ATLÉTICO - SEVILLA

Gregorio Manzano y lo que no le dejaron hacer en Atlético de Madrid y Sevilla: "Monchi y Del Nido no entendían nada, pero lo entendían todo"

El entrenador rememora su paso por ambos clubes.

Manzano, en sus dos etapas con Atlético (03-04) y Sevilla (10-11)./Montaje Relevo
Manzano, en sus dos etapas con Atlético (03-04) y Sevilla (10-11). Montaje Relevo
Hugo Cerezo

Hugo Cerezo

Nos cita Gregorio en un templo vallisoletano al comando Relevo que aprovecha el viaje a Pucela para acudir a la presentación del libro de Ramón Martínez. Acompañan Enrique Ortego y Rodra, el viejo y siempre vigente periodismo contra el periodismo de tres párrafos y Tres Tristes Tíos. Comparten, eso sí, el embrujo por contarlo y la gozada de vivirlo. El míster anda renqueante en el andar tras una operación de rodilla, pero el verbo aceitunero sigue igual de lubricado. El lechazo se mastica mientras escuchamos al profesor Manzano recordando sus inicios, sus 1.113 partidos, cada uno con su informe correspondiente, y alguna otra anécdota inconfesable.

Pedimos un salón más reservado para la entrevista. No le acaba de gustar la idea al encargado, como si desmontar una mesa para que Manzano dé una conferencia en remoto no mereciera la pena. Complicado desclasificar a quien tanto ha contado, pero el míster deja cosas. Se resiste a darse por retirado, aunque queda poca arena al reloj profesional de Manzano, un histórico al que algo le faltó, todavía no sabe qué, para que el Atlético en 2004 y el Sevilla en 2011 le dieran la oportunidad de subir de nivel.

¿En qué momento se encuentra?

Si tuviéramos que hablar porcentualmente, estamos en una etapa ya casi final. Si es cierto que me gustaría, como en su momento le manifesté a mi amigo y agente Manuel García Quilón, terminar un poco el círculo, quizás con algún proyecto que sea interesante y ojalá fuese en España.

¿Cómo sueña ese último proyecto?

Un equipo donde realmente tuviese un objetivo claro, con unos métodos adecuados al objetivo, donde respetasen mi idea de lo que yo entiendo que es el fútbol en el campo profesional y donde me dieran los medios indicados para yo poder ejercer lo que más me gusta, que es y ha sido entrenar.

Esta semana se enfrentan Sevilla y Atlético, los dos clubes más grandes que ha dirigido. Desempolvemos el álbum de los recuerdos. ¿Cómo llegó al Atlético la primera vez?

Después de ganar la Copa del Rey con el Mallorca (2003), circunstancias, siempre digo, que me han tocado vivir. Tras ser campeón, paradójicamente no me ofrecen renovar el contrato. El dueño se fue, que era la familia Asensio, y Mateo Alemany, que era en ese momento el presidente, me dice que él no sabe si va a seguir, que el club está en bancarrota, que tiene que entrar dinero… Y me encuentro de vacaciones con mi familia, con una Copa del Rey ganada como profesional y sin equipo.

Y suena el teléfono.

Recibo de Manolo [su agente] una llamada a finales de julio donde me dice que el Atlético de Madrid ha llegado a un acuerdo con Luis Aragonés para rescindir el contrato. Y que querían hablar conmigo. Esa es la primera noticia que tengo. Vengo de vacaciones, cojo a la familia y marcho para Madrid. Mantengo esa primera reunión en el Vicente Calderón, recuerdo, donde una serie de personas, entre ellas estaba todavía el administrador concursal [Luis Manuel Rubí], Miguel Ángel [Gil Marín], con Clemente [Villaverde], Manolo... en fin, me ofrecen hacerme cargo del equipo.

¿Qué le pidieron?

El equipo venía de haber subido de Segunda el año anterior y había pasado una temporada más cerca de los puestos de descenso que de las partes de arriba, incluso en las jornadas finales salvó la temporada, jornada treinta y larga. Me dijeron que los objetivos del club eran, primero, mantenerse en Primera sin apuros, sin agobios; segundo, que iban a intentar cumplir económicamente con toda la plantilla, porque estaban en concurso de acreedores; y tercero, que no hubiera problemas como anteriormente tenía Jesús Gil, que todavía vivía, con Luis, que querían una relación pacífica. Por mí no había ningún problema. Y empezamos a trabajar.

Si no había dinero, poco pudo fichar.

En esa pretemporada teníamos muchos jugadores que todavía estaban pero que tenían que marcharse, porque tenían contratos que habían subido de Segunda a Primera y todavía los mantenían. El club venía con muchos problemas económicos y teníamos que ir recogiendo, fichando futbolistas a coste cero, donde los hubiese, que se ajustaran un poco a nuestro modelo. Uno de los grandes desembolsos fue el fichaje de Kiki Musampa a Málaga. Lo demás era todo a coste cero. Así es como conformamos el equipo.

Con Movilla [el jugador era muy querido por la afición pero no contaba para el entrenador, que era criticado por parte de la prensa y de la grada por no alinearle].

La gestión fue muy limpia, muy clara, muy profesional. Nosotros decidimos traer a Ibagaza, que vino junto con Álvaro Novo de Mallorca, y ellos nos pedían un futbolista cedido. Entendíamos que quizás Movilla se ajustaba a esa posición, se lo hice saber, era un equipo que iba a jugar la UEFA el Mallorca, pero él se negó en un primer momento a irse a jugar a Mallorca. Siguió como uno más y entonces el que tuvo que marcharse fue Colsa, con el que sí contábamos. Decidió continuar y aparecieron una serie de situaciones que ni las buscamos ni las entendimos y que al final no benefició para nada al equipo ni al entorno más inmediato.

¿Cómo era aquel Fernando Torres?

Fernando empezó a notar que la gente le consideraba la bandera, el estandarte, el baluarte. Va teniendo esa sensación. Luego esa sensación hay que madurarla y después tenerla permanentemente, no cada mes un rato, sino día a día. Eres el futbolista icono del club. En esa edad, que estamos hablando con 19 años, recuerdo que cuando empezamos el campeonato él no arrancó bien. La jornada 1 no marcó, la jornada 2 no marcó, la jornada 3 no marcó, llegamos a la jornada 7 y no había marcado un gol. Y claro, ciertos sectores de la prensa demandaban que quizás no tenía que jugar. Manzano tenía que buscar otra alternativa, que Fernando no estaba… Y yo, lógicamente, no estaba por la labor.

Él era el icono, el reflejo de toda aquella afición del Atlético que venía de atravesar el desierto en Segunda, tenía que agarrarse a algún palo y era Fernando. Yo no podía quitarle tampoco al Atlético y a la afición ese timón donde tirar hacia delante. Y hasta que llegó el partido en que rompió esa racha, hizo ese gol y a partir de ahí hasta el último partido. Creo recordar que en Liga marcó 19 goles, su mejor temporada como profesional en el Atlético. Tuve esa paciencia.

Manzano, con Burgos, García Calvo y Torres en un acto de 2003.  EFE
Manzano, con Burgos, García Calvo y Torres en un acto de 2003. EFE

Mucha presión para un niño, ¿no?

Ahí arranca ese comienzo de personalidad ya, de creer él en sí mismo, además de las personas que estábamos alrededor, que también creíamos, para que llegara a lo que después en su vida profesional ha sido. Un jugador muy importante, con unas cualidades físicas imponentes, con una cabeza impresionante, muy bien educado familiarmente. Aunque las comparaciones son odiosas, quizás esta no valga, pero ahora que tenemos muy reciente lo de Rafa Nadal, creo que se parecen, en todo su entorno de superación, de lo que ha sido, de cómo lo ha hecho, de cómo ha estado arropado. Con esa presión, de esa afición, con esa amplitud de lo que él significaba… Y que haya sido lo que ha sido, el premio que ha tenido de ser un jugador referente, que con su gol nos dio la Eurocopa, siendo humilde, trabajador, honesto…. Un chaval que yo le tengo y siempre le he tenido una gran admiración y respeto.

Manzano y la crisis de TorresRELEVO

Como psicólogo, ¿trabajó con él durante la temporada?

No, no hubo que meterle más ayuda de la que realmente tenía en la confianza de las palabras, de la tranquilidad, de que simplemente tenía que seguir teniendo oportunidades para marcar, que no había perdido ninguna cualidad. Solamente hubo un momento, que fue cuando falló un penalti con la selección [en su segundo partido como internacional, 2003]. Era joven y tuvo esa osadía de coger el balón y tirarlo. Y lo falló. En el entrenamiento después de que volviera, mantuve con él una charla en ese punto de penalti. Le hice ver qué pensó en ese momento cuando fue a tirar el penalti, qué visualizó y entonces sí me dijo que en el momento que iba a tirar cambió, cambió su visión de lo que iba a hacer, y lo falló. Hicimos un entrenamiento de visualización desde el punto de penalti para ejecutar una serie de lanzamientos en los cuales llevas a cabo lo que piensas antes, dónde vas a ejecutar la acción del penalti, sin variarlo en la carrera, sino que fuera firme y convincente en ese hecho.

¿Por qué cree que no le dieron la oportunidad de seguir?

Por la expectativa de la palabra Europa. Apareció cuando a mí nunca me dijeron que ese era el objetivo. En la primera vuelta terminamos en zona Champions, siendo cuartos. Y en el mercado de invierno, aparte de hacer descartes dentro de la primera plantilla, nuestros refuerzos fueron de la cantera. Gabi, Toché y Arizmendi, mientras que marcharon jugadores que dejaron en las arcas del club una cantidad de dinero por distintos motivos. Ese refuerzo hubiera venido bien o no, no lo sabemos, para mantener la posición europea. Al final, no salieron las cosas como esperábamos para mantenerla, pero estar peleando por Europa yo creo que ya era un paso bastante positivo respecto de dónde veníamos y de lo que a mí me dijeron, que era la permanencia sin problemas en Primera. Y de hecho, hasta los últimos 45 minutos del campeonato, donde el Sevilla empataba a cero en casa con Osasuna, y nosotros ganábamos en San Mamés, en ese momento, insisto, estábamos en UEFA. Pero el Sevilla en la segunda mitad marcó un gol a Osasuna, ganó 1-0, nosotros seguimos ganando en otro partido en Bilbao y el golaverage mantuvo al Sevilla por delante de nosotros, siendo ellos sextos y nosotros séptimos. Jugamos la Intertoto, pero quizás esa sensación de no haber entrado en UEFA, no lo sé, opino, provocó que quizás el trabajo no se valoró suficientemente. Para mí hicimos un año magnífico. Hubo un momento que empecé a ver declaraciones que no entendía, de eso que te comento de la UEFA, como que si no entramos no se renueva Manzano, si no esperamos al final… No creo que por 45 minutos se valore el trabajo de todo un año. Sobre todo de dónde veníamos y dónde estábamos. Yo creo que había en la balanza muchos puntos a favor para haber continuado ese proyecto. Esto le habría dado una continuidad que hasta entonces no había tenido el Atlético durante tiempos atrás. Y al final decidieron que no fuera así y al año siguiente, en vez de seguir avanzando, el Atlético retrocedió posicionalmente en la Liga.

¿Y cómo fue lo de Sevilla?

Llego con la temporada ya comenzada, porque a Antonio Álvarez lo destituyen en la jornada 7 u 8, no recuerdo. Habían tenido previa de Champions y habían sido eliminados por un equipo portugués, creo que era el Sporting de Braga. Luego empiezan la fase de grupos de UEFA y comienzan perdiendo con el PSG y no sé si empatando otro partido. Total que estaban en ese periodo en el que se podían quedar fuera de Europa también a las primeras de cambio. El equipo tampoco iba bien clasificado. Cuando firmamos, le ofrecieron a Manolo dos años y él dijo que uno. Si con uno estamos contentos todos, hablamos de un segundo año y renovamos. Y si no, pues ya está. Hacemos el contrato, firmamos y recuerdo que si yo llego a Sevilla un lunes por la tarde, el jueves es mi debut en Dortmund, contra el Borussia de Klopp, nada más y nada menos. Era ganar o quedarte fuera de Europa y tuvimos la fortuna de ganar. Nunca mejor dicho la fortuna, porque es que en Dortmund eran 11 diablos que no paraba ninguno de correr y más allí. Acabamos clasificándonos con el PSG. En LaLiga siguió hacia adelante, mi debut paradójicamente fue con el Atlético de Madrid en casa, ganamos 3-1. La temporada transcurría, luego nos tocó el Porto, que después fue el campeón de la UEFA, de aquellos Falcao, de Guarín, Moutinho, Otamendi, en fin, etc. Y dentro de nuestra competición doméstica estábamos luchando por los puestos europeos, en Copa nos elimina el Real Madrid en semifinales, de aquel Mourinho, de aquella jugada famosa, donde Albiol saca aquel el balón de la raya en el Sánchez-Pizjuán, que todavía no sabemos si entró o no entró, no había VAR… Luego el Madrid también ganó la final de esa Copa al Barça. La temporada creo que la competimos bien, es verdad que tuvimos lesiones importantes, en Dortmund, por ejemplo, nada más entrar, se nos lesiona Jesús Navas, con lo que era Navas en su momento para el Sevilla. En la parte final del campeonato, jugándonos la competición ya de Liga, se lesiona Rakitic, importante también, se nos va Luis Fabiano en mitad de temporada a Brasil por circunstancias X y ya no podíamos fichar a nadie… Temporada difícil en su conjunto la que hubo en Sevilla, pero al final terminamos quintos.

La reunión de Manzano antes de salir de SevillaRELEVO

Y no hubo ocasión de seguir.

Hubo un momento como que aquello era insuficiente. Es la impresión que yo tenía. Tuve una última reunión con Monchi y Del Nido después de jugar contra el Espanyol (última jornada) y antes de la comida les dije que no hacía falta que me dieran explicaciones de nada, que yo les estaba agradecido de haberme dado la oportunidad de entrenar al Sevilla. Y ellos no entendían nada, pero sí, lo entendían todo, porque si hubieran querido renovarme hubieran renovado antes, no en ese momento. Yo entendía que estaba más fuera que dentro, porque en las noticias periodísticas aparecía que se habían puesto en contacto con Bielsa. Ellos me lo negaban, luego fue cierto. Pero bueno, son cosas del fútbol. Por eso digo que ni entro ni salgo, cada uno puede hacer lo que quiera, pero cuando ya somos mayores engañarnos entre nosotros y pisarnos un poco la manga entre bomberos no es correcto. Y ya está, terminamos bien, hicimos despedida. Y de ese quinto puesto, al año siguiente aparecieron dos entrenadores y se pasó del quinto al noveno. Simplemente vuelvo a decirte otra vez lo que son las situaciones en el fútbol, que no es que una haya sido buena y otra peor, sino que son las decisiones que se toman y punto. Y hay que respetarlas.

Monchi dialoga con Manzano. Jesús Spínola/ABC.
Monchi dialoga con Manzano. Jesús Spínola/ABC.

Y vuelta al Calderón.

Estoy en Sevilla recogiendo lo que era mi casa y recibo la llamada de Manolo otra vez, que en el Atlético no sigue Quique Sánchez Flores y que le han llamado, ya no recuerdo si Caminero o Miguel Ángel, que querían hablar conmigo, ya que estaba libre, para volver. Recuerdo que no volví a mi casa en Valladolid, sino que de Sevilla marché hacia Madrid directamente. Y allí ya mantengo una primera reunión con Manolo, donde al día siguiente por la mañana ya tenemos una reunión con Caminero y con Miguel Ángel, donde empiezan a explicarme un poco la situación del equipo, el proyecto, las situaciones que se han dado, los futbolistas que se van. Y bueno, llegamos a un acuerdo que tiramos hacia adelante y nos ponemos de nuevo a hacer otro proyecto, distinto al anterior, porque ya el equipo no había atravesado, lógicamente, ese infierno de la Segunda, sino que se aspiraba a tener una posición mucho más consolidada y de aspiraciones dentro de lo que era el club.

¿Crees que has sido víctima del cortoplacismo del fútbol? ¿Ha faltado visión y paciencia para dejar madurar los proyectos?

Hombre, nunca se sabe. El fútbol tiene variables que son desconocidas porque hay tantos factores en juego que no puedes controlarlos todos. Yo, como he tenido esa experiencia de la que me preguntas, te puedo responder con otra experiencia de largoplacismo. Cuando llego la segunda etapa al Mallorca, cuando se va Héctor Cúper, el equipo era colista. Voy a ponerlo en el vértice opuesto., cuando me marcho en el 2010, estamos hablando de cuatro temporadas y media, el equipo, salvo por un segundo, se hubiera clasificado par Champions. Si no hubiera sido aquel partido del Sevilla en Almería que gana en el último segundo, el equipo termina cuarto. De colista a Champions. Vamos a dejarlo en que fue el quinto. En ese trayecto pasaron muchas cosas, pero hubo una continuidad. Hubo una relación para mí fundamental, que era con el director deportivo, Nando Pons, y el presidente por encima, donde trabajábamos en función de las necesidades, primero económicas que teníamos y segundo deportivas. Y empezamos a hacer equipos modelos para lo que queríamos y como lo queríamos. Y de hecho hubo temporadas en las cuales, bueno, podríamos haber vendido de 11 futbolistas titulares, 10. Un año ya me planté y dije 'ya si me quitáis al portero y me quitáis al central, el que me voy soy yo'. Era vendido todo porque aquel equipo gustaba, gustaban sus jugadores, venían a por ellos. En el equipo teníamos que renacer de nuevo al año siguiente con otro tipo de jugadores, que íbamos al mercado a por ellos, y el equipo seguía rindiendo, y el equipo llegó a esa situación. Haciendo las cosas con sentido común, con cabeza y con criterio, pues se puede trabajar. ¿Se podía haber llevado eso a cabo en el Atlético de Madrid? Pues pienso que sí, porque se había pasado ya la etapa más difícil, que es la primera. ¿Sevilla? También, porque había sido una etapa de reconversión, donde ya se iban Luis Fabiano, Kanouté, Palop, Dragutinovic... Es decir, era un cambio constante, donde a la persona que se hace cargo de ese primer momento hay que darle tiempo a que todo lo que vaya llegando vaya encajando. Y el Atlético, exactamente igual entonces, es una situación que no está en mis manos sino que está en manos de los que realmente dirigen y toman decisiones y ahí los entrenadores no podemos hacer nada.