DANA EN VALENCIA

La DANA que inundó Bilbao y mostró al Athletic más solidario: "No había posibilidad de escape; no durmió nadie"

Andoni Goikoetxea revive la gota fría (DANA) que inundó gran parte de Bilbao y sus alrededores durante la Semana Grande de 1983, arrebatando la vida a más de 30 personas.

Un coche rodeado de escombros en el centro de Bilbao en 1983. /ARCHIVO
Un coche rodeado de escombros en el centro de Bilbao en 1983. ARCHIVO
Jonathan Ramos

Jonathan Ramos

Las imágenes que ha dejado la DANA a su paso por toda la Comunidad Valenciana estremecen el alma a cualquiera, y tocan muy de cerca a más de un bilbaíno. Ni los casi 500 kilómetros de distancia que separan ambas ciudades son suficientes para paliar el ansia y la angustia que ha vuelto a aparecer en la memoria colectiva de Bilbao.

El fenómeno meteorológico que ha devastado todo el litoral valenciano no es ajeno para los habitantes de la capital vizcaína, ellos lo vivieron en sus propias carnes en 1983. Por aquel entonces nadie hablaba de DANA, pero sí de 'gota fría'. Una denominación para las inclemencias del tiempo que, de la noche a la mañana, dejaron la a la ciudad de Bilbao convaleciente.

La semana más festiva del año para los bilbaínos, Aste Nagusia (Semana Grande en euskera), se tornó en la mayor catástrofe de Euskadi hasta la fecha. A escasas horas de celebrar el txupinazo y su fin de fiestas, la ciudad despertó gris, llena de barro y con unas inundaciones que se llevaron la vida de más de 30 personas. Lo que empezó como una mañana de fiestas pasada por agua el 26 de agosto, se convirtió en una pesadilla la madrugada de ese mismo día. Coches apilados por culpa de las corrientes, piedras que destrozaron edificios y una altura del agua que dejó sumergido todo lo que estuviese por debajo de los dos metros. Desde aquel entonces, Bilbao, como lo hará la Comunidad Valenciana, se convirtió en la ciudad que resurgió del barro.

"Recuerdo que estuvimos entrenando en Lezama [ciudad deportiva del Athletic] por la mañana y ya estaba lloviendo", arranca Andoni Goikoetxea, una institución en el club bilbaíno. El central nació en Alonsotegi, municipio vizcaíno situado en las laderas que vigilan el epicentro de Bilbao. "Volví a casa y los medios ya anunciaban que se había desbordado la ría de Nervión y el río Cadagua. Llamé a mis padres y mis suegros, porque el agua empezaba a llegar por los municipios cercanos", amplía.

Tanto el Nervión como el Cadagua discurren por la provincia de Vizcaya y nutren de agua a la ría de Bilbao, que desemboca en el mar Cantábrico. Ese desbordamiento fue solo el principio."Los coches estaban parados en las carreteras porque estaba lloviendo a mares", prosigue el que fuera central del Athletic entre 1975 y 1987. A eso de las 14:00 de la tarde se confirmaron los peores presagios: "El principal peligro era Bilbao, se desbordó la ría y todo quedó inundado. El miedo que teníamos se convirtió en realidad".

La semana grande más negra de la historia

Durante los años 80 Bilbao no tenía el colorido que luce ahora. Los Altos Hornos y las empresas de metalurgia decoloraron hasta el gris el cielo de la ciudad durante décadas y la ría bajaba por toda la villa teñida de marrón. Ese fatídico 26 de agosto de 1983 las aguas sobrepasaron su cauce natural y se llevaron por delante más de 30 vidas. "Todo lo que es el Casco Viejo quedó absolutamente inundado. Aparte de las perdidas humanas, fueron unos destrozos económicos terribles", rememora Goikoetxea.

Coches sepultados en lodo en el Casco Viejo de Bilbao en 1983.  ARCHIVO
Coches sepultados en lodo en el Casco Viejo de Bilbao en 1983. ARCHIVO

Las siete calles que componen el casco histórico de la ciudad quedaron sumergidas bajo un agua que arrastró consigo cantidades ingentes de lodo, rocas y escombros. Aún hoy, más de 40 años después, en el Casco Viejo se pueden observar las marcas de hasta dónde llegó el agua durante aquella catástrofe. Este detalle no solo es un recuerdo visual, sino también una marca que simboliza la tragedia y el dolor que sufrió la ciudad.

"Las marcas están ahí, son para el recuerdo. Cuando llueve mucho, la gente se pone alerta porque recuerda lo que pasó hace años, sabe que el peligro siempre está ahí", reflexiona el exjugador. Aquella plantilla del Athletic todavía tiene muy presente lo que ocurrió ese día. "Fue un proceso lento, pero sin piedad. El caudal, la subida de las mareas, todo se desbordó y no había posibilidad de escape", explica Goikoetxea.

«No durmió absolutamente nadie»

Ese 26 de agosto Bilbao se fue a la cama con la mitad de la ciudad inundada y con el miedo a lo que se podría encontrar una vez sonase el despertador. "La noche fue tremenda, no durmió absolutamente nadie", rememora el káiser con un nudo en la garganta. Él, como tantos otros, pasó toda la madrugada pegado a un transistor que parecía narrar una película de terror.

"La ciudad quedó absolutamente irreconocible por la mañana", revive. En Bilbao no se recuerda una mañana más triste que la vivida ese 27 de agosto. "Fueron momentos dramáticos, la gente salvándose como podía. Todos los comercios, las viviendas, los bajos... todo eso quedó destrozado y había que repararlo".

"La gente se puso en marcha. La solidaridad de la gente fue tremenda, cuando se supo el alcance, todos actuamos", explica Goikoetxea al ver las imágenes actuales de la provincia de Valencia y acordarse de la actuación ciudadana durante la riada del 83.

El Athletic más solidario se convirtió en el más ganador

El Athletic Club como símbolo de Bilbao no fue ajeno al dolor de la ciudad. La misma ría que la plantilla surcó con la primera Gabarra en mayo de 1983 para ofrecer el título de liga a la ciudad, fue la que trajo su mayor catástrofe ese mismo agosto. Una de las plantillas más gloriosas de la historia del club, liderada por Javier Clemente en el banquillo, Dani Ruiz-Bazán como capitán y con grandes nombres como Zubizarreta, Goikoetxea, Sarabia, Liceranzu, los Salinas o Luis de la Fuente entre sus filas, no se quedó de brazos cruzados.

"Recuerdo que jugábamos contra el Lech Poznan [Copa de Europa, 28 de septiembre de 1983] y teníamos una prima por ganar de 400.000 pesetas. Cada jugador donamos esa cantidad para ayudar con todos los daños que habían ocurrido. Era nuestra prima, la de todos los jugadores", desvela. Ese mismo mes, tanto Clemente, como entrenador, y Dani, como capitán, visitaron el Ayuntamiento de Bilbao para hacer efectiva una donación de más de ocho millones de pesetas.

"La imagen fue esa, Dani y Clemente en el Ayuntamiento. La donación caía por su propio peso. Nosotros, que hemos visto lo que era el Casco Viejo, que para nosotros es Patrimonio de la Humanidad, verlo destrozado y las desgracias de la gente... Donar no nos costó nada", prosigue Goikoetxea.

La plantilla del Athletic surca la ría de Bilbao en La Gabarra en mayo de 1983, antes de la riada de agosto.  ARCHIVO
La plantilla del Athletic surca la ría de Bilbao en La Gabarra en mayo de 1983, antes de la riada de agosto. ARCHIVO

Toda la plantilla pudo ofrecer el título de LaLiga a San Mamés el mismo día que eliminaron al Lech Poznan, para después hacer la donación. "Se notaba que había tristeza, que faltaba alegría", puede resumir el recuerdo de aquella noche europea en La Catedral. "No había alegría. Hubo que ir poniéndola, forzándola un poquito. Todavía recuerdo el minuto de silencio por los fallecidos", recapitula el autor de uno de los goles del mencionado encuentro.

Ese partido daría inicio a una temporada de ensueño que se selló con un triplete histórico: Liga, Copa y Supercopa, que en aquel entonces no se jugaba al haber ganado el trofeo liguero y la Copa. Tres títulos en menos de un año que sirvieron como bálsamo para una ciudad que estaba en plena reconstrucción. "La Gabarra de ese año fue triste por todo lo que ocurrió", menciona.

La temporada, que comenzó con una trágica riada que se llevó más de 30 vidas, terminó siendo la consagración del mejor Athletic de la historia. Por la misma ría que puso en jaque todo Bilbao hace menos de un año, surcaron victoriosos 24 futbolistas y un entrenador que devolvieron la ilusión a toda una ciudad que resurgió del barro.