FÚTBOL

Lendoiro: "He ofrecido mi ayuda al Deportivo, pero ni ahora Abanca ni antes otros han querido"

El presidente que llevó al cuadro herculino a la cima del fútbol español charla con Relevo en La Coruña en uno de los momentos más duros de la historia deportivista.

Augusto César Lendoiro, a la derecha de Fran, tras ganar la Copa del 'Centenariazo'. /EFE / A. MARTÍN
Augusto César Lendoiro, a la derecha de Fran, tras ganar la Copa del 'Centenariazo'. EFE / A. MARTÍN
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

"Para mí, tú siempre serás el presi". Lo verbaliza Óscar, uno de los camareros del Hotel Riazor, al saludarle, pero lo piensa la inmensa mayoría de La Coruña. Augusto César Lendoiro (Corcubión, 1945) acude a la cita con Relevo en uno de los momentos más duros de la historia del deportivismo.

En cada partido, muchos aficionados le envían una flecha directa al corazón: "¡A ver si vuelves!". En 1988 ese mismo deseo popular desembocó en su llegada a la presidencia del Dépor, un hito que catapultaría al club al cielo del fútbol español. Los tiempos han cambiado, pero no la cabeza privilegiada de un hombre que desde niño se empeñó en cambiar la 'v' de victimismo por la 'v' de victoria.

¿Cómo comenzó su idilio con el fútbol?

La locura por el fútbol me viene de nacimiento. De niño, sufrí una lesión de cadera; durante un año y pico estuve en una silla de ruedas. Volví a empezar a andar con cinco años, tuve que aprender de nuevo. Mi tío iba acumulando los periódicos Marca y me los mandaba desde Madrid, pero con un mes de retraso. Yo estaba muy al tanto del deporte, aprendí a leer con la prensa deportiva.

El coruñés habla de su trayectoria hasta llegar al club. RELEVO

Ya de adolescente se convierte en un gestor deportivo sobresaliente.

Con 15 años refundo el Ural, un equipo de barrio que tenía sólo hasta categoría infantil, con el que llegamos a ser terceros de España y plantar cara a equipos como el FC Barcelona. Y luego el éxito del Español, del fútbol modesto de La Coruña.

¿En qué posición jugaba en los tiempos mozos?

Interior-enlace, que se decía en aquella época. Era un fino estilista partícipe de la escuela coruñesa, que se caracterizaba, a la inversa de la del Celta, por un juego mucho más combinativo. Los celestes eran más de fuerza. [se ríe]

Y luego se saca de la chistera el mejor equipo de hockey del mundo.

Yo estaba como director gerente del colegio Liceo. El María Pita de hockey sobre patines se deshacía, lo apadrinamos y lo convertimos en el gran Liceo, ese que la gente se cansó de ver ganar tantos años consecutivos: Ligas, Copas de España, de Europa, del Mundo. Se decía que el Liceo era como la misa de las 12, había que ir siempre; pero, como coincidían, la gente no iba a misa.

"Cuando dije el '¡Barça, Madrid, ya estamos aquí!', la gente se creyó que era un loco, un botarate"

Augusto César Lendoiro Expresidente del Dépor

¿Es verdad que el pueblo le pide entrar en el Deportivo?

Viene derivado de los éxitos en el fútbol base y modesto, con el Ural y el Español, y se suma lo del Liceo. Es una petición popular que me hacen en el año 1988. Yo no quería porque tenía todos los problemas y cargos del mundo (vicepresidente de la Diputación, concejal del Ayuntamiento de La Coruña...). No podía más, pero no me quedó más remedio que aceptar esa petición popular, preciosa además.

¿Qué se encuentra al llegar a Riazor y cuál es la base sobre la que cimienta su proyecto?

El Deportivo tenía entonces 5.000 socios. Iba más gente al hockey, cuya bola muchísima gente no veía y cantaba los goles porque se movía la red de la portería, que al propio estadio de Riazor. Yo siempre he querido competir, sí; pero ganar. Siempre digo que los gallegos si saltamos 2,20 metros, decimos que saltamos 1,90, así no fallamos nunca. Pero yo quería saltar 2,30 o 2,40 y eso es lo que le trasmitía a la gente. Yo era ganador.

Incendio en Riazor en el Deportivo-Murcia en el que se jugaban el ascenso a Primera en 1991.  JUAN LEAL
Incendio en Riazor en el Deportivo-Murcia en el que se jugaban el ascenso a Primera en 1991. JUAN LEAL

¿Cómo fueron los primeros años?

Estuvimos tres años en Segunda. El primero se nos roba en Valladolid la posibilidad de jugar una final de Copa del Rey, con plaza directa para la Recopa, porque el Madrid era ya campeón de Liga. Tenemos un arbitraje horrible, uno de los que recuerdas en tu vida como lamentables. El segundo, perdemos la promoción de ascenso con el Tenerife. Y el tercero, ascendemos directamente ante el Murcia, en el famoso partido que arde Riazor. Y se nos fue el meigallo.

¿Ese es el germen del Superdépor?

Ahí digo aquella frase en la que me lancé, pero en el fondo la pensaba: "¡Barça, Madrid, ya estamos aquí!". La gente se creyó que era un loco, un botarate. Al final se confirmó que efectivamente estábamos ahí.

Lendoiro y el fichaje de Bebeto

Así se gestó la llegada de la figuras brasileñas. RELEVO

¿Todavía le da vueltas al penalti de Djukic, en la 93-94, que pudo valer su primera Liga y al gesto del portero del Valencia González?

Yo lo comprendo, a lo mejor ganaba más parando aquel penalti que con todo el sueldo del año. No dejaba de ser un portero que jugaba poco y que lo quería celebrar. Es ese penalti que muchas veces piensas que hay que llamar a los 11 y ver quién tiene pelotas a tirarlo. Quizá Djukic no era el más adecuado por cómo estaba. Siempre digo, un poco en serio un poco en broma, que el hombre que podía lanzarlo era Luis López Rekarte: podía meter al portero para dentro, romper la red o pegarle a una señora que estaba tomando el sol en la playa.

¿Cuáles son los éxitos que recuerda con más cariño?

Cuando quedas campeón de Liga en el 2000, es el título más importante, pero el partido clave es el Centenariazo, en 2002. Pasará a la historia del fútbol mundial. El Real Madrid lo tenía todo organizado, cumplía 100 años, la Federación celebraba la centésima Copa... Todo eso lo hace excepcional. Has ganado al mejor equipo del mundo en ese momento, en su propio estadio. Mejor, imposible.

Lendoiro, en la presentación de Rivaldo con el Deportivo.  EFE / MARTA CAPOTE
Lendoiro, en la presentación de Rivaldo con el Deportivo. EFE / MARTA CAPOTE

Volvamos a 1997. Como negociador nato, ¿no se olió lo que iba a pasar con Rivaldo, cuando el Barça se lo quita al cierre del mercado?

Fue una casualidad. El Barça había tenido la noche anterior un peligro enorme de quedar eliminado por un equipo de medio pelo de las ligas del Este, desconocido por completo. Se asustaron y trataron de cerrar a McManaman. Pedían tal cantidad de dinero que mi amigo Alberto Toldrá les dijo: "Por poco más pagáis la cláusula de Rivaldo". Se les encendió la bombilla e hicieron toda la operación en un día.

¿Usted cómo se entera?

Yo me entero por la Ser, a media tarde, antes del Teresa Herrera. Y precisamente en este Hotel Riazor, donde estamos charlando, era donde se alojaba el Deportivo. Mauro Silva sirvió un poco de llegador de las noticias a Rivaldo. El equipo se quedó bloqueado. Era una plantilla que estaba hecha para ganar la Liga y casi descendimos. 

¿Quién es el negociador más duro al que se ha enfrentado?

Manolo Ruiz de Lopera pudo ser uno de los hombres más complicados, porque entendía mucho más el negocio que el fútbol. Era difícil hacerle ver algunas cosas. Era un tío con mucho salero y simpatía, a pesar de esa cara de enterrador que tenía.

El expresidente del Dépor, sobre el crack brasileño. RELEVO

Hablando de tipos particulares, ¿cómo era Djalminha?

Un fenómeno, un tío especial, un crack. "Presidente, eu son o mellor do mundo" (soy el mejor del mundo), comentaba. "Pues demuéstralo de una vez, que yo también creo que puedes ser de los mejores", le respondía yo. Era un mago. Decía que un día, en un penalti, quería llegar él antes que el balón a la red. Djalminha sólo reconocía en su misma línea a Ronaldinho.

¿A cuántos centímetros se quedó el Dépor del sueño de la Champions en 2004, cuando cayó contra el Oporto?

Esa sí es una pena que te queda clavada porque estuvimos a punto de jugar la final. Hubiese cambiado la vida al Deportivo y todos los problemas de la ciudad. Todo el mundo quería subirse al carro de Gelsenkirchen (sede de la final), pero tuvimos esa mala fortuna. Hubiese variado por completo mi historia final en el Deportivo, no me hubiesen ahogado como me ahogaron.

El doloroso final de su etapa de presidente

El expresidente explica sus últimos momentos al frente de la entidad. RELEVO

Hay clubes que le piden consejos, pero su Deportivo no cuenta con usted hoy en día. ¿Por qué?

Es lo que quiere la propiedad. Abanca ordena, manda y hace saber. Si Abanca no quiere, no hay nada que hacer, y está claro que no quiere; será una cuestión mediática a través del oráculo de La Voz de Galicia, no sé. Lo que sí es cierto es que no quieren ningún tipo de asesoramiento ni de colaboración ni de ayuda. Yo me he ofrecido desde hace muchísimos años, antes también me ofrecí a otras Juntas directivas, cuando no era el club propiedad de Abanca, y no quisieron contar conmigo. Cuando tú tienes, después de 25 años, infinidad de contactos y amigos que pueden echarte una mano... El propio Florentino Pérez trajo al Real Madrid gratis a jugar el Teresa Herrera.

¿La puerta para ayudar al Deportivo está cerrada?

No, en absoluto. Yo la colaboración la he mostrado desde el primer día que me he ido y he dicho "en la medida de lo posible, os ayudaré en lo que yo pueda". Cómo voy a cerrarla... Pero no soy muy optimista.

El momento en la actualidad es complicado.

Llevamos por primera vez en la historia tres años consecutivos en la tercera categoría del fútbol español. Lo único que funciona fenomenal es la afición. No se merece un 10, sino un 100 o algo por el estilo. Cada semana, no un día ni dos: 20.000 personas, 25.000, abarrote total... Con una gran cantidad de niñas y niños.

El expresidente analiza el complejo momento por el que atraviesa el club. RELEVO

Pese a ser del PP, usted cae bien a gente de toda ideología en La Coruña. Es un caso único en España.

Los más seguidores, o los que lo demuestran más, son gente de izquierda radical, de extrema izquierda. Es una cosa que a mí me tiene sorprendido. Pero el cariño en la calle es espectacular. Lo noto siempre, pero sobre todo en días de partido: fotos, palabras de ánimo, "a ver si vuelves"...

El que vuelve es el Fuenlabrada a Riazor. ¿Qué le pareció aquel descenso con polémica tras el aplazamiento del último partido?

Es un lío tan grande... No estuvieron nada inspirados. Es un poco como lo de Negreira, en cuanto a que hay una cosa que es evidente: la última jornada hay que jugarla todos al mismo tiempo. Si uno no puede jugar, no puede jugar ninguno. Es increíble. Yo hubiese armado un escándalo terrible si es en mi época.