Botafogo escribe una de las páginas más heroicas de la historia de la Libertadores y ya mira al Real Madrid
El Glorioso se repone a una expulsión a los 30" y se impuso al Mineiro de Milito en una final memorable. El campeón se lleva 23 millones.
Buenos Aires.- Treinta segundos de la final de la Libertadores, la primera de la historia de Botafogo. Toda una vida soñando con llegar a un partido como este, en un escenario Monumental con todas sus letras. La hinchada dejándose la garganta en uno de los fondos, siendo además mayoría por unos pocos de miles. Sin tiempo para ubicarse uno, para saborear el ahora después de tantos antes lejos de la gloria, de los campos donde se juega la eternidad, su mediocentro, el 'Pitbull' Gregore, incomprensiblemente impacta con los tacos en la sien de Fausto Vera. Expulsión. Con diez todo el partido.
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¿Qué probabilidades tenía Botafogo de salir campeón? ¿Alguien se atrevió a apostar en ese momento por los cariocas, que tanto tiempo llevan cargando la etiqueta de pipoqueiro, pecho frío, que perdieron el último Brasileirao cuando llegaron a tener 13 puntos de ventaja? Pues bien, al descanso el resultado era de 0-2. El silencio de tanatorio con el que su hinchada recibió la roja se convirtió en Copacabana al entretiempo.
El 'Bota' fue fuego, juntos y pelear a la contra. Apenas llegaron tres veces, pero sacaron petróleo, siempre con Luiz Henrique, ex del Betis, en la foto. Primero cazó una jugada muy mal defendida para embocar. Después, luchó un balón que desembocó en un penalti de VAR. El colegiado lo anunció por megafonía. Marcó Alex Telles, ex del Sevilla. Mineiro estaba bloqueado.
Al descanso, se regó donde iba a atacar Mineiro la segunda mitad. Aquí afloró Gabriel Milito y sus reminiscencias azulgranas. Triple cambio al descanso y la fortuna de que en el primer segundo Vargas, ex del Valencia, cabeceó solo un centro de Hulk. El partido empezó a ser otro. Y Deyverson siguió siendo el de siempre. Teatral, excesivo y peligroso. Tuvo dos que no acertó a embocar. Hulk se tiró a la derecha a buscar centros y disparos con su zurda yunque. Siempre fue un mal bicho Hulk, y los bichos nunca mueren.
BALONES A ÉL.
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Júnior Santos, para hacer HISTORIA con Botafogo. #LaCasadelFútbol pic.twitter.com/dfzWAGkfB0
El tiempo pasaba y Mineiro acorralaba pero no mataba. Ya se sabe que a medida que va pasando el tiempo el gol se va olvidando y el que va por encima, aunque con uno menos, se va creciendo. Una pérdida de tiempo por aquí, un portero que cada vez que cogía el balón se tumbaba en el suelo arañando un puñado de segundos… Premio especial del jurado para John Víctor, el guardameta de Botafogo. Sus constantes pérdidas de tiempo fueron más que oxígeno para sus compañeros.
Se anudaba el estómago de Mineiro, incapaz de encontrar ritmo y llegadas. Milito en cuclillas no terminaba de encontrar la fórmula. La más clara se dilató hasta el 41', cuando Paulinho remató algo un balón filtrado al área. Acto seguido perdonó incluso una más clara por precipitarse. Cada despeje de Botafogo se celebraba como un gol. Se relamía en la banda su entrenador, Artur Jorge, 52 años y ya para siempre en el olimpo del Glorioso. Solo hubo siete minutos de prolongación (en España hubieran sido mínimo 10). La hinchada la quiso más, más ruidosa y numerosa durante todo el día en Buenos Aires. Esas cosas se acaban notando.
TREMENDO:
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Hasta que ya cuando moría el partido, en una contra, con Mineiro volcado, llegó el 1-3, el grito que se soñó durante toda una vida, las lágrimas que se recordarán siempre porque Botafogo por fin fue campeón, en una tarde boanerense que no pudo empezar peor y que no pudo terminar mejor para una torcida que se llevaba las manos a la cabeza, algún que otro periodista que rodó por la grada y un equipo que ya está clasificado para el Mundial de Clubes. También para la vieja Intercontinental que se disputará a finales de diciembre y en la que el Madrid aguarda en la final, con Luiz Henrique como principal amenaza tras ser nombrado mejor jugador del torneo. Y de paso un buen botín: ¡23 millones de premio!