FÚTBOL FEMENINO

El duro camino de la Liga F para financiarse y los palos en las ruedas que quiere poner el Real Madrid

El club blanco pidió en la Asamblea de LaLiga que se corte la financiación de Liga F y con ella uno de los principales ingresos del campeonato.

José Antonio Sánchez conversa antes de la Asamblea de LaLiga. /
José Antonio Sánchez conversa antes de la Asamblea de LaLiga.
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

La financiación de la Liga F es un tema delicado. La competición es profesional desde el año 2022, aunque para llegar a ese punto hubo no pocas guerras, algunas soterradas y otras muy públicas. La consideración de profesional implica una autogestión independiente de la federación deportiva y, se supone, también una capacidad para comercializar el campeonato que respalde esa independencia. La teoría y la práctica, eso sí, no van siempre de la mano. No solo en el fútbol femenino, también competiciones profesionales como Asobal han tenido problemas para justificar su condición de profesional.

En el momento actual, la Liga F tiene problemas para encontrar ingresos. En sus primeros tres años de vida, la competición, que va poco a poco creciendo, se ha visto respaldada tanto por el Consejo Superior de Deportes como por LaLiga, dos instituciones que de maneras distintas han sido un bastión económico fuerte que ha permitido que la competición pueda ser estable y con una cierta ambición. Con las dos, además, hay algunas dudas sobre su futuro.

El CSD, cuando se llegó al acuerdo para profesionalizar la liga femenina de fútbol, se comprometió a respaldar con una buena aportación económica los primeros pasos. Fue un acuerdo por tres temporadas, y la última de ellas es la que se está disputando en estos momentos. Ese empujón consistió en una ayuda directa de cinco millones en 2022, 7,5 en 2023 y otros 7,5 este año. Un soporte que, en principio, debe terminar ahora.

Fuentes del Consejo recuerdan también que a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se ha promovido una mejora de las estructuras de los clubes, con una convocatoria de 18 millones de euros, y la subvención por valor de 1,5 millones para los clubes independientes que militan en la máxima categoría.

Un esfuerzo importante que ahora mismo se ve en una encrucijada. La subvención tenía como objetivo ayudar a la competición para que pudiese echar a andar sola, pero el objetivo de la plena independencia no se ha satisfecho. Por eso mismo, y además porque para el Gobierno es importante el apoyo al deporte femenino, el CSD busca nuevas alternativas para ayudar al campeonato, ya que el aporte directo no debería ser una herramienta que se eternizase.

Desde hace meses, se realizan movimientos legislativos con la idea de incluir a la Liga F en el reparto de la quiniela. De conseguirse un reparto igualitario de las mismas, la competición podría beneficiarse con algo más de diez millones de euros por temporada, un dinero que sería un gran alivio para la competición. Con eso, probablemente, no se cubriría todo, pero es un inicio más que solvente, un paso rotundo para poder sostener la liga.

Los movimientos actuales buscan que el porcentaje de las quinielas que actualmente va íntegro para LaLiga (un 45,5%) deje de ser en exclusiva para la competición masculina y se reparta de manera igualitaria con el campeonato femenino. Esto quiere decir que lo que empezaría ingresar la Liga F sería en perjuicio directo de los ingresos de LaLiga.

La historia del dinero de las quinielas fue una de las grandes peleas del pasado del fútbol masculino. Hubo un tiempo en el que no se ingresaba nada por ellas, un momento en el que los clubes solo sacaban dinero de las taquillas, pues no había otros ingresos comerciales y de televisión. Conseguir una parte de ese pastel fue un logro que cambió la liga y que ahora también busca el fútbol femenino. Hay que tener en cuenta también que aquel dinero, que fue en su día un cambio para la economía del fútbol masculino, hoy no deja de ser un ingreso menor dentro de la economía de LaLiga.

Las quejas del Real Madrid en la reunión de LaLiga suponen un nuevo contratiempo para las cuitas económicas de la Liga F. Es importante reseñar que la opinión de José Ángel Sánchez, por sonora que sea al representar a un club enorme, no suele tener mucho recorrido en el seno de la organización. El Madrid está en minoría en el organismo, siempre a la contra y, aunque suele mandar a los tribunales muchas de las cuestiones de la organización, su voz tiene pocas consecuencias a la hora de la verdad. En ocasiones, además, utiliza estas reuniones para hacer ruido, no tanto con una vocación real de arreglar las cosas como de un modo de hacer audibles sus muchas quejas.

En todo caso, pone en duda un sistema que, por el momento, ha sido muy rentable para la Liga F. La institución dirigida por Javier Tebas se constituyó desde el principio de la profesionalización como el principal apoyo del campeonato femenino. En agosto de 2022 se firmó un acuerdo por el cual LaLiga se convertía en el agente comercial exclusivo de la competición femenina.

Esto quiere decir que LaLiga aseguraba unos ingresos anuales —seis millones la primera temporada, ocho las dos siguientes, 10 a partir del próximo año— a cambio de hacerse con los mandos de la explotación del campeonato. Si la Liga F hubiese sido un gran éxito comercial, el acuerdo hubiese sido muy lucrativo para el campeonato masculino, que hubiese recibido todo lo que excediese de esos millones aportados previamente. No ha sido así, por lo que el acuerdo ha sido en la práctica una inyección económica por parte de LaLiga a la Liga F. Eso es lo que, por las bravas, quiere el Madrid que desaparezca.

Un recorte de esta partida sería un drama para la competición femenina, que tiene en ese acuerdo una de sus principales vías de financiación. El campeonato tuvo un acuerdo inicial con Finetwork para ser el patrocinador principal, pero es un contrato que salió rematadamente mal. La tecnológica dejó de pagar y la institución se quedó sin su acuerdo comercial más relevante. Todo eso que no puso Finetwork ha tenido que salir de las arcas de LaLiga.

Es cierto que, a la hora de la verdad, las coincidencias entre LaLiga y la Liga F son muchas. Hay 13 equipos que tienen un equipo en ambas, así que el dinero no sale del todo de las organizaciones. Ni siquiera esto le vale al Real Madrid, que entiende que ese dinero que se filtra al fútbol femenino estaría mejor invertido en otras partidas.

Es problemático que la Liga F no haya logrado por el momento un nuevo patrocinador, también en parte por una gestión difícil de las altas expectativas. Lo primero, por lo más directo, sin ese dinero, la dependencia del fútbol masculino y los organismos públicos es muy grande, y lo conveniente sería lo contrario, que poco a poco fuese emancipándose de ellas para encontrar su propio camino.

De esa ausencia de patrocinios también se deriva una merma de credibilidad que daña al fútbol femenino. La idea de que la liga no es sostenible, de que vive con respiración asistida, puede derivar incluso en pensar que la profesionalización fue caprichosa, más relacionada con el deseo o el impulso que con la realidad de desarrollo del deporte femenino en el país.

En tres años de mucho esfuerzo se ha conseguido que haya un mayor interés por el campeonato, un buen acuerdo televisivo con DAZN que ha permitido que la competición ensanche su base de consumidores, una industria incipiente, una mejora en las condiciones laborales de las protagonistas... éxitos notables en poco tiempo pero que, como ocurre en todas las empresas, siempre quedan supeditados al éxito económico. Y ese es un puzle que todavía hay que resolver.