OPINIÓN

Y pudo ser peor: lo malo no es perder sino la cara que se te vuelve a quedar (segunda parte)

Los jugadores del Real Madrid, cabizbajos, después de ser arrollados por el Barça. /AFP
Los jugadores del Real Madrid, cabizbajos, después de ser arrollados por el Barça. AFP

Es el principal problema que tienen los equipos creados para ganar todo lo que juegan y en los que la máxima prioridad es amontonar jugadores de talento, mayormente delanteros. Están tan obsesionados con la victoria que cuando pierden es que pierden de verdad. Por goleada. Sin paliativos. Sin disculpas. Sin coartadas. El Barcelona se volvió a llevar por delante al Real Madrid en todas las facetas del juego y en todas las zonas del campo. Como lo había hecho ya en el partido de Liga que enfrentó a ambos en el Bernabéu (0-4). Entonces este escribano pensó, y así lo escribió, que el resultado había sido demasiado castigo para los blancos. En esta ocasión no cabe ni ese argumento. Incluso en Yeda pudo ser mucho peor. Quedaron los blancos mucho más en evidencia. Sobre todo en el aspecto defensivo. Lo que es una realidad es que a Ancelotti y los suyos se les quedó la misma cara de impotencia. Y eso es casi peor que la derrota.

Antes de que Mbappé dejara su sello, el Barcelona ya podía haber marcado dos goles. Iban cinco minutos de partido. Puro espejismo ese comienzo: Vinicius recuperaba en una brillante acción defensiva el balón que el francés convirtió en gol; Rodrygo corrió tres veces la banda detrás de Balde; Bellingham parecía decidido a evitar la conexión Casadó-Pedri... Muy poco le duró al equipo madridista ese sentido de la concentración. "Parece que en el Madrid todos están dispuestos hoy a echar una mano cuando el equipo no tenga el balón y se vea obligado a defender...", susurré en los micrófonos de Onda Cero. El mal del comentarista. Más de lo msimo. En los minutos siguientes el Barcelona se llevaba por delante las presuntas intenciones. Mientras Courtois encajaba goles sin remisión, sus compañeros habían vuelto a las andadas. A romperse en dos mitades con un latifundio en el centro del campo donde Valverde y Camavinga pedían auxilio sin respuesta.

Cuando te crean diez ocasiones de gol en medio tiempo no se puede señalar solo con el dedo a los que tienen la obligación de defender porque, en teoría, son los defensas. Que tampoco es el caso. Lucas y Tchouameni bastante hacen con intentarlo y lo vivido en el pasado debería haber servido ya para evitarles más sufrimiento. El Real Madrid se desangró en la zona donde el Barça se hizo gigante. En el centro del campo. Donde los equipos están obligados a crear y destruir. Lo uno no se entiende ni lo otro. Según caían los goles azulgranas, Ancelotti ya era consciente de que su equipo estaba partido en dos y así era imposible presentar batalla ante un equipo equilibrado, bien escalonado y que práctica un fútbol profundo y certero.

Nadie mejor que él sabe por dónde flojean los suyos y por eso antes de comenzar el duelo les pedía por encima de todo defender bien. Algo que, evidentemente, ya podemos decir que se les ha olvidado. O de lo que no son capaces. No sería exacto decir que no saben. La temporada anterior sí lo habían hecho, al menos mejor, y por eso ganaron la Liga y la Champions.