Un falso embajador, un experto sin voz y llamadas a los estadios de Italia para las alineaciones: así consiguió Canal+ que España se aficionara al fútbol internacional
Esta temporada DAZN dará las ligas inglesa, italiana y alemana, un cambio de ciclo después de décadas de hegemonía de la cadena de Maldini.
Es 1990 y España acaba de inaugurar sus televisiones privadas y, no contenta con eso, también aparece la televisión de pago. Fueron muchas cosas y muy distintas las que surgieron de aquel experimento que los espectadores conocieron como Canal+. El primer jefe de deportes era Alfredo Relaño: "Estábamos todos en una especie de laboratorio continuo. Todo lo que hacíamos lo veíamos luego juntos. Todos opinábamos de todo. Éramos un equipo relativamente pequeño, de unos 20, y había una unidad de propósito y de conocimiento y de afición muy firme".
Cogieron pronto el fútbol nacional, un partido a la semana, como rabiosa novedad. En Europa Occidental, hasta la llegada de las plataformas de series, era imposible concebir un producto televisivo de pago sin tener derechos del fútbol. LaLiga tenía un partido en las autonómicas y, el domingo, otro en el Plus.
Importante, pero también insuficiente. La idea era subir la apuesta y ampliar el espectro, encontrar nuevos nichos. Por eso se compró el Calcio, que en aquellos días era una constelación en la que jugaban los mejores futbolistas del mundo. Hasta ese momento, el fútbol de ligas internacionales que se había visto era anecdótico. Alguna final, algún partido grande en TVE. "En España nadie sabía nada porque nadie podía ver nada, muy de vez en cuando se daba algún partido, pero muy descuidados, mal comentados. Igual te daban un partido de Italia porque jugaba Maradona, pero no sistemáticamente", explica Relaño. Esta temporada 24-25 casi todos los derechos internacionales han pasado a DAZN. Es también el fin de una época.
En ese laboratorio de ideas había que buscar nuevas voces. Carlos Martínez y Valdano para el fútbol español (Robinson llegaría después) y chicos jóvenes, sin malear, para el resto de las cosas. "Gente de primer empleo, sin vicios", dice quien también fue director de As. Entre esos jóvenes apareció Chus del Río y a él le cayó en suerte la Serie A. "Éramos jóvenes, seguramente un poco inconscientes. Con muchas ganas, mucha ilusión. Todo era nuevo, cada día era una aventura y como éramos atrevidos lo intentábamos todo y podíamos con casi todo", explica el locutor.
"Yo hacía prácticamente todo el fútbol internacional al principio. Maldini y yo hicimos pareja enseguida. Mi memoria no es muy buena, pero creo que empezamos con la Serie A, después ya compramos la Premier, acabamos haciendo Liga Argentina, Copa de África...". Del Río cita a Maldini, que será el nombre que más se repita en estas líneas. Es imposible de entender todo esto sin recurrir a él, que era el especialista y terminó siendo el emblema. Alguien que pasó de un joven con una afición desmedida por el fútbol a una improbable estrella mediática. En su elección tiene su peso Relaño, y por eso él lo cuenta.
Relaño era, como él mismo se define, un "protomaldini". Tenía cintas de partidos antiguos, como una colección de nodos de la Copas de Europa del Madrid, y recibía en casa a gente del fútbol como Boskov y José Ángel de la Casa para ver esos encuentros y comentar. Eso era mucho más de lo que se estilaba en la época, pero muchísimo menos de lo que estaba a punto de encontrarse en ese chico de Leganés llamado Julio Maldonado.
"Me vino José Ángel de la Casa porque un chaval le había escrito preguntándole si tenía películas de fútbol. Me lo pasó a mí y en la carta adjuntaba un taco como de 20 folios o más, escrito a máquina por los dos lados, que eran partidos que él tenía. Él tenía 600 veces más que yo, tenía cosas que yo no había conseguido nunca, como el Inter de Helenio Herrera. Primero pensé que este tío tendría una tienda de vídeos, porque para tener tanto era un dinero en cintas. Llamé a su casa, hablé con su madre y fui a visitarle. En su casa tenía cintas por las paredes. Era un piso pequeño, pero tenía todos los pasillos muy ordenados, con los vídeos puestos de cantos. Su habitación entera, hasta por debajo de la cama de sus padres, todo lleno de vídeos, tenía una cantidad fabulosa".
De cómo consiguió esa colección se ha hablado mucho, básicamente comprando revistas e intercambiando con gente de todo el mundo, desde un camarero yugoslavo que vivía en Inglaterra hasta el presidente del Banco de Uruguay. Locos por el fútbol que fueron primero dealers y después amigos del que iba a ser el primer especialista en fútbol internacional de la televisión española.
Maldini tenía la colección y el conocimiento, pero difícilmente hubiese pasado en aquel momento una prueba como comunicador. Relaño lo intentó meter en la SER, pero "un jefecillo" le echó para atrás por su voz aflautada. "Es verdad que no tenía voz, pero eso no tenía nada que ver tampoco el butano [José María García] tiene voz, pero este sabe mucho más que nadie", replicó, con poco éxito, Relaño. Cuando llegó el Plus, no lo dudó, Maldini iba a ser el hombre del fútbol internacional.
Le emparejaron con Del Río, que sí tenía la voz adecuada para narrar, y la química fue fantástica. Lo que va a contar el periodista hoy suena casi estravagante, pero en aquel momento estar a la altura de lo que exigía una retransmisión era mucho más complicado que hoy, en un mundo con internet. "Yo decía siempre que entre Maldini y yo sabíamos todo el fútbol. Es que él era un seguro de vida, le preguntabas cualquier cosa y tenía respuesta, era como tener internet en directo. Lo que hacíamos para prepararnos era leer la Gazzetta dello Sport, todos los días, estábamos suscritos a revistas inglesas... También teníamos algunos contactos con periodistas italianos, hicimos un excelente amigo en Telepiú, Massimo Tecca, que nos pasaba mucha información. Y, por ejemplo, para saber las alineaciones de los partidos lo que hacíamos era llamar desde Madrid a la megafonía de los estadios italianos. Llamábamos como hora y media antes, porque claro ellos ya tenían la alineación. A lo mejor también la mandaba la RAI, pero dos minutos antes del partido", recuerda.
Un telefonazo para saber las alineaciones, y una narración desde Torre Picasso con dos cabezas pegadas a un monitor pequeño y que, según recuerda Relaño, tampoco se veía del todo bien porque la producción italiana no era tan inspirada como la española, en la que había cierta obsesión con hacer un producto premium.
"El fútbol inglés no era tan bueno como el italiano pero tenía una belleza especial en las transmisiones, había un nivel de transmisión muy bonito por la luz un poco más tamizada de Inglaterra, donde suele estar más bien nublado. El césped muy bonito, muy brillante. En Italia había mucho partido de sol y sombra, como se veía en España, y no lo combatían tan bien como nosotros. Hay que andar ajustando mucho la óptica para que cuando pasa el balón de la zona de sol a la de sombra se vea bien". Eran, por supuesto, días sin alta definición ni nada parecido.
Los colaboradores
Además de Chus del Río, Juan Carlos Crespo y, por supuesto, Maldini, también aparecieron algunos personajes que daban otro color a todo esto: Duncan Shaw y Giorgio Avversari. "Duncan era uno de los amigos de Maldini con los que se intercambiaba vídeos, de esa red en la que él ponía partidos españoles a cambio de otras ligas de las formas más rocambolescas que te puedas imaginar", recuerda Del Río.
La historia buena, a pesar de todo, es la de Avversari: "Giorgio es un personaje al que nosotros conocimos porque el primer día que dimos un partido de la Liga Italiana en directo en Canal+, recibimos una llamada en la redacción de un italiano que debió decir que en la embajada le habían dado nuestro teléfono. Quien cogió la llamada entendió algo así como que era el embajador. Y dijo que iba a venir. Pensamos que el embajador de Italia venía a ver el partido. Le recibimos como te puedes imaginar. Luego ya descubrimos que no era el embajador de Italia, nos hicimos excelentes amigos y acabó siendo comentarista incluso".
El proyecto fue creciendo, el Canal+ se convirtió en Canal Satélite Digital y lo que era una sola cadena se convirtió en una plataforma con cientos de canales, incluidos algunos específicos para el fútbol internacional. Y se amplió la plantilla, entraron nuevas voces, más expertos. Algunos de máximo nivel, como Gaby Ruiz, que en su hoja de servicio se incluyen desde direcciones deportivas a ser uno de los padres del PC Fútbol, un videojuego generacional que, por cierto, tenía narraciones por sugerencia de Chus del Río. "Yo se lo comenté y a los meses vino y me dijo, Chus, tuviste una idea buenísima, pero queremos que seas tú". La primera voz del Calcio y también del videojuego.
"La familia iba creciendo, iba creciendo el número de personas, gente como Carlos Castellanos, que se incorporaban al equipo. Empezamos a hacer programas, para nosotros era un pequeño triunfo el hacer un programa de fútbol internacional, exclusivamente de fútbol internacional", recuerda Del Río.
Primero fue Fútbol Mundial, en Sportmanía, más adelante Fiebre Maldini, quizá el más recordado de todos. De nuevo Maldini, ya como estrella, un programa dividido en dos partes. Primero, una mesa hablando de la actualidad y sacando algunos reportajes con periodistas desplazados a los lugares más variopintos. Para entender el nivel del programa cabe decir que algunos de sus participantes -Juni Calafat, Carlos Castellanos, Felimpe Martín o Gonzalo Novillo- hoy trabajan en el área deportiva del Real Madrid.
Cuando terminaba la actualidad, llegaba la mirada al pasado, una mesa friki de fútbol histórico, explotando la videoteca de Maldini. Sentados para comentar, el propio Julio Maldonado, Carlos Castellanos, Iván Castelló y Filippo Ricci, corresponsal en España de la Gazzetta dello Sport. Todos ellos extremadamente futboleros.
Un programa en el que se ponían partidos de la liga rusa de los años 80, o de la Recopa del 75. Aunque no lo parezca, en esa mesa todos eran de la misma generación, de hecho Maldini, Ricci y Castelló son del mismo año. Eso les daba referentes comunes. "Hablamos el mismo idioma, que es el fútbol. Punto. Después, cada uno se expresa de una manera u otra, pero, es, la base era la misma. Por eso te mencioné un poco la edad. Uno había crecido en Uruguay, dos en España, uno en Italia, pero con las mismas figuras de culto: El pelo largo de los holandeses, el mito del Liverpool, los años 80... Íbamos por el mismo camino", explica Ricci.
Fiebre Maldini y la fama de los protagonistas
Era, por definición, un producto minoritario, de nicho, para unos pocos. Pero resultó que no. "Lo primero que me sorprende es el reconocimiento del público. Yo voy a los estadios y la gente me reconoce. Te haces, entre comillas, una pequeña fama porque yo creía que este programa lo veían cuatro. Recuerdo que en Bilbao un tío me dio un niño de un año para que me hiciese una foto con él. Me llamó mucho la atención".
Esa pequeña celebridad futbolera no era solo para las gradas, también por las zonas mixtas. "Un día estoy en un estadio, llega un tipo por detrás y me da una palmada en el culo y me dice 'Gran trabajo en Fiebre Maldini' yo me vuelvo pensando ¿quién es ese? Era Xavi. Le dije, hombre gracias. Pasaban mucha de estas, un día con Casquero en De María. Son dos perfiles diferentes", recuerda. Aquello, le sirvió también para, en tiempos cada vez más difíciles para el acceso de los periodistas, que los jugadores le reconociesen.
Algo que, según explica el propio Ricci, sería imposible en Italia. "Hasta los futbolistas los veían, en Italia un futbolista nunca podría ver algo así, no le interesa. Aquí a nivel de cultura, de percepción de fútbol, es muy diferente. Los italianos solo piensan en el resultado y en el momento en el que tú no tienes los jugadores de antes, es difícil. Antes teníamos a Totti, Del Piero, Baggio... ahora a Retegui, Scamacca o Pellè y como no hay resultados, no te queda nada. Aquí se pone el fútbol por delante del resultado", explica.
La autopercepción es algo complicado. Ricci, que ve España con ojos de fuera —de Italia, su país, y de Inglaterra, donde también ha vivido y trabajado—, explica que aquí el juego es importante y que Fiebre Maldini sería imposible en Italia, un lugar en el que todo gira alrededor de la polémica, la moviola y la bronca. En Inglaterra había algo parecido, Gazzetta Footbal Italia, donde él también colaboró, pero que era desde luego menos diverso, menos friki si se quiere, que lo que era el programa de Canal+.
"En España el fútbol está en el centro del pueblo y esa es la base del enorme éxito que ha tenido el futbol español. Hace un año vino aquí un compañero a un partido del Madrid y el lunes por la noche estaba viendo un programa, quizá El Día Después y me llamó y me dijo 'Filippo, estoy viendo esto y llevan 20 minutos hablando de fútbol, es maravilloso, en Italia es imposible"
Es más, Ricci cuenta que, por su Twitter, le llegaban comentarios desde Italia de Fiebre Maldini. Algunos de ellos de Marco Foroni, un importante directivo de la televisión italiana. "Siempre me llamaba y me decía '¿Cómo podéis poner un vídeo tan largo de un partido absurdo? Y la gente lo ve, que lo veo en los comentarios' flipaba con todo esto".
Esa cultura futbolística, el amor por el juego, sería diferente sin todo lo que hizo el Plus. "Ahora hay diez maldinis", dice Relaño. Los hijos y los nietos de aquel estilo, de aquella ilusión por ver partidos lejanos y exóticos. "Yo veo con mi hijo el multifútbol de Europa League y Conference que hacen Fermín Suárez y Jaume Naveira y para mí son ídolos. Esto sería imposible sin Fiebre Maldini, son hijos de Julio, o quizá nietos, porque también aprendieron de Axel Torres. Y todo esto sería imposible sin la pasión de los españoles por el fútbol, que es una pasión real, una pasión honesta, una pasión sana", añade el periodista de la Gazzetta.
En un país en el que esa pasión existe, Maldini siempre ha sobresalido por eso mismo, por el puro amor al juego. "La gente de vez en cuando le toma un poco el pelo y tal, siempre hay haters, pero la pasión sigue igual. Han pasado los años y Julio sigue siendo un apasionado. Claro, ahora hace de todo, es un personaje, pero en el fondo, la base, es una pasión descomunal. Y esto lo ha transmitido a mucha gente, a generaciones, para mí tiene un rol fundamental en la cultura futbolística o futbolera del país. La gente puede pensar o decir lo que quiera, pero Julio ha sido un personaje importante, como un súperequipo, no te digo el Barça de Guardiola, pero algo así".
Nuevas plataformas llegaron, nuevos formatos y nuevas voces, otros grandes expertos en fútbol internacional. En definitiva, una manera distinta de amar el fútbol que empezó en un estudio de Torre Picasso con un narrador y un comentarista mirando partidos que llegaban desde Italia.