Diego Martínez, el Black Flick del Barça que 'nadie avisó'
El entrenador del Las Palmas calificó como "histórico" el triunfo de sus pupilos en Montjuic.
Voltereta a la historia. 53 años después, la UD Las Palmas tumba al Barça en Barcelona. Desde el 1-2, en 1971, de la generación dorada de los Tonono, Gilberto, Castellano o Germán, a los mandos del entrenador francés Pierre Sinibaldi, nadie asaltaba la Ciudad Condal en clave amarilla. Hoy, en la lista de invitados del 125 aniversario culé, y subrayado en rojiblanco hasta en dos ocasiones, ya aparecía Diego Martínez. A Hansi Flick, más cuadriculado aunque más intranquilo ante los medios tras el 1-2, se le olvidó imprimir la dichosa lista.
"Es un día histórico", respondía el técnico, a Relevo, en el postpartido. Las victorias de su EuroGranada, el 2-0 en 2019 y el 1-2 en 2020 -en el Camp Nou-, no hicieron temblar a nadie. Nadie se coló en la fiesta. En media Cataluña estaban avisados del coraje y de las creencias rivales. "Gracias por darle a la afición de Canarias un trocito de historia con este triunfo", apostillaba el autor de este texto al mentor insular.
En la previa del viernes, encima el técnico vigués se encargó de ponerle la mentalidad "shark", ahora de moda en Ferrán Torres, para enfrentarse a un durísimo rival, el líder semi-intratable de Primera: "Yo no firmo el empate, quiero ganar en la Ciudad Condal, quiero forjar esa idea en el vestuario". Se lo tomó en serio, y le tomaron en serio. Álex Suárez le calcó: "El objetivo es ganar". Hubo más apuntes en la caseta amarilla.
En Montjuic, primero tomó nota Sandro Ramírez, un ex muy ex del Barça. Disparo cruzado, gol y celebración con personalidad y pitada. Y luego el portugués más disfrutable y revalorizado de Primera, Fábio Silva, que respondió en seis minutos al gol de Raphinha y lanzó su arco al cielo. "Esto no es cosa de dos, es del equipo", aclaraba Martínez nuevamente en el postpartido. Es incisivo en la armonía, en que quiere un coro -de muchos idiomas-, un equipo. Y lo tiene, de sobra.
El pundonor y el temple, "como si hubiese nacido en Gran Canaria", del central Scott McKenna fue, para él y es para este autor, muy digno de mención. El escocés, al lado de Álex Suárez, escupió balones, césped, banderines blaugranas. Borró a Robert Lewandowski, hoy más apático, distinto. Mika Mármol completó la labor sucia del lateral zurdo -el titular es Álex Muñoz-, mientras Viti fue el clásico "pesado", "molestón" en el carril derecho. Cillessen taponó todo, de nota su actuación.
Nadie parece que quiere hablar del pobre Pedri, que se enfrentaba por primera vez a su querida -y muy seria- UD Las Palmas, a sus amigos Kirian -el capitán más fuerte de la historia canaria-, Alberto Moleiro, los de su misma isla. El '8' del Barça seguramente se acordaría de su debut como canarión: el 0-1 ante la Sociedad Deportiva Huesca. En ambos partidos se desfondó. Le metió ganas. Pero resultados para olvidar. Alberto Moleiro, su supuesto clon, hoy sí aumentó de tamaño. Disfrutó. Campaña, quien reemplazó a Dário Essugo, demostró nervios de acero; Javi Muñoz fue el pulmón y el "trota áreas", virtudes ya vistas por García Pimienta.
De entre los datos más interesantes, brilla uno en especial. Con el "inesperado" devenir de la fiesta en el Estadio Olímpico Lluís Companys, y atendiendo a los puntos desde la llegada de Diego Martínez a la UD Las Palmas, el equipo canario, a 30 de noviembre de 2024, sería líder de Primera División. Una estadística que pone en manifiesto el acierto de la dirección deportiva con Martínez y remarca la impecable gestión de grupo.
La bestia blaugrana dio paso al "Black Flick" más revoltoso de la era alemana. Al otro lado del charco, una isla orgullosa, rabiosa, con 15 puntos y con la tranquilidad de que, pese a estar ocho meses seguidos sin ganar, la llama nunca se apaga. Y en Gran Canaria celebran su 75 aniversario, que no 125, pero no son pocas batallitas por contar. "Bienvenidos a él, en las islas y a donde quiera que vayamos", entonan y quieren seguir entonando sus tripulantes.