LIGA ARABIA SAUDÍ

La liga femenina de Arabia Saudí, entre el 'sportswashing' y avances reales que no se trasladan a la sociedad: "Sigue imperando la tutela masculina"

El objetivo de lavar la imagen del país a través del deporte provoca una inversión positiva en el fútbol jugado por mujeres, aunque eso no se traduzca en una mejora de los derechos humanos.

Imagen de un partido de la liga saudí./Saudi WPL
Imagen de un partido de la liga saudí. Saudi WPL
Sergio V. Jodar

Sergio V. Jodar

Una imagen llamativa inauguró las semifinales de la Supercopa de España, disputada, como hace ya varios años, en Arabia Saudí. En los dos partidos, los jugadores saltaron al campo de la mano de niños y, por primera vez, también de niñas del país. La acción pretende dar sensación de normalidad y modernidad, pero, ¿hasta qué punto llega la apertura de Arabia Saudí, concretamente en lo relacionado con los derechos de la mujer?

Un buen termómetro es la liga femenina del país. Ya de por sí es un avance que las mujeres puedan jugar al fútbol cuando, en 2018, ni siquiera podían entrar a los estadios. Después de varios intentos, la competición, además, afronta su tercer año de forma profesional. "Todas las jugadores son profesionales y tienen exclusividad de no poder tener otros trabajos, los salarios además son muy decentes, ya los querrían el 90% de jugadoras de España", explica a Relevo Rafael Herreros, entrenador de porteros del Al Shabab, que forma parte de un staff con hasta seis técnicos españoles, incluido el primer entrenador, Raúl Pérez.

La fuerte inversión de los clubes, no obstante, a veces no se traduce en los resultados esperados. "No todo es el dinero, se quiere hacer todo muy rápido y en el club en el que estuve todavía había muchas carencias", dice David Pérez, que entrenó cinco meses en el Al Taraji antes de salir por, entre otros motivos, sufrir dos meses de impagos.

La liga está formada por diez equipos y seis de ellos (Al Nassr, Al Ahli, Al Shabab, Al Qadsiah, Al-Ittihad, Al-Hilal) forman parte también de la primera división masculina. De hecho, los equipos más potentes en una competición se reflejan también en la otra. "Al Nassr y Al-Hilal (también con técnico español, José Herrera) invierten mucho y se nota la diferencia", subraya Pérez. "Toda Arabia Saudí está invirtiendo y eso se refleja en una progresión notable en tres años a nivel de equipos y jugadoras, aunque obviamente no se puede comparar con el masculino", maquilla Herreros.

En este sentido, David Pérez apunta a que en el Al Taraji, pese a que la sección masculina estaba en tercera división y la femenina en primera, la diferencia en favor del primero era brutal: "Por mucho que esté creciendo el fútbol femenino, el masculino sigue siendo la prioridad. Nosotros, por ejemplo, teníamos un entrenamiento fijado en un campo, y seis horas antes nos podían decir que teníamos que cambiar porque al final entrenaba ahí el masculino, o incluso el Sub-19".

Esa inversión aún no se está traduciendo en un seguimiento de la afición a la competición femenina. "Puede haber tres o cuatro equipos que tienen su grupo de animación puesto por el club, por decirlo así, pero nunca se va a ver un campo lleno ni a la mitad", sostiene Pérez. Rafael Herreros, sin embargo, valora que los encuentros se retransmitan en DAZN y que los partidos se disputen en estadios con buenas instalaciones.

Ambos coinciden en que la inversión de los clubes se nota, sobre todo, en la llegada de grandes fichajes. "Lo que marca la diferencia del equipo es la jugadora extranjera, así es en el 80% de los clubes", analiza Pérez, exseleccionador de Belice, abierto ahora a nuevos retos profesionales. "Con las estrellas se busca un efecto para dar un golpe sobre la mesa", complementa Herreros, que en su equipo cuenta con Keira Hamraoui, ex del Barcelona y del PSG, además de con las españolas Patricia Padilla y María Cirauqui.

En lo que los dos preparadores también están de acuerdo es en la evolución de la jugadora saudí, promovido por una norma que dice que no puede haber más de cinco futbolistas extranjeras en el campo ni más de seis en la plantilla. "La jugadora local está creciendo e irá a más porque tienen la suerte de que Lluís Cortés sea el seleccionador", declara Pérez, y Herreros añade: "Hay jugadoras saudíes muy interesantes y están muy repartidas en los equipos, obviamente si hubiera 200.000 jugadoras habría más nivel, ahora mismo habrá unas 100".

Algunas de esas jugadoras todavía juegan con el hiyab, aunque cada vez son más las que saltan al campo sin él. Las particularidades en el trato, no obstante, siguen siendo palpables. "Nosotros estuvimos dos meses para empezar a chocar la mano con ellas, y en los partidos se dan la mano entre las jugadores pero no a los entrenadores hombres", cuenta Pérez, que matiza que hay mucha diferencia entre los entrenamientos y los partidos: "En los entrenamientos se abren más y son cercanas, pero en los partidos algunas no podían ponerse en la foto". "Hay jugadoras que tienen que jugar con nombre falso o tapadas, porque su padre igual no les deja o a la familia no le gusta, en eso se nota que es un país conservador, aunque está en apertura y cada año se avanza", considera Herreros.

La duda está en saber si ese avance es real y si se traslada a la sociedad o forma parte solo de la burbuja del fútbol. "La situación de los derechos de las mujeres saudíes sigue siendo preocupante", subraya Carlos de las Heras, responsable de Deporte y Derechos Humanos de Amnistía Internacional. Aunque considera que una ley de 2023 incluyó reformas positivas, como fijar una edad mínima para el matrimonio, esa misma reforma seguía perpetuando las prácticas inherentes a un "sistema de tutela masculina que sigue imperando". "Hay determinadas cuestiones que no están en manos de las mujeres saudíes, sino en manos de parientes varones, como elegir con quién casarse, iniciar estudios universitarios o un negocio propio", afirma De las Heras, aunque anima a diferenciar el ámbito rural del urbano, donde esos pequeños avances son más notorios.

Un paso más en el 'sportswashing' de Arabia Saudí

Aunque la inversión de Arabia Saudí en fútbol femenino tenga finalmente un efecto positivo, los motivos, según el miembro de Amnistía Internacional, son otros: "Es una muestra más de sportswashing (lavado de imagen a través del deporte), porque lo que quiere es convertirse una potencia mundial deportiva para distraer la atención del atroz historial en derechos humanos del país. Es verdad que se potencia la liga femenina y, por tanto, la inclusión de las mujeres en el deporte, pero siguen teniendo falta de derechos y de libertad de expresión porque son consideradas personas de segunda".

La inversión en fútbol femenino, según De las Heras, solo es un paso más en el blanqueo del país a través del deporte. Cada vez son más los ejemplos: las Supercopas de España e Italia, el Dakar, un Gran Premio de Fórmula 1, figuras como Cristiano Ronaldo, Jon Rahm y Rafa Nadal, inversión en el extranjero (como el caso del Newcastle) y, por supuesto, la carta más fuerte: el Mundial de fútbol masculino de 2034.

Todo ello forma parte de un objetivo que empezó hace años, concretamente desde 2007, cuando el príncipe heredero Mohamed bin Salmán empezó a asumir más poder. "Su estrategia fue que el país fuera menos dependiente del petróleo y arranca lo que se llama 'Visión 2030', una estrategia de diversificación de inversiones en varios sectores, uno de ellos es la cultura y, concretamente, el deporte", argumenta De las Heras. Estas inversiones, según De las Heras, se hace con el fondo soberano saudí, valorado en 600.000 millones de dólares.

Para juzgar si estas acciones provocan una apertura, ante la posible vigilancia exterior, el miembro de Amnistía Internacional anima a valorar la comparación del país antes y después de la llegada de Mohamed bin Salmán: "No se ha mejorado en derechos humanos, incluso ha empeorado en aspectos como la libertad de expresión o la pena de muerte, y todavía se ejecutan a cientos de personas", apostilla Carlos de las Heras. Algunas de esas encarceladas son mujeres que alzan la voz para defender la igualdad. En Arabia Saudí la mujer sigue de la mano del hombre, pero no de la forma positiva en la que salieron las niñas en las semifinales de la Supercopa de España.