ESPANYOL - CELTA

El Cruyff que "nunca alardeó de su apellido" y que jugó en el Espanyol y el Celta: "Él decía que era el primer Jordi de Cataluña"

Jordi Cruyff es uno de los futbolistas que han vestido de celeste y blanquiazul.

Presentación de Jordi Cruyff como jugador del Espanyol, en el Hotel Golf de Peralada. /Ajuntament de Girona / Txus Sartorio
Presentación de Jordi Cruyff como jugador del Espanyol, en el Hotel Golf de Peralada. Ajuntament de Girona / Txus Sartorio
Marc Mosull

Marc Mosull

"La primera vez que vi a Jordi Cruyff fue desde la grada del campo de la Montañesa, cuando él jugaba en el infantil de segundo año del Barça. Me pareció más bien pequeño y bajito, pero unos años después lo vi en un reportaje de TV3, porque ya estaba destacando mucho en el juvenil del FC Barcelona, y me impresionó su cambio físico. Estaba hecho un hombretón. Y fíjate luego la carrera que tuvo. Me acuerdo de contárselo cuando coincidimos en el Espanyol y de reírnos con la anécdota", relata el exjugador Àngel Morales, compañero del hijo de Johan Cruyff en su último año como futbolista en España, dos décadas después de convertirse en profesional.

A Jordi Cruyff (Amsterdam, 1974) a menudo se le juzgó por su apellido, pero si logró debutar y disputar más de 50 partidos con el primer equipo del Barça, marcando 11 goles, no fue por su padre. Tampoco que el Manchester United lo fichara en 1996. Precisamente, en el Reino Unido vivió la cara más amarga del fútbol. Lejos de los suyos, a Jordi le costó adaptarse a su nueva vida y, además, en lo físico tuvo muchos problemas y distintas operaciones que le apartaron de los terrenos de juego.

En ese contexto, recibió el apoyo de uno de los grandes amigos que le ha dado el fútbol, un Roberto Martínez que estaba jugando en el Wigan, un municipio a las afueras de Manchester. Ambos, por cierto, se saludaron por primera vez por la intermediación de Amor Montoliu, la entrañable madre del actual seleccionador de Portugal, que todavía hoy guarda una foto en la antigua habitación de su hijo, en su casa de Balaguer, de Cruyff y Roberto Martínez cuando eran juveniles del Barça y el Zaragoza, y todavía no se conocían. También posee una imagen de su hijo junto a Jordi, Solskjaer y Ferguson el día que el United levantó la Champions en Barcelona, tal y como se revela en el documental con el sello Informe Plus+ 'Roberto Martínez. El arquitecto de Bélgica'.

El fichaje de Cruyff por el Celta

Meses después de aquella noche histórica en el Camp Nou, Jordi Cruyff abandonó Old Trafford. "Su padre me dijo 'oye, habría que buscarle equipo porque allí no juega y tal' y hablé con el secretario técnico del Celta, Félix Carnero, que era un buen amigo. Y en enero del 99 lo llevamos para Vigo como cedido", desvela Josep Maria Minguella, que era su agente. "A sus padres siempre les preocupó el futuro de Jordi", añade el representante que anteriormente ya había negociado su salida del Barça con destino a Manchester.

Minguella no se acuerda, pero en el contrato del mediapunta, los red devils incluyeron una curiosa cláusula según la cual podrían recuperar al futbolista antes de final de temporada en caso de que el United tuviera tres jugadores lesionados durante más de 28 días. También se pactó una especie de derecho preferencial para el Celta en el caso de que quisiera quedarse en propiedad al futbolista más allá de junio, lo cual no sucedió.

"Es uno de los equipos que mejor juega de Europa", llegó a decir Jordi Cruyff cuando se oficializó su cesión al Celta, que en el momento de la firma del neerlandés, lideraba LaLiga por delante de Mallorca, Atlético de Madrid y Valencia. Eran otros tiempos. "Ese año teníamos un equipazo. Si te fijas, muchos de los futbolistas eran capitanes y grandes jugadores de selecciones importantes. Y estaban en el Celta. En el medio del campo jugaban Mazinho y Makélélé, de Brasil y Francia. Y luego estaban Mostovoi, Karpin, Revivo, Lubo Penev… más Goran Djorovic, el negro Cáceres y Juan Sánchez, que sin ser siempre titular metió más de 15 goles", analiza Tomás Hervás, centrocampista en ese equipo de ensueño dirigido por Víctor Fernández.

El principal hándicap de aquel primigenio EuroCelta, que jugó competición europea por segunda vez en su historia -cayó en cuartos de la UEFA contra el Olympique de Marsella tras eliminar al Liverpool- fue el fondo de armario. "Teníamos una plantilla un poco corta y eso nos penalizó al final", asegura Hervás. De ahí, el fichaje de Jordi Cruyff, que, paradójicamente, participó más bien poco. "Es que Karpin, Mostovoi, Revivo y Penev, que jugaban en la misma zona del campo, eran prácticamente inamovibles. Él estuvo bien, ¿eh? Rindió y aportó, pero era un equipo en el que era muy difícil entrar", confirma el exfutbolista de Ponferrada.

En el Celta solo disputó 291 minutos

Jordi disputó apenas dos ratitos en la Copa y ocho en la Liga, siendo titular solo una vez. La UEFA no la pudo jugar porque durante aquella temporada ya había participado en la Champions League con el United. En el Celta, marcó un solo gol. Fue en el campo del Oviedo con una gran jugada personal, de mucha habilidad y velocidad, tras aparecer desde segunda línea; una de sus grandes virtudes. "Personalmente, me cayó excelente. Se llamaba Cruyff y venía del United, pero era muy humilde y sencillo. Y muy buen compañero. Fíjate que solo coincidimos unos pocos meses, pero tengo un gran recuerdo de él", lo cierra el berciano Tomás Hervás.

A final de curso, Jordi volvió a Manchester. Jugó muy poco y en verano del 2000 se marchó del club y firmó con el Alavés como agente libre. En Mendizorrotza fue imprescindible en el mejor curso de la historia del conjunto babazorro, que encandiló a Europa y se quedó a las puertas de la gloria tras perder por 5-4 en la mejor final continental que se recuerda. El neerlandés, por cierto, anotó el 4-4 que forzó la prórroga. Dos años más tarde, en julio de 2003, regresó a Barcelona.

Un Cruyff en el Espanyol

"Sé lo que comporta haber vestido la camiseta del Barça y llamarse Cruyff para los socios del Espanyol, pero yo tengo claro que con mi trabajo debo convencer a todo el mundo", manifestó Jordi en su presentación como blanquiazul, celebrado en el Hotel Golf de Peralada, pues el equipo perico estaba realizando allí un stage de pretemporada. Llegó con la carta de libertad bajo el brazo, firmó por un año, con opción a otro más, y eligió el dorsal 14, el que popularizó Johan y el mismo que ya había lucido él en el Barça y el Alavés. "Mi padre no me ha dicho nada especial. Se alegra por mí, pero eso es algo privado. Mi futuro lo decido yo", también declaró el futbolista internacional por Países Bajos y Cataluña.

"El apellido pesa mucho, pero enseguida nos dimos cuenta de que era un chaval muy sencillo. A pesar de quién era y de su trayectoria, se integró con mucha facilidad. Le ayudó que tenía algunos excompañeros en el equipo", comenta Àngel Morales. Lo confirma Jordi Pérez, mítico utillero del Espanyol: "Al comienzo se juntó con la gente que conocía, y esos eran los ex del Barça, que teníamos muchos: Toni Velamazán, De la Peña... Luego ya se abrió más, e hizo buena relación con futbolistas como Álex Fernández y algunos de los veteranos".

Jordi Cruyff junto a Clemente en su presentación como perico.  Ajuntament de Girona / Txus Sartorio
Jordi Cruyff junto a Clemente en su presentación como perico. Ajuntament de Girona / Txus Sartorio

"En el mundo del fútbol está claro que es un apellido muy importante. Además, él había jugado en el Barça y el Manchester United… y pese a la combinación del apellido con su carrera, era uno más en el vestuario. No tenía ninguna actitud diferente al resto. No iba de estrella ni era el típico jugador al que no se le puede hablar ni tocar en los entrenamientos. No, no, todo lo contrario. Está superorgulloso de su apellido y de su padre, pero no es una persona a la que le guste alardear de su apellido ni de su carrera. Todo lo que consiguió es por su trabajo, nadie le ha regalado nada", recalca Carlos García, uno de los más jóvenes de aquel Espanyol.

Los que compartieron vestuario con él, compañeros y trabajadores del club, destacan por encima de todo su "disciplina, cordialidad y educación". También que "no tenía un no por respuesta" e insisten en que nunca utilizó ni sacó pecho por su apellido: "él era Jordi, no el hijo de Cruyff". Lo ratifica Ferran Corominas, que debutó ese curso con el primer equipo: "Yo tenía ficha del filial y apenas entrené con ellos dos o tres semanas, cuando estaba Clemente, y lo que más recuerdo en el plano personal es que era tío muy tranquilo y educado, sobre todo eso".

"De vez en cuando se acercaba a hablar con los más jóvenes y nos daba algún que otro consejo", afirma Carlos García. "Era llano y cercano. Y aquí se le trató muy bien. Recuerdo que a mí me llamaba Pérez, nunca Jordi, porque decía que él era el primer Jordi de Cataluña", rememora entre risas el exutillero del Espanyol, actualmente en l'Hospitalet. "Es verdad, era bastante bromista también", responde el central barcelonés, que actualmente es entrenador en Estados Unidos. Por cierto, a Johan no se le recuerda en Montjuïc ni en ningún entrenamiento viendo a su hijo. "Nunca vi a su padre, no iba", sentencia Pérez.

Un año negro en el Espanyol

"Tuvo una grave lesión y, quizás por eso, había perdido un poco su velocidad, pero veías que se había sabido adaptar y que entendía muy bien el juego. Tenía mucho gol. Solía actuar como mediapunta, pero alguna vez también lo hizo por banda. Llegando de segunda línea era muy bueno", desgrana García sobre un Jordi Cruyff que en el Espanyol disputó 30 partidos y marcó tres tantos. En lo futbolístico, lo que más le sorprendió al defensor catalán es su entendimiento del fútbol: "Corregía cosas en los entrenamientos, posiciones… tenía una comprensión del juego diferente".

"Fue un año durísimo, de mucho sufrimiento. Teníamos muy buena plantilla, pero no te sabría decir porqué el equipo no terminó de funcionar. La verdad es que tuvimos muchos lesionados. Yo debuté en el Bernabéu, con 19 años, porque Lopo y Soldevilla estaban lesionados. Y en mi primer día, en la defensa también estaba Dani Jarque, que tenía 20 años. Imagínate…", relata García sobre aquel año negro del Espanyol.

También fue muy complicado para Jordi. "Era un buen refuerzo y nos ayudó. Pero hay que decir que ninguno dimos el rendimiento que se esperaba de nosotros… si no nos hubiéramos salvado agónicamente en la última jornada", explica Morales sobre una temporada muy convulsa que inició Javi Clemente en el banquillo, al que cesaron tras el peor arranque en Primera de la historia de la entidad, y la terminó Luis Fernández, al que todavía hoy se le recuerda toreando con su camisa sobre el césped de Montjuïc tras alcanzar la permanencia contra el Murcia. Joan Collet, que era consejero, cumplió la promesa que le hizo a De la Peña y tras ese encuentro se rapó al cero, como Lo Pelat.

Son dos de las estampas más icónicas de la espinosa y sufrida temporada de aquel Espanyol en el que jugaba Jordi Cruyff, que al término de la campaña 2003-04 abandonó la entidad a causa de su mala relación con el técnico Luis Fernández. Pese a haber regresado años después al Barça, con cargos importantes, "nunca ha hecho una declaración incómoda ni fuera de lugar respecto al Espanyol", y sigue teniendo muy presente su etapa en blanquiazul. "Hace unos años jugamos un amistoso con L'Hospitalet en la ciudad deportiva del Barça y lo llamé. Él trabajaba allí y bajó a saludarme y estuvimos una hora hablando", lo zanja Pérez, que no Jordi, sobre el hijo de Cruyff que "nunca alardeó de su apellido".