Arda Güler confirma que en el Real Madrid hay dos bandos al fichar
Como ya sucedió con Bellingham, Fran García o Brahim, la dirección deportiva se limitó a informar, sin consultar, a Ancelotti.

La estrategia de Florentino Pérez con los fichajes siempre se ha regido por una máxima: asegurar el futuro a medio y largo plazo del equipo por encima de satisfacer al entrenador de turno con sus peticiones cortoplacistas. Ya saben: el escudo permanece y todos los demás están de paso. Ancelotti, sobre todo en esta última etapa, ha vivido en sus carnes esta tendencia de forma más acentuada que nunca. La llegada de Arda Güler viene a confirmar cuál es la hoja de ruta en Valdebebas.
La opinión del italiano, siendo importante porque se lo ha ganado a base de títulos y lealtad, no ha sido vinculante en muchas ocasiones. Pese a que a principios de junio le empoderaron en una reunión a tres en las entrañas de la Ciudad Deportiva de la que sólo quedan ya las buenas palabras. Si por él fuera ya habría en la plantilla otro suplente de Courtois, un nuevo lateral derecho que meta presión a Carvajal y, por encima de todo, un nueve de rango mundial. Y sin embargo, ahí siguen Lunin y Lucas, mientras que Kane está censurado y Havertz se fue al Arsenal. Todo lo demás que han presentado a bombo y platillo es visto por el italiano como simples complementos.
La política del Madrid pasa por aferrarse a los planes de su dirección deportiva, encabezada por Juni Calafat como responsable de la captación internacional. Sus aciertos en el pasado con los brasileños (Vinicius, Rodrygo, Militao, Endrick...) han minimizado otros errores y, de paso, le han permitido que su voz y voto valgan bastante más que el de Ancelotti. Al técnico se le informa puntualmente de todo, de forma respetuosa y protocolaria, pero en algunos casos se le dan pelos y señales cuando la operación ya ha fructificado o está a punto de hacerlo.
A Carletto no le importa demasiado que esto suceda con cracks contrastados que convivirán en el Bernabéu una década. Es el caso de Bellingham. Es consciente de que para fichar a Cristiano, Benzema o como puede suceder con Mbappé no es necesaria ninguna conversación, debate ni referéndum. Otra cosa es con movimientos de un perfil menor que, además, van a cambiar de inmediato el ecosistema del vestuario desde este mismo verano. "¿Cómo doy más cancha a Tchouameni y a Ceballos, como se les ha prometido, si continúan Kroos y Modric?", pensará el técnico. "¿Con qué cara le digo a Brahim que ésta va a ser su consagración si acabamos de pagar una millonada por un adolescente que vendrá a completar una superpoblada línea de mediapuntas?".

Otro más
Reconociendo que Arda Güler es un fichaje estratégico de futuro, ha pillado a más de uno con el pie cambiado porque cada propuesta del staff para reforzar lo que hay siempre era recibida, hasta hace nada, con la misma respuesta: "No hay dinero". Por eso Ancelotti venía reclamando un delantero con las primeras señales de alarma de Benzema y jamás llegó. De hecho, en el cuerpo técnico actual hay algún integrante del clan italiano que simplemente había visto alguna que otra jugada de la joya turca en esos packs empaquetados de highlights que repiten las televisiones hasta la saciedad. A Ancelotti, algo le habían contado recientemente de una promesa por la que se iba a pegar toda Europa. Pero sin más detalles. La progresión de las negociaciones las ha ido siguiendo como cualquier otro madridista, a través de los medios de comunicación y de los perfiles especializados en mercado en las redes sociales.
Esta forma de proceder en el Madrid confirma que, por un lado, están los planes del club, fraguados en los despachos; y, por otro, los de los técnicos, trazados a mano alzada en el campo. En este último año, esta bicefalia se ha acrecentado. Pasó con Lunin. Mientras el club le peloteaba sobre sus escasas actuaciones para que continúe a toda costa en el equipo, sin necesidad de gastar en un recambio en esa posición, Ancelotti pedía (y sigue pidiendo) un segundo portero de más garantías. Con Mendy sucede más de lo mismo. Para el entrenador es intocable. Cada vez que el francés está disponible, juega. Y eso incluye finales europeas. Sin embargo, el Madrid ya le intentó vender sin éxito el verano pasado por sus continuas lesiones y ahora reza porque Arabia Saudí no sólo amague y cumpla con sus intenciones de llevárselo.
Ejemplos de esta dualidad en la planificación deportiva sobran. Con Fran García, Brahim y Joselu sucedió algo similar. El cuerpo técnico, donde Davide Ancelotti ha ganado mucho peso, veía estas incorporaciones como aire fresco para renovar un banquillo anquilosado con piezas de museo como Odriozola, Vallejo, Hazard y Mariano. Pero sin ir más lejos. Sin embargo, el Madrid -que también era consciente de que urgía elevar el nivel competitivo- ha ido modificando su relato (a la espera de que sucede con Mbappé) apoyado en que la actualidad está de su parte.
Donde algunos ven un fichaje procedente del Rayo, de un Milan de entreguerras o de un Espanyol descendido a Segunda, Florentino Pérez ha podido sacar pecho a tiempo y vender que ha traído a un lateral al que acaba de convocar España, a un mediapunta que ha llevado el 10 en San Siro y que desde ahora, en vez de contar con Mariano, podrán echar mano del delantero centro titular de la Selección. Da la sensación de que, de haber ascendido el Castilla, el discurso oficial hubiera hecho creer que con tres o cuatro canteranos más iba a temblar Haaland y compañía.
Arda Güler no es más que otro caso en esta realidad en la que vive anclado el Madrid. Que no es mejor o peor que otra. Pero que es la que hay aunque se maquille o se esconda. Mientras el club prepara el decorado para presentar a un futbolista desconocido para la inmensa mayoría hasta hace nada, Ancelotti sigue esperando a que Florentino, José Ángel Sánchez y Juni atiendan sin regates sus peticiones y que, si no viene Mbappé, le traigan a un delantero top ahora que ha quedado demostrado, por mucho que digan, que la puerta del mercado nunca está cerrada. Si no es Osimhen (Nápoles), su preferido dentro del plan B, que al menos se le parezca.
Se habla mucho de junio de 2024 para la hipotética llegada de Kylian y para el abrazo definitivo de Ancelotti y Brasil tras un pacto verbal. Pero hasta entonces quedan 11 meses, un Clásico nada más empezar el verano, 38 partidos de Liga para recuperar el pulso perdido, otras 13 balas para reconquistar Europa y varias eliminatorias trampa de Copa. Carletto sabe que eso es un mundo y que, con lo que hay -con toda la alegría y respeto por y para Güler-, no da y sigue habiendo más incertidumbre que certezas.