Pablo Piatti y sus 14 años "remándola" en España: "Pasé de villano a héroe en el Valencia, pero me fui porque quería desintoxicar, cada día pasaba una cosa"
El octavo argentino con más partidos en LaLiga se retira esta noche con Estudiantes.
Es el octavo argentino con más partidos en la historia de LaLiga. El dato ubica la altura real de Pablo Piatti (Argentina, 1989) en el fútbol español, el duende que saltó tan alto que vacunó de cabeza a Barça y Madrid, entre otros. Se retira el niño de La Carlota, un pueblo del interior de Argentina, tras una carrera que para sí querrían muchos. Recibe a Relevo en su casa de La Plata para más de una hora de charla dividida en dos capítulos. En este primero, su paso por el fútbol español, tantos años que sus vivencias son un recorrido por 14 temporadas en LaLiga, un metraje de película, con sus caídas y victorias. Piatti se retira esta noche con la posibilidad de levantar un título. Se merece cerrar el círculo donde todo empezó, en Estudiantes, como cuando siendo un crío dio a Simeone su primer título, con el Pincha… de cabeza.
¿Cuándo llegas a Almería?
Con 18-19 años más o menos. Podemos hablar el mismo idioma, pero tenemos otra cultura totalmente diferente. Voy para un país y es todo nuevo y no son las mismas herramientas que tenemos hoy en día. Yo estaba solo y no era lo mismo que ahora, que mandas un mensaje y te sientes cerca. Antes no existía eso, entonces el día a día para mí era duro. Pero bueno, estuve en un club que para mí fue trampolín, me catapultó para ir allá, para conocer la Liga española… Pero me costó la adaptación. El primer año yo empiezo jugando, después me toca la etapa de Hugo Sánchez, me acuerdo que no participaba tanto, y después con Juan Manuel Lillo, aprendí muchísimo de él, le tengo muchísimo cariño. Empiezo a participar más.
Y nada más llegar le metes un gol al Real Madrid.
Un empate, sí, me acuerdo, marca Raúl y empato yo. Nosotros éramos el Almería, equipo que la tenía que remar como fuera contra un grande, nuestro objetivo era la salvación. Fue mi carta de presentación, para empezar a mostrar mis primeras armas en España. Creo que no era tan consciente, no, no. Igual también la edad te lleva a ser un poco inconsciente en eso. Sí, me encantaba lo que hacía, me encantaba ese grupo y esa familia dentro de Almería, pero no sé si tenía los pies del todo en el suelo. ¿Por qué? Porque era joven, creo que estaba descubriendo también cómo era el fútbol español. Empecé a darme cuenta de ciertas cosas, de que si no rendías al máximo, de que si no entrenabas al máximo, posiblemente no jugabas. Y era así.
El presidente, Alfonso García, era un personaje.
Yo lo quiero mucho. Me trataba como un hijo, porque aparte de ser esa inversión tan importante [fichaje más caro de la historia en la época, ocho millones], él era muy cercano conmigo. Siempre me regalaba tomates de su empresa. Sufría mucho también cuando el equipo perdía, lo vivía mucho, pero era una gran persona. Fue el equipo perfecto para un chico que quería dar un salto. Esa temporada (10-11) llegamos a semifinales de Copa del Rey y descendemos. Se desmantela el equipo y me ficha el Valencia.
¿Cómo se fragua aquella operación?
Yo tenía una opción muy fuerte, Benfica. Y estaba ahí el afloje, este un poquito más, este un poquito menos, sobre las condiciones de pago. Y también estaba Valencia. Mi agente lo trabajaba y al último momento me dice 'Valencia apuesta por ti'. En esa época se van Joaquín, Villa, Silva, Juan Mata hace la pretemporada pero se acaba yendo al United. Toda esa camada.
¿Qué tal ese primer año?
De adaptación, difícil. Venía acostumbrado a un equipo que estaba habituado a pelear por la salvación y me meto de lleno en un equipo Champions, era el tercer equipo de España en ese momento. Era constantemente ganar, ganar, miércoles, domingo, miércoles, domingo. Era una exigencia muy grande, está a un nivel muy alto, aparte los compañeros eran muy buenos, todos jugadores de selección.
¿Y cómo te ibas adaptando a eso?
Es aprender, entender que no puedes jugar todos los partidos, porque eso es prácticamente imposible, hay muy pocos jugadores que tienen ese privilegio. Y entender también que te tocan momentos. Yo me voy a Valencia con 21 años, entonces quieras o no tienes esa juventud que dices 'quiero participar siempre' y a veces yo no entendía. Me incorporo a un equipo de la mano de Unai, con Unai Emery que es muy metódico, y él quería gestionar ese potro salvaje que yo llevaba adentro. Intentaba educarme, 'hoy participas, hoy no te toca'. No es fácil que lo entienda un nene de 21 años. Entonces me tocó adaptarme en algunas cosas, sí.
Acaba esa temporada y llega Pellegrino.
Una grandísima persona, más cercano. Pero al inicio de temporada me fracturo el brazo. Jugando al futvoley en un entrenamiento. Fue un jarro de agua fría. Imagínate intentar pelear un puesto y de repente que te venga una situación así, estar dos meses parado por un brazo. Me tocó aprender. Valencia para mí fue un aprendizaje todos los años y sobre todo era todos los días porque algo pasaba. Era así, Valencia era así. No sé cómo será hoy el día a día de los chicos, no creo que haya cambiado mucho. Encima están en descenso y me imagino que tiene que ser difícil.
En la tercera, Ernesto Valverde.
Había muy buen equipo. Mucha competencia. Costaba jugar. Al principio entré, luego ya menos. Pero el vestuario era muy sano, había muy buena relación. Canales, que es amigo, Guardado, que seguimos escribiéndonos, Soldado, Banega…
Y aterriza en Valencia Peter Lim recién empezada la 13-14.
Y Djukic de entrenador. Esa pretemporada es la más caótica que me tocó vivir. Me apartan del equipo porque el club me quiere vender a Ucrania, al Metalist, y mis condiciones era irme a Getafe cedido. El Valencia no quería que me quedara en España. Querían una venta porque pagaban 5 o 6 millones. Todo el verano, sí-no, sí-no. Hasta que llega un momento que dije, 'ya está, me quedo'. Tengo contrato, me quedo. Empiezo a remarla desde abajo. Me acuerdo que viene Dorlan Pabón, un colombiano. Yo tenía el número 11 en esa época y de repente lo veo en la presentación con mi camiseta. Me llama Voro, el delegado, me dice 'Pablo, pasó esto, desde la directiva nos están diciendo que te van a dar el dorsal 2, que es el único que te queda, y el número 11 se lo van a dar a Dorlan'. Le digo 'no tengo problema, me quedo, la sigo peleando aquí hasta diciembre y en diciembre veo qué hago'. Y fue una sensación horrible porque el equipo se va de pretemporada a Estados Unidos y a mí me dejan entrenando con el filial. Ahí conozco a Pipo Baraja, que estaba en el filial. Y fue triste, fue triste, era otro golpe más y a seguir remándola. Cuando vuelve el equipo yo arranco a remarla desde muy atrás. Entrenábamos y si hacían fútbol, yo a correr alrededor de la cancha. Y así me tocó.
En realidad me tocó masticar, masticar mucho ahí. Pero bueno, voy, hablo con Djukic, que era el técnico en ese momento. Voy a su despacho y le digo 'mira, tengo esta situación'. Me dice 'Pablo, si te quedas, vas a partir por detrás del resto'. Estaban Juan Bernat, Guardado, Cartabia… Después se fueron dando circunstancias dentro del fútbol, como el fútbol es tan volátil y tan cambiante y un día pasas a ser villano y el otro día pasás a ser héroe, que es lo hermoso que tiene este deporte, que es tan cambiante…
Y le diste la vuelta.
Yo no iba nunca convocado en Liga, no entraba nunca en lista. Y no sé por qué, por esas casualidades, tenemos un partido de Europa League. Esto de que alguno tiene amarilla, el otro está lesionado y entro yo en la convocatoria. Estaba Fede Cartabia, me acuerdo, en esa época. Empieza el partido, primer tiempo, Fede se lesiona. Djukic mira para atrás, el único extremo que había en ese momento para jugar en esa posición era yo. Entro, meto dos goles. ¿Y ahora? ¿Y ahora qué hacemos? Empiezo a jugar, a jugar… Metí siete goles de noviembre en adelante. A todo esto con el 2 en la espalda. Empiezo a jugar, jugamos contra el Madrid, y meto. Contra el Levante, que era el clásico nuestro, y meto. Vamos a jugar contra el Barça, ganamos 2-3 y meto gol. Lo gracioso de todo esto, el director deportivo (Rufete) y el presidente (Amadeo Salvo) que estaba en ese momento, los que me querían echar y me apartaron del equipo, cuando llega junio, que termina el campeonato, me querían renovar. Yo termino renovando con el Valencia por cuatro años más. De estar afuera totalmente del equipo a participar y renovar. Una cosa que pasa solamente en el fútbol.
Especialmente reivindicativo es que metas dos goles a Madrid y Barça y ambos además con la cabeza.
Es una locura. Recuerdo que cuando jugamos contra el Madrid me encuentro con Di María, que lo conozco desde los 18 años que concentramos juntos en la Sub-20. Y me decía '¿por qué tienes el 2?'. Porque me quisieron echar, no me quise ir, y el único número que quedó dando vuelta era el 2. Y sí, termino jugando todo el año entero con el 2. Cuando yo renuevo, me acuerdo de estar en la renovación, con la camiseta así, con el 11 de nuevo. 'Ah, ahora me dan el 11'. Es lo que tiene el fútbol.
¿Hubo malas artes para empujarte a salir del Valencia?
Sí, Valencia tiene eso, ¿no? Al final utiliza sobre todo la prensa local, sobre todo los diarios más locales de ahí, la radio, se utiliza mucho para meter de alguna manera presión y hacer que el jugador en este tipo de casos parezca un villano. Yo nunca salí a hablar, nunca, porque no quería salir a desmentir cada cosita que se decía, pero sí me dolía cuando en un momento se metieron con mi familia. Ahí sí hablé directamente con el responsable. Y esas cosas no. Porque una cosa es que tu puedes juzgar o criticar, en este caso, al jugador o a su persona, que puede estar parte dentro del mismo combo, pero con la familia no.
¿Y la afición? ¿Te sentías querido?
Fue gracioso. Yo llego a Valencia con una gran expectativa. Me paraban por la calle, me decían 'estamos muy ilusionados contigo'. Al segundo año, cuando no van bien las cosas, evidentemente la gente quiere que te vayas. A mí me chiflaban todo y yo no participaba. Pero después cuando me termina yendo bien en el año a mí la gente me acaba aplaudiendo e incluso ovacionando en varios partidos.
Cuarta temporada. Con Nuno.
Sí, me va bien con Nuno Espíritu Santo. Nos metimos en Champions después de un año difícil que había tenido. Cuando renuevo, viene Nuno al club, vienen muchísimos jugadores. El club tiene una inyección económica grandísima y ahí es donde se apuesta fuerte para jugar Champions al año siguiente. Y así fue.
¿Se dejaba ver Peter Lim? Porque ahora no va a Valencia desde hace cinco años.
Sí, él venía más al club, bajaba al vestuario. Se dejaba ver. Después de los partidos venía, o antes, a saludarte. Después ya dejó de venir. Me acuerdo por ejemplo que nosotros nos concentrábamos en un hotel y viene un día y dice 'vamos a subir a una sala de meeting de vídeo donde vamos a tener un detalle para los jugadores'. Y nos regalaron un coche de colección, un Ferrari, de estos de ediciones limitadas que se hacían solamente muy poquitos. Está en mi casa por ahí, ni mis hijos juegan con el auto. Pero bueno, fue el detalle. Ahí es donde empezó a tener más cercanía con el jugador y empezó a venir más y a lo mejor teníamos alguna comida o cena y él venía. Cuando las cosas empezaron a ir peor se fue diluyendo y empezó a delegar. Venía Lay Hoon.
¿Te acuerdas de alguna situación que explique la deriva de Lim?
El problema es que cuando viene un propietario a un club con una masa social tan importante, y te metes en Champions, haciendo una inversión económica tan grande, él la quiere recuperar. Al otro año cometió un gran error, que fue vender a casi todo el equipo, porque él quería recuperar esa inversión. Vinieron futbolistas importantísimos, Rodrigo, André Gomes, Mustafi, Otamendi, Feghouli… Después él empezó a venderlos a todos. De un año que jugaste Champions, a prácticamente pelear el descenso. Evidentemente la gente se enoja, y es lógico. No podía ser del todo a la nada.
Y afrontas tu última temporada.
Me quedo un año más. Pero la inversión no era la misma. Él estaba asociado con Mendes. Y eran todos jugadores de ellos, nada más los únicos que venían. Y a lo mejor veías al otro año, por ejemplo, decías un jugador que estaba en Río Ave, por ejemplo, y lo pagaban 15 millones, con todo respeto a Río Ave, ¿no? Era como. No cerraba. Ahí la gente no nos toleraba nada, fue un año difícil para todos. De hecho yo termina ese año y me voy al Espanyol.
¿Acababas contrato?
No, después de lo que me había tocado vivir, de haberme apartado y todas esas cosas, era decir 'no quiero pasar de nuevo por lo mismo'. A la mitad de año me junté con el director deportivo del Espanyol, que era Rufete. Era un proyecto muy bueno. Quería desintoxicar y limpiar la cabeza lejos de Valencia. Me explicaron que había un inversor nuevo, que quería invertir fuerte. Trajo muchos jugadores, el primer año (16-17) se reforzó muy bien. Reyes, Jurado, Javi Fuego, incluso Martin Demichelis. Nos fue bien.
Esos años el Espanyol navegaba siempre por mitad de la tabla. ¿Faltaba ambición?
Digo que nos fue bien porque el Español hacía dos o tres años que venía salvándose en la última o penúltima jornada. Muchos años coqueteando con el descenso. Y nosotros llegamos ahí con Quique Sánchez Flores y lo primero de todo era evitar el descenso. Y después era intentar lo más alto, pero no nos alcanzó para ir a la Europa League. No nos alcanzó con Quique (otra temporada más). Nos alcanzó con Rubi (en la 18-19).
Pero a mitad de esa campaña, febrero del 19, te rompes el cruzado.
Lo que nadie quiere pasar, sobre todo un futbolista. Porque es mucho tiempo fuera, es mucho tiempo ver la película desde un costado. Había llegado Rubi, que me gustó lo que viví con él, era muy bueno, enseñaba bastante, preparaba muy bien los partidos. Fíjate que donde va, sobre todo en Segunda, lo hace muy bien, mira el Almería ahora. Pero llega la rotura del ligamento y ahí fue el caos. Nunca había pasado por una situación donde estaba tanto tiempo afuera y fue una enseñanza terrible. Nace mi hija un sábado y a mí me operan un lunes. En casa fue difícil también. Un primer bebé y yo en casa con la pierna estirada. Fue difícil. Pero aprendí muchísimo, sí, de verdad. Los compañeros nos ayudaron un montón. Con David López (hoy en Girona) nos lesionamos casi a la vez e hicimos toda la recuperación juntos. Nos apoyábamos mucho.
Vuelves a los siete meses y al reaparecer, otra lesión.
Uno va perdiendo confianza, miedo de que vuelva a pasar. Se acaba yendo, pero necesitas de nuevo el ruedo. Jugar, jugar, jugar, pero claro, ¿quién pone a un jugador cuando todavía no está bien? El miedo está y sigue estando y es difícil, no se te va la cabeza. Y acaba pasando que te lesionas, estás tanto tiempo parado. Estaba Machín de entrenador, fanático de la línea de cinco. A mí me ponía carrilero, imagínate, yo de carrilero. Está bien, yo te lo hacía, pero no era un portento físico. Después me empieza a meter más de interior. Vuelvo con él y a los dos partidos, desgarro muscular. Otra vez, a pelearla. Recuperándome se abre el mercado de enero y aparece Toronto. Yo venía de la rodilla y pensaba, tengo que limpiar de alguna manera, necesito salir, desintoxicar un poquito. Lo necesitaba yo. Y pensé ¿por qué no voy a vivir una experiencia a la MLS? Algo totalmente diferente. Llego a Canadá, pandemia, COVID. Y digo, no, no te puedo creer. Parado allí, con una nena y mi mujer. Encima luego al reanudar nos pasábamos mucho tiempo lejos de Canadá cuando jugábamos por las restricciones. Nos adaptamos y acabamos el año allí. Pero al renovar la oferta económica era mucho más baja por los efectos de la pandemia. Y volvimos a España.
Sin equipo.
Entrenando por mi cuenta, hasta que apareciera una oferta tentadora o algo para volver de nuevo al fútbol. Muchos jugadores pasaron por ese tipo de situación tras la pandemia. Llego a Almería, que tengo mi casa allá, y llega una oferta de Turquía. Del Ankaragucu. ¿Mover a mi familia de nuevo para allá? ¿Qué hago yo allí? Después había cosas de Chipre. No había nada fuerte o real. A lo mejor algo de Segunda división. Pero eran más tanteadas. También era una desconfianza para los clubes que yo estuviera sin equipo y no jugara desde octubre. Y de la nada aparece Elche con Christian Bragarnik, el presidente. Y termino yendo. En una situación dificílisima. Yo te hago contrato hasta junio, y me incorporé en marzo. Tres meses. Ponemos una opción de que si el equipo se mantiene renovamos un año más. Dale, vamos a apostar. El Elche estaba muy abajo, peleando, entraba y salía, se quedaba abajo… Y la verdad que hicimos milagro. Me había llamado Fran Escribá. Terminé participando y siendo importante. Al otro año participo muy poco, casi nada.
En esas situaciones, ¿eras un veterano perrete en el vestuario?
No, no, no. ¿Revirado? En absoluto. Si te toca hablar con cualquier entrenador, preparador físico o compañero que estuvo conmigo, te puedo asegurar que todos van a decir lo mismo, que soy muy profesional, muy trabajador. Es así. Y es lo que marca la diferencia. Ser así es realmente lo que te va a catapultar al otro nivel. Siempre sumando desde donde me tocaba. Y aparece Estudiantes. Yo ya con una cierta edad de decir quiero volver aquí, quiero cerrar mi círculo profesional. Y acá estamos, en el club en el que nací. El día 21 cuelgo los botines, ojalá que como campeón. El trofeo de campeones de la Superliga.
¿Y después?
Me gusta mucho la dirección deportiva. Es un ámbito donde me puedo desenvolver bien y puedo aportar cosas Volveré a España para prepararme allí, sé que hay cursos muy buenos para hacer en la Federación Española, quiero capacitarme, trabajar. Se vienen retos bonitos, conocer la otra parte.