Mbappé se gana un 'título' en medio de la convulsión del Real Madrid: los pesos pesados le señalan como el líder en contraposición con Vinicius
El francés marca muchos goles, tantos que parece que el equipo fracasa a pesar de su esfuerzo.

Toca el final la temporada y es el momento de abrir la caja negra y comprobar qué ha pasado en estos meses para explicar el resultado final. En las oficinas del Real Madrid ese análisis será desde la preocupación, por descontado, porque es un club en el que todo lo que no es ganar es perder y este año se ha perdido de más, indefenso contra un rival que ha sido mejor de inicio a fin, el Barcelona.
Se pondrá la lupa a todos los jugadores, que es lo que procede, pero especialmente a Kylian Mbappé. Es la estrella, el jugador deseado, el fichaje de relumbrón y, para muchos, incluso el mejor futbolista del mundo. También es el único añadido —junto con Endrick, de presencia anecdótica—con respecto a una plantilla que terminó 12 meses antes campeona de Europa y de Liga.
Como el Madrid no ha conseguido igualar esos registros, ni de lejos en realidad, cargará sobre él parte de la culpa pero ¿es eso justo? Es verdad que no todos los días fueron de gloria, que ha tenido momentos de la temporada débiles y en no pocas ocasiones se ha visto arrastrado por el desconcierto generalizado que acompaña a este Real Madrid. También es cierto que si a un delantero lo que se le exige son goles, a Kylian Mbappé no se le pueden poner muchas pegas.
Los tres que le hizo al Barcelona le ponen en 27 en Liga, lo que provisionalmente le indica como pichichi por delante de Lewandowski, que tiene 25. Ese título, menor, es a todo lo más que aspira ya el Real Madrid en esta temporada. A esos goles le suma siete en la Champions, dos en la Copa del Rey, y uno más tanto en las dos Supercopas como en la Intercontinental. 39 goles, una cifra más que firmaría cualquier delantero del mundo y cualquier club que haga un fichaje como el de Mbappé.
Aunque en ocasiones se ha visto frustrado, no se ha dejado del todo arrastrar por la melodía triste del año blanco. Si algo ha demostrado Mbappé esta temporada es su capacidad para hacer cifras, necesita muy poco para ser productivo, es bueno en el remate y tiene eso que se llama olfato, que es más complicado de definir que de entender: conoce el arte del desmarque, es rápido en la arrancada, no se pone muy nervioso delante del portero...
Contra el Barça demostró su capacidad de liderazgo en un Madrid sin él y cogió el toro por los cuernos en Montjuïc. Pero se encontró solo. Tras el Clásico, se extendió la sensación entre los pesos pesados del vestuario de que el líder de los próximos años pasa por él más que por Vinicius. Pese a que el club se ha volcado en el brasileño, viendo un proyecto orbitando en torno a su impacto, sus últimos meses no han correspondido a esa visión, más desbordado que centrado. Todo lo contrario que el francés, que ha demostrado resiliencia a las críticas (pitos del Bernabéu) y aptitudes de líder.

El noble arte de la confección de la plantilla
En muchos sentidos, el galo ha sido un oasis en una temporada mala del equipo en la que es difícil resaltar la labor de muchos futbolistas. La de Mbappé se defiende sola desde las cifras, pero no ser el principal problema del equipo no quiere decir que no sea parte del drama del mismo. No, este curso del Madrid se explica también con Mbappé, no a pesar de él, por más que diga la línea estadística.
Porque la confección de una plantilla es un arte complicado en el que influyen muchos factores, y el sueldo del delantero es también uno de ellos. Para valorar su despliegue hay que pensar que el equipo decidió colocar sus recursos en la llegada del astro antes que intentar encontrar otros parches para zonas del campo mucho peor dotadas que el ataque.
Esto, es cierto, también forma parte de la condena de Mbappé, que ha visto como los balones no le llegaban con la frecuencia y la calidad esperada al llegar al Real Madrid porque detrás de él reinaba el caos y la falta de fútbol. El delantero hubiese sido una persona más feliz si Kroos no se hubiese retirado o si Carvajal no se hubiese roto. Al menos, podrá pensar, podían haber llegado otros jugadores de mayor nivel para que el equipo funcionase mejor y él no tuviese que verse tan solo arriba.
Su relación futbolística con Vinicius ha sido complicada durante todo el año, algo a lo que no ha ayudado que el brasileño haya hecho su peor temporada desde su eclosión como estrella mundial. Es cierto, y se ha reiterado en múltiples ocasiones, que arrancar desde la izquierda es el movimiento preferido de ambos, pero solo hay una banda. El francés, ante la perspectiva de jugar en el centro, ha terminado demostrando que su juego puede también brillar siendo la punta de lanza. A pesar de todo eso, de ese cumplir, el apagón de Vinicius también tiene que ver con todo esto.
Si a ellos se le une Rodrygo la cosa se hace todavía más difícil, y esa ha sido uno de los lastres que ha tenido toda la temporada, este más achacable a Ancelotti que a los propios jugadores. El técnico decidió desde muy pronto que lo suyo era ponerles a todos en el campo, y también a Bellingham, porque al final los buenos se entienden y la cosa funciona. La segunda posición del equipo en Liga y la eliminación contra el Arsenal recuerdan que confiarlo todo a las musas no suele dar buen resultado.
El repertorio de delanteros era ya importante antes de que llegase Mbappe, pero el club decidió que esa era la apuesta. El Madrid, además, ya no tiene esa cartera infinita de los años anteriores. Aunque el presidente dice en las Asambleas que las cuentas siguen saliendo tan bien como siempre, lo cierto es que los movimientos del club expresan cautela y contención, como si las vacas no fuesen tan gordas. Las cuentas son positivas, pero en las empresas el balance muchas veces es más literatura que ciencia.
No es sencillo empezar de nuevo, y la primera temporada de cualquier fichaje no suele ser la mejor de una carrera. Le pasó a Zidane, le pasó a Modric y, si le ocurre lo mismo a Mbappé no es una locura pensar que llegará a las cotas de los otros dos protagonistas de esta frase. Al fin y al cabo, sin estar del todo, se va a ir a más de 40 goles. Números de líder.