¿A qué juega este Real Madrid? La sabiduría perdida, una losa en Mendy y Fran García y la necesidad de Ceballos
Los blancos, líderes en Liga y con dos títulos bajo el brazo, todavía son un equipo en formación y en busca de pasadores con ritmo e intención.

La temporada del Real Madrid está siendo un vaivén emocional que ha obligado a Ancelotti, un tipo medido y apoltronado en sus años de experiencia, a salir al corte en rueda de prensa para defender un legado gigantesco, de títulos y gloria, como si de repente todo pasase a estar bajo sospecha. El Madrid, líder en Liga y con dos títulos bajo el brazo, sigue siendo, a enero de 2025, un equipo en formación, buscando lo que quiere ser mientras ha visto aquello que no quiere ni puede ser.
Se podría decir que el Real Madrid cimentó su éxito continental en una mentira autoconcebida, muy consciente de sí misma, logrando escapar así del análisis superficial y asentando el poder en la oscuridad, una trastienda a la que no todos los ojos apuntaban. Mientras en sus filas se juntaban talentos generacionales como Cristiano, Benzema o Bale, pasando después a Vinicius y ahora a Mbappé, la clave de todo, el hilo conductor del equipo blanco, no era tanto el enorme poder que poseía en un lado del campo, sino la sabiduría que tenía antes para imponer su relato en las peores guerras. De una forma u otra, a pesar de perder la batalla el Madrid siempre terminaba ganando la guerra.
Lo explicó perfectamente Giorgio Chiellini en un podcast cuando dijo que marcar a Benzema, Bale y Cristiano era difícil pero en cierta medida controlable dentro de unos parámetros para un equipo tan bien construido en su defensa como aquella Juventus, pero que el jugador que les desarbolaba el plan era Isco. Con Kroos, Modric e Isco el Real Madrid tuvo en 2017 un plan para sobrevivir a cualquier pérdida que viniese, y que llegaron, sencillamente porque tenía a tres futbolistas dominantes en el juego, lectura y comprensión, dotados en lo técnico y con un sentir particular: la pelota siempre estaba en disposición de favorecer a sus intereses.
La marcha de Kroos y la forma de operar del Real Madrid en el mercado ha llevado a una conclusión clara: el club ha querido buscar al sucesor de Cristiano pero no al de Kroos o Modric. Se anticipó con Vinicius y Rodrygo y apuntaló el deseo con Mbappé, pero en la medular llegaron Tchouameni y Camavinga, dos jugadores que siguen sin romper en la miríada de virtudes por la que fueron fichados. Uno reconvertido a central por necesidad y el otro sin encontrar un fútbol que le permita reconocerse como lo que ya debería ser: uno de los líderes del Madrid. Con Fede Valverde siendo el perejil, ese complemento que queda bien con todo, y Bellingham un rara avis, un centrocampista con alma de mediapunta y cuerpo de delantero centro, Ancelotti ha tenido que recurrir a Modric y sobre todo a Ceballos para encontrar parte del pasado perdido.
Desde que StatsBomb recaba datos de LaLiga (2016), el Real Madrid de esta temporada es el equipo que menos valor añade en sus pases según el modelo de On Ball Value, que mide la probabilidad de que una acción termine en gol con 0,62 puntos. Este curso solo tiene por detrás a Sevilla, Real Valladolid y Leganés. ¿Qué significa esto? Que el Real Madrid carece de pasadores con ritmo e intención, y la mayoría de sus mejores jugadores terminan recibiendo con muchos rivales por detrás, lo que limita la circulación.
Si analizamos los datos de la plantilla, vemos que el futbolista que da más pases que rompen una línea rival es... Luka Modric (11,14 por partido), y en segundo lugar aparece Dani Ceballos (9,29). Entre los 20 jugadores de LaLiga que más pases de este estilo dan, el Madrid solo tiene a Modric (líder), mientras que el Barça tiene a cuatro (Pedri, Casadó, Iñigo y Cubarsí) y Atlético o Athletic a dos. El jugador con más capacidad para romper presiones y conectar los distintos puntos es el centrocampista más veterano del equipo y uno que no es titular.

Es lógico que Ancelotti haya dado espacio a Ceballos, porque con sus limitaciones es un futbolista capacitado para amasar pelota y dar continuidad, permitiendo que Bellingham viva más arriba y que Fede Valverde no tenga que asumir tanto peso. Es naturalizar el resto de piezas. Si miramos qué porcentaje del total de pases rompen una línea de presión, veremos que el Real Madrid tiene problemas ya desde los primeros pases para poder tener una salida de balón autosuficiente y limpia. Solo el 9% de los pases de Mendy son progresivos, una de las peores cifras del campeonato, juntamente con el 10% de Fran García. Si a eso le sumas que ese sector ha perdido a Kroos, el Real Madrid se queda cojo.
De hecho, es curioso comparar los modelos de Barça y Real Madrid en ese aspecto. Los de Ancelotti cuentan con tres futbolistas de los que, en campo contrario, el 20% o más de sus pases son progresivos: Modric (22%), Vinicius (21%) y Rodrygo (21%). El Barça tiene a seis: Lamine Yamal (32%), Raphinha (30%), Ferran (28%), Olmo (27%), Pedri (25%) y Casadó (21%). Luka es suplente, por lo que, cuando no juega, el Real Madrid no tiene a ningún centrocampista con peso para hacer llegar la pelota en mejores condiciones a sus atacantes, de forma más veloz y precisa. Ceballos viene a ser un apuro que es necesidad, aún no resolviendo el problema.
Por eso se entiende que los blancos busquen en Trent Alexander-Arnold un futbolista que permita al Real Madrid dejar de depender de Modric, que haga menos visible la losa en los laterales y que ayude a Fede y Camavinga a ser los jugadores que pueden ser y no aquellos que, a ratos, se ven forzados a ser. En cierto sentido, Arnold supondría recuperar lo que Kroos dejó, ese espíritu silencioso que enseñó al Real Madrid que no hay mejor forma de potenciar el talento que permitiéndole estar constantemente en disposición de mostrarse.