Mientras siga Peter Lim, a Mestalla solo le quedan las previas de los partidos para ser feliz
No era el partido más caliente de Copa del Rey entre el Valencia CF y el FC Barcelona, la mala situación che en LaLiga y que Carlos Corberán advirtiera en la previa rotaciones máximas llevaban a que el ambiente de primeras estuviera más que frío. Pero la Copa es la Copa y Mestalla es Mestalla, siendo a partido único la afición che poco a poco se fue animando durante la semana y en la previa del partido la afición fue un clamor.
'No hay billetes' en taquilla, un recibimiento con más de 4.000 personas a dos horas de empezar el partido, bengalas... El buen ambiente lucía por doquier, la afición che soñaba, se tomaba una cerveza en los aledaños, conversaba mientras se escuchaban cánticos de fondo... La Copa volvía a ser la Copa y por un momento la gente llegaba a pensar que se podía competir con Mestalla de su parte.
Y ese fue todo el disfrute que tuvo la afición del Valencia. En dos minutos, el Barça, de un guantazo, le quitó la ilusión y, como 15 días atrás, en algo más de veinte minutos el equipo che ya había recibido tres goles en contra. El lleno pasó a ser gente yéndose a casa y todo el disfrute que había habido en la previa pasó a ser enfado, gritos contra Singapur pero también contra la ejecutiva local compuesta por Javier Solís, Lay Hoon y Miguel Corona, y un Barça que bailaba al Valencia con total facilidad.
La pésima gestión de Lim llevó a que el encuentro copero poco menos que molestara. Y de nuevo un planteamiento malo de Corberán como en Montjuic fue la guinda. Carlos, como dijo abiertamente en este medio y que un servidor se aventuró a decir erróneamente que le habría servido para avanzar faena, estudiaba al Barça de Flick en Inglaterra y tras la goleada en Barcelona se pasó la noche en vela analizando el partido.
De poco ha servido, las cosas como son, tanto el estudio previo como el trasnoche para aprender de los errores. Su equipo volvió a ser un flan ante el Barça en un partido calcado al de Montjuic. La afición che no se merece esto.