Los cronistas del Real Madrid desvelan sus secretos: "Florentino me pidió que puntuase mejor a Figo, que era patrimonio del club"
Julián García Candau, Santiago Segurola, Juanma Trueba y Hughes cuentan los secretos de escribir las crónicas del club.
Ahora es diferente, porque cuando el Real Madrid juega se puede ver en todo el mundo, en televisión o desde el móvil. El aficionado, incluso el que es casual, sabe en tiempo real quién ha hecho qué, cuál ha sido el resultado o qué ha ocurrido minuto a minuto. La crónica del día siguiente, o de después del partido, sigue estando ahí, pero sus cifras de lectura son más bien bajas. No son muchos los que necesitan que les cuenten algo que ya han visto.
Hubo un tiempo en el que el cronista era el rey, uno de los puestos más codiciados en las redacciones. Los periódicos le daban máxima importancia al género, que es complicado, lleno de matices y vértigo. Ninguna característica básica del escritor puede faltar en el buen cronista, que no solo tiene que explicar el partido, sino que además lo debe hacer con estilo y con frecuencia escribiendo contra el reloj.
Explica esta evolución uno de los más grandes ejemplos de cronista de la historia reciente de España, Santiago Segurola: "Cuando el fútbol se hizo global, la posición del narrador fue diferente. Perdía esa condición de superioridad, de estar hablando desde una tribuna casi de privilegiado. Antes había un grupo reducido de periodistas que de alguna manera enfocaban los partidos, se los trasladaban a la gente de la forma que ellos veían el partido. La gente recibía todo eso y lo procesaba y le gustaba tal periodista o no le gustaba. Con el tiempo se produjo una situación de equilibrio entre el periodista y la audiencia, el espectador podía ver el partido y tener sus propias opiniones y lo que hacía era compararlas. Ya no era una relación tan vertical, sino más horizontal".
Segurola pasó por El País y por Marca, es uno de los transformadores del periodismo deportivo español y el primer nombre dicho por otro cronista, Juanma Trueba, cuando se le pregunta por sus referentes. Él, durante más de una década desde el año 2002, puso su escritura a las crónicas del Madrid en el As.
Trueba explica cómo terminó siendo el escritor del Madrid en el periódico. "Yo creo que todos en aquella época leíamos las crónicas de Segurola y yo, que soy muy aficionado al ciclismo, también leía las de ciclismo. Luego te fijas en mucha gente, pero yo creo que quizá mi originalidad venía porque no me fijaba demasiado, es decir, admiraba lo que hacían, pero tenía una inspiración personal que contó con el beneplácito siempre, o muchas veces, de la gente que estaba por encima de mí. Eso me dio una libertad para que las crónicas fueran como relatos muy personales, donde lo que sucedía en algunos casos pasaba a un segundo plano. Al final esto es gente que te va dando confianza y, como se dice ahora, te vas viniendo un poco arriba y vas creando cosas que son de tu propio estilo", relata.
Más raro fue el camino de Hughes, que terminó escribiendo durante más de una década las crónicas del Real Madrid en Abc, el periódico más antiguo de la capital, a pesar de no ser periodista deportivo. Él es el más reciente de todos los cronistas aquí consultados. "La crónica es un género periodístico que yo adoro y me parece muy complicado en los periódicos porque, claro, había una limitación de espacio para el papel y de tiempo. Había que meterlo en primera edición, había que ir rápido. Yo me abrí un blog por el 2013 o 2014. Yo era muy madridista, muy aficionado al fútbol, y había escrito sin ningún tipo de pretensión, de manera terapéutica. Luego me abrí un blog y hacía unas croniquillas del partido para pasármelo yo bien. Eso lo leyeron periodistas, les gustó y, cuando fui a Abc, me pidieron que hiciera las crónicas, específicamente las crónicas, junto con columnas de televisión y otras cosas. Escribir crónicas es una cosa mortificante que tiene muchas satisfacciones también", explica.
Julián García Candau es, dentro de la tribu de los cronistas, el patriarca. Ha pasado por decenas de sitios, desde el Ya hasta El Mundo pasando por El País y el As, donde fue director. Además del Madrid, asegura tener el récord de crónicas escritas de la Selección. Es decir, es la élite de la élite. "Hice partidos de España desde 1963, más de quinientos, perdí la cuenta", relata.
"Yo lo que he vivido es una etapa en la que, aunque uno tenga querencia por un equipo, no había esas pasiones que hay ahora, que se oyen en las radios especialmente, que la gente se declara por encima de todo madridista o atlético. Había menos pasión entre los periodistas. Eras de un equipo o de otro, como todo el mundo, pero a la hora de escribir se notaba bastante menos", cuenta el exdirector de As.
La relación del cronista con el equipo, en este caso el Real Madrid, da para mucho. "Yo siempre intenté que no se notara que era del Madrid, porque yo soy de esa otra escuela. Creo que el cronista tiene que tratar de ser ecuánime y no tomar partido. Además, cuando yo escribía quería que mi crónica saliese bien y me importaba poco o nada que el Madrid ganase. Yo estaba jugando mi partido", cuenta Trueba.
Hughes ha escrito muchas crónicas, pero para tratar de definir el género se busca como lector: "A mí me encanta coger un periódico y leer la crónica del partido. Para empezar, tiene que contar el partido, que yo creo que es importante, y desentrañar la médula del encuentro que es difícil, porque muchas veces tienes que escribir durante el partido y lo importante pasa al final. De alguna manera tiene que reflejar la cronología y tener una cierta proporción. Luego debe estar escrita con una cierta amenidad y con cierta corrección... que es muy difícil porque escribes con una gran velocidad y yo creo que la gente que escribe la crónica se las ve y se las desea para que haya una coherencia sintáctica, gramatical y no meter mucho la pata", señala el escritor, que quizá por eso, porque el deporte le gusta pero no ha sido su vida, puede ver algunas cosas con cierta distancia. No son pocos los que remarcan que, de un tiempo a esta parte, no se compite tanto por la calidad de la crónica como por la velocidad de la misma, ser el primero en publicar, lo que no deja de ser una pequeña perversión del oficio.
Ser lector antes que escritor es algo importante, porque no hay opción de tener un buen estilo escribiendo si la lectura no ha sido central en tu vida. Segurola cuenta por qué él terminó como periodista: "Mi padre era un ferviente lector de periódicos, había sido futbolista antes de la Guerra Civil. Y en mi casa leer el periódico era una especie como de rito sagrado. Se leía por orden jerárquico. Primero mi padre, que además dedicaba muchas horas a leerlo, luego mi hermano mayor, mi hermana y mi madre también. Yo era el último. A mí me gustaba mucho el deporte desde pequeño y me gustaba también leer las crónicas de los periódicos de Bilbao. Desde pequeño me gustaba el estilo de José María Múgica o José Ramón Basterra. También las crónicas de atletismo de Pedro Escamilla". En su dieta de lectura, un poco más adelante, entraron también los periódicos ingleses por cierta afinidad con ese fútbol.
Escribir rápido, contar todo y hacerlo bien, con corrección. Eso último es lo que más duele a Candau, que cree que por el camino nos hemos dejado buena parte de la precisión en el lenguaje, algo que debería ser innegociable. "Se cuidaba más el lenguaje antes, la gente no decía delante mía o detrás mía; la gente no consideraba que un señor alto fuese alguien de gran envergadura, que es algo que la gente no sabe lo que es. Había mucho cuidado con el idioma, yo creo que se escribía mejor, ahora lo que funcionan más son las redes sociales, las radios, las televisiones, y les da por decir que ahora no se ataca por el lado izquierdo sino por el zurdo. O que golpea al balón, cuando antes era golpear solo era válido para el boxeo".
La larga sombra del presidente
Ser cronista del Real Madrid significa también tener relación con el club y con sus directivos. Porque los periódicos, en los círculos de poder, se han leído siempre y se siguen leyendo. Eso implica también asumir cierta parte de enfado por parte de los que mandan, que tampoco se puede tener a todo el mundo contento.
"Lo que más generaba ruido y discrepancias eran las notas, no tanto lo que escribías en la crónica. Eso era muy mirado, muy visto. Recuerdo un año, que en la comida de Navidad del Real Madrid, estábamos saludando a Florentino Pérez, me estrechó la mano y me hizo una recomendación para que tratara de puntuar mejor a Figo, que le acababan de fichar. Lo hizo con amabilidad y yo, que era muy ingenuo, no lo tomé como una advertencia mayor que un comentario, solo un chascarrillo. Ahora, sabiendo de la dimensión que tiene Florentino, me hubiera asustado mucho más. Me dijo que era patrimonio del club, que a ver si le podía puntuar un poquito mejor", cuenta Trueba, que también comenta que otros textos del periódico, como las contraportadas, le daban más dolores de cabeza en este sentido que las crónicas.
Hughes trataba de abstraerse de todo, pero también analizaba lo que ocurría a su alrededor: "Como cronista mi influencia era escasa, hacer la crónica en Abc era un honor, pero no eres Manolo Lama. Digamos, eso sí, que hay una cierta irradiación. Lo que pasa con Florentino es que incluso cuando no hace nada mediatiza al periodista. Hay dos polos muy señalados, uno de un oficialismo muy grande, en el mourinhismo y el posmourinhismo, ha habido verdaderas competiciones por hacerle la genuflexión más grande a Florentino. Y luego, por otro lado, había un periodismo que identificaba el buen periodismo con meterle caña a Florentino y al Madrid. Y era una cosa muy curiosa porque dices 'bueno, no le pegamos a Nadal, no le pegamos a Fernando Alonso no le pegamos a Carlos Sainz... al Madrid todos los días'. Yo creo que lo importante es ganarte un poco la independencia de ti mismo. Yo, por ejemplo, siempre he sido florentinista desde cuando salió, pero también hay ciertas cosas que dices 'coño, hay algunos matices que hay que...'. Es saber encontrar un poco, situarte entre esos dos polos, en un justo medio. ¿Ser superior? Pues sí [ríe]. ¿Falible pese a todo? También. La dificultad es coger el tono".
Una línea de pensamiento parecida tiene Santiago Segurola, que no lo llama irradiación pero sabe perfectamente a qué se refiere Hughes con ese término. "A Florentino no le hace falta demasiado. Su presencia es ubicua, está en el cronista que escribe, en el director que dirige el periódico, la radio, la televisión, incluso los directores generales y los presidentes de los grupos de comunicación. Sabe que él pesa y que pesa más que nadie, la cuestión es cómo se enfrentan los periodistas ante esa sensación de poder y control que tanto le gusta a Florentino, y más en un momento de debilidad del periodismo, en un momento de debilidad económica. Siempre prescindido en mi cabeza de eso, lo he intentado y creo que lo he conseguido. Yo me equivoco muchísimas veces, creo que Florentino fue el primer presidente que ha entendido hacia dónde va un modelo de fútbol de consumo. En ese sentido, su apuesta y su visión se corresponde con lo que está pasando. Yo puedo estar de acuerdo o no, pero su mérito es indiscutible. Lo que también sé es que él es un personaje absolutamente obsesionado con el control, pero yo como periodista nunca he sentido que le deba nada a él, ni que deba temerle. Es un presidente de fútbol como los demás, dirige un gran club, sé de la trascendencia que tiene el Madrid, evidentemente escribir sobre el Real Madrid y ser Barça siempre te genera una responsabilidad grande porque la audiencia es enorme, pero creo que hay muchos periodistas que se han acostumbrado o que han decidido que Florentino es intocable y me parece que eso es un error gravísimo. Tiene enormes virtudes y grandes defectos, como todos. No pasa nada"
Sería absurdo, de todos modos, pensar que todo esto se resume en Florentino o lo inventó Florentino. Su mayor referente, Santiago Bernabéu, también leía las crónicas de los periódicos. Y si no le gustaban, no se callaba.
"A Bernabéu le sentaba muy mal. En una ocasión perdieron en Belgrado y por la noche no pudimos tomar el avión para volver. Al día siguiente llegó el avión de Iberia con los periódicos del día y con él los periódicos y las crónicas. Al leer mi crónica vino un directivo y me dijo 'Julián, vete al baño, que Bernabéu se ha enfadado mucho'. Y salió Bernabéu y dijo que como reacción ante las crónicas iba a pagar la prima a los jugadores aunque hubieran perdido. Recuerdo que Manolo Velázquez, que se sentaba delante de mí en el avión, se volvió y me dijo que lo disculpase, que era un señor mayor", explica García Candau, que a pesar de los pesares mantenía una buena relación con el histórico dirigente blanco.
La crónica no es lo que era, pero el género no va a morir. En el periodismo es importante contar lo que ha pasado, aunque ya todo el mundo lo sepa. Tiene, además, un valor documental, es el recuerdo de todos aquellos partidos que fueron.
Lo explica Hughes: "Se da cuenta uno de que se ha quedado algo antiguo, para un lector mayor, pero yo creo que, como todo el periodismo del papel, tiene un sentido casi de lujo. La buena crónica, personal, escrita como homenaje al género, se tiene que mantener, porque es un placer. Sin darme ninguna importancia, porque cuando estás en el estadio sabes que el que vende los cacahuetes tiene más importancia que tú, yo volvía a la hemeroteca a leer sobre partidos antiguos, y ahí las crónicas son fundamentales, porque los partidos se olvidan, quedan solo recuerdos fragmentarios, y que quede algo con una unidad es importante. Hay que valorarlo".
Larga vida a la crónica de fútbol.