La guerra de David Broncano y Pablo Motos ya se vivió en las ondas: "Como era amigo de García, nos dejó tirados"
Carlos Bustillo recuerda sus años como mano derecha de De la Morena, cuando la batalla con José María García disparó los decibelios.
Es excesivo decir que todo está inventado, pero sin duda lo parece. David Broncano se sentó en la mesa el pasado jueves y explicó que no había entrevista esa noche porque Jorge Martín, que iba a ser el invitado, había tenido que cancelar poco antes de que la grabasen. Alguno de sus contratos publicitarios le impedía ir a un programa de variedades antes que a El Hormiguero, así que no podía aparecer en La Revuelta. Enfado y animales en el programa de Broncano, que en su explicación del conflicto explicaba que no lo hacía por lo ocurrido esa tarde, sino que era algo de mayor rango, el programa de Pablo Motos les ponía las cosas difíciles para conseguir invitados.
Quien más quien menos se fue a los noventa, a esa guerra entre José María García y José Ramón de la Morena que ha dado para libros, podcasts y hasta series de ficción. Jesús Gallego, uno de los lugartenientes del programa de la SER, publicó un tuit poco después de la queja de Broncano. En Relevo hablamos con el segundo de a bordo de De la Morena, Carlos Bustillo, que como productor del programa era tanto su mano derecha como el que habitualmente primero se enteraba de los problemas que había para sacar adelante alguna entrevista ya pactada.
El productor es la persona más importante en las tripas de un programa y la agenda más apreciada del periodismo. Cuando se han hecho todas las gestiones pertinentes llama al protagonista, le pincha en antena y, si todo ha ido bien, consigue por fin la calma. El problema es cuando no sale bien, porque las alternativas no siempre son fáciles. "Es que muchas veces no tenías posibilidad de tener un plan B, nos pasaba diez o quince minutos antes. Quedabas con alguien, y a diez minutos de entrar le llamabas y te decía que no era posible", explica Bustillo.
Como le sucedió a Broncano, había días, de hecho con cierta frecuencia, en el que el programa se quedaba sin entrevistado y, consecuentemente, con un enfado importante en el equipo y un espacio de radio que llenar. "A veces el plan B era José Ramón contando la historia. José Ramón contaba estas historias, hacía un programa muy cercano y el oyente era parte de la familia, contaba lo que sucedía en el programa porque decía que era como un teatro en el que cada uno interpretábamos un personaje y el público lo tenía que saber", explica quien hoy todavía sigue siendo el productor de Radioestadio noche, en Onda Cero.
Era un mundo sin móviles y en el que los protagonistas hablaban, no la eterna tertulia a la que ha terminado empujando el silencio stampa de los protagonistas. "En los primeros años había una especie de guerra sin cuartel casi de para conseguir a gente hubo triquiñuelas todo tipo. Por ejemplo, mandabas a alguien para descolgar el teléfono de un restaurante y justo cuando fuese la hora cogerlo, para que así no pudiese atender a los demás".
Lo de las peleas por los protagonistas se daba cada lunes y cada martes, por lo que la memoria ha ido borrando toda esa información, pero el primer nombre que se le viene a la cabeza al productor cuando se habla de este tema es un día con Paco Roig, volcánico expresidente del Valencia. "Habíamos quedado con él, pero como era amigo de García nos dejó tirados el mismo día", recuerda. La anécdota completa, contada en uno de los libros de De la Morena, explica que mientras alguien le decía a Bustillo que Roig todavía estaba metido en la Junta Directiva en realidad ya estaba hablando con García en las ondas de la Cope.
Todos los que vivieron aquellos, incluidos los oyentes, saben el grado de antagonismo, el ruido que hubo alrededor de esa competencia. Es posible que las generaciones posteriores, los que no pudieron seguir en directo aquella guerra, no sean capaces ni de imaginarlo. Fue salvaje, tanto que lo de Broncano del otro día, se mire por donde se mire, es un juego de niños en comparación con la relación que había ente El Larguero y Supergarcía¨ (sí, el programa se llamaba así).
Bustillo da otro ejemplo, este en La Vuelta, que era además el evento anual al que acudían los primeros espadas, etapa tras etapa, para medir su grado de influencia, una especie de pelea de gallos venida a más: "En la Vuelta a José Ramón no le permitían hacer entrevistas a los directores que iban en los coches y veía desolado cómo las hacía García y no le decían nada. Además, les tenía en exclusiva con emisoras que les ponía en el coche y les pagaba con cheques de El Corte Inglés".
Como también ocurre hoy, era también una contraposición de estilos, entre lo viejo y lo nuevo. Si Motos lleva más de una década reinando, García era el alfa y el omega del deporte nacional. Broncano y De la Morena eran los que venían por detrás, con un nuevo lenguaje y una mirada más joven.
Como le ocurre al de Jaén, ser más pequeño no significa ir sin armas. José Ramón trabajaba en la Cadena SER, que es la más grande del país, un mastodonte capaz de darle mucho vuelo a cualquier programa. En Gran Vía no importó demasiado que la cosa se despendolase.
"Al principio hubo un punto de inflexión, con Eugenio Galdón como jefe, que era amigo de García y dejó a José Ramón sin hacer el programa un año, entre el 90 y el 91. Es un año que hace Paco González el programa y él está apartado de la radio. A partir de ahí, cuando ya es director general Augusto Delkader, no hubo ni un solo problema. Tenía mucha cercanía con José Ramón, le apoyó en todo, le apoyaba sin fisuras ni insinuaciones", recuerda. Porque, es verdad, sin apoyo de la empresa estas guerras son imposibles.
Claro que uno de los motivos por los que existen es que son rentables en audiencia. Que hablen, aunque sea mal. "A la larga sí que ayuda, el morbo que genera ayuda. Hoy habrá más gente pendiente de El Hormiguero y de La Revuelta por ver si cualquiera de los dos dice algo. Habrá mucha gente esperando que Pablo Motos diga de alguna explicación a los ataques de Broncano y habrá muchos que pongan La Revuelta para ver si Broncano cuenta lo qué hicieron con lo de Jorge Martín, a ver si ha hablado con Motos... Y si hoy Motos dijera que Broncano ha mentido, que todo estaba pactado desde hace tiempo, pues también alimentaría la respuesta de Broncano", cuenta el productor. Ese bucle infinito en el que quizá no importe tanto el entrevistado, sino la guerra que lleva hasta ese entrevistado.
Pasó el tiempo y tocó el momento de echar la vista atrás. Un podcast llamado Saludos Cordiales, de Pablo Juanarena, entrevistó a buena parte de los protagonistas y la mayoría, al escucharse, no podían dejar de señalar que muy probablemente se les había ido la mano. Incluso los cabeza de cartel, que ahora son amigos, son conscientes de que la pelea en la que se metieron en ese momento fue algo absurda.
"No merecía la pena tanto drama, sinceramente, claro que no. Eso lo han dicho ellos dos también, lo repiten mil veces, que hemos sido un mal ejemplo, lo miras a posteriori y sabes que no tiene sentido. Pero eso pasa en la vida en todos los órdenes, miras atrás y dices ¿qué necesidad tenía yo de pelearme por esta tontería de si habla cinco minutos antes o después? te das cuenta con el tiempo que te pasaste de frenada", remarca Bustillo.
Ahora la cosa, en las ondas, está mucho más calmada. Ya no hay un García, ni un De la Morena. Tampoco andan sobrados de protagonistas, refugiados en los mejores casos en las redes sociales y los eventos promocionales; en el silencio absoluto en los peores.
"Está mucho más civilizado todo. Lo más que a mí me pasa es que yo llamo a gente y le digo 'Oye, que te llamamos a las 12' y lo que más que me ha dicho alguna vez es 'Mira me ha llamado la Cope, ha quedado conmigo a las 12 y me ha dicho que tengo que entrar primero con ellos...' Ahí se queda el asunto. Lo que ya no voy a hacer yo es decirle 'No, yo te llamo antes, te prometo que tal, que no sé qué, que por favor'. No. Si él ya te ha marcado más o menos, que ha hablado con otro y tal, ya no hay la guerra de antes, ni presiones. La gente tampoco es como antes, ya no hay ese miedo que había", remarca Bustillo.
Ahora, Broncano y Motos, tienen que elegir ¿escalarán las hostilidades como en la radio de los noventa?