"Pensé que Beckham y yo íbamos a morir como Lady Di, llegamos a contratar a dos exespías de Fidel Castro"
Hace 20 años de la llegada del inglés a Madrid. Andy Bernal, su 'sombra' en esa etapa, relata en Relevo aquel acoso sufrido.
"Llegué a pensar que David y yo íbamos a morir como Lady Di". David es Beckham y quien habla al otro lado del teléfono, con un perfecto castellano, es Andy Bernal, asesor, ayudante, traductor y, más veces de las que hubiera deseado, guardaespaldas del inglés cuando fichó por el Real Madrid hace exactamente 20 años. Lo que sucedió el 1 de julio de 2003, nada más aterrizar en la capital de España, y un día después, en el viejo Pabellón Raimundo Saporta, fue un presagio de todo lo que vendría después.
Tras las contrataciones de Figo (2000), Zidane (2001) y Ronaldo (2002), Florentino Pérez recibió al cuarto as de su póker de galácticos, Beckham, y la ciudad se convirtió en una película de acción: persecuciones en moto, periodistas infiltrados en un hospital y escondidos en un hotel, dispositivos de seguridad a la altura de operaciones militares, niños burlando todos los controles... Sólo faltaba el furgón con el dinero esperando a la vuelta de alguna esquina. "Cuando le visteis ahí, sonriente, con el traje azul y la camiseta del '23', ya habíamos sufrido lo nuestro. Lo de los paparazzi fue... Es que es difícil encontrar las palabras precisas", confiesa Bernal. Pero durante su conversación con Relevo las localiza. Su relato contiene tanto realismo y tensión como una pintura de Hopper.
Repasando su biografía, se puede concluir que ha tenido cuatro vidas. La primera fue alumbrada hace 57 años en Canberra (Australia), donde emigraron su padre, zamorano, y su madre, palentina. Allí se hizo un hueco en el fútbol y metió su nombre en la historia del país: fue el primer australiano en jugar profesionalmente en España. Con 20 años le fichó el Sporting de Gijón, aunque antes estuvo en el radar del Real Madrid. "Yo era un central marcador. Con 18 me enfrenté a ellos en un torneo Sub-20 en Alemania. Del Bosque era el entrenador. Él me vio y me invitó a incorporarme a su equipo. Al final, por unas cosas y otras, terminé en Gijón. Era 1985 y el Sporting era un equipo importante", explica.
Por aquel entonces, a cada club solo se le permitía alinear a dos jugadores extranjeros. Eso perjudicó a Bernal a la hora de hacer carrera en Primera puesto que entre un adolescente prometedor y una estrella establecida, el entrenador siempre escogía al segundo. El Sporting le cedió al Albacete ("El técnico era Pachín, me quería mucho") y al Xerez. Al tener doble pasaporte, australiano y español, la amenaza del servicio militar fue otro de los motivos por lo que decidió marcharse. Se fue a Inglaterra: "Me fichó el Nottingham Forest de Brian Clough. Luego tuve un lío con el visado, me volví para Australia y acabé regresando a las Islas para jugar en el Reading".
Es a esa última etapa (1994-2000) a la que hay que acudir para hallar el inicio del vínculo con Beckham. "Había jugado contra su Manchester United varias veces. Pero la relación profesional surgió casi de casualidad. Tenía una amiga en el Reading que conocía al agente de David, Tony Stephens. Empezamos a hablar. Yo ya estaba llegando al final de mi carrera. Un día me cogí el tren a Londres y fui a su oficina. Conversamos y me acabó dando trabajo como asesor. Mis primeros dos años los dediqué a viajar por España e Italia para crear relaciones con los equipos", detalla.
La agencia, SFX, creyó prioritario contar con una suerte de delegado en España, joven, dispuesto y con dominio del idioma, debido a la buena nómina de jugadores que la empresa podía colocar en la Liga (Beckham, Owen, Heskey, Gerrard, Woodgate...). Así, cuando el 17 de junio de 2003 se consumó el fichaje del cuarto galáctico de Florentino (25 millones de euros), se le consideró como la persona idónea para acompañarle en su aventura en el Real Madrid. Comenzó así a transitar su segunda vida, la de millones, glamour y vigilancia extrema.
Persecuciones, exespías, comandos y un espontáneo
A las 13:00 horas del 1 de julio de 2003, Andy Bernal aterrizó junto a David Beckham y todo su séquito en Torrejón de Ardoz (Madrid). Directamente se trasladaron a la Clínica La Zarzuela para que el centrocampista pasara el reconocimiento. Después de más de dos horas de exámenes, el jefe de los servicios médicos del club madridista, Alfonso del Corral, pronunció a la Prensa el protocolario "está en perfectas condiciones para jugar". La expectación era grande y la obsesión por conseguir la mejor imagen del inglés, desmedida.
Hubo periódicos que se hicieron con los servicios de motoristas curtidos en el Tour de Francia para ser la sombra del futbolista durante su estancia en la capital. E incluso algún periodista tuvo la ocurrencia de simular una enfermedad, acudir a Urgencias de La Zarzuela para colarse en las instalaciones médicas y procurar un acercamiento a Beckham. "¿Sabes qué? Es muy complicado encontrar las palabras exactas para describir esa locura. Era como una película de James Bond", apunta Bernal.
Al día siguiente, 2 de julio, la locura se intensificó. Más de 500 informadores y 46 cámaras de televisión de los cinco continentes dieron cuenta de la presentación de la estrella. Vestido con traje celeste, camisa blanca y la melena rubia recogida como un samurai, Beckham apareció sonriente. Con Di Stéfano a su derecha y Florentino a su izquierda, posó con su nueva camiseta y su nuevo dorsal (el 23, un guiño del márketing al mito de Michael Jordan). Y, por fin, habló: "Ladies and gentlemen. Formar parte del Real Madrid es un sueño hecho realidad. Muchas gracias y ¡Hala Madrid!". La BBC, en Inglaterra, y la CNN, en Estados Unidos, ofrecieron en directo el acto y, minutos después, el atrevimiento de un niño descarado y descamisado que se saltó el cordón de seguridad para abrazar al británico cuando éste daba los primeros toques a un balón en el césped de la extinta Ciudad Deportiva.
"Fue el instinto de un chaval, no hubo ningún problema. Buscó una rendija y por ahí se coló. Estuvo bien. David le abrazó y le regaló su camiseta", recuerda Bernal. También guarda buen recuerdo el pequeño, que hoy es hombre. Alfonso López tiene ya 31 años. Aquella no fue su primera acción de escapismo; también se encargó de romper los protocolos en la presentación de Ronaldo, un año antes. Dos décadas después, vive en Castuera (Badajoz), se gana la vida como repartidor y conserva como oro en paño la prenda de Beckham.
Andy Bernal ríe al rememorar la travesura de Alfonso. Un paréntesis entrañable en medio de "un acoso brutal de los paparazzi". "Nos seguían las 24 horas, dormían fuera del hotel, dentro, motos, coches... Ya el primer día en Madrid pasó por mi cabeza que David y yo íbamos a morir como Lady Di. Recuerdo hablar con mi madre por teléfono y decirle que todo ese lío me recordaba mucho a lo que ocurrió con Diana", expone.
"El día del primer entrenamiento de Beckham, nos persiguieron a 200 km/h; nada más llegar a la Ciudad Deportiva, David paró el coche y vomitó"
Beckham llegó a Madrid con su mujer, Victoria, y ambos convulsionaron la capital como dos fenómenos sociales. Él, figura deportiva y sex symbol; ella, Spice Girl e icono del estilo. Concentraban la atención de toda la gama cromática de la prensa y su día a día siempre estuvo marcado por un fortísimo dispositivo de seguridad. "Contratamos a dos guardaespaldas cubanos, exespías de Fidel Castro, también teníamos dos comandos de militares ingleses... Inspeccionaban debajo de los coches o apuntaban rutas de escape de emergencia. Era como un ejercicio militar todos los días. Al ir al entrenamiento y a los partidos. Nos venía un coche por delante, otro por detrás, una moto por aquí, otra por allí. Mil coches y motos de paparazzi y nosotros, con cinco o seis. Era muy difícil. Yo creo que ellos iban buscando la foto de un choque o un accidente. A cualquier sitio que nos desplazábamos, aparecían detrás. Se infiltraban dentro de hotel Santo Mauro, donde vivíamos… Recuerdo que el día del primer entrenamiento de Beckham nos persiguieron como a 200 kilómetros por hora y, nada más cruzar la puerta de la Ciudad Deportiva, David paró el coche y vomitó. A esa persecución hay que añadirle los nervios...".
Bernal confiesa que, como todo primer día en un nuevo trabajo, el inglés estaba atenazado, inquieto: "Venía de triunfar en el United y de ser capitán con Inglaterra, pero para él era un sueño jugar con Zidane, Ronaldo, Roberto Carlos o Figo. Además, no hablaba el idioma. Decía 'Hola' pero no mucho más. Yo intenté tranquilizarle. En muchos momentos fui su traductor. Siempre que él estaba con ellos, yo me encontraba a su lado. Lo deportivo, el vestuario, era la calma en medio de la jungla. Porque a David todos le querían y David quería al Madrid".
Su trabajo junto al nuevo galáctico duró menos de lo que fijaban las previsiones. A los pocos meses de acompañarle a España, Beckham decidió dejar la agencia SFX y unirse a la de su mujer. En ese instante separaron sus caminos y Bernal se precipitó a su tercera vida, una de tumbos y drogas.
"Casi me muero. Pero de esto no quiero hablar ahora, si queréis saber más, comprad mi libro", suelta como cebo. La obra, bautizada con el título Riding Shotgun: The Autobiography of the Original Wizard of Oz, ya está publicada en inglés y en los próximos meses verá la luz en castellano. En ella no solo narra su etapa futbolística y su labor como colaborador de uno de los futbolistas más mediáticos de la historia. También se adentra en la oscuridad de sus adicciones y, finalmente, en una cuarta etapa de renacimiento como miembro del cuerpo técnico del Central Coast Mariners australiano, con el que acaba de ganar la liga. "He estado muy mal. Me surgió esta oportunidad y no dudé en agarrarla. Parece que tantos años después la vida vuelve a sonreír...".