La UEFA honra a los Hermanos Marx con una presentación digna de la parte contratante de la primera parte
Ante la incapacidad manifiesta de explicar su nuevo formato, la UEFA se limitó a esconderlo. No me pareció mala táctica. La tercera vez que me explicaron lo de que en el tercer bombo habría nueve equipos que se cruzarían con dos del primer bombo y dos del segundo bombo y dos del cuarto bombo, pero que los del cuarto bombo no podían coincidir… decidí hacer como Chico Marx en Una noche en la ópera y musitar aquello de "bueno, esta parte la podemos arrancar, tampoco es tan importante".
Que la liguilla inicial es un follón de narices, contrario a toda la lógica de los formatos que hemos conocido durante décadas, es tan obvio que la UEFA decidió tomárselo a cachondeo. Puso a un montón de viejas glorias para que todo el mundo entendiera que aquello era poco más que una fiesta y dio paso a un vídeo con Zlatan Ibrahimovic y Alexander Ceferin en el que las bromas privadas se mezclaban con las puyas a la propia competición que avalaban. La UEFA optó por reírse de sí misma para obviar lo innombrable: todo se había hecho deprisa y corriendo para evitar la amenaza de la Superliga y su posible atractivo entre los aficionados.
Ceferin decidió aclarar desde el principio que no había manera de entender nada para luego no tener que preocuparse de que los demás, efectivamente, no lo entiendan. Es una manera de decirle al espectador: "No te preocupes, que esto no va contigo". Y tranquilizarle con un "todo irá bien, ¿no ves cómo sonreímos?". Una forma como otra cualquiera de irle quitando trozos al contrato hasta que se quede en una simple tira y no sepamos si hemos contratado al mejor tenor italiano desde Caruso o a un polizón de barco con ínfulas.
Porque el caso es que no lo sabemos. No hay manera. El corto era entretenido, eso sí, y Zlatan Ibrahimovic estaba brillante, al igual que Ceferin. Duró lo suficiente como para que nos diéramos cuenta de que ahí no íbamos a sacar nada en claro. Cuando ya lo intentaron explicar de verdad con el vídeo aquel de los mil bombos, la gente se lanzó a Twitter en busca del comentario más ácido. ¿Qué sacamos en limpio? El calendario de nuestro equipo o, más bien, los rivales… porque aún había una última vuelta de tuerca.
Un calendario… sin calendario
Y es que todo lo visto hasta entonces requería aún de un postrero apaño. Yo no tengo nada en contra de los sorteos y estoy dispuesto a hacer todos los actos de fe que me pidan. Ahora bien, lo del doble sorteo es ya una genialidad: primero, te digo los rivales, luego te ordeno las jornadas. En otras palabras, que ahí aparecían todos en una preciosa concatenación de partidos fuera y en casa, con sus letritas al lado de cada equipo y de repente nos dice la presentadora que nos olvidemos de lo que estamos viendo, que hasta el sábado no se sabrá quién juega contra quién.
Pues eso, que otro tirón al contrato. La parte contratante de la primera parte será la parte contratante de la primera parte hasta que llegue la UEFA y cambie los términos. Entonces, tal vez sí, tengamos algo que se parezca a lo que entendemos: jornada uno, jornada dos, jornada tres… Una clasificación, una serie de puntos que se reparten y los respectivos empates solucionados por los goles a favor y en contra.
Se podría decir que lo de este jueves ha sido un simulacro, pero no creo siquiera que la UEFA pretendiera llegar a tanto. Un espectáculo veraniego y poco más, la permanencia de Butragueño escrutando la entidad de los rivales como si no entendiera por qué no estaban ahí el Oporto y el Rosenborg. La gente despide el verano y empieza una nueva temporada llena de preocupaciones y problemas. ¿Por qué añadir uno más a la cuenta? La UEFA, en el fondo, ha sido amable con nosotros y en vez de un thriller nos ha dejado una comedia en blanco y negro. Una comedia de disparate, pero con los chistes explicados. No se fuera a perder nadie en la parte que más importaba, es decir, el señuelo.
¿Qué cabe esperar ahora? Bueno, a corto plazo, con todos en estado de shock, nada. Luego, ya sí: la queja, el agravio. ¿Por qué mi equipo juega contra el Stuttgart y el tuyo contra el Young Boys si luego la clasificación es la misma? Se decía que con este formato la igualdad se mantenía hasta el final, pero yo creo que es todo lo contrario: que muy pronto alguien estará entre los ocho primeros y se pondrá a pensar en otra cosa. Cuántos más partidos, más diferencias. Es así e incluso es justo.
Lo que pasa es que igual yo no lo he entendido. O no lo has entendido tú. O las intenciones y la realidad no tienen por qué ir siempre de la mano y luego nos encontraremos ante cualquier otra cosa. Algo digno de un dios o de un bárbaro. Treinta y seis equipos a mogollón y que se salve el que pueda. Todos en el camarote pidiendo un par de huevos duros y confiando en que, en vez de dos, traigan tres.