El día que los Zidanes y Pavones privaron a Lahm de cumplir su sueño de jugar en el Real Madrid
La leyenda alemana ejerce ahora como asesor de la junta directiva del Stuttgart, rival de los blancos en Champions.
El rival del Real Madrid para abrir boca esta noche en la nueva Champions (21:00) encierra muchas peculiaridades positivas: traerá a 25.000 personas a la capital después de 14 años sin jugar Europa, su CEO fue uno de los primeros futbolistas en declarar abiertamente su homosexualidad y su junta directiva se rodea de leyendas para tomar decisiones. Uno de los asesores de la presidencia es Philipp Lahm, exlateral alemán que comenzó su leyenda en el Stuttgart (jugó cedido entre 2003 y 2005) y que ahora vela por el buen funcionamiento del subcampeón de la Bundesliga.
La vida del ex del Bayern, campeón del mundo y de la Liga de Campeones, conserva el ritmo frenético de su época como futbolista. Y, de hecho, gana casi más dinero: después de su retirada comenzó a invertir en startups (empresas de nueva creación con grandes posibilidades de crecimiento gracias al uso de las nuevas tecnologías) y no le va mal. Compró Sixtus, una compañía que distribuye productos relacionados con la salud de los deportistas; se hizo accionista mayoritario de Schneekoppe, de alimentación; gestiona propiedades inmobiliarias; y dirigió la alianza que coordinó las operaciones de la Eurocopa y todo su negocio asociado, como patrocinios y taquilla. El fútbol, aunque siga vinculado, ha pasado a ser algo secundario.
En cualquier caso, el Real Madrid-Stuttgart de esta noche le traerá viejos recuerdos. Su balance contra los blancos es más bien negativo (tres victorias y cinco derrotas), pero también completó hazañas que todavía no han caído en el olvido. En la 2013-14, por ejemplo, participó en la dolorosísima eliminación del equipo de Mourinho a manos del Bayern en semifinales de la Champions. Casillas le paró un penalti antes de que Sergio Ramos enviase el suyo a las nubes. Sus otros tres partidos en Chamartín se saldaron con tropiezo, el último el de las semis de la 16-17 que decidieron Cristiano y Asensio en la prórroga (4-2).
Lo que sabe menos gente es que Lahm no anduvo lejos de cumplir uno de los sueños que se le quedó en el tintero: fichar por el Madrid. El club de Concha Espina le siguió de cerca en la 03-04, su primer préstamo a Stuttgart. Venía del filial del Bayern y no tardó en llamar la atención por su elegancia, zancada, rigor, calidad técnica, golpeo de balón y polivalencia. El Stuttgart vivía una etapa de esplendor (acabó cuarto) y los emisarios blancos se desplazaron en varias ocasiones a la ciudad de Mercedes y Porsche para vigilarle en directo.
Aunque Lahm transmitió sus ganas y su deseo de firmar por los Galácticos, la política de contrataciones que imperaba en aquel mandato de Florentino impidió su aterrizaje. Mandaban los Zidanes y Pavones y la directriz estaba marcada: o grandes inversiones para traer a hombres consagrados (Ronaldo, Figo, Walter Samuel…) o echar mano del Castilla (subieron los Raúl Bravo, Mejía…) para completar la plantilla. Pagar un traspaso importante por Lahm, entonces de 20 años y que continuaba perteneciendo a un Bayern que no lo hubiese regalado, se vio como una empresa inapropriada a pesar de contar con el OK del defensa y de su entorno.
Tasado en ocho millones
Óscar Ribot, hoy director general de Best of You, la agencia que representa a Arbeloa, Casemiro, Jacobo Ramón o Mario Martín, documentó ese interés del Madrid por Lahm en un artículo publicado en 'As' en junio de 2004: 'Lahm vale 8 millones y Hinkel, 10'. Hinkel, lateral derecho del Stuttgart, también gustaba, y los alemanes parecían obligados a traspasarle para cuadrar sus cuentas (Lahm no era de su propiedad). Dos veranos después terminó en el Sevilla por cuatro kilos.
La del Madrid no fue la única posibilidad del muniqués de probar suerte en LaLiga. En 2010, después del Mundial de Sudáfrica, el jugador se reunió con el Barcelona y pidió una cantidad de dinero desorbitada para vestir de azulgrana y sumarse a un equipo de leyenda. Aunque su competencia hubiese sido Alves, Guardiola ya veía en él facultades para actuar por dentro y una posibilidad para ganar versatilidad. No se llegó a un acuerdo por las altas pretensiones económicas del alemán y ni se iniciaron las negociaciones con el Bayern.
Su palmarés, siempre en Múnich, se decoró a nivel de clubes con ocho Bundesligas, la Champions de 2013, un Mundial de Clubes, seis Copas germanas o una Supercopa de Europa. El Mundial de 2014 que levantó como capitán fue su gran éxito con una Mannschaft a la que defendió hasta en 113 ocasiones.
La noche de este martes resultará especial para el club con el que ahora colabora y para él, que, de viajar, se reencontrará con viejos amigos. Sólo con seis futbolistas compartió más minutos que con David Alaba, con el que coincidió en 219 encuentros con el Bayern y ganó una infinidad de títulos. Con Kroos jugó 218 y también conserva amistad con Robben o Xabi Alonso, que le han hablado maravillas de la ciudad en la que un día pudo jugar y que jamás pudo disfrutar. Su Stuttgart tratará hoy de vengarle.