que de repente fue como si llevaran bermudas y camiseta del colegio y la gorra (abre la boca y los ojos y mira al lado como embobada). Ellos que son tan amantes del fútbol, yo la que menos, pero tendría que ser una ameba para no sentir que aquello era un momento especial. Y nada, estuvo unos pocos minutos y se fue, y Alfredo, como si hubiera visto a cualquiera de nosotros: '¿De qué hablábamos? Escucha. No sé qué…' (Imita el acento argentino). ¡Pero Alfredo! ¡Pelé! ¿Pero este momento? ¡Este momento! ¡Yo qué sé, una cámara! ¡Una cámara, por Dios! Fue súper chulo.
(Hacemos una pausa en la grabación de la entrevista, por videollamada, y cuando retomamos Olga me cuenta lo siguiente.)
Me estaba escribiendo una estudiante de 17 años que está haciendo una tesis sobre el fútbol femenino. 'El seguimiento del fútbol femenino y el número de niñas que juegan se ha disparado, ¿desde cuándo? ¿Qué opinas? ¿Desde cuando explosionó el Barcelona femenino? ¿Cuándo dirías tú que el seguimiento de las niñas empezó a dispararse? Antes del Mundial, desde luego, ya en aquel Barça-Madrid en el Nou Camp, yo creo que un poco allí, ¿no?
Me viene bien que me lo cuentes, así te pregunto precisamente por ello. Que igual que hablabas de la paridad y lo necesario que es, imagino que vivir este momento del fútbol femenino, también, ¿no?
Pero yo lo he vivido ya no tanto en el ajo. Lo que he podido ahí he estado. Mira, estuve en San Sebastián. Sabes que los de la Real Sociedad hacen un encuentro anual que se llama Korner: Kultura & Fútbol. Son unas jornadas muy chulas. Me pidieron ir, hace cinco años o una cosa así, a moderar una mesa de fútbol femenino con las jugadoras, con Vero Boquete, con jugadoras de la Real. Y estuve con ellas, con todo el equipo, y entonces entendí tan bien la realidad del fútbol femenino… Me explicaron tanto, ya comiendo, que dije: 'Es que no es justo. Es que no'. Me contaban sus condiciones y lo que hacían y dónde tenían que cambiarse, que empecé a profundizar un poquito en esto.
Sobre el fútbol femenino. "Si riegas, sale el césped. O crece la planta. Y había mucha semilla en secano, pero semilla de plantas maravillosas"
¿Qué me parece? Pues que si riegas, sale el césped. O crece la planta. Y había mucha semilla en secano, pero semilla de plantas maravillosas. Es un placer verlas jugar, es un placer ver que de repente han nacido no sé cuántas referentes. Es un placer. Y yo creo que esto es un gol, una canasta, un drive liftado. Son igual de bellos los haga quien los haga. A mí aún algún compañero me ha dicho: 'Es que me chirría la voz de una mujer, el juego de una mujer…' (Dice con el ceño fruncido). Se llama educación, se llama hábito y se llama actitud, mente abierta. Tienes que ver más. Lo del fútbol femenino me parece justicia poética, lo del deporte femenino en general. Es decir, a mí hace 40 años me costaba encontrar, antes de Arancha, de Conchita o de Blanca, era muy complicado. Que haya sido el fútbol femenino el que haya dado el manotazo en la mesa me parece justicia poética.
Decías que hay quien te ha dicho que le chirría y la sensación después de caer el otro día ante Brasil es que, además, hay mucha gente esperándolas con la escopeta cargada, que enseguida se les intenta echar tierra.
Fíjate que esto va un poco en el desconocimiento, porque esto lo hemos hecho tradicionalmente con todos en el deporte español. Con todos. Yo creo que hay alguien que nos enseñó a perder. En el fútbol perdíamos siempre en cuartos de final, en todo, y era como una frustración, pero Rafa Nadal nos enseñó a perder, porque yo recuerdo que cuando Rafa empezó a perder: 'Boh, es que éste era un paquete, no sé qué, que ahí se lesiona…', e iba el tío y ganaba Roland Garros, y empezaba a cerrar boquitas, a cerrar boquitas. Y yo creo que mucha gente aprendió a perder, a entender lo que significa perder en el deporte gracias a carreras como las de Rafa, y después ya esto se ha aplicado en general. Y con ellas, que hay ganas supongo por parte de algunos, pues pasará lo mismo: '¿Perdemos con Brasil? Bien, espérate la próxima Liga, espérate la próxima Eurocopa, espérate el próximo Mundial. Hemos dado un paso. Un paso. Un paso muy importante y muy sólido. Tenemos flor pero ahora tenemos que hacer seto. Yo creo que callarán. Y a quien no le guste, pues no lo verá, ya está. Tengo la sensación de que te estoy contando nada… nuevo.
Bueno, estamos charlando. A mí me parece una charla maravillosa.
No, no, yo estoy encantada.
¿Hay algo nuevo? ¿Hay algo que no hayas contado? Ojalá, cuéntame.
No, no. No, no, no. Que yo me acuerde. (Reímos).
Me he quedado antes imaginando la cara de fascinación de Pelé al ver a Di Stéfano. ¿Tú has entrevistado a alguien, deportista o no, que te haya provocado esa sensación? Y que hayas tenido que contener profesionalmente, claro.
Hay mucha gente que me ha gustado entrevistar y poder conocer, pero esa pregunta no la sé contestar, porque si digo un nombre seguro que cuando cuelgues me acuerdo de tres más, seguro. Me ha impresionado mucha gente anónima, mucha, pero sí había alguien que yo ya había dejado de hacer deportes y que había pasado a la información general y decía: 'No he entrevistado a Steffi. Cómo la he perdido…' La pude entrevistar. La pude entrevistar cuando le dieron el Príncipe de Asturias y pude hablar un poco con ella. Pues ya está. Yo decía: 'Esta tía, cómo no la he entrevistado'. ¿Sabes lo que pasa? Que el programa que hacíamos, Estadio 2, venía todo el mundo, todo el mundo. Muy mal comparado, era como 'El Hormiguero', que dices: 'Hostia, pero si va todo el mundo'. Pues ahí pasaba lo mismo, iba todo el mundo, era un programa larguísimo, que cabía todo.
Y es más, había deportistas que te pedían si podían venir a entrevistar a otros deportistas. Pero ha venido todo el mundo que era alguien: Ayrton Senna… A quien quieras, a todos. Me faltaba Steffi, porque a Martina tampoco la entrevisté, pero sí he podido conversar con ella un poco, porque yo soy muy de tenis. Es seguramente el deporte que puedo pasarme horas y horas y horas y horas y horas y no me canso. Me gustan todos. Pero yo a Martina la admiraba mucho y a Chris, era una loca de los partidos aquellos, y me gustó conocerla. Por cierto, un día con Arantxa en Queens, antes de Wimbledon, me dijo: 'Ahí está Martina, ya verás cómo me llama'. Le dije: ¿Que cómo te llama?' Me dice: 'Coneja'. (Con la jota aspirada). Digo: '¿Qué te llama coneja'. Y me dice: 'Sí, ya lo vas a ver'. Y, efectivamente, vino Martina a la mesa en la que estábamos. 'Hola, coneja'. (Se ríe). Y era, ¿por qué?, porque sabes que Arantxa llevaba la pelota aquí (se lleva la mano a la parte baja de la espalda). Pues coneja… Y a Djokovic, también, que me acordaré siempre, que me decía: 'No te olvides de lo que te digo, seré número uno del mundo. No sé cuándo, pero lo seré, y lo seré mucho tiempo. Y le decía: 'Ole tú, ole tú'.
Y después de haber entrevistado y charlado con tanta gente interesante, ¿ahora con qué disfruta Olga Viza?
¿Con qué disfruto? Tengo micropasiones, muchas, muchas, muchas. Hombre, me gusta mucho ver buen deporte en la tele y fuera de la tele, pero de repente me da la 'dèria' (manía en español) por la Fórmula 1 y puedo estar enganchada a la Fórmula 1, al tenis o a una transmisión que me encuentro a las 2 de la mañana, o al esquí, me encanta. No, me gustan muchísimas cosas, pero no olvido tampoco que hay otra parte de mí que se ha dedicado muchos años a la información política o a la información general, pero siempre vuelvo al deporte, porque es el que me ha formado. Yo soy una… (Se ríe), iba a decir una cosa fea; soy una mala deportista, pero que sí se ha aprendido todo lo bueno del deporte para entender luego mi trabajo y mi forma de andar por la vida.
"El deporte me ha enseñado a sacarle el IVA al ídolo"
¿Cómo qué? ¿Qué cualidades te ha dado?
Cojo distancia. El deporte es un mundo de pasiones y es material delicado, hay muchos intereses. A coger distancia, sobre todo y, además, insisto, yo puedo ser mega del Barça, pero si el Madrid lo hace bien, el Madrid lo hace estupendamente bien. Es decir, hago abstracciones. Tampoco soy muy futbolera, ¿eh? Pero eso sí lo he aprendido. Además, como he convivido mucho con ellos, he sido mucho tiempo también reportera, que eso es maravilloso, estar a pie de campo, a naturalizarlo todo, a sacarle el IVA al ídolo, a sacarle el IVA a la importancia que se le da a algunas cosas. Yo le suelo sacar el IVA a bastantes cosas. (Levanta la mano y afirma).
Me encanta la expresión, está muy bien. Básico y muy sano.
Además, he tenido fortuna de estar cerca de algunos deportistas, tener relación, porque entonces tenías una relación más próxima con algunos deportistas y que podías tener una conversación en la que ellos, coño, se vaciaban y te decían: 'Es que tengo un problema con mi madre. O sea, me he enfadado. Si es que me he enfadado y mañana tengo esta final'. Lo que es una conversación de café con cierta confianza. Al día siguiente dices: 'Es que si eso no lo sabes…'. O la regla. Porque no preguntábamos por la regla nunca, nunca, nunca, nunca. Yo te recomendaría a una tía que ha sacado un libro maravilloso sobre la regla y se habla también de la regla en el deporte, 'La mitad que sangra'. María la he hecho con un tío que es periodista científico, pero no es un libro científico, es un libro que es muy revelador para las mujeres. Yo le pregunté un día a Edurne Pasabán: 'Oye, ¿y qué pasa si el día que tú puedes atacar la cima de un 8.000 resulta que te viene la regla?' Y me dice: 'Pues no te lo creerás, se me corta. Por la presión, se me corta, y cuando bajo el campamento base, doy rienda suelta'. Y la de medallas olímpicas que se han quedado en un Tampax…
(Las dos hacemos una pausa y asentimos). Absolutamente. Temas de los que no se hablaba, como era mucho menos común no ser madre hace unos años que ahora. Lo digo porque me venía a la cabeza cuando a Aymar Bretos le contaste que tú con 11 años ya dijiste que no quieres ser madre. Son cosas que hoy en día se naturalizan más, aunque yo lo sigo diciendo con 41 y aún hay quien se sorprende, pero esa determinación hace… cincuenta años no era tan normal en este asunto.
Sí, yo sí lo tenía clarísimo. Mi madre me dijo: 'Eres muy pequeña. Cuando tengas…, verás'. Le dije: 'No te preocupes, yo adoptaré. Si me dan, a los 40, yo adoptaré'. Pero hay muchas cosas: soy la mayor, formo parte de esa generación que no quería tener la vida de sus madres y que toda mi obsesión era aprender cosas, ver mundo y ser autosuficiente, pero yo le dije: 'Si alguna vez lo siento, si la llamada del tigre esta me llega, yo pararé, no tengas duda, pero no la he tenido'.
¿Y no tenerla y no haber sido madre, y terminamos, te ha permitido vivir tu carrera de otra forma?
Claro que sí. Claro que sí, claro que sí, no me voy a poner ahora… ¿A quién quiero engañar? Por supuesto que sí, por supuesto que no he tenido que conciliar, entonces hay más tiempo para otras cosas. Por supuesto que sí, por supuesto que sí. No es un consejo para nadie, porque es probable que yo me haya perdido cosas extraordinarias. Por mi marido que tiene nietos y como no soy una madre gastada, soy la que juega con ellos, porque me divierten y porque me encanta. Pero…, si yo hubiera vivido con hijos, pues no sé cómo hubiera sido, pero no igual, seguro que no igual. No hubiera vivido la profesión de la misma manera, y te va a pasar lo mismo a ti.
Sí, lo sé. Soy muy consciente…
¡Con 50 me lo planteé!, ¿eh? (Se ríe).
¿Ah, sí? ¿Adoptar?
No, no, quedarme preñada. Le dije a mi marido: 'Oye, ¿y si me quedo preñada?' (Levanta los brazos). Y mi ginecóloga me dijo: '¡Te mato!' (Se ríe). 'Te mato… Te mato…' Digo: 'Pues sí…' Pero es verdad, con 50 no, pero eran 48 o 47. ¿Pero a quién queremos engañar? Es verdad, una madre no tiene tanto tiempo para desarrollar… Igual tiene más calidad, pero es imposible conciliar un trabajo exigente, sin horarios, sin agendas previstas. Es imposible.
Te había dicho que era la última pero no, siempre es la penúltima, porque hablando de niños quiero cerrar con una última cuestión de fútbol. Siendo, además, del Barça. ¿Qué te parece la aparición estelar de Lamine Yamal?
Además, yo vivo cerca de donde él es. Y me encanta, porque el nieto… (Se ríe). Seis nietos tiene mi marido, y el que tiene cuatro o cinco años es un loco, un loco. Busca camisetas. Imposible. Y el tipo -vive en Madrid, ¿eh?- se presentó con una camiseta del Barça y él con un rotulador permanente se había escrito detrás Lamine Yamal, con la letra de un niño de cinco años, te puedes imaginar, así en dorado, más orgulloso que iba… Pues ¿cómo la he vivido? Es que estas cosas son fantásticas. Es que son fogonazos de luz, es aire fresco, es más gente enrolada en la pasión del fútbol natural. Estas son las cosas que dan vidilla. Dan vidilla y títulos, ahí es na'.
Con ese 'ahí es na' terminamos, Olga, porque podríamos seguir hablando y hablando. Ha sido un placer charlar contigo este ratito.
Lo mismo digo, Cris.