Ancelotti interioriza que, con Xabi Alonso al caer, ya sólo le queda otro tropiezo grave en la recámara
El italiano, bastante afectado por la pitada, sabe que el 'palo' de la Supercopa le ha dejado sin margen de error. Florentino sólo le liquidaría antes de junio si cae en Champions en primera ronda.

Carlo Ancelotti (65 años) vive horas difíciles. Aunque sus tres décadas en los banquillos y haber trabajado con Berlusconi, Abramovich, De Laurentiis, Al-Khelaïfi o Florentino le tengan curado de espanto, el italiano nunca se imaginó que, con dos títulos en el bolsillo esta temporada y tras haber ganado Liga y Champions hace seis meses, el Bernabéu le recibiría con la sonora pitada con la que el jueves ante el Celta le pegó "un toque de atención", como lo calificó el propio técnico. La silbada fue más o menos generalizada y constató que la afición blanca, nunca conforme, le señala como uno de los principales culpables del desastre ante el Barça en Yeda (2-5) y de que su equipo no haya dado la talla esta temporada ante los grandes. Más allá de lo que piense la hinchada, el entrenador también es plenamente consciente de que el 'palo' de la Supercopa le ha colocado en la picota a ojos de Florentino y le ha dejado sin margen de error.
Carletto no es ajeno a las dudas ni a lo que piensan en las altas esferas. Si sabe de sobra que le admiran, escuchan y respetan por lo que es y lo que ha sido, tampoco se le escapa que en la cúpula han empezado a desconfiar de su gestión y que las derrotas contra el Milan o en el primer Clásico (0-4) le colocaron al borde del precipicio. De hecho, Relevo ya informó de que el club, por si las moscas, había puesto sobre aviso a Solari para hacerse cargo del equipo en caso de que el Madrid hubiese perdido contra Osasuna el 9 de noviembre. Ese día se ganó 4-0 a los de Pamplona y se apagó el incendio… en parte. Luego se tropezó en Liverpool y Bilbao y la visita al Girona el 7-D se convirtió en otro examen final. Ancelotti sacó un notable (0-3) y apagó una crisis reabierta en Arabia.
En cualquier caso, y como el de Reggiolo ha ido solventando finales y la temporada ya se encuentra en un punto avanzado, el presidente y JAS (director general) sólo tomarían la decisión de cesarle en caso de un descalabro en la Champions. Esto es, caer a las primeras de cambio. El Madrid tiene casi imposible meterse directamente en octavos y, si no la lía en el cierre de la fase liga contra Salzburgo y Brest, deberá disputar una ronda de dieciseisavos para pelear después entre los 16 mejores. Si pierde en esa eliminatoria (ahora mismo le podrían tocar Bayern o Atlético), se le destituirá con casi total seguridad. Y, en ese caso, el elegido para reemplazarle hasta el 30 de junio volvería a ser Solari, director de fútbol que regresó al club para este tipo de urgencias y que está por delante de Raúl.
La sombra de Xabi
Hay otro factor que mantiene al entrenador más laureado de la historia del Madrid con el gesto torcido: la sombra de Xabi Alonso. El plan de Florentino pasa por el tolosarra, que sigue maravillando al frente del Bayer Leverkusen y el miércoles entrenará en Valdebebas, y su idea pasa por ficharle este verano o en 2026. Ancelotti debe apretar el acelerador para conseguir cumplir su contrato (renovó hasta 2026) y evitar un adiós precipitado esta misma campaña. Hay un salvavidas seguro (ganar la Champions, la segunda consecutiva) y otros caminos que pueden conducirle a retrasar el aterrizaje de Xabi.
En caso de caer en la Copa, Carletto y sus hombres conocen que tendrán que ganar Liga y/o Champions para continuar. Y, si caen en Europa, levantar el doblete Liga y Copa. No hay otra solución. La Supercopa, más por las formas que por perder, ha reducido el margen a la mínima expresión. El Madrid ya suma demasiados bofetones, mal juego y derrotas esta temporada como para no sumar ningún título y que eso no se traduzca en consecuencias. Las dos humillaciones del Barça sólo se perdonarán a cambio de la Decimosexta o de dominar España. Y lo cierto es que, valoraciones aparte sobre el fútbol que practica el equipo, Ancelotti no lo tiene imposible: está a un punto del Atlético en Liga, clasificado para los cuartos de la Copa y con un pie y medio en los dieciseisavos de la Champions. Y ya se sabe que el 15 veces campeón de Europa se transforma a partir de marzo…
El choque de este domingo contra Las Palmas (16:15) servirá al Bernabéu para volver a plantear el plebiscito que ya se cebó con Tchouameni, Lucas, Vinicius o el entrenador en Copa ante el Celta. Aunque parece probable que la victoria ante los gallegos haya amainado el temporal y que frente a los canarios no se vivirá un clima de tanta tensión, para hombres como Aurélien resultará difícil reponerse. Exponerse al coliseo más exigente del mundo nunca es sencillo. Tampoco para Ancelotti, bastante afectado por la pitada y que digiere todavía a estas horas el mal trago que pasó con los silbidos a su nombre en las alineaciones y por algunas decisiones como quitar del campo a Vini en la prórroga.
Aunque en parte lo entiende y lo asume, el técnico cree que ha dado mucho (15 títulos, más que nadie) y que tanta crítica por parte de prensa, aficionados y club resulta precipitada. "Creo que ni soy el mejor ni el más tonto", dijo antes de medirse al Celta. En esa conferencia ya estuvo especialmente arisco con los periodistas, se limitó a responder a las preguntas que quiso de forma escueta (otras las rechazó) y cortó por lo sano cualquier posibilidad de debate. Eso lo hace él, en su oficina y con su cuerpo técnico, y con ellos ha manejado cómo darle la vuelta a la situación y volver a ser el Carletto que todos adoran. Con Xabi Alonso por detrás y el gatillo preparado para disparar en caso de batacazo en Champions, cada partido será una prueba de fuego. En la mano de su plantilla estará si se quema… o si entre todos vuelven a echarle agua al cabreo de la directiva.