Ángel María Villar prepara sus memorias para que las escriba su nieta: la llamada de Rubiales, las lágrimas por no poder mecer a su hijo...
El exmandatario de la RFEF vive de forma muy diferente su 'nueva vida' desde que ya no preside el organismo.
Maspalomas.- De Madrid a las Islas Canarias hay aproximadamente tres horas, las cuales se hacen más cortas si en el asiento de al lado se encuentra Ángel María Villar. El que fue una de las personas más importante del fútbol mundial y con pocas dudas la personalidad más relevante en la historia de la Federación española, vive hoy de manera diferente su relación con la prensa. Donde antes había una voluntad de cero relación, ahora hay un arrepentimiento de no haber tenido tanto contacto con los medios. De hecho, no vacila en exponer sus planes ahora que está fuera del foco mediático.
Y esos planes pasan por escribir sus memorias. No hacerlo él, ni hacerlo con voluntad de vanidad, no. Villar considera que sus 30 años en el mundo del fútbol han dado lo suficiente como para que pueda contar todo tipo de cosas. Para ello lleva siempre consigo (también en el avión camino de LaLiga FC Futures), varias libretitas pequeñas donde va anotando todo lo que le viene a la mente... Pero no de manera aleatoria.
Ángel María Villar tiene diferentes secciones dentro de sus pequeñas libretas. Una, todas las normas que ha impulsado en el fútbol a lo largo de estos años y que considera que han ayudado al deporte a crecer, otra una lista con 100 puntos positivos que cree que hizo durante su mandato, donde destaca aspectos como ''saber estar en los sitios'', ''delegar muy poco'', ''estar presente siempre en todos los actos'', así como otros aspectos normativos que a su juicio fueron positivos.
Pero no solo hay aspectos normativos o positivos en esas memorias, también hay recuerdos imborrables que siempre tendrá, y de los que se siente orgulloso: la llamada de Rubiales cuando él estaba en la cárcel pidiéndole que dimitiera y su negativa a ello considerando que era inocente (y de momento así ha salido de siete de los ocho cargos que le imputaron). El sentimiento que siempre le quedará de que casi nadie de la gente de su confianza laboral le apoyó cuando vinieron mal dadas, aunque actualmente ya haya perdonado a todos.
O sobre todo, y muy llamativo, un capítulo que vivió en un campeonato en el que, como es habitual, estaba lejos de su casa, de su familia, en el que en un hall de un hotel vio a un padre meciendo a su bebé y se le cayó una lágrima. Villar nunca pudo mecer a su hijo, no pudo dedicar todo el tiempo que su familia merecía y como él mismo no duda en reconocer, se arrepiente de ello.
¿Cuándo saldrán estas memorias? Difícil de decir porque todavía trabaja en ellas y vuelca sus pensamientos en las mencionadas libretitas. A día de hoy la voluntad de Villar es doble: la primera, que sean a título póstumo para demostrar que no se trata de un libro escrito por vanidad. La segunda, que sea su pequeña nieta quien las escriba. El problema es que su nieta tiene... 11 años. De modo que aunque parece claro que el qué (las memorias), está definido, el quién y el cuándo podría variar.