ATHLETIC CLUB | ENTREVISTA

José María Arrate y un blindaje a Julen Guerrero que abrió grietas en el vestuario: "No sé si hubo consenso o no, pero yo no intervine en su capitanía"

El presidente rojiblanco entre el 1994 y 2001 repasa su trayectoria y profundiza en casos concretos como el del '8' o Aitor Karanka.

Arrate y Julen Guerrero, tras alcanzar un acuerdo de renovación histórico./Archivo
Arrate y Julen Guerrero, tras alcanzar un acuerdo de renovación histórico. Archivo
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

José María Arrate es una institución en Bilbao. Alguno quizá le tenga perdida la pista porque desde que abandonó el club en 2001, tras 18 años en la entidad y casi ocho en la presidencia, se alejó del día a día. Apenas concede entrevistas, pero tiene muy frescos todos sus recuerdos en rojiblanco. Sus 84 "tacos" sirven para mirar atrás y también para disfrutar de una vida tranquila en el caserío que se construyó en Orozco hace 35 años. Allí, donde se gestaron fichajes o salidas como la de Aitor Karanka al Real Madrid, nos recibe en una mañana gris y lluviosa, tan vizcaína como él.

Amable, nos invita a conocer ese salón por el que pasaron muchos jugadores de su época, a los que trataba con mucha cercanía. "Imponía, pero era un gran tipo", dice un exjugador. Un banderín del Athletic y un cuadro con el logo del centenario, que se celebró por todo lo alto con él a los mandos, ponen el punto athleticzale a esas cuatro paredes en las que se desarrollará una charla que repasa unos años 90 en los que el conjunto vasco vivió etapas grises, pero también otras exitosas, y que se recuerda por fichajes inolvidables como el de Joseba Etxeberria o Roberto Ríos, por salidas como la mencionada de Karanka y, por supuesto, por la explosión de Julen Guerrero. "Nunca vi una cosa igual", dice José María sobre el boom mediático del histórico '8'. Él le blindó con un contrato histórico y "lo volvería a hacer". No duda.

Por el camino repasaremos en una próxima publicación los derbis ante la Real, un club con el que se rompieron relaciones por el caso Etxeberria en 1995. Pero también la llegada de Luis Fernández al club bilbaíno, un subcampeonato –y una participación en Champions League- que sirve para sacarse la espina de no haber disputado ninguna final bajo su mandato, así como un centenario en el que jugaron ante Brasil, cantó Pavarotti y estuvieron cerca de un concierto de los Rolling Stones (lo trataremos en una entrega posterior). Un genio. Y, por cierto, uno de los responsables de que en cada partido de San Mamés se cante al unísono un himno que nació en 1983 y del que nos desvelará detalles.

Un presidente, también, que vivió una época noventera en la que presidían las entidades deportivas personalidades como Núñez, Lopera, Lendoiro, Mendoza, Ruiz Mateo o Jesús Gil. Qué decir de Gil. "Tenía incontinencia verbal y alguna vez tuve que contestarle. Un personaje muy pintoresco, por decir algo. La verdad que era gente curiosa".

Muchas gracias por recibirnos en su casa de Orozco, José María. Sé que no entendía muy bien el motivo de entrevistarle porque han pasado ya 23 años de su salida del club, pero seguro que tiene mucho que contar. Antes de nada, ¿cómo está?

Con 84 tacos que tengo no me puedo quejar, diré que estoy bien. Conectado con el Athletic, como no puede ser de otra manera después de todos los años que estuve en el club, que fueron 18 entre directivo, vicepresidente y presidente.

¿Echa de menos el fútbol?

No, no, como época pasada no. Hombre, tengo recuerdos de todo tipo. Buenos, malos y regulares, pero valen los buenos siempre.

Le empiezo a preguntar por cuestiones más concretas. Creo que fue el encargado de la directiva de Pedro Aurteneche para crear un nuevo himno del Athletic, que todavía hoy sigue presente y vigente. ¿Es así?

Estás bien informado. Pues mira, me han preguntado pocas veces por el himno actual y creo que es lo que más satisfacción me ha dado en todo mi tiempo en el Athletic. Yo creo que fue un trabajo bien hecho entre gente que realmente pusieron todo lo que tenían para el himno. Lo canta todo el mundo porque ha quedado enraizado en el club. Si analizas lo que significa la letra, es historia viva del Athletic, sinceramente.

¿Cómo fue el proceso y qué papel jugó?

Fue un trabajo que me ha dado muchas satisfacciones. Yo creo que fue un trabajo bien hecho, en definitiva, con gente profesional que entendía y sentía el Athletic, con una letra en euskera, que era importante también. Entendimos que había una necesidad de refrescar el himno, en el sentido de que queríamos dar protagonismo a todo Bizkaia y que no estuviera tan centrado en Bilbao como era el antiguo. El presidente me encargó que me ocupara de la coordinación y de la gestión. Recuerdo que lo primero que me planteé fue contar con algún profesional al respecto que tuviera bien interiorizado lo que era el Athletic, como era el autor de la letra, Antxon Zubicaray. Tuvimos muchas reuniones previas, le explicamos lo que queríamos. Qué decir de Carmelo (Bernaola), que es un forofo auténtico del Athletic y le pareció extraordinario colaborar. Participó mucha gente. Coincidió además con que ganamos aquel año la Liga y la Copa y claro el lanzamiento del himno fue apoteósico. De verdad, es una satisfacción que esté tan enraizado en el pueblo, que era una de las pretensiones que teníamos.

En aquellos años hubo otro episodio no tan grato y que ha revivido en estas últimas semanas. Me refiero a la guerra Clemente-Sarabia.

Tremendo, tremendo, fue tremendo. Es el peor recuerdo que tengo yo en el Athletic también. Uno de los mejores, o el mejor, el tema de mi participación en el himno y el peor fue el trauma aquel que tuvimos en su época y que desde luego prefiero no recordar. No quisiera hablar de eso. Además, toda la remembranza de aquello no es más que para un mal recuerdo. Y que otra vez vuelva a hablarse tantos años después de aquello creo que es una equivocación. De los malos recuerdos se puede aprender, pero no recordarlos.

Pasamos del tema, entonces.

Mejor, gracias.

Hablemos de su etapa de presidente, que inicia en 1994 en su segundo intento por acceder a la presidencia. ¿Cómo recuerda la sensación de convertirse en presidente, con lo que ello supone a nivel de orgullo, pero también de responsabilidad?

Pues sí, fue una satisfacción. Yo ya llevaba muchos años en el club. No se puede decir que no estuviera preparado. Después lo puedes hacer bien o mal, pero desde luego el recuerdo de ser presidente es imborrable. Yo diría que imprime carácter. Fue muy bonito y muy agradable. Tengo además la facultad y el buen tino de recordar lo bueno y olvidarme de lo malo. Quizá no olvidarme, porque de los horrores también se aprende.

¿Por qué Jabo Irureta como entrenador? ¿Fue una apuesta personal?

Pues aposté por Irureta porque todos sus éxitos como entrenador, antes y después de estar en el Athletic, me impulsaron a ello. Cuando perdí las elecciones con Lertxundi (1990), también había apostado por él. Y después, al ganar las elecciones, también decidí que tendría que ser Jabo. Si te digo la verdad, creo que no fue justo el trato que tuvo por parte del público, pero el público es soberano. Y muy a pesar de mis buenos deseos y de los de él, por supuesto, tuvo que dejar el club. Se fue porque no aguantó la presión, que es duro decirlo, pero hay que admitirlo. No aguantó la presión, aunque se fue con números positivos porque creo que estábamos los cuartos o quintos.

¿Le dolió en lo personal?

Sí, porque fue muy duro. Me dijo que se iba a alejar porque creía que era lo mejor para el Athletic y lo mejor para mí. Le dije que ni era lo mejor para el Athetic ni para mí, pero cuando ya me dijo que tuvo momentos muy difíciles, incluso a nivel familiar, porque las hijas en la Ikastola (colegio) no lo estaban pasando bien… Que el público no lo aceptaba era casi un clamor. Y ante eso de su familia, acepté su dimisión. Es uno de los momentos más duros también.

Su mandato, más que de entrenadores, fue de jugadores. Y, sobre todo, de fichajes. He hecho la suma y me salían cerca de 6.200 millones gastados en siete años.

Pues sí, fichamos a 18 o 19, por ahí, no recuerdo bien cuántos. Es curioso, el hecho de pretender a un futbolista por las razones que fueran en esa época era sencillo. Le querías, hablabas con él y todo el mundo estaba dispuesto y deseando venir al Athletic. Era una predisposición auténtica, es curioso, es que no había que hacer ningún esfuerzo prácticamente para convencer a la gente.

El primero fue Bittor Alkiza, ¿no? Hijo del presidente de la Real Sociedad…

Sí, pero Bittor no tenía continuidad en las alineaciones de la Real, creo que Toschack era el entrenador entonces, y se nos ocurrió llamarle porque entendíamos que era un gran futbolista, como después demostró. Y tengo que decir que además de que tuvo una etapa gloriosa, de todos los fichajes que hemos hecho e incluso de todos los jugadores que tuve, sin menospreciar a ninguno, no sé si lo dije en alguna ocasión pero lo digo ahora porque no tengo ningún inconveniente, ha sido como profesional el número uno. No he visto… Aunque todo el mundo se ha dejado la piel y el pescuezo por el Athletic, yo tengo recuerdo de él como uno de los mejores. El mejor profesional que he conocido yo en el club. Pero eso es a nivel muy personal.

¿Te refieres a nivel de trabajo? ¿A nivel humano?

A cualquier nivel.

Homenaje a Bittor Alkiza, con Arrate a su derecha, y con los banderines de ambos clubes. Archivo
Homenaje a Bittor Alkiza, con Arrate a su derecha, y con los banderines de ambos clubes. Archivo

Ese año también llega Goikoetxea en un trueque por Eskurza.

Quisimos fichar a los dos.

¿A qué dos?

A Goiko y a Txiki Begiristain.

¿Y por qué no llegó Txiki?

Pues porque... yo creo que, si no el único, fue uno de los pocos que rechazó la oferta y se quedó en el Barça. Ya te digo que en el resto era todo un fluir en los fichajes, todos con muy buena predisposición.

Hay un fichaje especial, seguro que sabe a quién me refiero. El fichaje en mayúsculas. 550 millones de pesetas por un juvenil de 17 años de la Real Sociedad: Joseba Etxeberria.

Sí, fue después del Mundial Sub-17. Los que estábamos en el club íbamos todos con las antenas puestas en todas las esquinas y ya como juvenil teníamos unos buenos informes de él. El equipo que teníamos de captación era muy amplio, además de la opinión de compañeros de él en juveniles. Y después, con la explosión que tuvo en el Mundial aquel, le teníamos entre ceja y ceja.

[En una segunda entrega trataremos en pronfundidad un fichaje que rompió relaciones entre ambos clubes y generó unos años de crispación entre aficiones y directivas]

Le quiero preguntar también, evidentemente, por Julen Guerrero, que fue el ídolo de toda una generación y el primer jugador mediático en España. Por ahí quiero empezar. ¿Cómo era viajar con Julen?

No he conocido cosa igual. De verdad que no he conocido cosa igual. Era un movimiento sociológico, era veneración lo que la gente tenía, y no solamente las niñas que decían entonces. No, no, era como una especie de peregrinación a Lourdes. Aquello era una cosa tremenda. La paciencia que tuvo y la entrega que ha tenido Julen con el Athletic quedó patente con su entrega. Ante ese cariño, su entrega también fue total.

Arrate recuerda la etapa de Julen Guerero y su estrategia para retenerle.RELEVO

¿Cómo consiguió retenerle? ¿Fue complicado?

Fue complicado, qué duda cabe, porque entonces él estaba muy, muy requerido.

¿Qué ofertas concretas hubo?

La del Madrid, la más firme. Diría que fue una oferta oficial por parte del Madrid, por parte de su entrenador, que entonces era Jorge Valdano. Pero él se quedó aquí con un gran mérito por su parte.

Se ha hablado mucho -y también criticado- de ese contrato histórico en cifras, en duración, etc.

Era importante retenerle porque era un poco el estandarte del club en aquel momento, eso por una parte. Por otra parte, que era también muy importante, el hacer masa, el hacer grupo, el dar ejemplo, por decirlo de alguna manera. Y hubo que jugar con los años, porque las cifras a veces son inasequibles, pero tiene que haber un 50-50: que el jugador quiera, que el Athletic pueda y tenga recursos suficientes; y si no es de una manera, de otra. Es cierto que estuvo un año o dos que ya no jugaba tanto y que dejó incluso de jugar… Bueno, fue un contrato largo pero que también lo sudó y yo creo que fue acertado. Lo volvería a hacer, vamos.

Ese contrato coincidió con hacerle capitán, pese a que por veteranía no le correspondía. Y creo que eso escoció mucho en el vestuario. ¿De quién fue la decisión?

Bueno, entonces, y ahora supongo que también, pero entonces por supuesto, ese tema era de la caseta, del vestuario y del entrenador. No recuerdo bien quién fue, si fue 'Stepi' (Dragoslav Stepanovic) el que decidió que un poquitín, ante el clamor del público, sintetizarlo también en una decisión de que Julen fuera el capitán. No sé si hubo un consenso con los jugadores o no, el tema es que lo decidió el entrenador y desde luego yo en la caseta jamás me he metido.

Hombre, pero le tocaría lidiar en ese tipo de situaciones, ¿no?

Hay que lidiar con todo. Hay que lidiar con la caseta; con lo bueno, con lo malo y con lo regular. Con lo agradable, con lo desagradable, con lo más espinoso, lo menos espinoso, porque eres el responsable al final. Pero la decisión la tomó el entrenador y yo no intervine en absoluto en la decisión de la capitanía.

Le cambio de tema. ¿La salida de Karanka al Real Madrid le dolió?

Pues lo mismo que te he dicho que todos querían estar en el club o venían al club y eso era una satisfacción, es un pequeño fracaso el hecho de que se quieran ir o de que decidan irse. En ese sofá -señala en el sofá del salón en el que nos encontramos-, ahí estuvimos sentados Karanka, su representante Miguel Santos y yo.

¿Para ofrecerle un nuevo contrato?

Sí, pero tenía decidido irse al Madrid. Es respetable.

"Es un fracaso que jugadores se quieran ir, pero cuando un futbolista se quiere ir lo mejor es que se vaya. Es respetable"

José María Arrate Presidente del Athletic

¿Se lo comunicaron ese día?

Sí. Cuando un futbolista se quiere ir, lo mejor es que se vaya. Eso es lo que pienso yo. Hoy también, ¿eh?

Ingresaron 1.000 millones de pesetas, pero ese verano se fichó a Roberto Ríos por el doble, siendo el fichaje más caro hasta ese momento del fútbol español, además de otros seis jugadores. Defienda el fichaje, si es que cree que tiene que hacerlo.

Pues hombre, era internacional en dos puestos, de central y de pivote. En una edad fenomenal y que después, pues bueno, no resultó suficientemente... No triunfó demasiado en el Athletic. Fue un chaval extraordinario también. Si hay que hablar de profesionalidad se puede hablar de Roberto también.

Le tocó lidiar con Lopera ahí, claro.

Bueno, Lopera… Otro presidente muy curioso, por decirlo de alguna manera. Pero con Lopera me tocó dos, ¿eh?

Anécdota imperdible con Lopera.RELEVO

El de José Mari García.

Lo de José Mari fue de traca.

¿Por qué?

Bueno, lo de José Mari fue de traca porque con Roberto pusimos los 2.000 millones. Lo que había que poner, lo pusimos. Como con los 550 de Etxebe. Fuimos con el dinero y se terminó la fiesta. Pero con José Mari hubo que negociar y no me olvidaré mientras viva.

(...)

Con José Mari, que después hizo una gran labor como pivote, estábamos negociando sobre las cifras que había que pagar o no pagar para el traspaso. José Mari quería venir, pero Lopera, como es lógico, defendía sus intereses. Estábamos ya con la cifra cerrada, pero estábamos en la negociación en un hotel de Madrid los tres. Cuando ya habíamos acordado todo, Jose Mari le dice a Lopera: 'Presi, me queda de cobrar dos o tres meses antes de irme'. Imita a Lopera con acento andaluz: '¿¡Cómo qué!? No, ah, no, se va al Athletic, que es donde quiere usted ir, tiene una buena ficha… No, no, no'. Y tuvieron una discusión delante de mí que yo estaba alucinando. Y dice Jose Mari que entonces no viene, que se queda en el Betis. Vi que aquello se estaba poniendo oscuro y le dije a Lopera que no se preocupase, que le pagamos nosotros el mes que tenía que dar y arreglado. Y después José Mari no quiso cobrar ese mes. Un buen detalle.

¿Y la apuesta por Luis Fernández? En el momento parecería imposible traerle.

Nosotros hemos sido siempre entre optimistas y osados, porque yo recuerdo también cuando Pedro Aurteneche, que fue mi presidente durante muchos años, fichó a Howard Kendall, que entonces estaba considerado como el mejor entrenador que había en Europa. Había quedado con el Everton campeón de Europa -Recopa- y era un entrenador con un gran caché. Comentábamos que no iba a venir, pero vamos a intentarlo. Las cosas no se saben nunca hasta que lo intentas. Y si lo consigues es una doble satisfacción.

El fichaje de Luis Fernández y su ambición por conseguirlo.RELEVO

Interrumpe una llamada con el tono de Libre, de Nino Bravo

Perdona, ¿eh? Ya me gustaría a mí ser libre.

Continúa en su respuesta: Pues igual que fichamos a Kendall a pesar de que era el mejor entrenador de Europa, con el tema de Luis Fernández yo recuerdo que un directivo me dijo que 'ese no viene ahora'. 'Está en el Paris Saint-Germain, con la labor que está haciendo, ese no viene'. Pero tú cuando vas a aparcar intentas hacerlo delante de casa y, si no hay sitio, te vas a otro.

¿Les costó convencerle?

No, no. Curiosamente vino a Bilbao, le enseñamos San Mamés, le hicimos un poco un tour y le contamos el historial del club, etc. Yo recuerdo que fue Txomin Guzmán, que entonces era vicepresidente, quien viajó a París, le habló y le trajo aquí. Y aquí le convencimos y nada, sin más.

Salió bien la apuesta porque logró el subcampeonato en el año del centenario.

Esa temporada del subcampeonato con Luis es formidable. Era un entrenador peculiarísimo, que hizo un gran grupo, quedamos segundos y fuimos a la Champions, cuando para ir a la Champions había que quedar primero o segundo. Tuvo un gran mérito y hizo una gran campaña, sin duda.

¿Por qué dice que era peculiarísimo?

Pues porque era muy… era muy pasional. E inyectaba ardor guerrero, como decía el himno de la legión, ese que nos hacían cantar en la mili. Inyectaba eso a la caseta. Era un guerrero y un gran tipo, además.

Me imagino que para usted fue una satisfacción ese subcampeonato también, porque había hecho una apuesta muy fuerte de fichajes en 1997, y se había enfocado todo a ese año del centenario.

Pusimos toda la carne en el asador. Sí, no tuvimos la suerte de conseguir ningún título pero el segundo puesto fue un remedio.

[El Centenario, y sus anécdotas, merece un artículo propio y así será en una próxima entrega que tratamos también en esta charla]

¿Hay algo que se le quedase marcado por no haberlo conseguido? ¿Alguna espina?

Hombre, me hubiera gustado algún título o alguna final, aunque lo sustituí por el segundo puesto. Y luego la satisfacción de ser presidente del Athletic lo tapa todo. Después, hombre, el reconocimiento, para algunos lo habré hecho bien, para otros mal y para otros regular. Pero tengo una satisfacción también y es que no me han tirado atrás ninguna Asamblea, más allá de los presupuestos en la primera que después lo sacamos en otra convocatoria.

Hablemos del Athletic actual. ¿Cómo vivió el título del pasado mes de abril? ¿Dónde vio la final?

Por la tele. Fue tremendo, tremendo. Es que las ganas que teníamos todos de que esto ocurriera, concentrado los sentimientos de 40 años que explotan como el champán, ¿no? Entonces solamente puede pasar aquí, un recibimiento como el que hemos tenido ahora, un comportamiento como el que pasó en La Cartuja. Es insuperable y eso sólo se puede hacer en el Athletic.

¿Le hizo especial ilusión por Ernesto Valverde, al que tuvo como jugador?

Claro. Ernesto es un paradigma de lo que es el Athletic. Es excelente. ¿Qué voy a decir de Ernesto que no esté dicho ya? Es esa sensación de que se lo merecía.

Le pregunto también por Nico Williams. Sobre todo porque, como hemos hablado, usted lidió con el caso Julen y hay ciertos paralelismos.

Pues sí, sí lo hay en cuanto a quedarse en casa. Después, en cuanto a la continuidad, espero que sí, que sea posible. No tengo ninguna duda de que los actuales gestores del Athletic van a intentarlo por todos los medios. Si se queda, perfecto para todos y enhorabuena para la gestión de la Junta.