Mendilibar y Del Cerro dejan al Valencia al borde de un ataque de nervios

El efecto José Luis Mendilibar ha sido medicina para el Sevilla. Siete puntos de nueve posibles con el entrenador vasco y el conjunto sevillista, que llegó a temer con el descenso, ha sacado la cabeza e incluso tiene ese sueño del jueves en la Europa League. Todo lo contrario se respira en Mestalla. Ese aire que otorgaron Rubén Baraja y Carlos Marchena, dos ídolos del mejor Valencia, se ha desvanecido en las últimas semanas y este Valencia sigue hundido en los avernos. El gol de Badé, tras un mal despeje de Moriba, le cambió el panorama al partido; el 0-2 de Suso sentenció el partido y puso el foco en una grada soliviantada una vez más contra su dueño.

Nada sonríe al cuadro ché. Ni siquiera el VAR, ese invento que vino a ayudar al fútbol y que ha acabado desquiciando a todos los aficionados. Avisó Estrada Fernández a Del Cerro Grande sobre unas posibles manos de Fernando, pero el madrileño, tras revisarla en la pantalla, se reafirmó en su idea inicial de no señalar penalti. Lo que hubiera sido lógico en otros tiempos ahora es difícil de entender hasta para los profesionales. En una temporada que ha tenido decisiones de todos los colores se comprende el enfado del público valencianista. Y también que los sevillistas respirasen aliviados, después que también hayan sufrido anteriormente los estrambotes arbitrales. Que levante la mano el que no tenga nada que reclamar. Al final, tres puntos de oro para el Sevilla, que se aleja a ocho puntos de una zona de descenso que marca el propio Valencia, que, además, perderá a Moriba para la próxima jornada por esa dura entrada sobre Bryan Gil que le costó la expulsión.

La receta de la sencillez se ha demostrado una vez más que es la mejor cuando se tiene materia prima. Mendilibar, con un libreto de sobras conocido en el fútbol español, llegó al Sevilla para poner coherencia. Y con eso le ha bastado para espantar los fantasmas del descenso, con el que algunos tenían pesadillas hace bien poco. Dos triunfos como visitante en LaLiga más el empate en inferioridad con el Celta, a lo que se añade esa igualada ante el Manchester United en la Europa League. Cuatro partidos con el sello del entrenador de Zaldibar, que ha ordenado al conjunto sevillista para que salgan a relucir sus virtudes y tapar sus defectos. Eso que parece tan fácil de conseguir, pero que otros se empeñan en complicar.

Y seguro que el de miles de valencianistas. La imagen de Carlos Soler presenciando el partido en Mestalla sirve de ejemplo de la pérdida de relevancia de este Valencia. Un ejemplo de compromiso dentro y fuera del campo que finalmente se acabó marchando al PSG ante las promesas incumplidas por parte de la dirigencia. Todo un ejemplo durante su etapa como valencianista, en su día libre cogió un avión y fue a apoyar al equipo de su vida. En un fútbol moderno donde la fidelidad aparece como un concepto olvidado, jugadores como Carlos Soler deben ser referentes que no deben perderse. Aunque a Lim, como en tantas otras cosas, tampoco le importe demasiado todo aquello que no suene a dinero.

Para montar un equipo de fútbol son necesarios defensas que conozcan el oficio y el central francés lo lleva dentro. Pocos quedan ya en el Sevilla que duden sobre que Badé ha supuesto una mejora en esa zona que tantos quebraderos de cabeza le había dado a los técnicos desde las ventas de Diego Carlos y Koundé. Secando por completo a Cavani, del que sus tiempos de mayor gloria ya pasaron, e incluso convirtiéndose en protagonista del primer gol sevillista.

Mendilibar le concedió descanso en Old Trafford pensando en esta final de Mestalla y Badé respondió con un partido de altísimo nivel. Con Gudelj primero o Marcao después, la solidez sevillista tuvo en el defensa francés a su principal exponente. Y nadie se explica que en diciembre cuando llegó a la capital hispalense lo hiciera inédito en el Nottingham Forest. Las cosas del fútbol.

El asunto arbitral necesita una revisión de todos los colectivos a final de temporada. Ya lo han pedido los clubes, que quieren más independencia, pero debe ser una cuestión en la que deben estar de acuerdo todos los estamentos. Alguien debe explicar cómo se va a aplicar el reglamento durante una temporada completa y que, al menos, la mayor parte de los actores lo entiendan. En otros tiempos esa mano de Fernando no debería generar debate, pero ahora es diferente. Lo que se vio hace dos semanas en otro campo, o lo que se verá de aquí a final de campaña, genera agravios. Como también mostrar amarilla a Ocampos sin que el árbitro señalase la falta hasta 20 segundos después, en una acción similar a la de hace una semana con Pape Gueye.

Se supone que el VAR llegó para ayudar a los árbitros, pero lo que está generando es más confusión. La herramienta es positiva, y así lo entiende la mayor parte del mundillo futbolístico, pero su aplicación sí que está generando discordia. Y es que uno ya no sabe lo que puede pasar dentro de un partido ni siquiera atendiendo a los precedentes. Vaya lío.

Paciencia infinita la que llevan teniendo años en Mestalla. Con un dueño a miles de kilómetros y al que no le importa lo más mínimo ese sentimiento valencianistas que demuestran sus aficionados en cada partido. "¡Lim, go home!", se lee en esas pancartas cuando también se escucha el 'Lim, vete ya'. ¿Qué te ha hecho esa hinchada para semejante castigo, Peter? Una entidad que ha visto a jugadores de talla mundial a lo largo de su historia y que ahora tiene que aplaudir a futbolistas que jamás pensaron que podrían llevar ese escudo.

Pidió Baraja que Mestalla le metiese una marcha más a su equipo y así fue durante muchos minutos. Nada se le podrá reprochar al comportamiento de la afición valencianista, que ha entendido el duro momento por el que atraviesa su equipo. Qué lejos quedan esos sueños de principios de temporada y qué dura realidad la que tienen que afrontar Baraja y Marchena, dos ídolos que se han puesto al servicio de su club para intentar mantenerlo donde merece.