La 'maldición de Halloween' persigue al Zaragoza: el equipo pierde el aura en otro noviembre negro
Tras cuatro derrotas en casa, el conjunto aragonés se ha caído del playoff y sufre un bajón ya habitual por estas fechas: acabó con ocho entrenadores y dos directores deportivos.
Todos los indicadores hablan ya de un Zaragoza que ha entrado en la depresión de casi todos los años por estas fechas: 13 puntos ganados de los últimos 39 en disputa; seis de 15 en el siempre fatídico mes de noviembre; cuatro derrotas y un empate en los últimos seis encuentros en La Romareda; la capacidad goleadora que definió y sostuvo al equipo en el primer cuarto de la campaña se ha desplomado ahora. Los puntos acumulados en el arranque de la competición (líder en tres de las cuatro primeras jornadas y metido en puesto de playoff hasta la decimoquinta) habían enmascarado apenas la falta de evolución en el juego y la tendencia negativa de los resultados. La última derrota contra el Albacete (0-1) cerró otro noviembre negro y dejó al Zaragoza en la novena plaza.
La maldición de Halloween ya se ha hecho tradición y ni siquiera Víctor Fernández ha logrado conjurar la costumbre del equipo de desplomarse en las semanas de otoño. Viene ocurriendo con frecuencia sospechosa desde que el Zaragoza inició esta etapa en Segunda División, en la temporada 2013/14. Y lo han pagado un número largo de entrenadores: en estos años, hasta ocho técnicos perdieron su puesto entre finales de octubre y principios de diciembre. Algunos más pasaron serios problemas o aguantaron apenas el temporal.
Víctor Muñoz fue destituido el 23 de noviembre de 2014, con el Zaragoza a un punto de los puestos de promoción. Acumulaba sólo cuatro partidos sin ganar, un baremo que el tiempo ha puesto en perspectiva: la impaciencia que determinó su despido se debió al desacuerdo interno con una parte de la propiedad, más que a lo deportivo. En la campaña 2016/17, Luis Milla apenas aguantó once jornadas en el puesto y el club determinó su relevo un 23 de octubre. No corrió mejor suerte Imanol Idiakez, también finiquitado el 21 de octubre de la temporada 2018/19. Asumió su puesto Lucas Alcaraz, que se marcharía menos de dos meses después, el 17 de diciembre. Ahí se produjo el regreso de Víctor Fernández, quien acabó la campaña, salvó al Zaragoza y dirigió el siguiente año completo.
En la 2020/21 volvieron los problemas. Rubén Baraja fue relevado de su puesto el 8 de noviembre, con sólo diez partidos jugados en una Liga que comenzó más tarde por la COVID-19. Iván Martínez asumió el banquillo, pero aguantó sólo ocho encuentros y no llegó a mediados de diciembre. A principio de ese mismo mes el Zaragoza ya había rescindido a Lalo Arantegui, el director deportivo que apostó por el entonces técnico del filial. Sería Juan Ignacio Martínez JIM quien terminase por rescatar al Zaragoza. Y, como Víctor dos años antes, dirigió la siguiente temporada de principio a fin. Pero en la 2022/23, Juan Carlos Carcedo conoció de nuevo los rigores otoñales: fue despedido en noviembre y en su salida le acompañó en la salida Miguel Torrecilla, el director deportivo. La última víctima de la maldición otoñal sería precisamente Fran Escribá, relegado de su cargo el 20 de noviembre de 2023. Doce meses después de sustituir a Carcedo.
Hubo otros técnicos que conocieron muy de cerca los rigores de la crisis zaragocista en estas mismas semanas, pero salieron adelante mejor o peor: les ocurrió a Paco Herrera, Ranko Popovic (acabaría marchándose en Navidad, cogido también de la mano con el entonces director deportivo, Ángel Martín González) y Natxo González: el único, junto a Víctor y JIM, capaz de aguantar una temporada entera en el devorador banquillo de La Romareda. El caso de Juan Ignacio Martínez resultó tan contradictorio como llamativo: primero estuvo contra las cuerdas al firmar nueve empates consecutivos entre septiembre y octubre. Y, a continuación, completó el mejor noviembre de la serie en Segunda División: tres victorias y un empate en cinco partidos.
El mismo Víctor Fernández se vio acuciado por una serie de resultados insuficientes en la campaña 2019/20, cuando estuvo cinco partidos consecutivos sin ganar hacia finales de septiembre. Pasado el mal trago, el equipo repuntó y el resto del año fue un avión disparado hacia el ascenso... hasta el desplome provocado por el corte de la pandemia y la derrota en el playoff frente al Elche.
Puntos en Noviembre para el @RealZaragoza desde el descenso:
— Los Números de David (@NumerosdeDavid) November 30, 2024
2024 ➡️ 6/15
2023 ➡️ 1/12
2022 ➡️ 2/12
2021 ➡️ 10/15
2020 ➡️ 2/21
2019 ➡️ 7/15
2018 ➡️ 4/15
2017 ➡️ 4/12
2016 ➡️ 5/12
2015 ➡️ 7/15
2014 ➡️ 4/15
2013 ➡️ 6/15
El técnico zaragozano se enfrenta ahora de nuevo al gobierno de una nave muy sensible a los vaivenes como es el Real Zaragoza. En comparación con los últimos años y la amenaza real de descenso, la situación actual del Zaragoza está lejos de ser desesperada: sólo un punto lo separa ahora mismo de los puestos de playoff. Pero en la ciudad todo se mide en proporción al ineludible objetivo del ascenso, declarado de forma rotunda por los principales del club. Sin embargo, tras un magnífico inicio, el equipo navega hace semanas en aguas inciertas: fiado hasta ahora a su generosidad ofensiva en situaciones desfavorables de los partidos, el Zaragoza y su técnico han perdido el aura ganadora, los goles que maquillaban la vulnerabilidad defensiva y, últimamente, también su fiabilidad para sacar adelante los partidos. El Zaragoza primero dio muestras de no progresar y, ahora, de nítida involución.
La incapacidad de gobernar los encuentros y resolverlos en casa ha sido una de las claves del deterioro, aunque más parece consecuencia que causa. Empezaron saqueando La Romareda equipos mayores (Racing y Almería) o simplemente atrevidos, como el Castellón. El equipo mostró ráfagas ocasionales al ganarle a otro enemigo de nivel como el Granada y, sobre todo, rescatando con sus victorias en Tenerife y Elda lo que se iba a dejando en su propio campo.
Pero en las últimas semanas la inercia negativa se ha agravado y el Zaragoza hila cada vez menos fútbol, mientras los rivales le tiran de las costuras con preocupante frecuencia. Así salvó un punto en Huesca, antes de mostrar impotencia en Córdoba y contra el Málaga en La Romareda. Las tres veces quedó en el empate. Contra los dos equipos andaluces, además, sin goles. Una señal clara del cambio de tendencia. El batacazo frente al Albacete (0-1) confirmó que la película en La Romareda vuelve a ser la misma: una pesadilla antes de Navidad.
En el cóctel de explicaciones hay un poco de todo. El Zaragoza hizo 13 fichajes y dio otras tantas bajas el pasado verano, en un proceso que el propio Víctor Fernández definió como "reconstrucción masiva": fue la condición básica para afrontar esta temporada, un cambio global en la plantilla y fichajes supervisados por el técnico que variasen el perfil del futbolista medio en La Romareda. Jóvenes, a ser posible en propiedad y, sobre todo, con buen pie para darle a su fútbol una mejor relación con la pelota.
Pero, pese a la amplitud de la remodelación, en octubre ya se estaba invocando el mercado de invierno para tapar los agujeros: la falta de un especialista en la banda derecha (la disputa por la izquierda entre Liso y Adu Ares ha sido un juego de suma cero y ambos han estado por debajo de su nivel); un futbolista de peso en el centro del campo, sobre cuyo perfil hay líneas de pensamiento distintas; y la incorporación de uno o incluso dos centrales.
Todavía sin reacciones en el @realzaragoza, que ya suma 4 derrotas en La Romareda y se instala en una mala dinámica.
— RTVEAragón (@RTVEaragon) December 2, 2024
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Esas necesidades están diagnosticadas y son más que evidentes, pero se deben a una conjunción de factores. Ha habido rendimientos deficientes de unas cuantas incorporaciones, como Alberto Marí y Adu Ares, llegados a préstamo el último día de mercado; Aketxe vive en un debate continuo, ofreciendo gotas distintivas en la elaboración del juego, pero con un nivel alejado de las expectativas. Al eslovaco Kosa se le ha visto poco y poco memorable; y Gori Gracia casi ni ha pisado el campo.
Las lesiones musculares de Aketxe, Keidi Bare y Soberón han contribuido a la merma del equipo. La de Samed Bazdar el pasado fin de semana culmina la fatalidad, para la que desde el club no hay ninguna explicación oficial ni sugerida. En el Zaragoza es habitual que el ruido exterior encuentre un insondable silencio desde dentro, así que nadie puede esgrimir una explicación convincente ni irrebatible. Cada quien elige a su culpable y proliferan los sospechosos habituales: los servicios médicos, la preparación física, etc.
Flaqueza defensiva
Para no ver que los problemas atrás eran previsibles había que ponerse una venda. Basta recordar cómo se formó esa defensa. El fichaje de Lekovic se truncó en el último momento y el centro de la zaga quedó conformado con una combinación muy opinable: un descarte que al final se quedó pero no juega, salvo emergencia mundial (Jair); un portugués prometedor pero incierto (Bernardo Vital); otro fichaje de nivel indescifrable y ahora lesionado de gravedad (Kosa); el regreso vía cesión de un chico de la cantera al que se dio salida hace tres años (Clemente); y... el cuarto central del año pasado, ahora como titular indiscutible (Lluis López). ¿Podía algo así salir bien?
En una perspectiva amplia, la tendencia del Zaragoza a encajar demasiados goles la explica esa flaqueza estructural, tanto como su vulnerabilidad táctica y los rendimientos y ejecuciones individuales. Víctor ha preferido casi siempre afilar su ataque con dos delanteros, sumándole un punta específico de banda y otro más híbrido, que facilite la transición entre líneas: una tarea casi exclusiva para Aketxe, dado el creciente ostracismo de Bermejo. Con frecuencia se le ha pedido al técnico reforzar la zona central con un tercer centrocampista que hiciera algo más impermeable la zona de paso. Lo hizo contra el Albacete: tampoco dio resultado.
El pasado martes en la Copa del Rey, Víctor optó por introducir tres centrales y confiar en la capacidad ofensiva de Calero y Tasende en los laterales. Una alternativa que se juzga poco afecta a su ideario primordial, pero que ya usó el año pasado en momentos de zozobra. La primera mitad contra el Granada resultó promisoria en ataque y un desastre atrás. El compendio de los desequilibrios habituales. Al final, la eliminatoria se decantó en una tanda de penaltis con una elección de lanzadores desconcertante. El error definitivo le correspondió a Mañas, delantero del Zaragoza B que había debutado un rato antes. Antes había errado el suyo Enrique Clemente, quien también anotó en propia meta uno del Granada.
🎥🎥 #RealZaragoza || Víctor Fernández responde sobre la elección de los lanzadores de penalties
— Aragón Deporte (@ardeportes) December 3, 2024
🗣️ "Entiendo que Mañas se sentía con confianza, es un atacante que buscaba el gol" pic.twitter.com/iuqOjvoExN
Los partidos restantes hasta el parón de Navidad configuran un tramo se diría que decisivo para la suerte del Zaragoza esta temporada: vienen ahora dos encuentros lejos de La Romareda, frente a Deportivo y Eibar. Todo el mundo los mira con aprensión, pese a que el conjunto de Víctor Fernández se ha comportado fuera con más fiabilidad que en su propio campo: 15 puntos de los 25 que tiene han llegado de viaje. Después, cerrará el año con dos consecutivos ante su público, contra Oviedo y Racing de Ferrol.
Es un momento bisagra, aún con tiempo suficiente para corregir el rumbo. Pero con la apremiante necesidad de que el entrenador encuentra la forma de insuflarle fútbol, resultados y, sobre todo, credibilidad a un equipo que da señales evidentes de extravío. Y luego, claro, el mercado invernal... del que se lleva hablando ya desde octubre. Al Zaragoza le empieza a pasar como a los ayuntamientos: que cada vez encienden antes las luces de Navidad, para mantener la ilusión en la calle.