PERIODISMO | SIXTO MIGUEL SERRANO

La voz de la Premier y el NBA2K huye del mundo: "Vivo en la montaña, no tengo WhatsApp, escucho ópera y tiro al blanco"

Retirado hace casi ya siete años del periodismo, se dedica a la vida contemplativa en una sierra recóndita de su querida región de Murcia.

Sixto Miguel Serrano, en una presentación del NBA2K. /
Sixto Miguel Serrano, en una presentación del NBA2K.
Mario Ornat

Mario Ornat

La primera vez que Sixto Miguel Serrano responde a la llamada de Relevo, el áspero zumbido de fondo revela que está de viaje. Quedamos en hablar más tarde. "Además, dentro de poco me voy a meter en una zona sin cobertura", advierte. Después descubrimos que —de un modo figurado y en cierto modo también real— Sixto Miguel Serrano vive sin cobertura. O no demasiado pendiente de ella, mejor dicho. Es una forma de resumir la personal singularidad de un periodista que le pone voz a un famoso videojuego, pero al mismo tiempo no usa la aplicación de mensajería instantánea cuyo nombre todos sabemos; desarrolló una extraordinaria carrera profesional sin abrirse un solo perfil en las redes sociales; y, cuando le planteamos mantener esta charla a través de una videollamada, pide un par de días de plazo para buscar asistencia de su entorno y disponer el operativo.

La larga conversación revela innecesaria cualquier inquietud: su espectacular disposición a la charla, la acumulación de experiencias profesionales transformadas en vivencias íntimas; el agradecimiento y devoción que transmite hacia los compañeros, deportistas y personajes que se ha cruzado en su vida profesional; y, sobre todo, la franca cordialidad desde el primer saludo hacen que a uno le apetezca hablar con Sixto Miguel Serrano aunque sea por correo postal o paloma mensajera.

Démonos un susto con el paso del tiempo. ¿Cuánto hace que te retiraste del periodismo activo?

El 31 de diciembre se cumplirán siete años desde que me acogí a una prejubilación voluntaria en Movistar+. Narré dos partidos ese sábado y otros dos el último día de 2017, que fue domingo: dos encuentros de Premier League que, como sabes, no sólo no para durante la Navidad, sino que hay más partidos. Los hice con mi buen compañero y gran amigo Guillermo García Uzquiano como comentarista.

¿Y a qué dedicas el tiempo libre, que diría Perales?

Ahí estoy, hago deporte, me gusta mucho la bicicleta. Vivo hace dos meses en plena montaña, en un parque natural de la región de Murcia, que es de donde yo soy. Sierra Espuña se llama: una zona muy bonita, llena de naturaleza. Por la noche se ve la luna perfectamente, se ven las estrellas, no se escucha un ruido, es una oscuridad absolutamente embriagadora y un silencio realmente pacífico. Y eso hago: ver series, ver películas, de vez en cuando voy a Madrid para trabajar en la colaboración con NBA2K... También practico el tiro olímpico. A mí me gustan mucho las armas. No soy cazador en absoluto, pero sí me gusta tirar al blanco. Ahora tengo tiempo de ir a disparar, de ir a practicar con pistola, con rifle, con escopeta. Nada de caza. A mí lo que me gusta es la puntería, la concentración, el tiro al blanco. Veo películas del oeste, escucho ópera, escucho a Juan Luis Guerra, todo tipo de música. Y tengo tiempo para mi familia, para mis seres queridos.

¿Lo tenías pensado o ha sido algo repentino?

Yo siempre supe que valía para este tipo de vida. Nací en Murcia y viví los 18 primeros años de mi vida en Murcia capital. Pero después me fui a Madrid a estudiar Periodismo y empecé a trabajar enseguida, alternando la carrera con el trabajo. Sin remuneración los primeros años, pero eso me permitió meter la cabeza y coger experiencia. He viajado muchísimo, por asuntos profesionales y porque me ha encantado, y he vivido en Madrid 42 años más o menos. Una gran ciudad en todos los aspectos, pero siempre quise volver aquí: mi gran amigo Andrés Montes me decía que, aunque llevara toda la vida en Madrid, yo nunca me había ido de Murcia. Como David Russell, aquel mítico jugador que formó pareja con John Pinone en Estudiantes: vivió cinco años en Madrid pero nunca se fue de Nueva York. En sus relojes siempre llevaba la hora de Nueva York. Pues a mí me pasaba algo parecido.

“Retirado en la paz de estos desiertos”, escribió Quevedo...

Aquí pasan los días y no se escucha absolutamente nada. Oyes de vez en cuando a las águilas, los jabalíes que bajan por la noche a buscar comida, zorros, gatos monteses, muflones del Atlas o arruis, como les llamamos aquí. Hay mucha naturaleza, mucha paz, mucha tranquilidad. Esta zona en la que vivo está además ligada a Sebastián, mi abuelo materno, que vivía en un pueblecito cercano. Y aquí estoy, viviendo en este tramo final de la vida: no sé cuánto me quedará pero calculo que ya estaré por lo menos en el minuto 30 o 32 de la segunda parte. Cada 15 días, eso sí, salgo del retiro para ir a la Nueva Condomina a ver al Murcia. Que no ganamos nunca en casa, pero bueno...

Digamos que a ti nunca te atrapó la velocidad del mundo digital. ¿Cómo se escapa uno de ese vértigo siendo un periodista muy conocido y sin que las empresas te obliguen a participar?

Ese mundo nunca me sedujo nada. Lo respeto absolutamente, todos mis compañeros con los que trabajaba en Movistar+ tenían Twitter y otras redes sociales. Y a mí me decían que me abriera cuentas, que había gente que quería interactuar conmigo. Pero nunca me ha llamado la atención. No tengo ninguna red social, no tengo ni WhatsApp. Sigo tirando del móvil tradicional para llamadas y de vez en cuando algún SMS. Con eso me ha bastado y me ha sobrado en mi carrera profesional. Y ahora que estoy viviendo en las montañas con el oso Yogui, pues lo necesito mucho menos. En mis últimos años en Movistar+ a la dirección sí le interesaba que toda la gente que salíamos en pantalla y estábamos en contacto con los aficionados tuviéramos redes. Todos mis compañeros las tenían e interactuaban durante los partidos. Pero yo creo que, como me conocían y sabían cómo era, siempre me respetaron y ni siquiera me sugirieron que me abriera una cuenta.

En varios momentos a lo largo de la conversación, Sixto se refiere a los que fueron sus compañeros a largo de las distintas etapas de su carrera. Y, de manera invariable, cada vez hace un inciso y entonces las respuestas se arquean sobre sí mismas como un gran meandro, que crece con cada nombre, cada medio y cada recuerdo. Hasta conformar un torrente de agradecimiento, reconocimiento y cariño hacia cada uno de ellos. En la conversación aparecen primero su "hermano", el fotógrafo Fernando Laura, y José María Arolas, quienes lo acompañaban en aquellos viajes de pioneros a Estados Unidos, cuando visitar el baloncesto profesional norteamericano era como viajar a otro planeta. Al final, uno acaba pensando que a esta entrevista debería seguirla un gran reportaje titulado "Yo trabajé con Sixto Miguel Serrano".

Pones muchísimo énfasis en el recuerdo a tus compañeros. A muchos compañeros. ¿No era el periodismo un pozo de cainismo?

Es que han sido grandes compañeros y son grandes amigos. Un honor y un placer haber trabajado con todos ellos. Primero, el grupo de los narradores de Movistar+: Juanma de la Casa, que es como un hermano pequeño para mí. Raúl Benito, al que siempre le he dicho que era el compañero ideal, el mejor que he conocido en cualquier empresa a lo largo de 40 años. Adolfo Barbero, Enrique Pastor y Sergio Sánchez. Todos esos nos sentábamos juntos en la redacción. Más Edu Téllez, que tenía la mesa al lado porque llegó después, pero también era narrador: fuimos siempre amigos aunque competíamos por hacer los mejores partidos, formábamos un grupo muy compacto y nos llevábamos de maravilla. De los comentaristas de fútbol, Maldini es con el que más partidos he hecho, lo hemos pasado de miedo y hemos ido a tantos sitios que nos hermanamos mucho en los viajes. Y después, Guillermo García Uzquiano, que estuvo muy pendiente de mí esos últimos días de trabajo cuando hicimos los partidos juntos, porque sabía que eran especiales para mí. Más Felipe Martín y Gabi Ruiz. De la ACB y la Euroliga ya he hablado de Epi, por supuesto, también Manolo Elvira, los dos íntimos míos: conocer a Epi y ser amigo suyo es una de las mejores cosas que me ha ocurrido en la vida. Y quiero nombrar también a Blanca Ares: la idea de incorporarla se me ocurrió a mí y creo que fue la primera comentarista femenina de un deporte masculino. En la NBA, por supuesto Antoni Daimiel, César Nanclares y Antonio Rodríguez. Y además, me hizo una ilusión tremenda compartir partidos con José Antonio Camacho como comentarista. Un murciano como yo, una persona de una generosidad extraordinaria. Con Xabier Azkargorta tuvimos una química espectacular, me marcó mucho conocerle y le echo mucho de menos desde que se fue a Bolivia. Gustavo López, Santi Cañizares, Manu Sarabia, García Remón, Rafa Alkorta, Pichi Alonso... Y ahí paro. De verdad, ya paro.

Has nombrado al principio a Epi y eso nos lleva al baloncesto de los 80... y también a los primeros videojuegos de baloncesto.

Llevo ya como 20 o 22 años narrando videojuegos. El primero fue el PC Basket y lo hice con Epi. El PC Basket era de los hermanos Ruiz: Gabi fue compañero mío y gran amigo en Canal+, y tenía con sus hermanos una empresa con la que crearon el PC Fútbol y el PC Basket. Luego estuve nueve años en otra plataforma, en EA Sports, haciendo el NBA Live. Y después ya, el NBA2K.

Sixto Miguel Serrano y Epi, comentando un partido de baloncesto.
Sixto Miguel Serrano y Epi, comentando un partido de baloncesto.

¿Tampoco con los videojuegos te exigen estar en las redes sociales?

En los contratos que tenemos con Take-Two para el NBA2K los tres compañeros que le ponemos las voces al juego —Antoni Daimiel y Jorge Quiroga de comentaristas, conmigo de narrador— viene una cláusula en la que cada uno de nosotros se compromete a publicar una serie de posts cada año, hablando del videojuego. Creo que llevamos unos 15 años haciéndolo y yo de partida ya les dije que no tenía Twitter, que no lo iba a tener. Y que, si me respetaban esa peculiaridad, estaría encantado de trabajar con ellos. Me lo respetaron y también lo agradezco. Dentro de la cláusula, hay una mini cláusula en la que a mí me permiten no tener Twitter.

¿Llegaste a poner en peligro el acuerdo por ese detalle?

Fue Sandra Melero, la factótum en Madrid de Take-Two, la que puso todo esto en movimiento y a ella le debemos que haya una versión en español, porque durante muchos años el juego sólo se sacaba en inglés. Ella estuvo varios años intentando convencer a la plana mayor en la ciudad de Novato, California, de que había mercado. Al final lo consiguió. Cuando me llamó para ofrecerme ser el narrador del juego, yo le dije lo de Twitter. Lo habló con ellos y no me pusieron ningún problema. A día de hoy el español sigue siendo, aparte del inglés, el único idioma en el que se graba el videojuego de la NBA.

"No tengo redes sociales, nunca me ha seducido ese mundo. En Movistar+ les interesaba y en el NBA2K por contrato tienes que publicar varios posts sobre el juego... pero les expliqué que yo no las uso y me lo han respetado"

Sixto Miguel Serrano Periodista y narrador del NBA2K

¿Eso tiene que ver con el mercado de habla hispana más que con el hecho de que haya más o menos jugadores españoles y latinos en la NBA?

Siempre ha habido una tradición y una relación importante entre la NBA y España. La primera vez que fui a Estados Unidos, una de las entrevistas que me tocó hacer con mi gran compañero y hermano Fernando Laura, el fotógrafo que me acompañaba siempre, fue a David J. Stern: el que era gran comisionado de la NBA y el hombre que reflotó la NBA tras una crisis galopante. Nos recibió en su despacho en la 5ª Avenida, con vistas a la catedral de San Patricio. Y él ya veía esa posibilidad, no sólo de España, sino de expandir la NBA, de abrirla al mundo, empezando por Europa, luego Asia, América del Sur, Centroamérica, África y demás. Sabía que el futuro de la NBA pasaba por expandirse. Allí nos decían siempre que éramos los primeros periodistas no estadounidenses que les entrevistábamos, en 1985 y 1986, cuando Fernando Martín fue elegido en el draft por New Jersey Nets y a la temporada siguiente jugó en Portland. También estuvieron drafteados Andrés Jiménez, José Antonio Montero… Luego ya vendrían todos los demás con Pau Gasol a la cabeza. Stern sabía que España era un país que amaba el baloncesto, que cuidaba mucho el baloncesto. Y que ellos podían apoyarse mucho en España para expandir su firma, su empresa, su negocio por Europa, por el mundo.

¿Cómo se graban las voces del NBA2K?

Es un proceso que... a veces, cuando estoy narrando, pienso que estoy absolutamente loco, que estoy chiflado. Porque tú llegas, te metes en el estudio, es un estudio además sin ventanas, no estás viendo a los técnicos de sonido ni al realizador: estás ahí en un habitáculo, en una cabina de narración, con paredes opacas. Te metes, te pones los cascos... Ahora el guion viene a través de una pantalla, pero durante muchos años tú llegabas allí y tenías preparado un taco así de folios con el script. Luego puedes meter cosas tuyas, frases de tu cosecha, etc. pero más o menos seguimos el guion. Generalmente te metes tú solo. A veces coincidimos, pero por desgracia pocas veces últimamente. Cuando nos juntamos los tres es lo más divertido, porque estamos en torno a una mesa redonda, cada uno con su micro auricular, su micro casco, y lo pasamos muy bien, nos divertimos. Incluso tenemos el reto de ver quién se equivoca menos para no tener que repetir frases. Entonces casi que te concentras más todavía porque no quieres ser tú el que fastidie la grabación y haya que repetir otra vez una parte del guion.

¿Hay mucha diferencia con una narración de verdad?

Sí, sí que la hay, porque claro, aquí actúas. No estás viendo nada, te estás imaginando la jugada e intentas dotar a la narración del mayor realismo, de la mayor verosimilitud posible. Pero claro, es una actuación. Como los actores de doblaje, pero en este caso metiéndole todo el dinamismo, gritando como si fuera un partido de verdad. Tú mismo tienes que creerte que estás de verdad en el partido.

¿Y cómo se adaptan tantísimas frases a las distintas situaciones de alguien que está jugando?

Suele haber tres tonos diferentes según lo que esté ocurriendo en el partido. El tono de una canasta o de una acción al principio, que es importante pero no supone gran cosa. Otra, un tono medio donde ya tienes que gritar un poquito más, porque el partido ya se va metiendo en terreno importante, en terreno peligroso. Y luego ya el tono de volverte loco, de una canasta decisiva, un título, un triple espectacular, un tapón maravilloso. Y ahí ya tienes que ponerte como para que las venas se te hinchen en el cuello, ponerte colorado y gritar como si estuvieras en el Chicago Stadium, y creértelo. Por eso te digo: te ves reflejado en el monitor poniendo cara de loco y dices: ¿Pero qué hago aquí? Estoy chalao.

Cuando hablas de Jorge Quiroga recuerdo a su padre narrando baloncesto y boxeo en los 70 y principios de los 80. Los del baloncesto de esos años quedamos marcados sin remedio, ¿no?

Sí, sí, es que es una época tan bonita, tan entrañable, tan mítica. Yo soy del Forum de Inglewood, no del Staples Center. Cuando jugaban allí los Lakers de Magic, de James Worthy, Byron Scott, Kareem Abdul Jabbar, Michael Cooper. Soy de los Lakers de Pat Riley. O del Boston Garden o del Chicago Stadium. Ahora tienes todo al alcance de la mano. Quieres ver un partido y lo tienes en YouTube, lo tienes en cualquier plataforma, sabes vida y milagros de los jugadores, puedes seguirles en las redes como hablábamos antes. Pero en aquellos tiempos era muy difícil conseguir ni siquiera información de la NBA o de la liga italiana, que era tan potente. Yo creo que esa distancia, esa dificultad que entrañaba también hacía que todo fuera mítico, más legendario.

Bueno, uno confiesa que en los 70 tenía en su habitación un poster de Brabender y otro de Walter Szczerbiak… Y ahora, un cuadro de Michael Jordan.

Wayne Brabender, una de las mejores personas que yo he conocido a lo largo de mi carrera. Un caballero, un gentleman, un señor. Y también uno de mis ídolos. Cuando yo era pequeño, veía los partidos de Real Madrid y el que me gustaba más era Wayne Brabender. Era una época muy bonita. Tanto la NBA como la Copa de Europa, la famosa Copa de Europa de aquellos tiempos, la Copa, los mundiales, el Eurobasket, los jugadores americanos que llegaban a España cuando solo podían jugar dos y te conocías de memoria la pareja de cada equipo. Allí en Zaragoza, fíjate lo que habéis tenido. A Kevin Magee lo conocí durante los tres años que viví en Tel Aviv.

Un momento, ¿qué hacías viviendo en Tel Aviv?

Tuve una novia israelí y vivía allí de manera discontinua, era freelance, iba y venía. Él estaba ahí jugando en el Maccabi y coincidimos mucho, iba a comer a su casa, a cenar con él, con su mujer, con sus hijos… y estuvimos tres años viéndonos constantemente. Linton Townes también andaba por ahí un año, en el Hapoel. Había jugado en el Real Madrid anteriormente. Linton Suave Townes, como le llamaba Andrés Montes. Eran mitos, eran leyendas. Y aún mejores personas que jugadores. Es la gran experiencia que yo he tenido con el 99,9% de jugadores tanto de la NBA, como americanos que han estado en Europa, y jugadores europeos: Galis, Iannakis, Meneghin, Belov, Berkovitz, Roberto Premier, Aleksandar y Drazen Petrovic... Empezando por el gran Michael Jordan, que es el mejor jugador y la mejor persona que he conocido en el mundo del baloncesto, mi opinión de todos ellos es esa: eran aún mejores personas que jugadores.

"Tengo cierto descreimiento hacia el baloncesto de ahora: me gusta más el de los 80 y 90, sobre todo en la NBA. Reconozco la calidad y el talento de Curry, LeBron etc., pero prima mucho el físico y creo que antes se jugaba mejor"

Sixto Miguel Serrano Periodista y narrador del NBA2K

Michael Robinson me dijo una vez que, para él, el deporte con el paso del tiempo siempre evoluciona a mejor. ¿Tú te has vuelto descreído respecto a la evolución del baloncesto?

Ahí no estoy de acuerdo con Michael. Yo sí que tengo cierto descreimiento, como tú dices. No sé si todo lo pasado fue mejor pero a mí me gusta más el baloncesto de los años 80 y 90 que el de ahora. Sobre todo respecto a la NBA, pero también en Europa. Creo que la Euroliga, por ejemplo, sigue teniendo un nivel extraordinario y es una competición preciosa de ver, de narrar, de seguir. Pero en general yo creo que al baloncesto se jugaba antes mejor. A mí me gustan las cosas más sencillas. Ahora hay más capacidad física, más capacidad atlética, más medios. Prima el físico y no tanto la cabeza, el saber jugar, el saber meter a tus compañeros en el partido, jugar en equipo, hacer un sistema largo, en fin.

¿Ves la actual NBA de manera habitual o no te interesa?

Veo algo, ni mucho menos como antes. Reconozco la calidad y el talento de algunos jugadores. Stephen Curry, que tú has nombrado, LeBron James me parece algo monstruoso también: la carrera que está firmando, que está culminando, si es que culmina alguna vez, porque igual sigue jugando años y ya no juega con su hijo solo, sino con su nieto también. Quién sabe. Pero yo me quedo con la época de los Jordan, de los Magic Johnson, Larry Bird, de toda esa gente, por la manera de jugar. Más colectiva, más en bloque, más en equipo. Y también porque viví cosas espectaculares con ellos, eran gente maravillosa y se portaban todos de una forma increíble: Kiki Vandeweghe, Doc Rivers, Magic Johnson, entrenadores como Stan Albeck, que dirigió a Jordan en Chicago, Pat Riley, Mike Fratello… Sabes que en el Forum de Inglewood, la cancha entonces de los Lakers, tenían la costumbre de mostrar en la pantalla a todas las estrellas que iban a ver el partido, ¿no? Imagínate: estrellas del cine, cantantes, deportistas de otras disciplinas, gente famosísima. Bueno, pues el doctor de los Lakers, Larry Paben, con el que tuve una gran amistad, consiguió que en la pantalla del Forum pusieran nuestro nombre. Y salimos ahí Fernando y yo, con el rotulito: Welcome to Fernando Laura y Welcome to Sixto Serrano. Les faltó el Miguel, que a mí me gusta que se me llame así. Y ese día también nos presentó a Jack Nicholson, un pedazo de actor que además nos pareció un tío muy majo, muy simpático.

Tú eres el hombre que habló varias veces con Dios.

Sí, sí, cuatro veces, cuatro entrevistas en exclusiva le hice a Michael Jordan. Tuve la fortuna, o mejor dicho, él tuvo la amabilidad de concederme esas entrevistas en exclusiva. Un tío realmente extraordinario. Me presentó a la que era su mujer entonces, Juanita, creo que era de origen puertorriqueño, y a los dos hijos que tenían entonces. Tengo anécdotas increíbles con él, cosas increíbles que hizo por mí y que explican cómo se portó conmigo. Una persona extraordinaria.

Esto llama la atención porque lo que ha quedado de Jordan ha sido su condición de deportista estratosférico, pero con un perfil personal oscuro: demasiado competitivo, tiránico con sus compañeros, etc.

Yo puedo contar las experiencias que tuve con él, a lo largo de esos años coincidimos en muchas ocasiones porque yo iba tres o cuatro veces a Estados Unidos cada año y lo entrevistaba. Y en cada ocasión me mostró toda su amabilidad, me dedicó todo el tiempo que hizo falta, mostró un gran cariño y un gran respeto. Recuerdo que hablaba despacio, con mucho cuidado para que yo le entendiera mejor. Siempre me preguntaba si necesitábamos algo en la ciudad. Hay una anécdota... La segunda vez que fuimos a Chicago llegamos tarde por un retraso en los vuelos y tuvimos que ir directamente al entrenamiento de los Bulls, no nos dio tiempo a pasar por el hotel. Después Jordan nos dijo a Fernando Laura y a mí que fuéramos a tomar algo juntos, estaba también Orlando Woolridge. Y en un momento dado me preguntó en qué hotel estábamos alojados. Cuando le enseñé el voucher, torció el gesto y nos dijo: "El hotel no está mal, pero esa zona es peligrosa: por la noche no os podéis quedar ahí, es un foco de delincuencia, drogas, etc.". Nos dijo que él por la tarde tenía que ir al downtown. "Vais a hacer lo siguiente: anuláis la reserva y me esperáis a las seis en la puerta del hotel con las maletas". Y allí se presentó, con su entrenador Stan Albeck. Nos llevaron a un Hyatt Regency que habían alquilado ellos a cuenta de los Chicago Bulls. Ya no sé si luego nos pasaron la factura o qué. Pero vamos... después fuimos a cenar con él, con Fernando, vinieron Stan Albeck y su mujer. No sé, yo no he sido compañero suyo. Lo he visto entrenar y era un animal competitivo, muy duro. Pero a mí no me conocía de nada, era un periodista de veintipocos años que ni le iba ni le venía. Y me trató así, viví momentos inolvidables. Es lo que puedo contar de él.

"Sé lo que dicen de Jordan quienes jugaron con él, pero sólo puedo contar las experiencias que tuve las muchas veces que coincidimos, las anécdotas y las cosas increíbles que hizo por mí: es un tío extraordinario"

Sixto Miguel Serrano Periodista y narrador del NBA2K

¿Curry o LeBron te han hecho dudar alguna vez de Jordan? ¿O Messi de Maradona?

Yo nunca dudé. Yo siempre pensé que Maradona estaba por encima: era capaz de hacer jugar a un equipo él solo, y además a un equipo débil. No estaba rodeado de los mejores jugadores, sobre todo en Nápoles, y era capaz de hacer cosas increíbles. Pero bueno, eso son gustos, ¿no? Rodri decía tras recibir el Balón de Oro que, para él, el mejor de toda la historia ha sido Messi. Si lo dice Rodri, pues sus motivos tendrá, siendo lo buen jugador que es Rodri, ¿no? Por cierto, siempre he sido un enamorado de los centrocampistas, mucho más que de los delanteros. Y uno de ellos es Rodri, por supuesto. Busquets, Xavi, Iniesta, Kroos, Modric, Casemiro, Pirlo, Valerón, Zidane en su momento, no sé, Riquelme, Stephen Gerrard, Cesc Fábregas, Santi Cazorla... todo ese tipo de jugadores a mí me han vuelto loco siempre: los que han sido capaces de transformar a un equipo desde el centro del campo, desde la sala de máquinas, como yo decía siempre en las retransmisiones. No me puedo olvidar de dos ídolos y amigos del Real Murcia, José Luis Acciari y de Guina. Ni por supuesto de David Silva y Javi García, que me regalaron su camiseta autografiada del Manchester City. Esos detalles son los que me quedan y demuestran qué tipo de personas son ellos.

Muy buena parte de los aficionados te recuerdan por las narraciones de la Premier League en Movistar+. ¿Lo vivías y lo disfrutabas tanto como la NBA?

Muchísimo, pero con la diferencia de que en el caso de la Premier League los partidos los hacíamos siempre a distancia, desde un estudio. Porque eran dos o tres al día, no podías narrar a las dos el Manchester United-Fulham y luego estar en Leicester o en Stoke a las nueve de la noche. In situ sólo hicimos con Maldini una vez una final de la FA Cup en el renovado y remozado Wembley: un Chelsea-Portsmouth que terminó 1-0 con un golazo de Didier Drogba. Creo recordar, sí, que entonces Carlo Ancelotti dirigía al Chelsea. Cuando iba 0-0, con el Chelsea dominando pero sin marcar, hubo una falta y… no me quiero tirar flores, pero le dije a Maldini: "La va a tirar Drogba y va a marcar". Y, efectivamente, Drogba la lanzó y marcó el 1-0.

Ya que te has declarado de filiación 'vintage', ¿recuerdas cómo era el fútbol inglés en los 70 y los 80 en comparación con lo que es ahora?

La transformación ha sido impresionante. Creo que pocas competiciones han cambiado tanto como la Premier League y, en general, el fútbol inglés. Es como si fuera otro mundo. Ahora la Premier League tiene una ventaja brutal en términos de marketing, explotación comercial y recursos. Dominan ese aspecto, pero también ha cambiado mucho el estilo de juego. Aunque se mantiene esa esencia inglesa de intensidad, ritmo, fortaleza física y el juego aéreo, han sabido incorporar técnicos de renombre internacional como Pep Guardiola, junto con una serie de jugadores excepcionales de todas las partes del mundo que han traído muchas variaciones tácticas. Son la NBA del fútbol.

¿Prefieres el fútbol inglés de antes o el actual?

Me gusta mucho el fútbol inglés de ahora. A día de hoy veo poco, pero cuando narraba lo disfrutaba muchísimo. Han sabido incorporar lo mejor del exterior sin perder su identidad. Y eso no es algo que siempre logren en otros aspectos de su vida sociocultural, laboral y demás. Tienen unas instalaciones bárbaras, tienen medios para aburrir, las academias funcionan de maravilla… Creo que la mejor combinación para un narrador, en mi opinión, por encima incluso de la Champions, te digo, es narrar fútbol inglés. Prefería narrar un partido de Premier que uno de Champions. Disfrutaba toda la semana preparando los partidos. Hay tanta literatura futbolística en Inglaterra, hay tantos diarios de todo tipo. Yo me leía todos, de los más serios con analistas extraordinarios -incluso a pesar de Jamie Carragher, que no acierta nunca- a los sensacionalistas, que te cuentan historias para no dormir y daban mucho juego para comentar durante el partido: la noche inglesa por lo visto es muy interesante. Luego todo eso se ve en la temporada. Quién se cuida, quién no se cuida, quién sale, quién no sale… Y llegaba con toda esa información, la más seria y la más folklórica, como si fuera a narrar sin comentarista. Luego se te queda mucha información en el tintero. Pero, como dice el refrán: carrera que el galgo no da, en el cuerpo la lleva, ¿no?

¿Eres capaz de imaginar algún partido que te sacase del retiro? ¿Una última narración para la que volverías un solo día?

Lo que más me apetecería es que el Real Murcia ascendiera, de momento a Segunda, pero luego a Primera que es donde deberíamos estar. Y donde no hemos estado más de tres temporadas consecutivas: de los 18 años que hemos estado en Primera, lo más han sido tres seguidos. El partido que más ilusión me haría sería ese, el del Real Murcia ascendiendo a Primera División. Pero no lo narraría. No podría.

O sea, ni siquiera ese…

La verdad es que no volvería a narrar. Me retiré en un momento perfecto, cuando estaba feliz con mi trabajo. Sin querer compararme con él, ni mucho menos, entiendo a Toni Kroos: se retiró porque entendió que era el mejor momento para cerrar su carrera. A lo largo de más de 20 años hay momentos para todo en una empresa, claro, pero los últimos fueron muy felices, con la Premier, con mis compañeros. Y justo lo dejé en ese momento. Yo no me arrepiento ni un solo segundo de mi decisión, la tenía muy meditada. No lo he echado de menos. Fui muy feliz hasta el último partido. Me emocioné cuando me despedí, con Guille, nos emocionamos los dos. Pero no volvería a narrar ningún partido. Si algún día el Real Murcia ascendiera a Primera, me gustaría verlo como aficionado, con la bufanda, el gorro y la camiseta: animando como un pimentonero de toda la vida que soy.