Dani Benítez y Julio Alberto reviven su infierno con las adicciones: "Un día dije que o me quitaba la vida o cambio radical"
Los exfutbolistas fueron protagonistas de Salvados en La Sexta para recordar los peores momentos de su vida.
Julio Alberto y Dani Benítez comparten mucho más que su profesión. Ambos fueron futbolistas, con un gran talento y una innegable capacidad para comerse el mundo. Sin embargo, cayeron profundamente en la adicción a las drogas, de la que ya están recuperados tanto tiempo después. Un problema que complicó la carrera deportiva de uno y la retirada de otro y que ahora recuerdan en Salvados. Un Salvados titulado "sin perdón". "Socialmente sigue condenado por ese error", sentencia Gonzo, explicando un lema que bien define el calvario por el que tienen que pasar sus protagonistas, incluso aun superando su problema.
Salvados viaja hasta un partido de Tercera División en el que Dani Benítez disputa sus últimos minutos como profesional. De Primera al fútbol de barro, un positivo por cocaína que lo cambió todo. Pero antes de viajar a sus infiernos toca recordar quién era, en un programa más destinado al público general. Al habla Monchi: "En velocidad y en conducción era muy difícil de parar. Tenía una técnica increíble. Era descarado, igual que era en su vida era en el campo. Él jugaba su partido. Sé que ha tenido una travesía por el desierto complicada. Espero que salga y no vuelva atrás".
Toma la palabra un Dani Benítez que ha cambiado de rumbo: "Mi vida me ha llevado a este polígono. He empezado un proyecto con un amigo para hacer productos naturales. Me he criado en un barrio humilde, en un pueblecito y estoy acostumbrado a ello". Nacido en Lloseta, el exfutbolista vivió su infancia con un balón cosido al pie. Ya en cadete firmó con el Mallorca y no fue antes porque sus padres no podían permitirse llevarle al campo. Una infancia dura siempre le acompaña: "Había muchas peleas entre mis padres, aquello era un infierno. No he tenido ese cariño que se le transmite a un hijo. Me fui de casa antes de cumplir los 16 años".
"Llegó un día que dije 'o me suicido o cambio radical'. Y cambié radical. Y ahora no puedo pedirle más a la vida".
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Una pesadilla que va creando una serie de traumas que explican sus problemas futuros. "Había muy pocos en el Mallorca que supieran de mi vida personal. Mi madre venía a verme jugar, mi abuela... Luego llegué al Granada, al poco tiempo falleció mi madre y ahí cambió todo. Diría que es el momento más duro de mi vida. Murió con 45 años de cáncer", recuerda.
Entonces llegó el éxito deportivo, que utilizó para ayudar a la gente, pero también derrochó en exceso y llegó a perder el control: "Mi madre siempre me decía que tenía que llegar a Primera División. Cuando ella fallece tenía ese sentimiento de deuda con ella. Conseguimos ascender. Futbolísticamente era muy feliz. Joven, con pasta para hacer lo que quisiera. Cada domingo era mejor. Estaba viviendo un sueño, eso era la hostia. Ayudaba a muchísima gente. Les he llenado la nevera de su casa. Le he comprado ropa a siete u ocho amigos, le he pagado los estudios a mis primas, he ayudado a familias de amigos míos que estaban en la cárcel".
Lee la entrevista en Relevo en la que Dani Benítez habló en profundidad de sus problemas.
El día que cambió la vida de Dani Benítez: «No era feliz, me daba igual todo»
Poco a poco, Dani Benítez fue cayendo en un agujero, aunque la perspectiva de futuro se antojaba fabulosa, en base a su situación: "He hecho locuras. Un día me gasté 25.000 pavos en una noche de fiesta y casino. Claro que piensas que tienes la vida solucionada, pero luego viene el batacazo". Incluso el Sevilla de Monchi intentó ficharlo, tal y como reconoce ahora el director deportivo: "Ya algo se sabía que era un chico un poco... Pero no fue el principal motivo para descartarlo. Había un informe que era un chico extrovertido, algo cabra loca, desordenado... Pero nada especialmente grave que nos hiciera descartarlo al cien por cien".
Benítez era, desde luego, un futbolista diferente, intenso. Uno de sus momentos más recordados, de hecho, fue el botellazo a Clos Gómez, que le costó doce partidos de sanción, tras ser captado por las cámaras. Quizás fue el principio del fin, ya que a su vuelta se lesionó y poco a poco comenzó a ser cuestionado hasta por su propia afición: "Pasé a ser una especie de oveja negra, me llamaban fiestero, borracho. Cuando me acusaron de un robo en el campo del Granada... Con el tiempo es gracioso. Me llamó el presidente porque la Policía quería hablar conmigo. Me acusaban de participar porque como conocía gente...".
El día que dio positivo por cocaína, contado por él mismo. "Entonces me daba todo igual".
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No tuvo ninguna implicación en aquello, pese a que fue juzgado: "No me llamaron para pedirme disculpas". Entonces, ocurrió. En una fiesta previa a un entrenamiento, consumió cocaína, le tocó el antidoping tras el partido del fin de semana y se lo reconoció al médico, que le instó a rezar: "Yo no voy a rezar, no creo en Dios". En esa época ya no veía el horizonte: "Yo no era feliz. Ya había conseguido lo que quería y había perdido la ilusión. Eso me mató. Me bebía un par de cubatas y se me olvidaba todo. Me daba igual todo".
Se dio cuenta, claro, que había perdido todo. Apagó el teléfono, se encerró en casa, mientras en su puerta había 30 cámaras. Muchas horas pensando, incluso le llevaban la compra a casa para evitar esa exposición. "Era un apestado, nadie quiere tener cuentas conmigo", recuerda. Ni en ese caso le llamó su padre, aunque tampoco lo echó de menos.
Dani Benítez decidió volver a casa, con su familia y hasta se le pasó por la cabeza todo: "Pensé incluso en quitarme la vida". Continúa: "Llegó un día en el que dije que o me quito de en medio y me suicido o cambio radical. Me costó, pero cambié. Me perdoné, por supuesto. Cuando has hecho algo así, si no lo haces los demonios te tocan la puerta. Esa fue la clave, perdonarme a mí mismo. Ya no hay nada que pueda conmigo. Puedo tener un día de bajón, pero me levanto y sigo. Ahora digo con la boca bien grande que estoy orgulloso de quien soy".
El tiempo sanó y Dani Benítez regresó a Granada por su hija, la que siempre le había acompañado allá donde iba, pese a todo. El presidente del Arenas, cuando el equipo estaba en División de Honor, le ofreció regresar al césped: "Todo el mundo se echó las manos a la cabeza. La gente me ha llamado de todo, drogadicto, yonki...". Sin embargo, se reconforta por el amor de la gente, aunque evita Los Cármenes: "Solo he ido una vez, lo intento evitar por los recuerdos que me trae".
El infierno de Julio Alberto: «Va tan rápido tu vida, que a los tres días cualquiera es amigo tuyo. No te paras a pensar en sus intenciones»
En la otra punta del país Julio Alberto se presenta como una leyenda, un clásico de nuestro fútbol. Le avala su experiencia en la Selección, en el Atlético, en el Barcelona... Un sinfín de éxitos, títulos: "La mitad se acuerda de Julio y la mitad se acuerda de los problemas". El exjugador se mostró preocupado cuando Salvados le llamó por primera vez principalmente por cómo iba a ser presentado. Entonces, Gonzo le dio la oportunidad de que fuera él el que se definiese: "Soy una persona tremendamente sencilla que ha pasado por mil cosas: resiliencia, éxito, fracaso, he ganado una batalla de la que me siento orgulloso. Hay que enamorarse de la vida, solo tenemos una. El dinero no puede comprar amor, puede comprar una casa, pero no un hogar, puede pagar una fiesta, pero no una amistad. Me di cuenta de eso más tarde".
"¿Qué cojones hacía yo comprando jerseys en Nueva York en lugar de comer con mi madre?"
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Ahora, Julio Alberto dedica su vida a una fundación que se encarga de la prevención y el trabajo de no normalizar las drogas en esta sociedad: "Hay gente que peregrina a mi casa, no sé ni cómo la encuentra, para pedirme ayuda. Llevo veinte años trabajando en cárceles, centros de menores...". Como Dani Benítez, su infancia fue dura. Le separaron de sus padres cuando era joven y tuvo que ingeniárselas para salir adelante. Ahora, reconoce no querer hablar del tema, de esa falta de cariño que tanto le lastró.
"Llego por casualidad al fútbol. Echo una carta a Real Madrid y Atlético de Madrid. Primero me llegó la citación del Atleti, gracias a Dios (ríe). Y en tres años en Primera. A mí no me gustaba el fútbol. Yo quería ser ciclista, pero en Madrid solo podíamos hacer eso. Mi primer sueldo fue 68.700 pesetas. Yo trabajaba de botones en el Banco de España, que ganaba mucho menos. Saqué el sobre y mi madre me dijo que de dónde lo había sacado y me echó de casa. No se creyó que fuera del fútbol: 'O devuelves lo que has robado o no vuelves aquí'. Tuvieron que venir a mi casa a convencerla que era mi primer contrato. Lo primero que hice fue llenar la nevera, comprar a mi madre un pijama, una bata y unas zapatillas. Y a mis hermanos un chándal y unas zapatillas para que pudieran hacer deporte", desvela.
El exfutbolista comenzó a trabajar nada más llegar a Madrid. Era un niño, tenía 14 años y le tocó asumir el rol de hombre de familia. Ejercía de hermano mayor, de sustento económico... Y cuando ya estaba inmerso de lleno en la élite, apareció el Barcelona. "El éxito es algo complicado de gestionar, más cuando va acompañado de dinero, de fama. Nunca te pasa nada. Va tan rápido tu vida, que a los tres días cualquiera es amigo tuyo. No te paras a pensar en sus intenciones. Hay tantos que se acercan en ese círculo...", avanza en su complicada historia vital.
Lee la entrevista en Relevo en la que Julio Alberto habla en profundidad de sus problemas.
«¿Me quieres decir qué cojones hacia yo comprando jerseys en Nueva York?»
Como Dani Benítez, Julio Alberto lo tenía todo después de no tener nada. Sin embargo, una vez llegó la fama y el éxito cayó en un círculo vicioso de gastos y le hizo olvidarse de lo realmente importante: "Un día me llamó mi madre para que fuera a comer a casa y le dije que no podía. Me preguntó por qué y respondí que tenía cosas que hacer. Era mentira. Me iba de compras a Nueva York. ¿Me quieres decir qué cojones hacía yo comprando jerseys en Nueva York?, ¿sabes el tiempo que he perdido de comer con mi mamá y mis hermanos? No lo necesitaba. Me arrepiento porque he perdido un tiempo maravilloso. Ahora puedo construir otro, pero mi madre ya no está aquí".
Con el tiempo, es capaz de resumirse en un instante, con la voz entrecortada: "Creo que no he sido un buen padre ni un buen hijo. Ahora sí que lo soy. Estuve tan pendiente de mí que no lo he estado de los demás". Pero aún quedaba por indagar de lleno en su peor pesadilla e inspirar con su discurso al propio Dani Benítez: "Le diría que no corriese. Necesitas calmas. Preguntarte: '¿Quién soy yo?'".
"Me duele como me han tratado los medios de comunicación, que me recuerden una y otra vez que me equivoqué".
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Una pregunta que se hizo a la hora de dejar el Barcelona con 31 años: "Estaba agotado, necesitaba un cambio en mi vida. Podría haber jugado cuatro o cinco años más. Quizás me hubiera gustado apurar un poco más. Gaspart me ofreció tres años más". Pudo haber ganado la Champions, pero colgó las botas para dedicarse tiempo a él. Pronto cayó en el horror: "Se juntaron muchas circunstancias, pero prefiero no hablar de ello".
Y, en su caso, prefiere centrarse en el momento del resurgir: "Es un camino largo, muy largo. No cambiaría nada. Los peores momentos también tienen su provecho. Es lógico que tengas que pagar por tus errores, pero vas a encontrar muchas puertas cerradas y un largo camino por recorrer. Te va a enseñar mucho. Cualquier dificultad de los demás te va a parecer ínfima".
Pero en todo ese camino sufrió un sentimiento de exclusión, superior a todo el éxito logrado: "La presión deportiva es de niños comparado con la exclusión y el rechazo social de la gente. Esa parte es durísima. Tardas veinte años en recuperar otra vez. Me hizo mucho daño". Aun así ha llegado a un punto en el que todas sus metas son una realidad: "Mi motivación fue volver a tener una familia, mi único objetivo. Ahora la tengo, ya lo creo. Todo lo que he soñado yo en mi vida desde que era un niño lo tengo hoy. Se ha cumplido todo. Tengo una hija maravillosa, tres pastores alemanes... Yo no soñaba con jugar al fútbol, soñaba con tener una chimenea por una película que vi de pequeño y se me quedó grabado. Y mi fundación, quería pelea, educar, estar con los chicos, que el impacto de las drogas sea menor. Luchar contra las adicciones. Que cada año vaya a menos".