A mí me entrenó Míchel: "Cuando estuvimos jodidos, en descenso, no había pizarritas ni nada, pero siguió siendo un líder"
Varios futbolistas entrenados por el técnico madrileño radiografían su carrera en Relevo.

"Claro, claro que el Girona puede ganar LaLiga", reconoció Xavi Hernández hace unas semanas. Y no es casualidad. Con Míchel al frente, el conjunto catalán se ha destapado como una de las grandes sorpresas del campeonato. "Toca como el Barça, remonta como el Real Madrid y defiende como el mejor Atleti", bromean algunos periodistas de la ciudad. Pese al empate en la última jornada frente al Betis, el conjunto gironí marcha segundo en la tabla de clasificación de LaLiga EA Sports, empatado a puntos (45) con el Real Madrid. Hasta hace unas jornadas, sin embargo, lideraba en solitario la competición doméstica gracias a un fútbol alegre, vistoso y efectivo a partes iguales. "No me extraña nada que Míchel haya llegado hasta donde está", responden algunos de los jugadores a los que entrenó hace ya siete años en el Juvenil A del Rayo Vallecano.
La realidad es esa, que posiblemente y a estas alturas, a nadie le extrañe. Míchel (Madrid, 1975) es un especialista en asumir retos complicados y en salvar patatas calientes. Tomó las riendas del Girona en verano de 2021 con la difícil tarea de devolver al equipo a Primera División. Más allá de conseguirlo, inculcó al club y a sus jugadores unos valores y conceptos futbolísticos que todavía trascienden y que, seguro, están siendo fundamentales para entender la dinámica del Girona en la 23-24.
"Es un tipo con las ideas muy claras", señala Chechu Dorado, a quien dirigió en el Rayo Vallecano. Allí, en Vallecas, empezó todo para él. Involucrado en las categorías inferiores del club rayista antes de dar el salto a los banquillos, siempre ha sido un entrenador que apuesta por los jóvenes y por el talento emergente. "No le importaba meter muchas horas conmigo, me tenía un cariño especial por ser del barrio y siempre me reñía con cariño, como si fuese mi padre", añade Sergio Benito, canterano del equipo de la franja que ahora milita en el Fuenlabrada de 1RFEF.
"Era un entrenador muy cercano, aunque cuando algo no le gustaba nos echaba unas broncas de cuidado..."
A edades tan tempranas, Míchel siempre se centró en la evolución y progresión de los más jóvenes: "Siempre quería hacerte mejorar y naturalizaba el error. Te decía que era parte del fútbol. Tú sabías que estabas fallando o que habías hecho algo mal, pero no te daba miedo, por decirlo de alguna forma, que se acercase a ti y te lo dijera o te diera consejos para corregir esas cosas. Fallabas, lo sabías, pero te hacía sentir el mejor, como si fueras Messi o Cristiano. La comunicación con el futbolista era uno de sus fuertes". Permaneció varias temporadas en la cantera del Rayo Vallecano, siendo un "hombre de club" y un "trabajador incansable".
En Vallecas le llegó la oportunidad de 'saltar' a los banquillos: primero, formó parte del cuerpo técnico de Paco Jémez y fue nombrado Director de Metodología de cantera y, después, en 2017, asumió el cargo de entrenador del primer equipo tras un fatídico descenso a Segunda: "Llega al vestuario en una situación delicada. Las cosas no estaban saliendo bien y él iba a ser el tercer entrenador ese año. Todos le conocíamos, pero se presentó delante de jugadores como Amaya, Trashorras, Miku, Armenteros, Trejo o Rat. Desde el primer momento se vio que tenía las ideas muy claras". Tanto jugadores del Juvenil A del Rayo como de la primera plantilla coinciden en que "es un entrenador al que le gusta tener la pelota, defenderse con ella y saber qué hacer en cada situación".
En el Rayo Vallecano dirigió un total de 89 encuentros y devolvió al equipo un gen competitivo extinto desde el descenso. "En las distancias cortas te tocaba la fibra. La situación institucional era delicada y muy complicada de manejar. Tuvo que equilibrar todas esas cosas", recuerda Toni Dovale, a quien entrenó en el club rayista. Además, añade: "No fue el inicio más sencillo o soñado, pero lo hizo muy bien y ahí [en el Rayo] empezó a sentar las bases de lo que es ahora el Girona. Ha cambiado cosas, como él mismo ha dicho, pero empezó ahí". Otros rostros como Gorka Elustondo destacan su "cercanía y ganas de aprender siempre". El futbolista vasco, además, reflexiona sobre cómo era el trato con los menos habituales: "Yo solía entrar en las segundas partes y siempre me transmitía los mensajes igual que al resto. Sabía cómo debía hablar a cada jugador, jugase más o jugase menos, y eso no es fácil".
"Me emociono por todo lo que he pasado aquí y, sobre todo, por la gente que forma el club, que es una gran familia y que los éxitos son gracias a ellos. Me llevo amigos, que son el mayor éxito que puedo tener", pronunció Míchel en su despedida del Rayo Vallecano en 2019. Ese mismo año, el técnico madrileño aterrizó en el banquillo de la SD Huesca, en aquel momento en Segunda División. Siempre con el objetivo del ascenso, "salió de su zona de confort" y demostró estar capacitado para volver a liderar un proyecto desde el banquillo.
La falta de confianza, una constante pese a los ascensos
En el club oscense, Míchel volvió a hacer de las suyas: devolvió al equipo a Primera División a través de un fútbol alegre y vistoso que valió el ascenso. Sin embargo, no todo fue de color de rosa. Tras subir a la máxima categoría del fútbol español en la temporada 19-20, el Huesca no terminó de carburar y descendió al año siguiente. "Cuando estuvimos jodidos, en descenso, no había pizarritas ni nada. Se centraba en intentar levantarnos el ánimo, siguió siendo un líder pese a los malos resultados", explica uno de los jugadores a los que entrenó en aquella etapa. Después de dirigir un total de 64 choques, abandonó El Alcoraz por malos resultados.
Otros nombres a los que dirigió esa campaña lo tienen claro: "Me da la sensación de que siempre se ha sido injusto con él. Los entrenadores son esclavos de los resultados, pero Míchel siempre aportaba más allá, no era sólo un entrenador". En el Huesca, de hecho, parte de las críticas de la afición llegaron porque Míchel "buscaba un fútbol más arriesgado", algo que, en algunas ocasiones, derivó en errores individuales que "terminaron matando al equipo".

El verano de 2021 lo cambió todo. Con el mismo objetivo que en su llegada al Huesca, Míchel desembarcó en el proyecto del Girona buscando un ascenso que acallase, de nuevo, las críticas. No fue sencillo, pero volvió a hacerlo: "Ha hecho del Girona un equipo temible y eso es complicado cuando llevas tan poco tiempo en un equipo y cuando tienes una metodología y una manera de ver el fútbol que no todo el mundo entiende o comparte". Tanto el conjunto catalán como el técnico madrileño tuvieron paciencia y aguardaron unos resultados que no se hicieron esperar: el Girona finalizó la temporada en sexto lugar y consiguió un trabajado ascenso que sirvió para reivindicar el papel de Míchel y la importancia de "confiar todos en una idea".
La comunión entre Míchel, el Girona y la afición es total. Ya el año pasado, el club catalán concluyó la temporada 22-23 en décima posición, a tan sólo cuatro puntos de Osasuna, equipo que disputó la fase previa de la Conference League, y acarició Europa. "No es casualidad, se ve que el Girona es un equipo trabajado", insisten jugadores a los que dirigió en sus primeros bailes en los banquillos. "Siempre se quejaba y se echaba en cara que no había dado con la tecla en el Primera y mira ahora o el año pasado. Es la confirmación y ojalá lo alargue más tiempo", agrega Chechu Dorado.
"Míchel siempre se echaba en cara que no había dado con la tecla en Primera y mira ahora..."
Después de coquetear con Europa la temporada pasada, el Girona, disputadas 18 jornadas, continúa inmerso en una buena dinámica que parece no tener fin. Tras el empate ante el Betis, los de Míchel marchan segundos, empatados a puntos con un Real Madrid que no puede permitirse levantar el pie del acelerador si desea levantar el título de liga.
Jugadores como Aleix García o David López, curtidos en mil batallas, se han convertido en piedras angulares del proyecto del Girona que encabeza Míchel. Otros como Tsygankov, Iván Martín o Dovbyk se están destapando como futbolistas con potencial que han encontrado en el club catalán el ecosistema perfecto para brillar: "Saca siempre el 100% a sus jugadores, los exprime y los vacía". Así, la sinergia entre experiencia y savia fresca es una de las claves del equipo.
"Lo más importante es el día a día, hay que mejorarse en cada entrenamiento. Que la gente hable de nosotros está bien, pero hay que seguir manteniendo el nivel y la exigencia muy altos. Tenemos que tener los pies en el suelo. Esa es la nueva dimensión", expresó Míchel en su cuenta de Instagram. El Girona ocupa la segunda posición y es colíder del campeonato gracias a un fútbol atrevido y vistoso que ha provocado que hasta la prensa internacional se deshaga en elogios al club y, también, al entrenador. Míchel, por fin, "tiene lo que se merece".