REAL ZARAGOZA

Así va a levantar Zaragoza una mini Romareda en cuatro meses: un estadio modular para jugar dos temporadas

Estos días han comenzado los trabajos para construir el campo provisional, que estará disponible ya en mayo y donde jugará el equipo hasta que se termine la nueva Romareda en 2027.

Render de la mini Romareda. /Nussli Iberia S.A.
Render de la mini Romareda. Nussli Iberia S.A.
Mario Ornat

Mario Ornat

Zaragoza va construir en sólo cuatro meses una mini Romareda, el estadio provisional al que se trasladará el Real Zaragoza para disputar sus partidos durante las temporadas 2025/26 y 2026/27. Será un campo modular, al estilo de alguno de los que acogieron la última Copa del Mundo en Catar: un recinto con capacidad para acoger a 20.000 espectadores, situado al norte de la capital aragonesa, en una pastilla sobre la que el pasado miércoles comenzaron los trabajos de urbanización necesarios para dar soporte a todos los servicios e infraestructuras que rodearán el estadio.

El mini estadio es una actuación agregada al proyecto principal: la construcción de lo que será la nueva Romareda. El campo provisional será la solución alternativa para que el Zaragoza siga jugando sin necesidad de trasladarse a otra ciudad. En un principio se consideraron más posibilidades: seguir jugando en el viejo estadio durante su progresivo derribo y la edificación del nuevo, lo que complicaba la seguridad y alargaba los plazos; además, se estudió una mudanza temporal de los partidos en casa a otras ciudades próximas. Pero finalmente se impuso la lógica de levantar un recinto provisional para acelerar los plazos y ahorrarle al club y sus seguidores el impacto que tendría obligarlos a viajar a otra localidad para ver jugar al Zaragoza en casa.

Estos días se han cumplido seis meses del inicio de los trabajos de derribo de la vieja Romareda, cuyas obras dieron comienzo el pasado 8 de julio. En este tiempo ha desaparecido la grada del fondo sur al completo, además de un par de edificios de carácter público adosados a la tribuna oeste del campo, la de Preferencia. Las máquinas trabajan ahora de forma constante en esa área en las excavaciones que darán forma a los sótanos de lo que será el nuevo estadio —cuya finalización está prevista a tiempo para comenzar la temporada 2027/2028— y los aficionados ya se han acostumbrado al impacto visual de un campo al que le falta una grada.

Coincidiendo con ese medio año de trabajos, el pasado miércoles arrancó de manera paralela el proceso de construcción de lo que se ha dado en llamar la mini Romareda: el campo de construcción modular proyectado en una pastilla al otro lado de la ciudad de Zaragoza, en lo que fueron los terrenos del parking norte de la Exposición Internacional de 2008. La primera fase de esos trabajos tiene que ver con la adecuación urbanística de la zona, cuyos terrenos son propiedad del Gobierno de Aragón: se renovará el alumbrado, las redes de saneamiento, electricidad, etc. de una zona que ha estado en desuso durante años, más allá de servir como recinto ocasional en algunos eventos en las fiestas del Pilar. Ahora necesita una adecuación completa que lo prepare para recibir el volumen de movimiento que generarán los partidos del Real Zaragoza a partir de la próxima temporada.

De forma simultánea, la semana que viene comenzará en sí la construcción del estadio portátil. Ambas líneas del proyecto convivirán durante los próximos meses hasta su finalización en mayo. El proyecto de la pequeña Romareda fue adjudicado a la unión temporal de empresas (UTE) conformada por NUSSLI y la española MLN Mariano López Navarro. La primera tiene experiencia en la edificación de este tipo de infraestructuras para competiciones deportivas, recintos museísticos, eventos culturales y espectáculos, ferias o exposiciones de diversa índole. Entre otros muchos proyectos llevó a cabo la ampliación de Montilivi cuando el Girona ascendió a Primera División, levantó las gradas del Gran Premio de Las Vegas de Fórmula 1, estadios para competiciones de lucha, Mundiales de atletismo, competiciones del World Padel Tour o torneos del circuito ATP de tenis, por nombrar sólo algunos.

Su modelo de construcción modular y acoplamiento permite erigir de forma rápida cualquier recinto y su posterior desmontaje. La previsión es que la mini Romareda esté finalizada alrededor de la segunda semana de mayo, dentro de cuatro meses casi exactos. Y el plan es poder celebrar algún partido entre ese momento y el comienzo de la próxima temporada —no necesariamente del Real Zaragoza, sino de alguna competición menor— con el fin de someter a prueba las infraestructuras urbanísticas, de movilidad, etc. que se van a activar cara a las dos próximas campañas.

El campo modular constará de tres gradas descubiertas y una cubierta. El anillo perimetral, como se puede apreciar en los planos facilitados en su día por el Ayuntamiento de Zaragoza, incluirá una zona verde, áreas de picnic, una fan zone para los aficionados y dos aparcamientos en los fondos: el del sur será el de mayor capacidad, con 1.205 plazas, de ellas 31 accesibles. El situado en el fondo norte tendrá 460 plazas, más otras 12 accesibles. El campo estará situado junto al eje de la línea de tranvía que recorre Zaragoza de norte a sur, lo que garantiza buenas alternativas de movilidad para llegar al campo, bastante más alejado del centro de la ciudad que la actual Romareda.

La superficie total del terreno alcanzará los 120 x 80 metros y acogerá, además del campo, el resto de la infraestructura, así como todas las instalaciones adicionales requeridas por LaLiga en sus competiciones: venta de entradas, espacios de catering en el interior del estadio, una tienda para la mercadotecnia del club, por supuesto los vestuarios para los equipos y árbitros, cabinas de comentaristas para radio y televisión, sala de primeros auxilios, espacios VIP, etc. Estos requerimientos aumentarían en caso de que el Zaragoza ascendiera a Primera División en el tiempo que jugará en este mini campo, dado que cambian las condiciones exigidas por LaLiga, pero esa posibilidad está prevista también en el proyecto y, de acuerdo a los detalles ofrecidos por el Ayuntamiento, los costes los asumiría el propio Real Zaragoza.

Dinero público y polémica

Zaragoza entra así de lleno en una fase decisiva del macro proyecto deportivo y de ciudad que supone la construcción de un nuevo estadio en la ciudad. Un anhelo largamente buscado y muy necesario ya por el deterioro que sufre la vieja Romareda. Las cifras totales de lo que costará el nuevo estadio para más de 43.000 espectadores —elegido ya antes de su construcción como sede de la Copa del Mundo de 2030— han ido variando a lo largo de los meses. A mediados de diciembre se adjudicó el proyecto a la UTE conformada por OHL y Altuna y Uria, que cifraron su oferta en un montante final de 124,5 millones de euros (sin IVA), lo que supone un ahorro del 10% del coste máximo previsto en la licitación (algo más de 138 millones). Además, la construcción del campo modular se calcula en torno a 15 millones de euros, entre el propio recinto y la urbanización de los alrededores.

La implicación del club en la financiación del proyecto ha estado en los últimos meses en el centro de la controversia que, más allá del consenso general en la necesidad del nuevo estadio, provoca el uso dinero público para proyectos de este tipo. Tanto el ejecutivo autonómico como el Ayuntamiento conforman la sociedad La Nueva Romareda, cuya tercer miembro es el Real Zaragoza. El club ha incorporado en los últimos meses a su consejo a Pilar Gil, vicepresidenta de Prisa, en sustitución del también consejero Mariano Aguilar. Pero son las instituciones las que están impulsando de manera decidida el proyecto del nuevo estadio.

En un principio el grupo inversor propietario del Real Zaragoza anunció que asumiría de forma íntegra su construcción, y que el nuevo campo no le costaría un euro a la ciudad ni a la comunidad autónoma. Pero un recurso de Podemos en las Cortes de Aragón por la fórmula legal usada en la concesión de la explotación para el club introdujo un elemento de incertidumbre y el proyecto quedó momentáneamente parado. Una situación que remitía a los sucesivos fracasos acumulados por Zaragoza a lo largo de las décadas en sus intentos de renovar el campo de fútbol. Finalmente el recurso no prosperó en los tribunales, pero provocó un cambio muy relevante en la dinámica de las partes implicadas: el Real Zaragoza adujo que la situación de inseguridad jurídica derivada del recurso de Podemos había impedido encontrar la financiación necesaria. Y anunció que, desde ese momento, retiraban su propuesta de construcción (la única presentada hasta ese momento) y dejaban de liderar el proyecto.

Desde entonces han sido el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, los que asumieron ese papel, con Jorge Azcón y Natalia Chueca, ambos del PP, al frente. Y lo han hecho con todas las consecuencias, una implicación especialmente prominente de la alcaldesa y las críticas de la oposición política en el Ayuntamiento por no permitir la entrada de ningún otro grupo municipal en la sociedad La Nueva Romareda.

A esa controversia y las acusaciones de falta de transparencia se unió en noviembre el anuncio de que ambas instituciones van a asumir un ampliación de capital de la sociedad de 40 millones de euros (que se reparten al 50%), además de activar un préstamo participativo de 32 millones adicionales, también a medias. En total, 72 millones de euros de dinero público que, de acuerdo a los argumentos de los responsables institucionales, permiten reducir los costes que habría supuesto recurrir a financiación externa. De momento el Real Zaragoza no entra a esa ampliación de capital. La idea es que el club pueda compensarlo en el momento del ascenso a Primera División y el consiguiente aumento de su ingresos.