ATLÉTICO - REAL MADRID

La última gran 'colleja' de Florentino Pérez en un derbi que espabiló al Real Madrid

Los blancos no pierden en Liga desde que cayesen en el Metropolitano hace 371 días. Esa noche se acabó el Kroos-Modric, Joselu pagó una diferencia de criterios…

Bellingham agarra a Lucas Vázquez antes del partido de Liga de la temporada pasada en el Metropolitano. /GETTY
Bellingham agarra a Lucas Vázquez antes del partido de Liga de la temporada pasada en el Metropolitano. GETTY
Manuel Amor
Sergio Gómez

Manuel Amor y Sergio Gómez

El Real Madrid vive, pese a algún último susto, en un estado de armonía casi imperturbable desde hace más de un año. Por el camino se han ganado cuatro títulos, Vinicius encauzó el Balón de Oro, Ancelotti se doctoró como uno de los mejores entrenadores de siempre y se fichó a Mbappé. Pero antes hubo algún disgusto que provocó la colleja de Florentino Pérez, el último gran toque que se recuerda. Lo causó, precisamente, la última derrota en Liga: el tropiezo en el Metropolitano del 24 de septiembre de 2023 (3-1) generó un pequeño cisma y sirvió de punto de inflexión. Desde entonces, los blancos no han vuelto a perder ni en Liga ni en Europa y encadenan 39 partidos invictos en la competición doméstica.

Esa noche avivó las dudas sobre la planificación y dejó señalados a futbolistas, técnico y duplas. Era la sexta jornada y, aunque los blancos habían ganado sus seis encuentros anteriores, aquel día no estuvieron a la altura: falló Lucas; Alaba y Fran García parecieron un drama; y la mezcla Modric-Kroos hizo aguas. Los centros laterales mataron al Madrid. Morata se coló por el agujero y marcó un doblete, Griezmann cerró la cuenta y sólo Kroos, en un espejismo, consiguió recortar distancias con un golazo. Ancelotti asumió la responsabilidad ("todo es culpa mía") y los truenos del Cívitas dejaron varios árboles caídos.

En primer lugar, el traspié ante los del Cholo supuso el fin del rombo que se inventó Carletto para acoplar a Bellingham y situarle por detrás de Rodrygo y Vinicius. Relevo informó de que el sistema sembraba dudas entre los pesos pesados del vestuario. Creían que generaba debilidades en los laterales y que obligaba a recorrer muchos metros a los interiores. Después, el cuerpo técnico modificó el dibujo a un 4-4-2 puro y tiró a Jude a la banda izquierda. El equipo ganó peligro en las transiciones, Kroos (cerca de Valverde) se sintió arropado y la capacidad goleadora del inglés no disminuyó. Cambio acertado.

Además de esa variación táctica, el bofetón del Metropolitano alargó su efecto a varias piezas. Se juntó a Modric (hizo de punta del rombo) y Kroos y la prueba no acabó de funcionar. Ancelotti ya tenía en su subconsciente desde pretemporada, justo donde hay más tiempo para conversar con calma y con perspectiva entre técnicos y directivos, que el centro del campo ideal debía contener a las cuatro bestias: Tchouameni, Camavinga, Valverde y Bellingham. Que podían ir entrando Modric o Kroos, uno de los dos, puesto que su talento estaba fuera de toda duda, pero en esos momentos el manual aconsejaba que participasen de forma alterna para que el equipo no notase un bajón en su ritmo. Más que nada sin balón. El Atlético, a ojos de los críticos dentro del club con aquel partido de la discordia, aprovechó esas deficiencias que tenían detectadas, descuadrando de mala manera la medular y llevando el balón de banda a banda con cambios de orientación.

Carletto captó el mensaje. En la siguiente jornada sentó a los dos y luego se contaron con los dedos de las manos las veces que volvieron a coincidir. Esa noche, pese a la ausencia de Vinicius, el míster ya había renunciado a mantener a Joselu en el once, permeable a las corrientes del club, que veían menos conveniente y convincente esta vía mandar pelotazos a la torre que espera en el área. A veces, el presidente lo dijo abiertamente. Otras, lo hizo llegar a través de intermediarios. Esas diferencias motivaron que el delantero fuera suplente. Ancelotti tuvo la tentación de seguir contando con él de inicio, por convicción, por su racha y por sus prestaciones, pero optó por el conservadurismo.

Dos señalados

Luego todo sanó: volvió Vinicius, el Madrid empezó a volar, el esquema respondió y la senda hasta ganar la Liga con 10 puntos de ventaja y levantar la Decimoquinta tras dejar en la cuneta a Dortmund, Bayern y City resulta de sobra conocida. A otros dos futbolistas les costó levantarse del golpe ante el Atleti. Alaba, que falló en los tres tantos y cuajó una actuación paupérrima, salió incluso a pedir perdón a través de las redes: "No fue mi partido. Os decepcionamos". Dos meses después cayó lesionado y todavía le quedan semanas para reaparecer.

Alaba, en el Metropolitano.  EP
Alaba, en el Metropolitano. EP

A Fran García, perjudicado por el rombo, le sustituyó Mendy en el 56' y luego perdió el sitio en favor incluso de Camavinga cuando Ferland estuvo en el dique seco. Hasta este curso no ha dado el paso al frente que se esperaba de él cuando se le recompró del Rayo.

Florentino Pérez, que siempre baja al vestuario al final de los partidos para estar al lado de su equipo, en las buenas y en las malas, lanzó algún que otro dardo esa noche en el Metropolitano, regaló un par de 'collejas' -medio en broma, medio en serio- como esas que se hicieron virales al alcalde de Madrid y, ya de pasó, soltó un rejón acerca de algún que otro recién llegado. Ancelotti tomó buena nota de la tensión y obtuvo el remedio. El Madrid del doblete empezó a construirse allí.