Cómo el Girona de Míchel transforma una ciudad "aburrida de collons" en un escaparate: "Lo notas en las tiendas, los bares..."
Una mañana en la ciudad del líder de LaLiga, donde se presume "sin chulería" de un equipo que aspira a todo.
El domingo, en la cama, entre incrédulos y felices, después de una histórica victoria en el feudo de papá, del Barça, en Can Barça. Y se levantaron orgullosos, todos, especialmente los niños camino del cole con la camiseta de sus ídolos puesta, porque el Girona es líder y la ciudad rebosa 'Orgull Gironí', eso que todos han tenido y tienen más que nunca y cuesta de explicar.
"Con los nervios del partido, costó dormir", reconocía el alcalde, Bernat Salellas, de la CUP quien, como Míchel, el técnico de los rojiblancos, ya se permite pensar en Europa. "Esta victoria nos enseña que este equipo puede ganar a cualquiera y puede aspirar a todo", dijo el de Vallecas y el alcalde aseguró que ver al equipo líder en solitario a estas alturas del campeonato "es un placer y un privilegio, una de las mejores promociones que se le pueden hacer a Girona". Explicó que había tenido una reunión con gente llegada de Liverpool y estaban al corriente de las gestas del equipo: "Es un escaparate al mundo". El alcalde reconoció que, pensando en la posibilidad de jugar la Champions, ha comenzado a hablar con Delfí Geli, presidente del club, para ver qué se puede hacer y no dejar a última hora una hipotética ampliación y adecuación del estadio a las necesidades europeas.
Marta Madrenas, alcaldesa de la ciudad de 2016 a 2023, asegura que los gerundenses siempre estuvieron muy orgullosos de ser de Girona, pero admite que con la explosión futbolística "nos hemos dejado ir un poco, aunque seguimos sin chulear, porque no va con nosotros. Nunca fuimos muy chulitos y no lo somos ahora, pero estamos muy orgullosos".
La abogada asegura que ese "Orgull Gironí" se sustenta, "primero, en la humidad, el trabajo, y el esfuerzo. En eso, los gironins nos reconocemos". Y segundo, y muy importante, destaca el efecto que los éxitos del equipo que preside Delfí Geli ha tenido en la gente mas pequeña, en los niños: "Tienen unos referentes deportivos que antes no tenían. Se encuentran a los jugadores del Girona en los restaurantes, paseando con sus familias con el centro, y ven que son gente como ellos, y eso les lleva a querer ser así. Les pasa también con los chicos del básquet y con las mujeres del equipo femenino. Las jugadoras del Uni son un ejemplo sensacional para las niñas. Están construyendo una sociedad más deportiva y creo que debemos agradecérselo".
«Lo notas en tiendas o bares, es un tema recurrente»
Antes, deja una reflexión y admite que verse por encima del Real Madrid en lo alto de la clasificación ha mejorado el estado de ánimo de la sociedad local. "Sí, estamos un poco mejor gracias a eso. Lo notas en las tiendas o en los bares. Es un tema recurrente de conversación". Así que concluye: "El efecto del Girona en la ciudad es muy positivo".
Jordi Bosch, periodista gerundense, pregonero de la ciudad en el 2015, expresidente de Endemol Shine Iberia –la productora de Operación Triunfo- es el socio número 82. En el Girona jugó su padre y él tenía el carnet 200, "cuando éramos 400 socios". Trabajó haciendo los vestuarios del equipo, iba a los desplazamientos y volvía con la expedición. "El autocar paraba para que yo pudiera enviar la crónica a Ràdio Girona", se ríe. Recuerda los partidos en el viejo estadio, "cuando en el descanso salíamos del campo a por el carajillo los mayores y el cacaolat los críos, los partidos en Preferente... No iba ni dios al campo, aquí había dinero y la gente se iba a ver al Barça o el Espanyol". Dice que de aquellos años guarda un ídolo: "Paco Flores, un 9 de una fuerza tremenda que jugó cedido por el Espanyol".
"Eso del Orgull Gironí era casi una pose, más que otra cosa. Esta comarca es un territorio curioso, un triángulo limitado por el mar, los Pirineos y otro país. Girona siempre tuvo vocación administrativa, como Olot, industrial, y Figueres miró a Francia y se dedicó a la restauración. Así que para qué negarlo, Girona, como capital, siempre fue aburrida de 'collons'. Venías, hacía la gestión y apa, adéu", dice alguien que en verdad siempre supo vivir bien y que mientras te cuenta su visión de la ciudad en la que nació en 1959, justo después de comer, el día antes del partido contra el Barça, se está fumando un Cohibas Vejica 53 imposible de encontrar.
La vam fer tan grossa ahir que volem tornar-ho a veure! 😜 pic.twitter.com/1VtQiZ2Yt4
— Girona FC (@GironaFC) December 11, 2023
"A Girona últimamente le sirvió de reclamo la gastronomía y ha descubierto que el fútbol tiene un gran poder de atracción. Y que las dos cosas funcionan, como le sirvió en su momento a San Sebastián, hace unos años. Ibas al partido con el Barça y reservabas en Arzak. Perfecto". No olvida el año que entró en fase de acreedores, con un presidente, Josep Delgado, buscado per la Interpol, ni la llegada de Jaume Roures y Pere Guardiola. "La gente local había tirado la toalla, el día del Lugo que nos quedamos a punto de subir, y yo creo que se dijo 'basta'. Y nos salvaron ellos. El campo estaba hecho una mierda, la grada preferente cerrada... Habíamos perdido una generación de abonados... Y mira, ahora vas al campo y hay gente de bien en la grada", se ríe.
Del City a los chuchos preferidos de Puigdemont
Cree que el contagio del City es importante: "Ferran Soriano ha aportado organización, seriedad, inteligencia, mirada futbolística, profesionalidad, los jugadores saben quien paga, y quieren venir; los entrenadores saben, son serios... La presencia del City nos da esto. No somos una sucursal, somos una idea, un club discreto que hace ruido. No hay floreros. La gente no está para hostias". Un estudio de la Cambra de Comerç de Girona cifró en 40 millones el impacto económico del ascenso a Primera División. Pere Cornellà, presidente de Pimec Girona, en unas declaraciones al diario La Información, aseguró que el Girona, además, fomenta el deporte de base: "Es un valor intangible para la ciudad, funciona como efecto llamada y especialmente beneficia a la hostelería y al sector hotelero". En un estudio realizado en abril del 2018 por esa misma cámara, 14 de 19 equipos visitantes llegarían a los partidos recorriendo no menos de 700 kilómetros, por lo que en teoría deberían hacer noche en Girona o en la comarca, dejando un gasto de media de 275 euros, entre otras cosas porque el 100% de los visitantes realizarán, al menos, una comida en Girona. Calcularon que los medios de comunicación movilizarían 3.000 personas con un gasto por cabeza, mínimo de 100 euros. Ese sería solo el impacto sectorial directo.
"Es un valor intangible para la ciudad, funciona como un efecto llamada y da beneficios"
Presidente del PIMEC GironaSituado en el centro de Girona, en el carrer del Pou Rodó, en el corazón del barri vell, delante de la Iglesia Sant Félix, el restaurante Mimolet es ya un clásico de la ciudad. Funciona desde octubre del 2015 y desde hace dos años, en su comedor privado, han comido Florentino Pérez, Laporta y todos los presidentes de los clubes que visitan Girona. Evidentemente, el sábado de hace dos semanas, la delegación del Valencia fue directamente al campo y el recibimiento protocolario se dispensó en la zona VIP, una especie de carpa situada fuera del estadio, aprovechando lo que antes era el párking para la prensa. Las instalaciones son las que son, dan para lo que dan, así que el club trabaja con los medios que tiene, "mucho cariño y mucha imaginación", dice uno de los empleados que atiende a las puertas de ese recinto.
Es absolutamente imposible comer mal en Girona. En Girona giras una esquina y te das en la nariz con una estrella Michelin. En la demarcación de Girona hay 18 estrellas Michelín repartidas entre 15 restaurantes, si los datos no fallan. La relación del restaurante de Xavi Garcia con el club comenzó el día que le invitaron a organizar la cena de los patrocinadores. Acababa de abrir el local y, según explica, antes de entrar al campo se sintió en deuda: "Yo no tenía dinero para ser patrocinador, pero le ofrecí colaborar dos temporadas sin pedir nada a cambio". El Girona estaba en Segunda: "Nos dimos la mano y hasta hoy".
Resulta que el equipo subió a Primera y él, que era vicepresidente de la federación de hostelería, también ascendió: fue elegido presidente. Dice que Girona "siempre fue de Primera gastronómicamente" y que resulta "muy difícil cuantificar el impacto que tiene el equipo en la ciudad, pero es evidente que lo tiene. El fútbol mueve dinero y marca. Sin duda, nosotros, los empresarios de la hostelería, estamos encantados". Y razona al hablar del 'Orgull Gironí': "Creo que siempre fuimos una ciudad un poco acomplejada, que no se ha creído nunca de verdad su potencia. Era muy bien parida, pero no éramos conscientes. Ahora creo que nos lo creemos. Pero sin chulería, con humildad. Gracias al Girona nos lo estamos creyendo", dice.
"Creo que éramos una ciudad un poco acomplejada, pero ahora nos lo estamos creyendo"
Dueño del Restaurante MimoletHace 14 años que Albert Bassas es el speaker del club. Periodista, cree que el club le ha contagiado a la ciudad la tozudez de no bajar los brazos: "Somos tozudos, lo intentamos, lo intentamos y volvimos a Primera. Y yo creo que la ciudad le ha dado al club el orgullo de pertenencia". Resume: "Nos lo estamos pasando muy bien y creo que ya nos lo creemos".
Sentado en la terraza del Konig, otro clásico de la ciudad, Stuart Robson, el comentarista de ESPN, se pide una cerveza y se come un chucho, el típico pastelito de la ciudad, el mismo que semanalmente recibe Carles Puigdemont en su exilio belga. Acaba de terminar el partido contra el Valencia, es la primera vez que viene a Girona y está encantado. De la calle Calderers baja una riada humana, vecinos que como cada sábado por la tarde salen de paseo. Al que fuera central del Arsenal y del Coventry le fascina el pastelito. "Montilivi me ha recordado al viejo estadio del Watford. Me gusta cómo juega este equipo. Y me gusta esta ciudad", dice antes de pedir la segunda ronda y brindar con el resto del equipo, Edu, Rob, Ricardo –uno llegado de Miami, el otro de Londres, el tercero de Nueva York- y Albert, el guardaespaldas, madrileño de nacimiento. Robson levanta su cerveza y lanza un brindis: "Por el Girona. Y por Girona".