FUTBOL

Descifrando el lado más desconocido de Heinze mientras espera una llamada de España: su carácter difícil, ¿fama o realidad?

Pretendido por el Valladolid antes de Cocca, su imagen de carácter complicado que le ha generado parte de la prensa contrasta con la parte más serena y sencilla del exmadridista.

Gabi Heinze, entrenando al Newell's. /GETTY
Gabi Heinze, entrenando al Newell's. GETTY
Lorena González

Lorena González

De padre del Volga, minoría alemana situada en Rusia, y madre italiana, Gabriel Iván Heinze, apodado El Gringo por esos orígenes rubios en plena provincia de Entrerríos, hace 46 años (nació en Crespo), consiguió lucir la camiseta de algunos de los clubes más grandes de Europa, incluido la del Real Madrid, ser un fijo de la selección argentina por más de una década, habiendo coincidido varios años con un joven Messi, con quien la admiración sigue siendo mutua. A pesar de todo eso, y también de su paso por Newells, Valladolid, Manchester United, Roma, PSG u Olympique de Marsella, Heinze es para el gran público, un gran desconocido.

En los últimos días su nombre ha vuelto a salir a la palestra en nuestro país por el interés del Valladolid para ocupar su banquillo. Después de varias conversaciones, donde el argentino insistió en la necesidad de reforzar con unos cinco jugadores en este mercado de invierno, y de preferir que el contrato pudiera extenderse más allá de esta temporada, se descendiera o no, las llamadas tuvieron su fin porque los dirigentes no cedieron con ninguna de las peticiones de El Gringo. Ni siquiera le garantizaron fichar a un solo jugador, y el proyecto le generó demasiada desconfianza. No sabía ni siquiera si realmente lo había. Así que fue su compatriota el elegido, Diego Cocca, que presentó menos exigencias para hacerse cargo de un equipo que, si no cambia considerablemente, tiene mucha pinta de volver a ser carne de Segunda. Durante estos días también ha vuelto a salir a relucir el recelo de algunos con el carácter de Heinze, del que dicen que es muy poco llevadero. Sin embargo, sólo con indagar en su pasado, podemos hablar únicamente de un tipo competitivo que quiso y quiere muy poco a la prensa, con la que últimamente se intenta reconciliar.

En 2010 estuvo bajo las órdenes de Diego Armando Maradona. Aquella fue la conjunción de dos líderes, dos personalidades fuertes, siempre de frente. El respeto y cariño se dio hasta el final de los días del Diego. De hecho, en su libro, una de las dedicatorias fue para él: "Al Gringo Heinze". La palabra de Gabi siempre estuvo por encima y delante de muchos. Escuchada y tenida en cuenta a veces casi como propia, a pesar de ser motivo también de horas de discusión que terminaban en un abrazo.

La muerte del '10' le sigue pegando duro al que fuera su pupilo, y todavía le cuesta hablar de él, ni siquiera se ha hecho a la idea. Porque, aunque a menudo ha dado imagen de polémico, distante y con carácter agrio, lo cierto es que la gente cercana al Gringo sabe del tipo sensible, leal, divertido, pasional y obsesivo con el trabajo que es. Cierto que ha provocado diversos enfrentamientos con la prensa, de la que no se fía y detesta el papel amarillista de algunos, aunque poco a poco va sabiendo diferenciar. Después de darse cuenta de que no podría entenderse con los periodistas como él quisiera, "porque van a hacer daño, no les interesa el juego", optó por dedicar sus respuestas a casi una clase pedagógica de fútbol. Es más, mientras estaba en Vélez, se ofreció para que las ruedas de prensa fueran más un turno de preguntas acerca de técnica y táctica, ahí no iba a escatimar tiempo ni esfuerzos en explicarles. Tampoco le salió bien.

En los últimos tres años viviendo en Madrid, excepto la breve estadía en el banquillo de Newell's, se ha dedicado a seguir formándose como entrenador, aplacar ciertos ímpetus, reflexionar, escribir a modo de terapia y esperar una nueva oportunidad como entrenador, pero esta vez sin prisas, con sosiego, justo lo que no le ofreció el Valladolid. Por tanto, volver a Pucela, la que fue su primera casa en España, debe esperar (fichó a Cocca).

Para comprender el carácter carismático, firme y ganador de Heinze, hay que remontarse a sus inicios, siempre precoces.

Heinze, con 18 años, al llegar al Valladolid.
Heinze, con 18 años, al llegar al Valladolid.

Después de debutar en Newell's y con apenas ocho partidos como profesional en sus piernas, Gabriel Heinze dio el salto a España con apenas 18 años. Lo hizo a Valladolid, donde le costó adaptarse durante los primero meses, sobre todo porque no jugaba, así que al poco, salió cedido al Sporting de Lisboa. En su vuelta a Pucela, demostró su liderazgo en defensa, solidez, e incluso su capacidad goleadora. De allí se marchó al PSG, y no fue hasta 2007, cuatro temporadas más tarde, cuando regresó a nuestro país para terminar de consolidar su carrera. Ya entonces era uno de los más destacados de la selección argentina, consiguiendo el oro olímpico en 2007 con Marcelo Bielsa como entrenador y con Roberto Ayala, el 'Kily' González, Mascherano o Tévez como algunos de sus compañeros.

Aquella experiencia con el 'Loco' marcaría un antes y un después en la vida deportiva y personal de Gabriel, y desde entonces sus destinos siguen cruzándose inevitablemente. Las charlas que mantiene no han dejado nunca de darse, buscando algún día de vacaciones y acercándose uno a la casa del otro, a las afueras de Rosario, donde Marcelo intentó en más de una ocasión convencer a Gabi para que le acompañara a clubes como Olympique de Marsella y Leeds. Allí, apartados del gentío, porque ese es uno de los rasgos que definen al Gringo. Su perfil bajo una vez se quita las botas, la soledad y el hermetismo que a menudo le juega alguna mala pasada. Al igual que Bielsa, Heinze hace años que decidió no conceder entrevistas, y a los periodistas prefiere tenerlos más lejos que cerca. No le ha preocupado ser políticamente incorrecto, aunque cada vez más mide las formas y los filtros mediáticos. No porque se fíe, eso nunca.

Heinze siempre tuvo grandes referentes en los banquillos, como cuando fue petición expresa de Alex Ferguson para su United. Aprendió inglés, pero no el suficiente para dialogar con Roy Keane, con quien llegó a las manos y años más tarde recordaría entre risas: "Me dijo 'fuck off', yo sabía poco inglés pero sí que eso era una mala palabra. Le respondí 'fuck off you' y lo siguiente que pasó no lo recuerdo". Keane le pegó y elGringo se la devolvió. Terminó mediando Ferguson y todo quedó ahí.

Heinze, en el United, pugna un balón con Kaká.
Heinze, en el United, pugna un balón con Kaká.

Ganó la Premier con Cristiano Ronaldo en la plantilla de los red devils, e hicieron una amistad que aún hoy conservan. Porque si de algo puede presumir el Gringo es de mantener las amistades de siempre y que cualquiera de ellas coincida en un denominador común: la lealtad de Gabriel. "Es de fierro". Es decir, para muchos de los que han sido sus compañeros, para ir a la guerra, sería el primero al que llamar. Tampoco dudaron a la hora de hacerle capitán del Manchester.

Lo siguiente fue su fichaje por el Real Madrid y enseguida tomó el rol de líder, tanto de central como de lateral izquierdo, siendo peso pesado en el vestuario a pesar de estar sólo dos temporadas. Después de ganar una Liga madridista, terminó su periplo europeo en la Roma y en el Olympique de Marsella, para colgar las botas donde quería y como quería, en Newell's.

Heinze, en un partido con el Madrid.
Heinze, en un partido con el Madrid.

Tras retirarse, se inició con 37 años en el mundo de los banquillos al frente de Godoy Cruz. Sus colaboradores en el staff son Mariano Toedtli y Nicolás Pablovich, además del preparador físico Javier Vilamitjana. Los métodos exigentes que plantea fueron motivo de polémica en Atlanta, por ejemplo, cuando tergiversaron la orden de que los jugadores no podían beber agua durante los entrenamientos. En realidad pautaba las pausas de hidratación únicamente cuando realizaba alguna explicación y ejercicio táctico en el que pedía máxima concentración.

Un estilo como entrenador muy reconocible

Donde se le vio disfrutar especialmente fue dirigiendo a Argentino Juniors, equipo al que ascendió a la Primera División argentina y donde dio oportunidad a numerosos jóvenes que seguirían teniendo una buena trayectoria. Decidió dejar el club una vez subió al equipo, y pese a que los jugadores le pidieron que se quedara, sintió que el deber ya estaba cumplido. Le esperaba Vélez. El Gringo no levantó ningún título en su ciclo en Liniers pero, además de darle un estilo claro de juego, potenció a la plantilla.

Empezó con un equipo con problemas de promedio para el descenso y casi dos años y medio después se fue dejándolo tercero en la tabla de la Superliga, además de clasificarlo para disputar copas internacionales. Pero también, a partir de un estilo de juego ofensivo y elaborado, potenció a un grupo de jugadores cuyas ventas aportaron muchísimo dinero a la tesorería: 40 millones de euros en concepto de transferencias de futbolistas que crecieron en su nivel de juego de la mano de Heinze. Cáseres al Villarreal, el Mono Vargas al Espanyol, Nicolás Domínguez a Italia y hoy internacional absoluto con la albiceleste, Robertone al Almería o Cufré al Mallorca. Thiago Almada, al que hizo debutar, fue campeón del mundo en Qatar.

Heinze marcó un estilo reconocible y su nombre empezó a sonar en las grandes ligas. Estuvo cerca del Espanyol en 2020, pero fue Atlanta su siguiente equipo. En la MLS le tocó aprender que los compromisos comerciales y extradeportivos eran casi tan importantes como los futbolísticos. Prefirió seguir al margen, como siempre, y lo pagó caro. Tras esa experiencia, empezó a leer, interesarse por la psicología, hasta le punto de estudiarla en la universidad, e intentar manejar mejor ese tipo de situaciones que el fútbol también te pone delante y obliga a cumplir.

Heinze, como entrenador del Newell's.
Heinze, como entrenador del Newell's.

Dejó los EEUU algo tocado, volvió a alejarse durante un tiempo de la civilización y decidió instalarse en Madrid, donde mantenía su residencia desde su paso por el club blanco. Era momento de disfrutar de su familia, sobre todo de sus tres hijos, por los que se sentía en deuda por no haber podido dedicarles todo el tiempo que hubiese querido. De hecho, mientras dirigía en Buenos Aires, vivió solo y le pasó factura. Nada que no pudiese recuperar. Una de sus hijas empezó sus estudios en la capital española y de forma escalonada fue llegando el resto de los integrantes de los Heinze.

En 2023 sonó esa llamada que a veces se prefiere que no suene, o que lo haga en otro momento. Pero era uno de los peores momentos de Newell's, y su amor le impidió decir que no. Se había despedido del club leproso como jugador, cuando vistió por última vez su camiseta y brazalete de capitán bajo la promesa de salir campeón de Argentina. Y así fue, con el equipo que maravilló por su juego y resultados y que catapultó al Tata Martino, su técnico, al banquillo del FC. Barcelona.

Amante del vino y con su propia bodega

El paso de Heinze como entrenador de Newell's no fue como se esperaba, aunque él pronto se lo vio venir. Se marchó dolido, impotente, y volvió a aislarse en su casa de campo rosarina. Allí se vio con Messi, Mascherano, Aimar, Maxi Rodríguez, Gago, y otros tantos entre asado y asado, entre charla y charla obsesa de fútbol, y entre vinos de su propia bodega, después de haberse convertido en amante del líquido de la uva una vez conoció la retirada. En su finca de Mendoza inspiró una línea llamada 'Corazonada'.

Ahí puso su corazón, como a todo, y a pesar de parecer frío y racional, le mueve la pasión y la defensa de las causas perdidas. Tiene un sentimiento de justicia tan alto como para a veces volvérsele en contra. De ahí que su tendón de Aquiles, ya desde su etapa como jugador, se la prensa. Si bien en varias ocasiones se le ha visto a la defensiva, lo que de verdad le irrita de los periodistas es cuando ve segundas intenciones en busca de un titular más sensacionalista, o cuando trata de explicar una cuestión técnica o táctica y del otro lado siente que no la quiere entender o lo que es peor, ni le interesa.

En Vélez, tuvo varios contrapuntos con periodistas, de los que luego en la intimidad se ha arrepentido, y que han quedado plasmados en algunas de las siguientes frases para el recuerdo: "Te pido por favor que, si me hacés una pregunta y estás mirando el móvil, eh… Te lo pido por lo menos por un respeto, ¿no?"; "El análisis de ustedes es muy fácil. Que le den un cheque en blanco y que usted busque a los mejores del mundo. Lo que yo hago es ponerle todas las herramientas posibles al futbolista. No hay ningún análisis de lo que usted está diciéndome, es algo muy fácil. Pero yo no me quedo con el análisis que hace usted... Ojalá usted no tenga razón: yo voy a trabajar para que usted se equivoque lo máximo posible".

Desde su regreso a España, acude a ver fútbol a distintas ciudades como Barcelona o Sevilla, evita el Bernabéu porque prefiere pasar desapercibido; se junta a menudo con excompañeros como Raúl, con quien juega al pádel. Gran lector, ha vuelto a estudiar inglés, el idioma que aprendió a principios de los 2000, y que se suma al italiano y francés. Íntimo de Mikel Arteta, viaja asiduamente a Inglaterra a ver Premier y reunirse con su amigo, que además no descarta incluirle en su staff del Arsenal. Sin embargo, el Gringo ya puede ejercer como primer entrenador en Europa y es su prioridad. Eso sí, debe ser un proyecto que le dé confianza, y no fue el caso actual del Valladolid.

Mientras, se prepara, tranquilo, con el sosiego de la madurez y callando, en silencio, esas voces que afirman que el Gringo tiene problemas allá donde va. Lo dicen los periodistas, los que menos le conocen. Prque él se ha encargado de ello, a modo de protección, sobre todo del vestuario, al que considera un lugar sagrado, libre también de los propios dirigentes de turno. Lo que sucede de puertas para adentro, sólo él y sus jugadores lo saben, pero dista mucho del carácter áspero y distante que muestra ante las cámaras y micrófonos, su gran amenaza. Fuera de ella, el Gringo es inofensivo.