ELECCIONES EN LA RFEF

Desgobierno en la RFEF: la vuelta de Rubiales ya ni se descarta y urge maquillar otra chapuza con Yaye

El núcleo duro de Rocha trabaja en otras elecciones con la obsesión de sortear los baches y que Galán no las frene. Deberá pedir autorización al CSD si quiere votar a un presidente en 2025.

Luis Rubiales y Pedro Rocha, en una foto de archivo. /RFEF
Luis Rubiales y Pedro Rocha, en una foto de archivo. RFEF
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Más allá de que al lector y a toda la gente del fútbol que no reside en Las Rozas le sale ya la sonrisa floja cuando oye hablar de las elecciones en la Federación, la realidad es que en la Ciudad del Fútbol la cosa es bastante más seria. La imagen que se proyecta al mundo deja mucho que desear desde hace más de un año. Y dentro de la casa lo saben. Nadie atina a explicar qué pasa ni hay atrevidos que aventuren un desenlace.

Si aquel beso robado de Luis Rubiales a Jenni en Sídney avergonzó a una amplia mayoría, las soluciones aportadas para sustituir al presidente saliente están a la misma altura en este museo de los horrores. La institución funciona gracias al más de medio millar de trabajadores que lo integran, doblando esfuerzos debido a los despidos que hubo y en parte no se han repuesto y cargando con la injusta cruz de que toda la institución está igual de podrida. Pero el atasco en la gestión y en la dirección no se puede disimular por las continuas torpezas de su Junta Directiva.

No es una opinión. Es la realidad. Ahí están las sentencias del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD). Y ahí permanecen las opiniones de un montón de directivos que son tan víctimas como culpables del enredo. La última reunión de gerifaltes del pasado miércoles fue un capítulo más en este serial de Aquí no hay quien viva. Pese a que la veintena de componentes del máximo órgano de gobierno de la casa invitó por cortesía a todos los presidentes territoriales para intentar coser la división existente, las soluciones no terminan de llegar ni tampoco se acaban los roces ni los debates con dardos y mensajes subliminales. Las pataletas más comunes ("el TAD no nos deja hacer elecciones", "Galán sólo quiere notoriedad e impugnará cualquier cosa") y las súplicas (se ha pedido auxilio a FIFA y UEFA como escudos cuando hace cinco meses se criticó que un grupo de presidentes rebeldes lo pidiera) parecieron imponerse a las propuestas más razonables de ir de la mano del CSD.

Esta vez volvieron las tensiones por la forma en la que se siguen haciendo las cosas tras 12 meses de trabas y errores para hacer unas elecciones. De golpe y porrazo, los barones decidieron presentar a María de los Ángeles García Chaves, alias Yaye, a las elecciones presidenciales que la iban a elevar estos días para finalizar el mandato 2020-2024. Hasta 88 avales le consiguieron. Y tras la la censura del TAD de este nuevo paso en falso, todo el proceso se ha retrotraído por arte de magia como si nada hubiera sucedido. Con la presidenta en funciones en el mismo puesto que dejó, pese a los riesgos de que algunos de sus movimientos sean nulos y, por tanto, impugnables.

Una duda y dos soluciones

La división gira en torno a si Yaye llegó a dimitir en su día o no de todos sus cargos antes de presentarse como mujer de paja a las elecciones que han quedado en papel mojado. Unos dicen que sí, de manera irrevocable, -tanto como vicepresidenta primera como integrante de la Comisión Delegada- y otros dicen que no porque puso la condición -en privado- de que si no era presidenta podía regresar a sus anteriores funciones. Los defensores de esta teoría son los mismos que aseguran que Pedro Rocha cesó en su día oficialmente y que el TAD no tiene ninguna razón a la hora de escudarse en que, como no lo hizo, se han dado los pasos equivocados.

Por eso, a estas alturas de la película el núcleo duro de la RFEF, con Rafael Louzán (Galicia) al volante y con Joan Soteras (Cataluña) de copiloto, se esfuerza por borrar huellas y crear pruebas para demostrar que la convocatoria de la Junta Directiva de esta semana ha sido legal y no nula y que, por tanto, el proceso electoral que está a punto de echar a andar -cuando las alegaciones al censo lo permitan- no corre peligro por mucho que Galán siga amenazando por aire, mar y tierra. El director de CENAFE y de la Asociación Democracia y Transparencia en el Deporte está a la espera de conocer la fecha oficial de la convocatoria de elecciones para volver a la carga y disparar a todo lo que se mueva. Y cuidado con que el proceso se vaya a 2025, como todo el mundo da por hecho y pese a que la RFEF pida autorización al CSD. Dar el paso de ir más allá del 31 de diciembre podría ser motivo de falta muy grave e inhabilitación.

Sea como fuere, lo más preocupante en Las Rozas para los que de verdad les preocupa la Federación, y no sus intereses personales, es que funciona como puede y a arreones. Todas las fuentes consultadas, se palpa el desgobierno, hay desorden, no existe la conexión de antaño entre los cargos con máxima responsabilidad, se ve cierta inseguridad jurídica en los pasos a dar ("la RFEF no tienen un criterio claro y se fían más de los del resto") y nadie oculta su temor ante las continuas denuncias que sobrevuelan. La incertidumbre cala desde la planta noble hasta el césped. Prueba de ello es que, pese a los numerosos éxitos deportivos de los últimos meses, Luis de la Fuente sigue sin tener a su lado un director deportivo tras la destitución de Albert Luque o que no hay un nuevo director de cantera que supla con galones a otro purgado como Francis Hernández. Tito Blanco está haciendo un poco de todo, aprovechando que muchos querían vincularle a Rubiales y despedirle también, y alguien lúcido en la casa recordó que había llegado hace unos meses y, por tanto, merecía otra vida.

Sin un presidente (Rocha), sin una sustituta en funciones (Yaye) con peso en las decisiones y con las rencillas habituales entre los presidentes territoriales (Pablo Lozano, por postularse, ya está recibiendo recados desde diversos frentes), nadie se atreve a decir con contundencia cuál es la hoja de ruta que debe marcar el paso. No hay un rumbo claro. Tal es la confusión, que hay dos hipótesis bastante repetidas en los corrillos que ponen los pelos de punta y que resumen cómo está la situación. La primera es que una mayoría desearía el regreso de Rocha, a través de una cautelar, como mal menor. Con él, no habría guerra por el sillón presidencial. Y hay incluso quien ya ni descarta la vuelta del mismísimo Rubiales cuando cumpla su inhabilitación.

Parece imposible pero...

Esta última posibilidad es sólo es una hipótesis y se trata de un escenario de muy complicada ejecución. Pero tampoco nadie daba un duro cuando Pedro Sánchez fue arrinconado en el PSOE y conquistó luego España visitando todos los rincones con su coche particular. La jugada de la restauración de un Rubialismo que nunca ha dejado de estar presente en la RFEF -locura que unos airean con guasa y otros con morriña- pasaría por esta concatenación de hechos: se convocan elecciones completas ahora, Rocha pide inmediatamente en los tribunales ordinarios una cautelar y se la conceden, se presenta luego a los comicios de enero o febrero y los gana -porque todo el mundo piensa que los ganaría- y en mitad del mandato, allá por 2027, el juez entra en el fondo del asunto y lo inhabilita con una sentencie firme. Toda esta cadena de sucesos obligaría a la RFEF a volver a convocar unas elecciones, con tiempo aún de mandato por delante, en una época en la que Rubiales ya habría cumplido los tres años de inhabilitación que le puso FIFA y ratificó el TAD.

Parece una locura sin más, porque hasta Rubiales parece más centrado en República Dominicana que en España para rehacer su vida. Pero cuando tantos, y tan variados, pesos pesados de la Federación sacan su nombre a la palestra con tanta alegría ("con Rubi al menos había orden y reuniones") puede deberse a dos o tres cosas. Y todas dan miedo: que nadie le olvida, que más de uno le echa de menos, que los que mandan ahora son tan mediocres que le acabarán haciendo bueno y que si el propio Rubiales puso a Rocha como sucesor es porque valoraba volteretas como ésta. Quien piense que la Federación ya ve la luz al final del túnel es que aún no ha entendido nada.