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Kily González y los mejores años de su vida en el Valencia: "Con Benítez me peleé mucho y cuando me hice entrenador Cañizares me dijo '¿ahora qué?"

El exjugador y hoy técnico recibe a Relevo en Buenos Aires para una charla de pasado, presente y futuro.

Kily González, en una imagen reciente y pasada con Benítez./AFP/JJ MONZÓ
Kily González, en una imagen reciente y pasada con Benítez. AFP/JJ MONZÓ
Hugo Cerezo

Hugo Cerezo

Recibe el Kily en un salón de un céntrico hotel bonaerense, polo rojo de Unión de Santa Fe, cálido y sonriente, enérgico como cuando dice que salía con los labios blancos a morir en la cancha. Enfrente uno se da cuenta rápido de que sorprendentemente no hacen falta espinilleras para la entrevista, que la fiera es ahora domador, que pide la palabra y se arranca vertical, que el discurso atrapa y exige, seduce y destapa, que una hora puede parecer mucho [aquí el primer episodio, más adelante Zaragoza y Real Madrid] pero que ojalá fueran un puñado más. Cristian Kily González, 50 temporadas, un rebelde que encontró la causa después, un puñal incontrolable que aprendió que hay huesos que no se pueden cortar, un entrenador con alma de jugador, un jugador inmortal, un espíritu contagioso. Acabada la charla uno envidia no ser un jugador del Kily.

Estás muy fino, casi para jugar, ¿no?

Estoy bien, estoy bien. Ahora está el pádel, lo juego con mi cuerpo técnico. Me entreno un poquito. Estoy igual que cuando jugaba. Además de más viejo, canoso, menos pelo, más arrugado. Pero estoy bien, me siento bien. Cuando uno hace una cosa que le gusta tanto y como uno lo vive, yo de una manera muy particular, y estando en un lugar privilegiado de manejar un grupo, de conocerlo, de bajar una idea... Y generar esa adrenalina que tenía como jugador de fútbol. No es lo mismo, porque dentro del campo uno quiere jugar, pero es un poco parecido a lo que uno siente. Estoy feliz.

¿Estás contento con cómo te van las cosas?

Sí, estoy bien. Unión de Santa Fe es un club humilde donde continuamente se ponen metas, como le digo a mis jugadores, de poder dejar alguna huella en este club. Hoy estamos con la posibilidad de entrar a una copa internacional y eso es toda una alegría poder lograrlo. No solamente por ellos, por nosotros, sino también por la gente [la entrevista se realizó hace dos semanas y tras ella Unión de Santa Fe se clasificó para la Copa Sudamericana tras ganar al líder, Vélez, en la penúltima jornada].

¿Te notas preparado para un proyecto más enjundioso?

Yo siempre trato de mejorar, continuamente. El fútbol te exige que te actualices continuamente, que trates de sumar herramientas en todo los sentidos, de escuchar, de dejarte ayudar, de no creer que uno se las sabes todas. Y en esta etapa de aprendizaje vas cometiendo errores que hoy como entrenador tienen que ser muy finos. Entonces, los pies míos están aquí en Unión de Santa Fe, con la humildad de entregarme al máximo y después Dios dirá si me da o tengo la oportunidad para seguir creciendo también como entrenador.

Para los que no te conocemos como entrenador, ¿cómo es tu libreto?

La gente o la prensa siempre relacionan que el equipo del Kily juega como el Kily. Yo era muy intenso, muy agresivo, muy peleón y me gustan los equipos que intentan ser protagonistas. Somos un equipo denominado de los chicos, pero que intenta jugar de la misma manera ante cualquier rival. Nuestras formas están claras, son reconocidas y eso como entrenador a mí me llena de orgullo, de qué manera mis jugadores interpretan la idea que yo quiero tener en base a cómo hay que enfrentar los partidos.

¿En quién te inspiras como entrenador?

He tenido muchos entrenadores muy, muy buenos, que me han dejado muchísimas cosas. Más allá de que cada uno intenta tener su impronta, he tenido técnicos de la talla de Bilardo, de Bielsa, de Mancini, de Cúper, el mismo Cholo, cuando estuvo en Argentina también me ha dirigido, y después vas aprendiendo de todos, de Rafa Benítez… Te van dejando muchas cosas, en algunas coincides, en otras no, en otras crees que uno como jugador siempre cree que tiene la razón. Hoy, desde este lado, me doy cuenta de que es más complicado. Pero traté en mi carrera de ir analizando o visualizando qué clase de entrenador podía llegar a ser en relación a cómo yo vivía el fútbol. A mí me gustaba ser protagonista, asumir riesgo, ir para adelante, como se dice aquí en Argentina.

¿Qué cosas piensas ahora que cuando eres jugador decías 'para qué me dicen esto' y ahora piensas 'coño, usted tenía razón'.

¡Es que tenían razón' Lo que dices tú, tenían razón. Yo era muy rebelde, era muy caprichoso, a lo mejor lo sigo siendo, pero a lo largo te vas dando cuenta de que uno como jugador de fútbol cree que es el mejor. O te hacen creer que eres el mejor. Y no es así. Por eso hoy, con 50 años, analizo reacciones que he tenido en mi trayectoria y a veces hasta me avergüenzo de haber protagonizado algunas de ellas, en relación con algún entrenador. Pero también fui aprendiendo de eso.

Obvio que tienes que ir mutando en relación a los errores que vas cometiendo. Lo fundamental es tratar de ser humilde, para mí arranca desde ahí, de ser respetuoso. Esos son los valores de vida que a uno le inculca su familia, y el fútbol te va dando aprendizaje de todos lados, de los golpes que te da, de las derrotas, de luchar cuando no te toca jugar, de tener actitudes, como dije recién, que a lo mejor pueden ser tomadas como una falta de respeto y dejarte afuera, o apartarte del equipo, como me ha pasado. Y hoy, desde este lado, obvio que recuerdo esas situaciones que viví y a lo mejor también es una ventaja haberlas transitado y hoy poder vivirlas con mis jugadores.

Se trata de eso ¿no?, de cómo un jugador rebelde y contestatario tiene que poner ahora orden como jefe.

Me acuerdo cuando empecé de entrenador, que hace casi ya cuatro años que estoy dirigiendo en Primera, que me mandaban mensajes Cañizares, Morientes, bueno, un montón, muchos, muchísimos, y me decían, 'ahora te quiero ver a ti, cuando tú lo puteabas a este, al otro, y tus reacciones, y esto…' ¡Y es verdad! He vivido y convivido con situaciones que yo mismo las hacía, con los profes, con los entrenadores, hasta con los dirigentes. Entonces esa pequeña ventaja de haber vivido situaciones o experiencias a lo mejor no tan buenas para mí, hoy me dan la posibilidad de dialogar. A mí me gusta mucho interactuar con el jugador. Como siempre digo, mi puerta está siempre semi abierta, porque implica que para entrar hay que golpear, no puede estar cerrada para que no entre nadie ni abierta para que entre cualquiera. Hay que dejarla semi abierta para que se golpee, se pueda hablar todos los temas y voy un poco por ese lado.

Kily González sobre el paso de jugador rebelde a entrenador. RELEVO

¿Qué le diría este Kily entrenador al Kily jugador?

Le diría que no es todo con la intensidad con la que yo lo vivía. Yo era muy intenso, a mí la adrenalina me corre a flor de piel, hasta hoy en día, pero obvio que la experiencia de situaciones me ha hecho hoy pensar ¿por qué tan intenso? Y esto no implica manejarte políticamente correcto, sino tratar de en vez de reaccionar, pensar un poco más. Situaciones que a mí me llevaban esa locura de querer tomar el fútbol como vida o muerte, y no es vida o muerte, es un deporte donde tienes que competir con tu compañero, con el rival e intentar ser mejor, pero solamente fútbol. Y lo fui entendiendo cuando iba creciendo. Porque para mí una derrota era el final de todo y en tu carrera pierdes más que ganas. Los mejores perdieron más de lo que ganaron.

¿Qué es lo que más te preocupa? ¿El físico, la gestión del vestuario, lo táctico…?

Hoy ha cambiado todo, para mí el fútbol es otro. Los chicos son distintos a lo que éramos nosotros, los medios son otros, las redes sociales… Hoy estás mucho más expuesto a un montón de situaciones, eso hace que tengas un diálogo muy fluido con el jugador. A mí me preocupa más el tema humano que lo futbolístico, porque si eres un jugador profesional obvio que características o virtudes tienes que tener. En lo que hago más foco es en el tema humano para que el jugador venga feliz. Cada uno tenemos nuestra historia y el fútbol abarca una grandísima parte en nuestra vida, pero cada uno tenemos situaciones que hay que saber transitar y a veces repercuten en lo futbolístico. Más allá de lo que uno prefiere a nivel de juego, hay que priorizar lo humano. Y cuando está bien desde ese lado, intentar competir, jugar mejor que el rival te puede llegar a dar la posibilidad de ganar un partido o de lograr un objetivo. Va un poco por ese lado. Pero hay que trabajar, hay que entrenar, hay que esforzarse, hay que sufrir, en el buen sentido de la palabra. Hay que reconocer que hay gente que es mejor que tú.

¿Tenías claro que querías ser entrenador o ha sido una cosa sobrevenida?

Siempre tuve una personalidad muy particular de manejar situaciones en el vestuario, de hablar con la gente más grande. Me he criado con gente que me ha marcado desde el liderazgo, del estar presente cuando se necesita, no mirar para el otro lado. Por eso he tenido muchos enfrentamientos, pero porque yo lo sentí de esa manera. Y cuando dejé el fútbol la pasé muy mal. La verdad, dejé de ser jugador y la pasé terriblemente mal. Para mí parecía que se había acabado el mundo. Y me di cuenta de que en este show o este circo tan lindo que es el fútbol a veces se apagan las luces y hay que empezar a vivir.

Kily González sobre su vida tras retirarse como jugador. RELEVO

Y uno que en el fútbol es un veterano o un viejo, en la vida eres una persona que todavía ni empezaste a vivir. De repente un día eres reconocido en todos lados y al siguiente pasas desapercibido en muchas situaciones y eso te puede llegar a afectar. No fue el caso desde ese lado, sino desde yo tener la necesidad de ir a entrenar todos los días, de estar dentro de un vestuario, de competir, jugar, la gente en los estadios. Tuve ayuda, me dejé ayudar, al principio renegaba. Empecé a darme cuenta de empezar a valorar otras cosas, que a lo mejor en ese momento de la adrenalina del fútbol hace que las dejes de lado, como familia, amigos, padres… Como digo siempre las pequeñas cosas son las más importantes que uno tiene en la vida. Desde ese lado empecé a interpretar otras cosas y ahí tuve la posibilidad nuevamente de abrir mi cabeza a qué quería apuntar para estar ocupado.

Muchos amigos decían, 'no, pero bueno, económicamente estás bien, te vas un mes de vacaciones allá, otro mes acá, te quedas en tu casa...'. Pero ¿cuánto tiempo? Porque yo jugué 20 años profesionalmente al fútbol y esa adrenalina no te la da estar sentado en tu casa o mirando un partido, estar en una playa o donde quieras. Una vez que sané esa parte, gracias a mi familia y a la gente querida, que son los poquitos que te quedan, me metí en el club donde empecé a jugar al fútbol, Rosario Central, y empecé a verlo desde otro lado. Me empezó a gustar el tema con los juveniles, de ayudarlos, no aconsejarlos, sino ofrecerles tips para ir dándole posibilidad a los chicos de que vayan creciendo. Fui coordinador de juveniles. Después pasé a dirigir al filial, tres años, y tuve la oportunidad de entrenar en Primera. Todas esas generaciones de chicos que tuve, esa camada del filial y juveniles, fueron los chicos que debutaron en Primera conmigo, en el caso Alejo Véliz [Espanyol], Lautaro Blanco [Elche], por decir hombres que han jugado en España, y muchos chicos más, como 20 juveniles, que para mí es importante. En Unión, otro club humilde, hemos hecho también debutar muchos chicos, hay una plantilla muy joven.

¿Te gusta el oficio? Porque es duro…

Me gusta y es cruel, claro. Y es ingrato y te toca hacer cosas que no te gustan. Hay que reconocer cuáles son las reglas del juego. Uno sabe que pierdes tres partidos, y más en el fútbol argentino, y te tienes que ir. Me pasó en Central, en Rosario hicimos un proyecto por esta maldita pandemia de apostar por juveniles, por toda la repercusión económica que hubo. Yo conocía a todos estos juveniles y jugamos en Primera con 9 ó 10 jugadores del club, llegando a cuartos de final de Copa Sudamericana… Esos chicos, muchos fueron vendidos a Europa, saneamos al club desde lo económico, hasta hoy en día. Pero sabes que pierdes y de repente la gente no se acuerda de cuando tú agarraste, pusiste tu nombre al servicio del club, apostaste por los juveniles, te la jugaste porque sabías que podía salir bien o mal y salió bien y perdiste este partido y te fuiste. Esto es así, y más aquí, pero no reniego, al contrario, también me exige a mí a estar en todos los detalles para poder ser cada día mejor entrenador. En los detalles de mi cuerpo técnico, del estado del club, de lo que representa estar en una Primera división… Siempre digo a los jugadores, el vestuario de un Primera es un lugar privilegiado, no todos pueden entrar ahí, hay que estar preparado. En ese mientras tanto tiene que haber una formación para que el chaval llegue de la mejor manera. Lo que pasa es que en Argentina, la locura del fútbol hace que vayamos quemando etapas. Hacemos debutar a chicos con 17, 18, 16, porque el club necesita vender y los chicos cada vez se van más jóvenes.

Entonces en esa formación que a lo mejor no fue la adecuada, se ven en Primera división carencias que suceden porque falta formación. Para mí es clave que los clubes prioricen, porque hay clubes que lo ven como un gasto las divisiones inferiores y para mí es una inversión terrible. Después cuando lo venden quieren venderlo en 10, 15, 20 millones de euros...

Recordemos tus años dorados. Fue en Valencia tu mejor época. ¿Cómo llegas allí?

Cuando vivía en Zaragoza yo me iba de vacaciones a Valencia. Y amo Valencia, tengo dos hijos valencianos, Luciano el más grande y Paula, son mis dos hijos valencianos y el tercero argentino. En ese Valencia, como has dicho tú, había grandísimos jugadores, habían ganado la Copa del Rey el año previo al que yo voy (1999). Y te encuentras con Piojo, Mendieta, Cañizares, Carboni, Angloma, La Cobra Ilie, Farinós, Gerard, Albelda, imagínate. Jugadores que terminaron haciendo la carrera que hicieron. Pero ahí está en uno, en interpretar que en Zaragoza estaba haciendo las cosas medianamente bien para que venga otro equipo a buscarte. Y sabía que iba a tener mucha más competencia. Encontrarte con un plantel con el que yo me peleaba y discutía continuamente cuando jugaba contra el Valencia. Y caer a ese vestuario, lo que involucraba. Yo había tenido un roce con casi todos los jugadores. Pero cuando empiezan a conocer cómo es uno y ven que después te defendían a ti a muerte porque yo era así… Yo amaba competir, chocar, pelear, intentar ser mejor y ganar...

¿Con quién tenías más afinidad?

Uyy con todos. Seguramente pensarás 'este es un cabrón', se pelea con todos. Pero después soy un tipo con una energía que intenta ser feliz continuamente, disfruto cada situación, porque soy un privilegiado. Yo estar aquí sentado contigo en un hotel charlando, dormir como duermo, comer como como… Todo el mundo quiere ser jugador de fútbol y entrenador. Tengo una forma muy particular de contagiar, de alegrar, de tirar para delante. En mi época de jugador si me tocaba jugar o no era lo mismo, y el que jugaba en mi lugar procuraba ayudarlo para que le fuera bien. Siempre fui de ese lado. Me considero querible y respetado en el fútbol. El que me conoce sabe. Después, como decimos en Argentina, la gilada siempre va a hablar. A mí me preocuparía que el que convivió conmigo hable mal de mí. El que estuvo en un vestuario, en una cena. Eso es lo que te queda. Siempre dije que el día que me retire del fútbol que digan si Kily era bueno, regular o malo. Pero que digan que era buena gente. Siempre traté de actuar así, con mi carácter, con mis choques, con mis discusiones. Me he peleado y he discutido con un montón de compañeros. Con rivales ni hablar. Siempre sentí ese respeto en todos lados, en todos los países, hasta hoy en día. También la gente, la afición. Saben que fui muy pasional, y sigo siéndolo. Pero confundimos lo pasional con vender humo. Eso es otra cosa. Yo amo la profesión, hoy defiendo este escudo con todo lo que pueda. Tenía muy buena relación con todos, generaba ese vínculo con todos, más allá de que después sí, tienes persona más cercanas. El Piojo era argentino, jugamos juntos en la selección. Es normal que cenábamos más veces juntos. Pero después era armar cenas de equipo, reírnos, tomar café… En todos los lugares que estuve fui así.

Kily, con Claudio López, Mendieta, Pellegrino y Cañizares. AP
Kily, con Claudio López, Mendieta, Pellegrino y Cañizares. AP

¿Cómo llevaba el vestuario que el portero y el central no se hablaran? [Cañizares y Djukic no tenían ninguna relación]

Era hasta gracioso. Cañete es un tipo que va más allá del bien y del mal. Es introvertido pero con mucha personalidad y le chupa un huevo. Naturalizar una situación que no está buena. Pero no es que generara un malestar. 'Uh pará, no hablemos que viene este'. Era natural de los dos, tanto de Djuka como de él. Es más yo no la sabía, yo llego después de la situación. '¿Y qué pasa aquí?'. Después jugaban y era normal. Teníamos un objetivo grupal y lo priorizábamos por delante del individual. Y ellos dos tenían la capacidad para hacer eso y no generaban una situación de incomodidad al resto. Y mira que con Cañizares tenía una relación extraordinaria, estábamos en la mesa juntos, con Mendieta y El Piojo.

Se quedaron a dos partidos en sendas finales de ser campeones de Europa.

Era un plantel muy corto y veníamos con un desgaste muy fuerte, de muchos partidos. Jugábamos casi siempre los mismos, éramos muy intensos… Pero en el momento cuando tuvimos que estar, estuvimos. En la del Madrid no estuvimos. Y la del Bayern fue una de las peores finales de Champions, un partido malo, y de repente te encuentras 1-0 con el gol de Mendi de penal y al descanso entras al vestuario a 45' de ser campeón de Europa con el Valencia. Es... magnífico. Contra un Bayern de Múnich que era una cosa terrible. Ahí hubo no sé si un cambio de esquema, no recuerdo, pero nosotros replegamos más de lo normal. Nosotros replegábamos para salir a la contra, pero no encontrábamos la salida y nos terminaron empatando. Otro gol de penal. Y después podíamos haber jugado 200' que no hubiéramos hecho ningún gol. Y tuvimos tres veces la oportunidad de ganar en los penaltis, tres veces, ¡tres! Una cosa increíble. Y no se nos dio. No era para nosotros. No le doy vueltas. Tienes que estar en el lugar y el momento justos y te tiene que tocar.

¿Tienes alguna imagen de esa noche o se olvidan?

Claro que tengo, esas no te las olvidas jamás. Hoy miro un partido de Champions y me acuerdo de eso. Cierro los ojos y veo los penaltis, las finales… Y también lo valoro. ¿Por qué lo valoro? Porque el Valencia por primera vez entra en una final de Champions y al año siguiente otra vez de nuevo. Muy similar a lo que le pasó al Atlético de Madrid.

¿Y cómo se le explica a un aficionado del Valencia eso, que estuvo tan cerca de ser campeón de Europa y hay que valorarlo?

¿Sabes cuándo lo valoras? Ahora. La gente de mi edad, yo voy a Valencia y se acuerdan. Porque cuánto hace que lamentablemente no pueden llegar a una final de Champions. Ahí está cuando te tienes que dar cuenta. No es el Madrid o el Barcelona, que están acostumbrados, que están clavados en cuartos, semis o final. De repente cuando tienes una afición como la del Valencia totalmente entregada, que llega a esa situación dos veces consecutivas, ni nosotros como jugadores… Era insólito. Y a los equipos que les ganamos. El nivel de aquellos jugadores, era una cosa de locos. Hoy te nombro 300 jugadores que eran cracks de aquella época. Salvando los extraterrestres, que siempre los hay. Eran cracks. Te tocaban en tu equipo, en el equipo al que te enfrentabas y en la selección. 300. Era una competencia… Yo soñaba con Cafú. Con la Roma, con el Milan, con los Argentina-Brasil. Eran los duelos que yo quería tener. Ahí compites con uno de los mejores laterales del mundo. 'Y a ver, ¿para qué estoy?'. El fútbol es duelo, son duelos continuos. Ahí está cómo yo asimilo esos duelos. Cuando un jugador gana cada duelo en cada sector de la cancha vas a ser superior. Hay momentos, partidos, que te marcan qué clase de jugador puedes llegar a ser. Sumar partidos, sumamos todos. Pero hay momentos claves. Yo digo '¿cuántos partidos jugaste?'. 'Yo jugué 200', 'yo 300…'. 'Sí, pero ,¿cuántos partidos de los importantes jugaste? Finales, semifinales, cuartos…'. Muchos no tienen la oportunidad de jugarlos. Eres un privilegiado cuando tienes estas situaciones. Ahí está el darte cuenta de que te enfrentas a un momento de tu carrera para decir 'qué clase de jugador soy'. Porque ganador no implica que tienes que ganar. Porque pierdes más de lo que ganas. El ganador se ve en los detalles. En cosas.

Al ganador se le vio yendo al córner en la final de la Champions a hacerle una zancadilla a Oliver Kahn [el Kily trabó al portero del Bayern y se encararon].

Yo armaba unas… [sonríe]. Apunté justo a un tipo de dos metros, grandote. Yo era muy peleón, porque amaba competir, desafiarme con el otro. Continuamente. Era esa.

Luego llegó Benítez. ¿Por dónde empezamos?

Con Rafa también me peleé. Por eso me decía Cañete ahora que eres entrenador… Fue todo muy particular. En ese momento viene Vicente, que estaba en el Levante, y era un pibe que me miraba a mí, en el Valencia, jugábamos en la misma posición. Se generó una especie de competencia, mediáticamente, más allá de que yo estaba bien y la gente me quería. Se decía que yo no estaba bien, que no me relacionaba con él, que no hablábamos, y nada que ver. Vicente era mi hermanito, le ayudaba, le daba cosas, yo veía que era diferente a mí, era más habilidoso que yo, mucho uno contra uno. Le daba tips porque en el fútbol te estudian y te enfrentan según la manera que juegas. Si gambeteas, por dentro o por fuera, si llegas a línea de fondo y centras. Trataba de ayudarle. Había momentos obvio en el que la competencia era fuerte porque Vicente era un gran jugador y en un momento el entrenador tiene que cambiar. Y si está viendo que el jugador que juega no lo hace bien y tiene otro que está preparado pues tiene que hacer cambios. En esa situación alguna justa, otras no, desde mi punto de vista, hubo un gesto en el que él me quiere dar la mano y yo como que me aparto… Al otro día estaba en toda la prensa, en todas las televisiones. Eso me generó un conflicto con él.

También protestaste por las restricciones alimentarias.

Sí, era muy protestón. Te voy a poner un ejemplo que no es literal pero para que se me entienda. Si me decían 'hoy van a tomar agua', porque yo había pedido agua, y tenía agua, yo llegaba a la comida y digo ''¿agua? ¿por qué agua? Si estábamos tomando gaseosa'. 'Pero si habías pedido agua'… Al otro día venía la gaseosa. Y yo decía '¿cómo gaseosa? ¿No era que había que tomar agua?'. Era muy rompehuevos. Hoy lo veo, hoy estoy del otro lado. Me da la posibilidad de hablarle al jugador de estas situaciones. Ojalá pudiera volver atrás y no haber hecho estas tonterías, que no eran una falta de respeto, porque nunca falté el respeto más allá de alguna discusión fuerte que hayamos tenido con él, en un momento clave de la relación jugador-entrenador. Eran cosas para fastidiar, para generar algo que no tenía ningún sentido.

También es verdad que hubo una desbandada de jugadores tras la primera final (Piojo, Gerard, Farinós...) y tú te quisiste quedar en el Valencia.

Sí, porque Valencia me dio muchísimo, amo la ciudad, el club, para mí fue el mejor momento de mi carrera. Los mejores años fueron ahí. Exploté como jugador. Obvio que no me quería ir, aunque estaba el tema de Benítez, que no nos llevábamos bien y llega un momento en que la relación… Y después no es que me fuera a un equipo inferior o de menos nombre. Me fui al Inter. En un vestuario terrible de los nombres que había. Una experiencia [resopla]. Me influía poder estar en uno de los equipos top 10 del mundo, por lo que representa. Cuando llegué… el estadio, la afición… Y el plantel que había, 30 y pico jugadores todos nivel selección. Se armaban tres equipos y jugaba uno solo. Los otros hacían de sombra. Ahí vuelvo al qué clase de jugador eres. Para empezar a pegar salto, salto, salto. Para seguir creciendo hay que competir con estos. Con tres tipos que son igual o mejores que tú. Todos de selección. Eso me generaba esa adrenalina cotidiana de 'sí, quiero estar aquí'. Y defenderlo. Estuve tres años y medio, no estuve seis meses. Me volví por un tema personal, el fallecimiento de mis abuelos. Con 31 volví. Pero aquello era… Cannavaro, Materazzi, Toldo, Zanetti, Verón, Figo, Adriano, Vieri.. Entrabas en ese vestuario y era una locura.

Pero el tiempo te dio la razón al quedarte y ganar la Liga.

Sí, tuve opciones de irme. Pero ganamos la Liga después de 32 años. Fue la sensación más linda que me tocó vivir con el fútbol. Y eso que contra el Málaga, la jornada en la que salimos campeones, no jugué, porque estaba peleado con Benítez. Cómo es el fútbol. Hay un partido que es clave para nosotros, el Espanyol, que siempre se nos daba fatal. En casa. Peleando contra el Madrid de los galácticos. Yo estaba en el banco y echan a Carboni. Empezamos perdiendo 0-1. Y me pone a mí. Yo tiro los dos centros para los goles de Baraja y le damos vuelta. Con uno menos. Fue muy clave fue para nosotros, por lo que significaba, por el rival. [era la antepenúltima jornada y el Valencia fue campeón en la penúltima]. Ahí nos dijimos… Nosotros no éramos un equipo con grandes nombres pero nos juntábamos y nos mirábamos. Nos pasaba sobre todo en Champions, en los partidos de ida y vuelta. 'Cuántos partidos son? ¿Estos? Mirémonos a la cara y entreguémonos'. Sabiendo lo que tenemos que hacer. No es ni menos ni más. Es lo que tenemos que hacer. Estar en el momento que te toca estar. No puedo entrar en la cancha a ver qué pasa. Como una película. Tu papel, sea protagonista, secundario… Cuando entras hay que actuar. En esa situación éramos así. Nos hacíamos cargo de lo que cada uno tenía quedar. En cada partido, como si fuera el último. Esa fortaleza como grupo nos daba la posibilidad de competir. Era la gran virtud de ese Valencia.

¿Lo llegaste a arreglar con Benítez?

No hablé nunca más. No lo vi más. Un grandísimo entrenador. Reconocido, no es que lo diga ahora. Con un gran profe, Pako Ayestarán, que hoy está en el Aston Villa. Con Pako sí he hablado, ¡lo que me he peleado con Pako! Voy a contar una cosa que era fuerte. Venía de una lesión, yo fastidioso, con dolores… Y ya empezaba con los fisios, a trabajar, y en un momento te tiene que agarrar el profe para ponerte al cien por cien y volver a entrenar. Venía y me decía 'tienes preparado este circuito'. 'No, no lo hago yo'. 'Pero lo tienes que hacer'. 'No, no lo hago'. Te estoy contando cosas que no las sabe nadie. Si le preguntas a Pako se reirá. 'Venga, tienes que hacer tres veces el circuito'. 'No, si lo hago lo hago una. Me duele la rodilla', decía yo. ¡Mentira! Era para fastidiar. '¿No lo quieres hacer? No lo hagas. ¿Qué quieres hacer? ¿Esto? Hazlo'. Así. Me iba. Segundo día, yo con el profe. 'Hay que hacer pases'. 'No, yo no hago pases. Lo de ayer me hizo cargar un poco la pierna y prefiero no forzar, un trote'. '¿Entonces no vas a hacer las pasadas? Ok, no las hagas'. Ahí ya yo dije '¿qué pasa?'. Yo quería confrontar, estaba enojado con el entrenador y el profe no tenía nada que ver, pero cuando tu estás enojado, crees que todos son culpables de todo. Hoy te lo digo, no ahora, sino hace años que lo acepté. Es como cuando pierdes un partido y quiénes son los que están tristes. Tu gente. Y llegas a casa y estás enojado. ¿Y qué culpa tiene tu familia, por qué te enfadas con ellos? Si están tristes como tú. 'No digas nada hijo, que papá está enojado. No nos juntamos a comer porque no, no, perdió tu papá y está enfadado'. ¡Es fútbol! ¡Es fútbol! En relación a eso, después de dos-tres días voy y le digo. 'Quiero hacer eso'. 'Ahhh. ¿Quieres hacer eso? Aprendiste el mensaje. Y sabes cuál es el mensaje. A mí si quieres entrenar o no me da lo mismo. Allí hay 30 más. ¿Quién se perjudica, tú o yo?'. Si te enojas y quieres entrenar al 50%, enójate. No vas a jugar más. Pero, ¿cuándo lo entiendes? ¿Cuando tienes la posibilidad de que venga una persona y te lo diga? Porque antes no te hablaban. Porque esas cosas, para mí, hoy la relación con el jugador es muy diferente a la que teníamos nosotros. Es muy particular o especial que tengas la suerte que tuve yo, que me tocó el profe Bonini, el profe Ortega con Simeone, gente que te hable como me hablaban, para ayudarte, a corazón abierto. 'Ven, siéntate, va por acá, te juro que va por acá, y te lo digo yo que me mandé un montón de cagadas, va por acá, después decides tú'. Y luego el entrenador quiere ganar. No quiere perder, porque se va. Algunos te van a dar herramientas, otros no te van a hablar, van a salir jugando, o pegándole para arriba… Está todo inventado en el fútbol. Depende de la materia prima. Cuanto mejor sea, mejores resultados vas a tener. Y si tienes la capacidad o la suerte de tener entrenadores que te den herramientas te van a potenciar como jugador. Eso está clarísimo. ¿Te crees que a mí me decían 'perfílate, cogoteá, cobertura, respaldo, achiquemos, cambia el triángulo'? ¡¿Qué?! 'Transición, defensa profunda, intermedio, alta'. ¡¿Qué!? Jugamos contra estos, cada uno que baile, andá.