COPA DEL REY

Los líos de la Copa santifican al VAR: "Estamos en otro mundo"

La jornada copera estuvo cargada de polémica y decisiones discutidas. En el torneo del KO, no habrá tecnología hasta cuartos.

Cuadra Fernández, discutido en el Racing de Ferrol-Sevilla./EFE
Cuadra Fernández, discutido en el Racing de Ferrol-Sevilla. EFE
Jonás Pérez

Jonás Pérez

En apenas unos días, tertulias y redes sociales se volverán a inundar de críticas feroces al VAR. Quizás tengan razón en alguna de sus sentencias, pero conviene no olvidar lo que era el fútbol antes de la existencia del videoarbitraje. En Copa del Rey no habrá tecnología hasta los cuartos de final, tal y como recogen las bases de competición. Y la ausencia de esta ha generado polémicas atroces, injusticias probadas y enormes enfados en los campos del país. Hasta en cinco partidos ha habido decisiones enérgicamente protestadas que han cambiado todo.

Una de las más señaladas ocurrió en el Cartagena-Valencia, un duelo tenso desde el primer minuto. Los locales se adelantaron a los cuatro minutos gracias a Ortuño y trataron de llevar al límite a su rival para mantener la superioridad. A Figueroa Vázquez se le fue de las manos la dureza y no supo bien cómo reaccionar a una tangana en la que se encararon Musto y Pepelu y el primero dio una patada desde el suelo al futbolista visitante. La saldó con amarilla para los dos en una acción que dejaba dudas.

Todavía más, por así llamarlo, la roja a Calero al filo del descanso. Entró con la plancha a Fran Pérez, pero apenas contactó con él y no era una acción especialmente peligrosa. Incluso la amarilla podría entenderse como rigurosa, pero el colegiado en directo vio peligrosidad suficiente como para expulsar al futbolista del Cartagena y condicionar enormemente el encuentro. Los futbolistas protestaron, sin éxito, ya que la ausencia del VAR en la competición impide intervenir una acción que claramente daba pie a la rectificación.

Julián Calero, tras el encuentro, primero quiso excusar a Figueroa Vázquez por la expulsión de su hijo y después estalló: "Si me apuras no es ni amarilla. Hoy se ha equivocado en su decisión como a veces me equivoco yo con una alineación o a veces se equivoca un periodista en un comentario. Eso es aceptable. Hoy no estaba el VAR para corregirlo porque si llega a estar estoy convencido de que lo corrige".

Y entonces sentenció: "Lo que me duele realmente es que me diga en el descanso que ha visto el vídeo y me diga que es roja. Ahí es cuando me ha cabreado de verdad, porque estamos en otro mundo entonces. No me puede decir que eso era roja. En absoluto. En el fragor de la batalla puedes equivocarte y lo acepto. Una vez visto no me puedes decir eso y ahí es donde estoy realmente decepcionado. Creo que tenemos que ser más humildes. Yo cuando me equivoco me atizan. Y mucho. Y tengo que tragármelo y aceptarlo. El mundo del fútbol es así y ya está. Aceptamos el error".

No fue el único error sonado de la tarde. Busquets Ferrer también estuvo en el epicentro de la crítica por su polémico arbitraje en el Unionistas-Villarreal. Superada la hora de encuentro, Ekaitz cayó en el interior del área, la jugada siguió y terminó en gol, pero el colegiado detuvo y señaló simulación del atacante y cartulina amarilla en consecuencia. Una decisión valiente que también deja dudas, aunque nunca hubiera podido intervenir el VAR por protocolo. Es cierto que el jugador se esmera en ir al suelo en busca del penalti, si bien hay contacto como para haber dejado seguir.

Busquets Ferrer se reconcilió con Unionistas poco después. Tras el gol de Ilias, señaló un riguroso penalti por un derribo de Comesaña a Planas, en el que el jugador local puso de su parte para caer derribado. Él mismo lo transformó para forzar la prórroga y olvidar el tanto que el mismo colegiado les había anulado solo unos minutos antes.

Dos acciones en dos campos que lo pudieron cambiar todo y que se hubieran resuelto de diferente forma con el VAR. Aunque la tarde del domingo también tuvo discrepancias en A Malata. Manzanara, autor del gol del Racing de Ferrol, fue expulsado por doble amarilla por un presunto manotazo sobre Juanlu en el pico del área. La acción quizás no era suficiente ni siquiera para señalar falta y le pasó una enorme factura a los locales.

El Racing de Ferrol se quedó con diez con más de un cuarto de hora por delante y sufrió primero un larguero de Kike Salas y luego el gol de la victoria del Sevilla, obra de Juanlu. El VAR no hubiera podido entrar, al ser una segunda amarilla y no una roja directa, si bien la decisión dejó dudas y condicionó el resultado final.

Con menos incidencia aparente en el resultado, el linier de Pulido Santana anuló un gol a Joao Félix por un fuera de juego inexistente. Tan inexistente que se cumplen las dos reglas básicas para que no sea posición antirreglamentaria: está claramente por detrás del balón y claramente por detrás del rival. El portugués no daba crédito. Tampoco parecía penalti el señalado sobre Crespo por una entrada de Fermín.

Los líos de la Copa santifican al VAR: «Estamos en otro mundo»

Más líos el sábado

El VAR también hubiera tenido deberes en la jornada del sábado. El Deportivo Alavés se impuso 1-0 al Betis en Mendizorroza y pudo ampliar diferencias a escasos minutos del final si Iglesias Villanueva hubiera visto una salvaje entrada de Mendy sobre Simeone en el interior del área. El central bético entró con la plancha por delante, tocó balón, pero también barrió al atacante, que se quedó durante unos minutos dolorido. Una acción que bien podría haber corregido el VAR para señalar pena máxima.

Igual que una entrada de Nacho Quintana sobre Axel Witsel. El jugador del Lugo entró con la pierna excesivamente elevada y golpeó al belga a la altura del costado. Este se quedó dolorido en el terreno de juego y el infractor se libró hasta de la amarilla. Fue una acción de roja, que probablemente hubiera despertado el interés de la sala VOR, y, para colmo, Quintana ya contaba con cartulina.

A escasos días de que por primera vez se ofrezcan los audios del árbitro con el VAR, la Copa del Rey sigue sin tecnología hasta los cuartos de final. Y tiene consecuencias. Errores considerables, protestas y la sensación de hace ya tantos años de que no hay nada que hacer. Un fútbol que no recordábamos, aunque conviene no olvidar: con sus virtudes y defectos, el VAR mejora el deporte.