Chechu Dorado, una carrera con más de 300 partidos de profesional cerrada en un campo de tierra: "Me decían que si estaba loco"
El exjugador de Betis y Rayo, entre otros equipos, repasa su carrera y sus planes de futuro con Relevo, tras retirarse por una rotura en el tendón de Aquiles.
Betis y Rayo se ven las caras este domingo a las 21:00 en el Benito Villamarín. Muchos son los jugadores que han defendido ambas camisetas, además de algún entrenador, como Pepe Mel, que ha dirigido a ambas escuadras. Uno de esos jugadores que ha vestido con la elástica verdiblanca y la franjirroja es Chechu Dorado (Córdoba, 1982). Además, el cordobés consiguió el ascenso a Primera División con ambos conjuntos. Una vez retirado, repasamos con él su carrera y descubrimos su nueva vida después de dejar el fútbol.
Ahora mismo, todo gira en torno a su familia y a sus primeros pasos como entrenador. Según confiesa, "este año me he puesto a entrenar en el fútbol base del Ejea, donde resido, y estoy muy contento con el trabajo con los chicos. Mi mujer montó una tienda de ropa en Ejea, y le ayudo aquí en la tienda. También soy padre de familia", cuenta.
Pese a ser un jugador veterano, dejó el fútbol hace poco más de un año, con 40 años, y debido a una grave lesión: "Me rompí el tendón de Aquiles, y fue lo que me hizo tener que dejar el fútbol. No me pude recuperar porque no tenía la confianza ni las ganas de volver a pasar por algo parecido, así que me quedé un poco apartado de lo que era el mundo del fútbol. Me dejó muy tocado", afirma.
Con 85 partidos en Primera División, más de 200 en Segunda, y 3 en Europa League, se retiró fuera de los focos del primer nivel. Primero, tras jugar en equipos como Betis, Rayo, Villarreal o Zaragoza, jugó con el Ejea en Segunda División B, una categoría que ya conocía con anterioridad. Tras el cambio de formato, con el conjunto aragonés, disputó la primera Segunda RFEF de la historia y, tras una temporada, descendió dos categorías. Hasta su lesión, jugó para el modesto Santa Anastasia de Regional Preferente de Aragón, la sexta categoría del fútbol nacional.
Para Dorado, "si te gusta lo que haces, no importa donde lo hagas, yo al final quería seguir jugando", añadiendo que la cercanía a Ejea, donde reside, fue clave para su elección. Algunos no entendían su decisión de alargar su carrera en una división tan baja, algo que sorprendía a rivales y amigos: "Me decían que si estaba loco. Por ejemplo, Miguel Linares (exjugador del Zaragoza) me decía que si estaba loco. Al final podía haber dicho 'mira no quiero jugar más', pero yo no lo veía como un paso atrás, yo quería seguir disfrutando, creía que podía aportar y mejorar al club y a los compañeros", aunque lamenta que su carrera se haya acabado por una lesión.
Además, su debut en Regional Referente fue algo peculiar. Debutó en el campo del Morés, un campo de tierra. Afirma que, en ese partido "me lo pasé en grande", ya que "si te gusta el fútbol, te gusta en cualquier categoría". Añade que no era su primera experiencia jugando en ese tipo de campos: "Cuando empecé a jugar no era cómo ahora, que todos los campos son de césped artificial. Yo he jugado en albero, en campos de tierra, de chinos, con agujeros enormes...", concluye.
Durante su carrera compartió vestuario con grandes jugadores en diversos equipos pero, según afirma, la única diferencia entre un vestuario de Primera División y uno de Preferente es "los medios que tienes a disposición en el día a día. Cuando estaba en Huesca (en Segunda B), teníamos que llevar el material en el maletero de los coches, recogerlos… En el Ejea y en el Santa, igual, es la diferencia. En Primera tienes tres fisios para la plantilla y en estos equipos tienes un fisio un día a la semana. Pero, a la hora de entrenar y de la calidad humana, no tiene nada que envidiar". De hecho, destaca la calidad humana de los vestuarios de las divisiones inferiores, en los que "hay que hacer malabares para llegar a fin de mes".
A un jugador que ha vivido más tiempo entre Segunda y Segunda B, no se le olvidan sus debuts en Primera y en Europa League: "Mi debut en Primera iba a ser en un derbi, pero tuvo lugar la famosa huelga en la primera jornada, y nunca se me olvidará que mi debut en primera fue en Los Cármenes contra el Granada, con victoria 0-1 con gol de Rubén Castro. Siempre recordaré mi debut en Europa League, fue con el Apollon Limassol, aunque tuvimos que jugar fuera porque tenían el estadio cerrado, tengo un recuerdo muy bonito de poder hacer el debut en competición europea", concluye.
Maestros como entrenadores
Tras tener que abandonar el fútbol por la grave lesión, este año ha comenzado su andadura en los banquillos del Ejea. Durante su carrera, era una de las opciones que tenía en mente, como él mismo admite, sacándose los títulos de entrenador, así como el curso de director deportivo. Como entrenador, intenta "que los chicos vean como se tienen que posicionar en el campo cuando tienen y no tienen el balón, y que sepan colocarse para recuperar el balón lo más pronto posible. Intento inculcarles que tienen que disfrutar, que tienen que atreverse y esforzarse. Luego, si fallan un pase, les digo que es culpa del entrenador. Si fallamos los profesionales, como no van a fallar los niños", añade.
Durante su carrera, jugó para varios entrenadores, entre los que destacan Míchel, Marcelino, Paco Jémez o Pepe Mel. "Siempre he dicho que el mejor entrenador que he tenido es Marcelino, por como sabía tratar los partidos, sus equipos hacían un fútbol vistoso y completo. También le da mucha importancia al aspecto táctico, y por como he sido de futbolista, que tenía una visión muy táctica, por ahí me inclino más por él", afirma.
Sin embargo, no solo se queda con lo aprendido del entrenador asturiano, sino que "saco algo de todos"marca.co. Además, de Paco Jémez, aparte de destacar su carácter, confiesa que "para mí, tenía los mejores conceptos ofensivos, con su gran salida de balón, por eso jugaba el Rayo como jugaba, por la base que te inculcaba el entrenador". Sobre Míchel, comenta que "en sus inicios en el Rayo, cuando coincidí con él, se podía ver que podría llegar a ser un grandísimo entrenador, como se está viendo".
La carrera de Chechu Dorado es una muestra perfecta de que la edad es solo un número. Debutó en Primera División con 29 años, una edad en la que, según confiesa, "creía que el tren de Primera ya se me había pasado". Tras eso, ha seguido jugando hasta los 40 años, descendiendo hasta Regional Preferente para seguir con su carrera, demostrando que, como él mismo afirma, "si te gusta el fútbol, te gusta en cualquier categoría".