El "no cabezazo" a Irureta y otros hits de Djalminha desde los ojos de Lendoiro: "Con él, o jugabas con 12 o con 10"
El expresidente del Deportivo de La Coruña comparte con Relevo las anécdotas del astro brasileño, cuyo documental se estrena en Movistar Plus este lunes.

Hubo una época, a finales del siglo pasado, en la que las grandes estrellas del fútbol mundial miraban a la Torre de Hércules con deseo. Djalma Feitosa Dias 'Djalminha', protagonista de un documental que Movistar Plus estrena este lunes, llegó a La Coruña en 1997 procedente del Palmeiras. "Quizá fue el último gran equipo brasileño a nivel de clubes", explica Augusto César Lendoiro, el arquitecto que llevó la fama del Deportivo a todo el planeta.
"Djalminha ya sabía que el nuestro era un gran club y tenía interés en venir, no fue difícil", dice un dirigente al que no le hizo falta sacar su maestría negociadora en aquella operación. "Era un efecto llamada. El año anterior habían venido dos compañeros suyos de club, Rivaldo y Flavio; y, por supuesto, antes lo habían hecho otros dos brasileños, Bebeto y Mauro Silva, que era un hombre muy importante en su selección", apunta.
Para la llegada de Bebeto, Lendoiro se desplazó en primera persona a Brasil y obró el milagro de convencer a aquella estrella de que el Deportivo, "por entonces un club desconocido" en la Europa futbolística, trazaba un proyecto sólido. Con los jugadores del Palmeiras (Rivaldo, Flavio, Djalminha y Luizao) lo tuvo más fácil. José Manuel Corral, uno de sus hombres de confianza, estuvo unas semanas en Brasil para el scouting y el Dépor atrajo, en dos veranos consecutivos (en los años 1996 y 1997), a un centro del campo que era sinónimo de arte.
El talento de Djalminha ya se había puesto de manifiesto en la Copa América de 1997, en la que Brasil derrotó a la anfitriona Bolivia. "Fue precisamente cuando el jugador estaba allí, con un cambio horario favorable" para un ave nocturna como aquel Lendoiro, que el presidente cerró la operación. Se llevaba al mago del Palmeiras, un club que venía de ganar el Campeonato Paulista con 102 goles (3,4 de media por partido), un equipo cuyo ataque sobrevive en la memoria de los brasileños.
"Djalminha es complicado, pero un fenómeno en todos los aspectos. Creo que en cuanto a talento y a hacer cosas especiales e inauditas, creo que es el mejor que hemos visto", comenta el expresidente herculino. "Al único que admitía como su heredero era a Ronaldinho, pero no sé si a su nivel, porque como buen crack era muy egoísta, él era él". Lendoiro ejemplifica. "Como me decía: 'Presidente, eu son o mellor do mundo' ('presidente, soy el mejor del mundo', apunta Lendoiro en gallego). A lo que el mandatario le replicaba: "Pues a ver si lo demuestras de una puñetera vez; yo también pienso que puedes ser de los mejores".
Sin embargo, aquel genio tenía grandes carencias: "Le faltaba el trabajo, la continuidad, la solidaridad con el equipo, el ser uno más. Con Djalminha había una cosa clara: o jugabas con 12 o jugabas con 10. O jugaba de locura y te ganaba él solo el partido o se autoexpulsaba, desaparecía...". Porque para él no todos los partidos eran iguales. "Si iba a jugar a Soria o Valladolid, con frío, no lo encontrabas en el campo. Pero si venía a jugar el Madrid, el Barça, el Celta, equipos a los que él les tenía tomada la medida... ¡O la remontada al PSG! Él era un genio, maleducado si se puede decir cariñosamente, pero un genio".
Un genio que tenía una fijación con patentar una jugada que pasase a la historia del fútbol. "Me decía que un día, al tirar un penalti, quería llegar él antes a la red que el propio balón", cuenta Lendoiro. "Era la mentalidad de un tío que quiere hacer cosas distintas, un mago". Y, por arte de magia, el personaje se comió a la persona. Un incidente con su entrenador Javier Irureta, en el año 2002, le pasaportaba fuera del club coruñés (cedido al Austria de Viena). El principio de su final futbolístico.
"Fue aquella situación con Jabo Irureta, que se vendió como un cabezazo, pero no llegó a serlo, el gesto sí lo hizo", relata Lendoiro sobre aquel enfrentamiento a raíz de una discusión sobre un penalti en un partidillo de entrenamiento. "Djalminha iba por libre, jugaba a su aire. Era como si estuviese jugando un partido en la calle, se volvía loco. Y fue precisamente en una pachanga cuando saltó el lío con Irureta. ¡Pumba! ¡Se acabó la fiesta! Una cosa inaudita", comenta. " Jabo es una persona muy seria, estricta... No hubo grandes choques, pero Djalminha quería jugar fuese como fuese. A partir de ahí, hubo una cierta tirantez y división, y lo mejor era darle salida".
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— Álvaro de Grado (@AlvarodeGrado) April 21, 2024
La ‘lambretta’ que conquistó a todos. Los años del Deportivo. Su relación con Mauro Silva. Y el deporte que todavía sigue practicando en las playas de Brasil donde, dice, se dedica a “disfrutar de la vida”.
El otro día entrevisté a Djalminha.https://t.co/uKL0YloqcQ
Poca gente sabe que aquello le costó a Djalminha bastante más que su marcha del Deportivo. "Por culpa de ese gesto de 'no cabezazo' no fue al Mundial. Él tenía una ilusión loca, porque nunca había ido. Encima fue el de Japón y Corea (en 2002) que Brasil sale campeón. Scolari había venido a hablar conmigo y con el jugador para decir que contaba con él; y aquel gesto acabó con el tema", confiesa un hombre que soñaba con ver una dupla de fantasía en la medular deportivista: "Se jugaba el puesto con otro gran genio como Valerón, que además trabajaba mucho, y yo me quedé con las ganas muchas veces de que jugasen los dos, hubiese sido una locura".
Tras su cesión en Austria y unos meses en el Deportivo sin pena ni gloria, Djalminha recaló en el América de México para una campaña en la que "tampoco hizo nada". Otra estrella más que se apagó lejos de La Coruña. "El Deportivo tenía una situación especial. Muchos cracks: Djalminha, el propio Bebeto, Tristán, Luque..., cada uno a su manera, cuando se fueron del Deportivo, fracasaron; igual que les pasó a algunos entrenadores", rememora Lendoiro. "Pocos triunfaron al salir del Deportivo. Había un ambiente de club sencillo y humilde, pero orgulloso; todos estaban muy cómodos". Una tormenta perfecta que quizá no se vuelva a dar nunca en Riazor. Una obra irrepetible como el protagonista de esta historia: Djalma Feitosa Dias, alias Djalminha, el hombre que quería chutar desde los 11 metros y esperar al balón en la línea de gol, como quien aguarda a un taxi en la Plaza de Pontevedra.