Iván Martínez y Baraja se reencuentran tras su calvario en el Zaragoza: "Fue injusto, hubo cosas extradeportivas y futbolistas que no querían jugar"
El hoy técnico del Ejea sucedió al Pipo en el banquillo de La Romareda en la convulsa temporada 2020/21: ambos fueron destituidos tras apenas diez partidos.
La eliminatoria de la Copa del Rey entre el Valencia y la SD Ejea incorpora una historia de fondo, que va mucho más allá del clásico enfrentamiento entre un equipo de Primera en dificultades y un rival de categoría inferior ante "el partido de sus vidas". En los banquillos se reencuentran Rubén Baraja e Iván Martínez: ambos dirigieron al Real Zaragoza en la campaña 2020/21. De hecho, Iván Martínez sucedió al hoy técnico del Valencia cuando Baraja salió destituido después de sólo diez partidos de Liga y con el equipo en descenso.
Campeón de España juvenil en 2019 con un bloque conformado entre otros por Francés, Francho, Borge, Puche o Javier Hernández -todos debutarían en los siguientes años en el primer equipo y sólo el último no se asentó -, Iván Martínez subió al devorador banquillo de La Romareda desde el filial... y de manera interina. Debía ser una solución de emergencia, pero ningún técnico quiso asumir la dirección de un Zaragoza amenazado por el descenso a 1ª RFEF y el club acabó por ratificar a Iván Martínez hasta final de temporada. Sólo duró ocho partidos (con una sola victoria) antes de ser relevado por Juan Ignacio Martínez JIM. Ese mes de diciembre, Iván Martínez regresó al filial. En julio, pese a tener todavía un año de contrato, el club prescindió de él. Hoy dice "disfrutar más que nunca de ser entrenador", pero reconoce cómo le afectó su marcha del Zaragoza: "Salí de la Ciudad Deportiva y lloré".
¿Cómo afronta la SD Ejea el partido contra un Valencia en situación típica: equipo de superior categoría, pero metido en problemas?
Desde el respeto máximo a un equipo de Primera División como es el Valencia, nosotros lo hemos preparado como si fuera un partido de liga. Hemos visto los últimos dos encuentros que jugó el Valencia y el que más se puede asemejar es el del pasado martes con el Parla. Tenemos claro cómo nos pueden jugar y cómo intentar hacerles daño, para eso hemos entrenado. Sabemos que tenemos que estar muy bien. Todos mis jugadores quieren jugar: seré injusto con los que no salgan, todos se han merecido hacerlo frente a un histórico del fútbol español. Ojalá podamos competirles y, por qué no, cumplir el sueño de pasar la eliminatoria.
En este tipo de cruces, ¿cómo explota el entrenador del equipo de menor categoría el aspecto psicológico, la incomodidad del rival?
Para ellos jugar en Ejea un miércoles, después de perder un partido importante en LaLiga y antes de otro fundamental el sábado para su salvación, no será tan motivador como para nosotros. Para nuestros jugadores, muchos de ellos jóvenes, éste es el partido de nuestras vidas. Y ese extra de motivación y de adrenalina tiene que ser un punto a nuestro favor. Todo esto se trabaja, pero también porque mis jugadores muestran hoy un grado de nerviosismo que no muestran ante un partido de liga. Eso también tienes que manejarlo: convencerlos de que es un partido más, que esto es un once contra once y que tácticamente el fútbol ya no es como antes, está mucho más igualado. Tengo que decirles que muchos de los rivales que van a tener enfrente son chavales que no hace mucho jugaban en el Mestalla. Especialmente su defensa, que no pasa apenas de los 20 años. Y que si nosotros estamos bien y ellos no tienen su mejor día, podemos pelear la eliminatoria.
¿El fútbol está más igualado que antes?
Hace 20 o 25 años, si te enfrentabas a un Primera no pasabas casi de medio campo. El avance de la tecnología ha hecho que el fútbol se iguale mucho. Hace 30 años apenas veías vídeos de tu rival, de los jugadores que se van a enfrentar a ti, no conocías tanto como se puede conocer ahora. Hoy día, con las plataformas de fútbol que hay, sabes hasta qué número de pie calza cada jugador: sabes que el lateral derecho del equipo X pierde tantos balones más que el lateral izquierdo; por dónde ataca el rival más, por dónde ataca menos... Entre eso y cómo se forman los entrenadores, y que somos gente joven con ganas de aprender de los tops a nivel mundial, esto se ha igualado mucho. A partir de ahí, se trata de convencer a tus jugadores de que los contrarios no son tan buenos o no hay tanta diferencia... aunque lo sean, e intentar sacar de ellos el cien por cien.
¿Tanto rebaja el nivel futbolístico la falta de confianza?
En lo futbolístico tenemos que respetarlos: son jugadores de Primera División y nosotros estamos tres categorías por debajo de ellos. La diferencia técnica y física se va a notar en el campo. Pero hay más factores que influyen en un partido y tenemos que intentar que no nos perjudiquen a nivel de equipo. Sumar nuestras cualidades y que ellos cometan errores individualmente. Tenemos que ser listos y tratar de sacar lo peor de los jugadores menos buenos del Valencia.
¿Qué se va a encontrar el Valencia en Ejea?
Mi equipo tiene mucha hambre, son jugadores que quieren más. Que intentan no estar el año que viene en 2ª RFEF, sino ganarse en dos o tres años un valor en el mercado para subir más arriba o dar un salto al filial de un equipo de Primera División. Eso nos diferencia. Somos un bloque, yo siempre me he basado en eso porque creo que los mayores éxitos siempre llegan a través del grupo y del trabajo de todos. Desde que llegué hace tres años estamos buscando eso y creo que en este tiempo se ha plasmado. Subimos a 2ª RFEF y ahora este equipo puede aspirar a cotas más altas, siempre respetando la categoría: somos el presupuesto más bajo y nuestro objetivo es la salvación. Pero lo que ves en los jugadores te hace pensar que se puede aspirar a más.
¿Qué aporta al inferior, en lo deportivo, este tipo de eliminatorias?
En una eliminatoria contra un Primera es todo positivo. Lo normal es que pierdas, pero lo que voy a exigirles es que seamos nosotros mismos en el campo. Si nos ganan, que sea por méritos del Valencia, porque se ha adaptado bien al terreno de juego y gracias a su calidad y a la alta intensidad que pongan en el partido. Y además, para Ejea es un día histórico: el partido más importante de la historia del club y del pueblo. Hay que disfrutar del día. Si no lo disfrutamos, no podremos competir.
Hablemos de Rubén Baraja e Iván Martínez y de la temporada 2020/21 en el Zaragoza. ¿Qué sensaciones te trae el reencuentro?
Me alegra la coincidencia. Antes del sorteo ya comentamos la posibilidad de volver a cruzarnos. Pero a ver... yo no tomé la decisión de que Baraja fuera cesado en el Zaragoza. Yo estaba entrenando al filial y con Rubén siempre hubo muy buen trato durante la pretemporada. Nos gustaba quedarnos a ver sus entrenamientos porque es un gran entrenador: por cómo los planteaba, la intensidad, las tareas... Aprendimos mucho y nos gustaba su 4-4-2: los automatismos que él usaba para salir de la presión, los usamos nosotros. Tuvimos buena relación, nunca hubo ningún problema. Nos alegró que confiara en nuestro trabajo para la formación de jugadores como Francés, Azón o Francho, y dispusiera de ellos.
¿Cómo viviste el relevo en el banquillo?
Me dieron el primer equipo en una situación totalmente sorprendente, de la noche a la mañana. Vimos por redes sociales la destitución de Rubén y no sabíamos nada. Pasaron las horas y, por la noche, me llaman y me dicen que tenemos que entrenar al día siguiente al primer equipo en la Ciudad Deportiva. Sin más. Sin decirnos en ese momento que nos quedaríamos todo lo que después nos quedamos. Después ya no tuve más relación con Rubén Baraja. Me he alegrado de verlo de nuevo meterse en el mundo del fútbol en Primera División, porque ya había tenido trato con él... y nada más.
Llegaste como interino, se buscaba otro entrenador, luego el club te confirma hasta final de temporada... Pero los resultados precipitaron tu salida tras sólo ocho partidos. ¿Cómo fue aquella montaña rusa?
Creíamos que entrábamos para tres días y, por razones ajenas a nosotros y al director deportivo, no fue para tres días. Nos pusimos manos a la obra, hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para entrenar en las mejores condiciones posibles y plasmar la idea que teníamos de fútbol y... los resultados no se dieron. Tampoco quiso venir ningún otro entrenador. Trabajamos más de 10/12 horas en la Ciudad Deportiva, muchos partidos en pocos días, diez lesionados cuando llegamos al vestuario. Los jugadores en un momento muy bajo mentalmente porque la cosa no salía. Y con jugadores que estaban fuera de situación. Fue una situación difícil, pero lo hicimos lo mejor que sabíamos. ¿No era el momento? Pues no tuvimos elección. Teníamos que coger al equipo hasta que viniera otro entrenador y, por lo que sea, no vino. Pusimos a jugadores jóvenes porque nos hacían falta piernas y bueno... ahí están, son patrimonio del club. Alejandro Francés ya se ha vendido, Francho y Azón son lo que son, como Marcos Luna, también Puche, Borge... Confiamos en ellos porque pensamos que eran los mejores para salvar la categoría. Ya no podemos echar marcha atrás: no salió bien, terminamos la temporada, regresamos al filial... y se acabó.
Pasado el tiempo, ¿te ha quedado la sensación de que no era el momento para dar el salto a la élite, en esas circunstancias? ¿Y cómo juzgas ahora ese momento y aquellas decisiones del club?
Entrenar al primer equipo de tu tierra, en el que has jugado siete años y entrenado otros seis... es tu sueño. Yo siempre podré decir que he entrenado al primer equipo del Real Zaragoza. Logramos tres puntos de 24, eso está claro. Pongo la mano en el fuego que trabajamos todo lo posible y más para lograr resultados. ¿Que era una situación muy mala en la historia del Real Zaragoza? Está claro, sólo hay que ver cuántos puntos se llevaban, cuántos jugadores estaban lesionados, cuántos futbolistas no querían jugar, la situación extra deportiva del club, luego vino la destitución de Lalo (Arantegui, entonces director deportivo). Y tú llegas del fútbol amateur, acabas de aterrizar y te ves en una nave espacial, pilotando con un montón de problemas alrededor. Lo que digo: orgulloso de haber entrenado al Zaragoza. Ojalá lo podamos volver a intentar, porque creo que estamos capacitados y que lo estábamos entonces. No dimos con la tecla, eso está claro. ¿Lo demás? Había cosas extradeportivas que mermaban mucho la capacidad de conseguir resultados. Pero de eso no podemos decir nada porque me crearía muchos enemigos: me siento contento de haber podido ayudar al siguiente director deportivo aclarándole muchas de las cosas que sucedían en ese vestuario. Y me alegré mucho de que Juan Ignacio Martínez salvara al equipo: porque si el Zaragoza hubiera bajado y desaparecido, me habría dolido muchísimo.
"Hubo cosas extradeportivas que mermaban mucho la capacidad de ganar. Y futbolistas que no querían jugar. No puedo decir más porque me buscaría muchos enemigos. Hay muchas cosas que me callo pero que me encienden..."
Entrenador de la SD EjeaCuando hablas de futbolistas que no querían jugar... ¿es literal o es una forma de hablar, por la presión del momento etc.?
De todo. De todo. Pero no puedo decir absolutamente nada. Eso son cosas privadas del vestuario. Hay muchas cosas que me callo y me encienden, pero no puedo decir más.
¿Sientes que todo aquello perjudicó tu gran oportunidad en la élite?
¿Perjudicado? Creo que íbamos por el buen camino y que todo se aceleró. Sólo habíamos entrenado un año en juveniles y fuimos campeones de Liga y campeones de España... a pesar de no tener una plantilla para ese objetivo: se nos había encomendado salvar la categoría y, gracias al trabajo de los jugadores y a la progresión de los mejores, llegamos a donde llegamos. Al año siguiente seguimos en el juvenil e hicimos un gran papel en la Youth League, con una eliminatoria muy injusta contra el Olympique de Lyon. Y la siguiente, Lalo decide que subamos al filial para dar continuidad al trabajo que habíamos hecho. A partir de ahí... creo que Rubén no tuvo suerte. Los resultados no fueron justos con su trabajo y eso aceleró todo. Eso y que dos o tres entrenadores con los que contactó el club le dijeron que no al Zaragoza.
Tras la destitución regresaste al filial en diciembre y acabaste la temporada. Tenías un año más de contrato pero no lo cumpliste. ¿Qué pasó ahí?
Fue el club el que decidió que no contaba conmigo, habían perdido la confianza en mí. ¿Qué te puedo decir? El 1 de julio me citaron en la Ciudad Deportiva y me dijeron que habían perdido la confianza en mí para seguir al frente del filial. Entonces... yo tengo que respetarlo, está claro que no lo comprendí, pero el club decidió eso. Para mí fue un golpe bastante fuerte. Salí de la Ciudad Deportiva y lo primero que hice fue llorar, porque creía que no se había sido justo conmigo. ¿Que cometimos algún error? Está claro que en la vida los cometemos. Pero se tenía que haber valorado más lo que le habíamos dado al Zaragoza y a su cantera que algún error que pudiéramos cometer.
¿Lamentas algún error en concreto que te parece que justificase en parte aquella decisión?
No lo sé, no lo sé. Se habla de muchas cosas: que si yo era representante a la vez que entrenador... y eso es mentira. Que yo hablaba más con unos jugadores que con otros, a nivel privado: pues como lo hacemos todos los técnicos para intentar sacar el cien por cien de ellos. No sé. Si pierden la confianza en ti es porque ven que algo estás haciendo mal. ¿El qué? No lo sé, es una pregunta para quien tomara esa decisión. No sé quién la tomaría. A esa persona la respeto, fue un palo, pero de esto se aprende; espero que no nos vuelva a ocurrir y, tres años después, seguimos entrenando. La vida me ha dado palos que te hacen ser más maduro todavía. El fútbol no se acaba en el Zaragoza: ojalá un día pueda demostrar que soy bueno formando jugadores y que ellos lo consideren. Yo siempre diré que sí. Pero no es mi decisión, decide el club.
David Navarro, actual segundo de Víctor Fernández, fue tu entrenador. Como Emilio Larraz, que dirige al filial... ¿Has percibido algún cambio que te permita vislumbrar una posibilidad real de volver?
No lo sé, pero ni David ni Emilio son los que tienen que tomar la decisión. Ni yo quiero sus puestos. Al revés... Yo hablo mucho con David, igual que con Emilio, con el que tenemos rivales en común. Me llevo bien con ellos, me alegro de que les vaya bien. Ellos no tienen que tomar la decisión. Quienes deben hacerlo son los que tienen que verme preparado para volver a la Ciudad Deportiva. Seguimos trabajando, aprendiendo y disfrutando de entrenar al Ejea. Me enorgullece ser entrenador del Ejea y estoy disfrutando más que nunca de ser entrenador. Y en estos momentos no me cambiaría por Emilio, por ejemplo.
¿Te gratifica más ser entrenador de formación que estar en la pura competición en cualquier categoría?
Yo me veo capacitado para cualquier categoría. Y cuando hablo de mí, hablo de mi cuerpo técnico. Pero en lo que somos expertos es en formar jugadores, niños, juveniles, futbolistas de cantera. Porque es lo que hacemos en el día a día. Y cuanto más trabajas con ellos más te das cuenta de cómo han evolucionado de septiembre a junio cuando salen de la academia. Y más cuando 10, 12 o 14 jugadores se van desde aquí al Real Zaragoza. Eso te enorgullece. ¡Y si está tu hijo entre ellos, aún más! A mí la técnica me enamora. El balón es lo que más me gusta del fútbol. Y mis equipos tienen que tener el balón. Si no, no son mis equipos.
¿Qué importancia ha tenido la cantera del Zaragoza en estos años críticos de la vida del club, al borde varias veces del descenso?
Si hace diez años aquí hubiéramos aplicado la misma filosofía del Athletic, la Real Sociedad u Osasuna, el Zaragoza llevaría ya años en Primera División. El potencial que hay de jugadores, entrenadores y gente que dirige la Ciudad Deportiva está muy por encima del nivel que está mostrando el Zaragoza en estos doce años en Segunda División. Mi idea siempre es canterista. Hay jugadores que deberían haber estado en el primer equipo cuatro o cinco años antes, y ahora tendríamos un bloque completo de jugadores formados en casa y que, además, lo sienten de verdad. ¿Quiénes me faltan ahí? Muchos. Son muchos. No te puedo decir todos porque sería una lista larga: chavales que yo creo que estaban preparados y no se ha sabido confiar en ellos para tirar abajo la puerta del primer equipo. Pero es que hay que confiar en ellos. Si yo no hubiera puesto ocho partidos a Francho, a Iván Azón o a Francés, igual no estaríamos hablando de ellos. Hay que apostar porque se está trabajando muy bien y hay un gran potencial. Se debería confiar más en los jugadores formados en casa y aprovechar su corazón zaragocista: desde que llegan en alevines están pensando y se preparan para llegar allí. Y si no ven el premio, pasa lo que está pasando: que muchos se van. Y ya se han ido, en estos años, no sé si 30, 40 o 50.
"Si el Zaragoza hubiera aplicado la filosofía de cantera de clubes como el Athletic, la Real u Osasuna, llevaríamos años en Primera. El potencial está muy por encima del nivel que está dando el equipo en Segunda División"
Entrenador de la SD EjeaHablando de esto. El Zaragoza ha vetado a los ojeadores del Real Madrid y a una empresa de representación como Bahía. ¿Qué te parecen esas medidas?
Es normal que la gente de aquí se cabree. Apuestas por niños que crees que pueden llegar a ser profesional y en un momento dado... otra cantera se los lleva. Es trabajo tirado a la basura. ¿Cómo se puede evitar? Cambiando la normativa. Si no, es imposible. Mientras en Aragón se firme de año en año, no se podrá hacer nada. Porque cada año el niño queda libre. Si tal equipo ofrece ciertas cosas a los padres, decidirán lo mejor para su hijo. Y si no tienen dos dedos de frente... porque un niño de 10 años yo, como padre, no lo veo yéndose de casa, pues pasa lo que pasa. Y seguiremos con esta fuga de talento. Es difícil, porque todos los padres queremos que nuestro hijo llegue a Primera División.
¿Tomar ese camino corto asegura algo? Aquí hay jugadores que se quedan y llegan... favorecidos por la circunstancia actual del Zaragoza.
¿Cuál es el camino más corto para llegar? ¿Irte al Real Madrid o al Barcelona? ¿Quedarte en el Real Zaragoza? Es muy difícil saberlo. Pero hay que tener un poco de sentido común para tomar esas decisiones. En Zaragoza hay muy buenos futbolistas, muy buenos entrenadores, muy buenas academias fuera de la Ciudad Deportiva que siguen formando jugadores... y eso hay que aprovecharlo. Hay que hacer un esfuerzo para evitar que se vayan todos los años siete u ocho. También hay que mejorar las instalaciones y ciertas cosas que aquí no se hacen igual de bien. Si al niño lo llevan a Valdebebas, a La Masía o a la Ciudad Deportiva del Villarreal... pues es difícil competir con eso. Algunas cosas se han solucionado, pero hay que hacer mucho más: en las instalaciones; en tener una residencia para traer jugadores no sólo de Zaragoza, también de los alrededores. Aulas de estudio para ayudar a los niños con más dificultades. Un trabajo especializado más técnico por líneas o incluso por jugadores, para que cuando lleguen estén ya preparados en ese aspecto y sólo haya que trabajar otros aspectos del fútbol... Se está mejorando, pero hay que hacer mucho más. Mientras en el primer equipo tengamos espejos en los que mirarnos, en Zaragoza nunca faltará talento.