Échenle la culpa a Monchi, que ya no está
Al Sevilla de los conflictos institucionales, divisiones sociales y problemas deportivos sólo le faltaba que LaLiga ofreciera el dato de moda de su límite salarial para terminar de encender al sevillismo. Explicarle al aficionado de a pie que un club que presumía de gestión y de un campamento base en la Champions ha perdido el 99% de su capacidad de gasto para la plantilla deportiva en un solo año se convierte en un imposible. La maquinaria de buscar excusas y culpables, tan proclive en los clubes cuando las cosas no funcionan, se pone en marcha. De Del Nido Benavente a Monchi pasando por cualquiera que estuviera por allí, pero siempre lejos del actual puesto de mando. "¡Que yo sólo llevo ocho meses!", les dijo Del Nido Carrasco a los peñistas…
La realidad es que el Sevilla lleva un año y medio tomando malas decisiones, una detrás de otra. Sólo repasen esa escena del documental de Netflix y LaLiga -quizá lo mejor de lo captado en muchas horas de grabaciones- para entender cómo se desmonta un equipo que había sido campeón apenas unas semanas antes con un entrenador como José Luis Mendilibar. Una errática política deportiva te acaba envolviendo en la ruina económica y en esas dificultades para confeccionar una plantilla de nivel.
Si Monchi, el mago de San Fernando y de las vitrinas llenas en Nervión, no estuvo fino en esa detección de talentos en su última época, tampoco todas las miradas se pueden centrar en un director deportivo que se marchó hace 16 meses. Si Nianzou, Marcao o Januzaj -por señalar tres de los fiascos- vienen penalizando al club en sus balances, también es cierto que Monchi dejó a un Sevilla de Champions tras ganar una Europa League -calculen ingresos y revalorizaciones- y con una serie de jugadores que todavía hoy siguen siendo la tabla de salvación en forma de traspasos. Bono, En-Nesyri y Ocampos han sido las últimas ventas de este Sevilla, con casi 50 millones de euros recaudados, que podrían haber sido más si las decisiones con otros como Acuña o Rafa Mir hubieran sido más diligentes. Y todavía queda otros como Badé…
Apuntar al que no está siempre es lo más sencillo, pero también es hacerse trampas al solitario. Destituir a Mendilibar para fichar a Diego Alonso y quedarte fuera de la Champions o de la repesca de la Europa League supone una losa mayor que un mal rendimiento deportivo de un futbolista en particular. No manejar los tiempos para las salidas de jugadores, como sucedió en los mencionados casos de Acuña, Mir o el propio Ocampos, también penaliza. Como también tener un agujero defensivo y que sólo Sergio Ramos -no hace falta recordar cómo- haya reforzado esa posición en tres mercados o dar largas a Quique Sánchez Flores, el único que puso cordura en este tiempo para al menos evitar problemas mayores.
Precisamente, el madrileño habló de "escenario catastrófico" hace unos meses para referirse a la situación del Sevilla y algunos se dieron por ofendidos. Ahora han sido Javier Tebas y LaLiga quienes han enseñado lo que se le avecina a este Sevilla de recortes. Un límite salarial superado en más de 107 millones de euros implica un panorama oscuro para el futuro más inmediato. Y si encima el infierno son los otros, salir del atolladero se tornará en casi una quimera. La solución, como casi siempre en el fútbol, pasa por ganar partidos, dejando los egos y los pretextos a un lado, aunque esto siempre es más sencillo si los encargados de llevar la brújula tienen marcado un camino.