Barral y el Madrid Galáctico: "No me había echado perfume en la vida, abrí la taquilla de Beckham y dije: esta es la mía"
El exdelantero confiesa en Relevo secuelas psicológicas y físicas después de una carrera repleta de anécdotas.
David Barral colgó las botas el pasado verano, a sus 39 años. Su equipo las dos últimas temporadas, el DUX Internacional de Madrid de Primera RFEF, fue expulsado de la categoría en septiembre por el juez único de competiciones no profesionales de la RFEF a causa de la incapacidad económica del club madrileño. Así, el exdelantero del Real Madrid Castilla, Sporting de Gijón, Levante o Granada, entre otros, pasó a ser exdelantero a secas. "Es un trauma muy, muy, muy grande el que hay que pasar", asegura Barral sobre el adiós al verde.
Eso sí, como jugador, porque inmediatamente se puso el mono de entrenador en el equipo juvenil del San Fernando de Henares. Su referente en el banquillo, un Manolo Preciado del que nos desvela anécdotas compartidas entre dos hombres con temperamento. Como las vividas en el vestuario del Real Madrid de los Galácticos. "Yo con 18 ó 19 años, que no me había echado un perfume en mi vida. Abrí la taquilla de Beckham y dije: "Ésta es la mía". Ese día olí de escándalo", confiesa el de San Fernando con la guasa con la que publicó un tuit tan sexual como viral en agosto de 2014.
Sí, hemos hablado sobre ese mensaje con el bueno de David Barral. Y de sexo, directamente. "Yo creo que nunca me han preguntado esto, te lo juro -dice entre risas-, pero me gusta". También nos habla de Gravesen, porque a nuestro compañero Sergio Fernández le contaron hace unos días que Barral era el único canterano que se atrevía a hablar con el danés. Y, en verdad, nos va a extrañar aún menos después de leerle. "Conmigo da gusto estar, ¿eh? Por lo menos te ríes".
David, ¿cómo estás? ¿Cómo llevas tu primera temporada sin jugar? Y no del todo por voluntad propia.
La verdad es que me siento raro. Me siento que me falta el fútbol. Decidí en verano darle a esto un final, porque llevo ya muchas temporadas, llevo mucho recorrido en el fútbol, muchas patadas, muchas lesiones... y una familia que viene detrás de mí allá donde yo voy. Era el momento ya de tener una vida tranquila, familiar, una vida diferente a la de antes, que era competir al 100%. Ahora se agradece, porque el cuerpo también necesita descansar.
Pero tu idea era seguir, al menos una temporada más. ¿Cómo viviste la renuncia del DUX Internacional de Madrid?
Físicamente y mentalmente estaba en condiciones para seguir jugando y mi idea era esa, jugar en el DUX Internacional de Madrid, el equipo en el que llevaba dos temporadas. Por desgracia, por problemas económicos, por problemas burocráticos también, al final no pudimos empezar la temporada. Sabía que era el DUX o en ningún otro lado, porque todas las ofertas o los equipos que me han llamado, ninguno me ha motivado tanto como para seguir jugando.
¿Te dolió colgar las botas así? ¿Te habría gustado que hubiese sido de otra forma?
No, porque o era este año o era el siguiente. Ya veía que esto tenía que acabar, de alguna forma y, después de tantos golpes y tantos kilómetros en las piernas, también uno piensa que es lo mejor para evitar dolores, para evitar en un futuro problemas mayores. Disfrutar de la vida, también tenemos que pensarlo.
¿El fútbol te ha dejado muchas secuelas?
Son varias: aparte de físicas, también las psicológicas, porque uno cuando vive del fútbol y está veinte años haciendo siempre lo mismo y luego eso te falta, se echa muchísimo de menos. Es que pasas de ser una persona muy, muy, muy importante en el mundo del fútbol, o tú sintiéndote muy importante haciendo algo en lo cual hay una atmósfera que se mueve espectacular, a pasar a un tercer plano y cambiar tu vida al 100%. Entonces, es un trauma muy, muy, muy grande el que hay que pasar. Yo me he ido preparando porque sabía que esto algún día iba a llegar y que era normal, era lógico y era ley de vida. A mí me está costando menos, pero sí que cuando entro en un estadio, cuando entro en una ciudad deportiva o cuando hay un balón de por medio, se echa muchísimo de menos. Hay mucha impotencia por dentro.
¿Y secuelas físicas que te puedan mermar ahora en tu día a día?
Yo, por ejemplo, los tobillos. En los tobillos he tenido siempre esguinces mal curados, porque uno quiere jugar, no quiere estar apartado del fútbol, no quiere estar en el médico constantemente. Entonces, te haces un esguince y en vez de estar las tres semanas correspondientes, estás una y fuerzas dos. Al final, vas atrofiando las articulaciones y vas atrofiando tu cuerpo por ponerlo al límite y por forzar lesiones.
El pasar inmediatamente de ser jugador a entrenador, estás en el Juvenil del San Fernando de Henares, ¿ha hecho que la transición psicológica haya sido más fácil para ti?
Sí, yo me he ido formando. De todos los entrenadores que tenía siempre intentaba coger lo mejor de cada uno, darle muchas vueltas a esto del futbol. Ya me saqué los títulos hace unos cuantos años. Quería seguir vinculado, porque me gusta. Me gusta transmitir, me gusta enseñar, me gusta el fútbol en general. Decidí estar en un Juvenil para empezar desde la base y, a partir de ahora, crecer como entrenador lo mejor posible. No rápido, lo mejor posible. Al final, uno lo que tiene que estar es formado y saber lo que tiene entre manos. No por muy rápido que llegues a Primera División luego se pueden cumplir las cosas. Yo quiero tener una buena base y, a partir de ahí, ir creciendo.
Dices que has intentado coger lo mejor de los entrenadores que has tenido. ¿Como qué y de quién?
He tenido muchos ¿eh? No sé si quince o más, empezando por López Caro en el Castilla, Preciado en el Sporting, Héctor Cúper en Turquía; en el Levante, Caparrós, Lucas Alcaraz, Mendilibar... He tenido muchísimos. Clemente, Sandoval, Paco Jémez… La de Dios. De todos intento coger un poquito de cada uno y, por ejemplo, de Preciado, cómo lleva el grupo. Eso es lo más importante para mí, el gestionar un grupo de 25 futbolistas. Que todos estén contentos, que ninguno se frustre, que todos remen hacia la misma dirección, que haya un bloque sólido y que el mensaje que tú des siempre cuaje dentro del vestuario. Y así, sucesivamente, con la mayoría de entrenadores. El carácter de Paco Jémez. Sé que tiene mucho carácter. Yo también tenía mucho carácter, pero siendo entrenador no se puede tener el mismo que dentro del campo, porque son posiciones diferentes. Es importante saberlo para no cometer esos errores que yo cometía cuando era futbolista.
¿Cuáles asumes que eran tu principales errores en el campo?
(Sin titubear) Las expulsiones, el temperamento, las patadas… Bueno, patadas ya no voy a poder pegar, ni ningún codazo (se ríe), pero sí protestas. Protestas y alguna ida de olla. Algún insulto a un árbitro o alguna patada a destiempo. Con el calentamiento del cuerpo y de la mente, se cometen errores.
¿Te pregunto quién es el entrenador que más te ha marcado en tu carrera y mejor te ha sabido llevar, con ese temperamento, o hablamos directamente de Manolo Preciado?
Sí, sí, es el que más me ha marcado, porque es el que más significado ha tenido para mí. Porque he estado seis temporadas, me hizo debutar en Primera División, con un ascenso, con cuatro permanencias, me hizo jugar los primeros 200 partidos en Primera, me hizo ser una leyenda en el Sporting. Yo digo 'gracias a él' y él dirá 'gracias a ti por tu trabajo', pero yo intento echarle flores a otros y que otros me las echen a mí. Y por eso me siento identificado con él.
¿Qué tenía de especial Manolo que os marcó tanto a los que compartisteis equipo con él?
Era un compañero más. Él era entrenador, ponía su pauta, ponía lo que tenía que poner de margen entre el futbolista y entrenador pero, luego, el día a día en la calle o el día a día después del fútbol, era una persona entrañable, simpática, una persona que te ayudaba, que intentaba que el fútbol nos fuera bien a todos y, sobre todo, era justo. Él intentaba que todo el mundo jugara, que todo el mundo se sintiera importante en el equipo, y eso es lo más difícil que un entrenador debe tener. Él lo conseguía. Lo conseguía.
Manolo también tenía temperamento. Habréis tenido encontronazos y anécdotas de todos los colores, ¿no?
Muchas. Fue mi etapa, digamos, de niño, que uno más locuras hacía. Ya luego uno madura con el tiempo, te haces un poquito mayor y vas dejando las cosas malas a un lado. Pero con él tengo muchas, muchas, muchas anécdotas. Muchísimas. Cosas buenas, muy buenas. Desde irnos a tomar copas, a en el vestuario pegarme dos collejas… Cada dos por tres me expulsaba del entrenamiento, pero porque yo me peleaba con compañeros. Porque yo tenía tanto temperamento que, a lo mejor, hacía una entrada un poquito más brusca de lo normal, el otro se cabreaba conmigo, yo me cabreaba con él y cada dos por tres: "Barral, para el vestuario" (se ríe a carcajadas), pero había muy bueno rollo, muy buen rollo.
¿Y qué hay en la finca que tienes? Porque, si no me equivoco, tienes una finca con animales…
Sí, es una inversión de muchas que he hecho. Invertí aquí en una finca con aves y un poquito de terreno para hacer barbacoa con los amigos, para pasar un poco el tiempo, para alquilarla también en plan inversión, aquí en Madrid. Intento ocupar el tiempo muerto yendo allí a la finca, jugando con los animales, haciendo algo diferente a lo habitual.
¿Es muy grande? ¿Qué animales tienes?
Sí, tiene 11.000 metros, tiene siete naves, terrenos… Intento pasar allí tiempo con los perros, que es lo que tengo allí. Un poco de desconexión, allí me distraigo.
Porque ahora tienes más tiempo. ¿Cómo es tu día a día?
Entrenamos tres días a la semana con los Juveniles pero por la tarde, con lo cual tengo todas las mañanas libres para ir al gimnasio con la mujer, para hacer la compra, para andar, pasear a los animales. Para entretenerme. Tengo ahora más tiempo libre que antes.
Y en el terreno de la finca, ¿plantas sandías?
No, no, porque no es la temporada. Ahora cuando vaya llegando verano ya empezaré con ese tema (risas). Que dio mucho juego eso… Fue la temporada del Levante.
La que liaste con aquel tuit.
Yo creo que fue en pretemporada. Todavía no había empezado ni la Liga. Estaba cenando con mi mujer y unos amigos, y hacía un calor tremendo, y se me ocurrió. Por eso lo puse. Pero tuvo tanta repercusión que, cuando llevaba 30.000 retuits, ya me dijo el Levante: 'Quillo, borra esto, que está dando la vuelta al mundo' (Se ríe). Eso pasó, eso pasó…
Buenos días a todos!! Hoy vamos a entrenar con buen sabor de boca... Un abrazo. pic.twitter.com/M8vyQMbSNw
— David Barral (@barral23) November 3, 2014
¿Te arrepentiste en algún momento al ver el revuelo?
No, porque es un chiste, ¿me entiendes? Es un chiste, a la gente le gustó mucho. Los futbolistas en sí, excepto Joaquín, son muy reservados, no dicen lo que piensan. Entonces yo, como también usaba las redes para bromas, para estar más cercano con el aficionado, para intentar que hubiera un enlace más cercano, de vez en cuando contaba un chiste, decía alguna anécdota, alguna foto, y eso gustaba en esa época. Era el principio de Twitter, Instagram todavía yo creo que ni estaba. Dio mucho juego, sí.
Y hablando de lo que no son las sandías bien fresquitas. Aprovecho para preguntarte por el sexo en la carrera de un futbolista. ¿Influye en el rendimiento, para bien o para mal? Sobre todo, en las previas de los partidos.
Yo creo que nunca me han preguntado esto, te lo juro (dice entre risas), pero me gusta. Me gusta que me preguntes porque no es común. Que la gente sepa… Yo cuando tenía ganas, si jugaba, imagínate, a las seis de la tarde y en casa con lo cual no te concentrabas porque ibas una hora antes al partido, si tú ese día por la mañana, después de desayunar, te apetecía hacer algo con tu parienta, tira p'alante. Eso a mí no me influía en el campo. Si yo me comía el césped, a mí más bien me venía bien para relajarme (se ríe). A ver, si lo haces dos horas antes, o dos horas y media antes, pues está muy cerca. A lo mejor te puede afectar porque vas a estar muy relajado, posiblemente. Pero no, que haya tres o cuatro horas de por medio no hay problema.
Hablas de relajación, no de distracción ni cansancio.
No, porque eso no puede llegar a cansar como para que afecte en el rendimiento, lo único es que puedes llegar un poco más relajado. Pero luego allí en el campo te activas, tomas dos cafés y sales como una moto al campo.
¿Y cómo andas de idiomas? Porque en tu carrera has estado en Turquía, en Emiratos Árabes, en Chipre y en Japón.
Bueno, estas etapas en las que he estado en el extranjero no han sido muy largas, entonces no he podido llegar a aprender un idioma. En los cuatro países, más o menos, me defendía con el inglés. Para poder decir cuatro palabras y que te puedan entender, con eso basta. Lo que más rentabilidad le he sacado yo al jugar fuera ha sido que mis hijos saben inglés perfecto. El primer viaje fuera de España, sin saber qué era "hola" en inglés, es lo más duro, porque no sabías cómo comunicarte. Era Turquía, una residencia, yo era joven. Allí sí fue un poco duro. Ya con el paso del tiempo uno se va acostumbrando en cambiar de equipo, cambiar de país, cambiar de idioma y, al final, la mentalidad se adapta.
No parece que tú hayas tenido muchos problemas de adaptación en los vestuarios. Sergio Fernández escribió la semana pasada un reportaje sobre Gravesen, y Javi Paredes contaba que, de los jugadores del Castilla, tú eras el único que se atrevía a hablar con el danés.
Sí. No es que me llevase bien con él, porque ni yo sabía inglés ni él sabía español, pero como estábamos todo el día bromeando, él me gastaba bromas a mí y yo le gastaba bromas a él. Me acuerdo de una anécdota de un compañero del Castilla que le gastó una broma y lo persiguió por toda la ciudad deportiva de Valdebebas hasta que lo pilló. Yo no sé cuántos kilómetros hizo, porque la ciudad deportiva de Valdebebas es gigante. Pues se recorrió toda la ciudad deportiva corriendo a tope para pillarlo y luego darle dos collejas, claro. Era un tío, de verdad, espectacular. Muy loco y tal, pero como persona, con nosotros, con los canteranos, se portaba súper bien.
¿Se puede saber quién fue el compañero perseguido?
No lo recuerdo ahora, te lo juro, si no, te lo diría (se ríe). No sé si fue Óscar Díaz, un canterano que también que era muy gracioso, que no parábamos de gastar bromas. Se pegó una carrera el chaval… Buah, qué risa.
Javi reconoció que algún "galletón", palabra que utilizó, os habíais dado Gravesen y tú.
Sí, sí. Yo a él intentaba no tocarlo, porque era muy bruto y en cualquier momento te soltaba una hostia y te ponía… Más nosotros, siendo canteranos, que teníamos un respeto tremendo, que no es como ahora, que las cosas han cambiado. Antes se tenía un respeto a los veteranos tremendo. Llevábamos los balones, los conos, lo que haga falta, lo teníamos que llevar. Yo en el equipo en el que estoy intento implementar el respeto entre los más mayores y más jóvenes, aunque los juveniles son todos de la misma edad, pero que hay que saber el que ya lleva un recorrido y el que está empezando. Muy bien, muy buena época…
Época de convivir con veteranos… y Galácticos. Estarías en una nube.
Claro. Nosotros entrenábamos a diario. Echaron a Luxemburgo y López Caro subió al primer equipo. Yo me llevaba muy bien con López Caro, le gustaba mucho mi fútbol, así tan agresivo y contundente. Me subía al primer equipo para que esa garra la pusiera yo arriba. Y, claro, rodearte de Beckham, Figo, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo, todos esos, era tremendo. Guti... Para nosotros era un sueño. Cada vez que subíamos era una oportunidad de oro para poder demostrar que valemos. Entrenar con todos esos era un sueño, un sueño.
¿Algún momento que recuerdes con ellos en ese tiempo y que nos quieras y puedas contar?
Sí. Creo que fue un día de partido en el Bernabéu, que el Castilla la fase de ascenso la jugábamos allí. Y una de las veces que estábamos en el vestuario abrimos la taquilla de Beckham y tenía un perfume. Y nos echamos todos, porque olía tan bien… (Se ríe). Me acuerdo perfectamente. Buah, fueron momentos… Yo siendo un niño con 18 años, 19 años, que yo no me había echado un perfume en mi vida, y abrí la de Beckham y digo: "Ésta es la mía", y me eché yo también. Ese día olí de escándalo (se ríe).
¿Y la mayor liada que has hecho en un partido? Igual hay unas cuantas.
Sí. Lo que pasa es que te tienes que poner a pensar, porque tiene que haber más… (risas). Yo me acuerdo, en Mallorca, un partido de Primera División, Mallorca-Sporting. Uno de nosotros en el suelo y ellos tiraron el balón afuera. ¿Qué pasa? Que nosotros se lo tenemos que devolver. Me saca de banda a mí y yo se la tengo que devolver a ellos. Pues yo tiré a portería para marcar el gol. Salió rozando el palo. Si tú vieras a todos, todos, todos, los once futbolistas más los del banquillo viniendo a por mí queriéndome pegar… Preciado me tuvo que cambiar en ese momento. En ese instante me tuvo que cambiar de la que se formó. No fui muy legal, digamos. Estaba falto de gol, llevaba un montón de jornadas sin marcar, una ansiedad tremenda, y digo: 'Aunque sea desde aquí, yo voy a tirar por si acaso'.
¿Tu carácter ha mejorado con el tiempo? Ahora estás en el lado del banquillo.
Eso lo voy a ir viendo poco a poco. De momento, de vez en cuando en el banquillo se me van los nervios, pero siempre con respeto. Son otras circunstancias porque, claro, no puedes pegarle una patada a nadie ni puedes entrar, ni depende de ti. Depende, al final, de tu equipo, de los once que están jugando. Es una terapia mental bastante importante en la que tengo que insistir, porque no tiene nada que ver ser futbolista con ser entrenador.
¿Esa terapia la estás haciendo solo o con ayuda de algún especialista?
La estoy haciendo yo solo, pero igual llevas razón. Igual debería de ir a una persona que me pueda ayudar en ese sentido.
¿En tu vida personal también eres tan nervioso, tan impulsivo, o manejas mejor ese carácter?
Soy nervioso de por sí, pero no tengo mal carácter. El día a día, súper bien con los amigos, con mi mujer, con la familia, con mis hermanos, con todo. Yo tengo siempre un carácter extraordinario, estupendo, siempre de bromas, siempre de risas. Que conmigo da gusto estar ¿eh? (Se ríe). Por lo menos te ríes.
¿Qué te habría dicho Manolo si te viera ahora de entrenador? ¿Se lo creería?
Yo creo que Manolo hubiese estado orgulloso de la carrera que he hecho, porque él confiaba mucho en mí. ¿Qué me diría? Pues no lo he pensado, pero él me quiere un montón y todas sus ideas me encajan por el perfil de entrenador que es. Sí que podría pedirle ayuda en este momento, pero ahora no está. Tendré que recordar todos esos momentos que viví con él para poder implementarlo ahora.
¿Qué frase suya se te ha quedado grabada?
Recuerdo una que dijo en una rueda de prensa: "Barral tiene menos luces que la Calle Limones''. Una calle de Santander que, a lo mejor, no tendría ni una luz y así me nombró en una rueda de prensa. Siempre estaba conmigo metiéndome caña. Pero porque llevaba razón.
¿A qué aspiras como entrenador?
A lo máximo que pueda llegar en el mundo del fútbol, que es entrenar en Primera División. Ése sería el sueño de cualquier entrenador. Quiero empezar desde la base, porque no tengo prisa y poquito a poco ir escalando, ir demostrando la valía que uno lleva y, si no sirvo, pues me dedicaré a otra cosa pero, por lo menos, haberlo intentando. Los sueños hay que intentar cumplirlos. Yo no voy a dejar de intentarlo. A trabajar duro y a ver si hay suerte.
¿Y ese sueño tiene el nombre de algún banquillo?
El del Sporting de Gijón. Ése sería. Es una buena respuesta, y un buen club. Y un buen banquillo y un buen escenario para poder triunfar. Pues sí, ¿por qué no?
¿Piensas que puedes tener mejor carrera como entrenador que como jugador?
No lo sé. Sería como lo está haciendo Zidane, Guardiola, muchos jugadores. Como está ahora empezando Xavi, que no sabemos si van a tener mejor carrera como entrenador. Pero tampoco es muy difícil ¿eh? Tampoco es muy difícil lo digo por mí, que tampoco es muy difícil mejorar mi carrera deportiva como entrenador. (Se ríe).