REAL MADRID

Arda Güler confiesa la espina que le impidió ser feliz cuando ganó la Champions con el Real Madrid y en Cibeles: "No me apetecía levantar el trofeo"

El turco escribió una carta en The Players Tribune: "Por eso me dio vergüenza cuando Ancelotti me dio el micro en Cibeles".

Güler, en el banquillo del Real Madrid. /AFP
Güler, en el banquillo del Real Madrid. AFP
Equipo Relevo

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El 6 de junio de 2023, el Real Madrid anunció el fichaje de Arda Güler pero el joven turco tardó en llegar. Desde aquel día hasta el pasado domingo, cuando puso al Bernabéu patas arriba con su exhibición contra el Celta de Vigo ha transitado por todos los terrenos. En su primera temporada de blanco, la pasada, pronto se dio cuenta de que no iba a ser un camino sencillo. Fue una montaña rusa, en donde intercaló lesiones, destellos, muchos consejos de Ancelotti y demasiado banquillo. El técnico italiano siempre fue de la teoría de ir con él 'piano piano', algo que nunca entendió el entorno del futbolista, cortoplacista y nervioso. Una situación que llevó a Carletto a ponerse firme este año ante tanto ruido en torno a su estrella.

Güler, en una carta en The Players Tribune en la que demuestra haber comprendido que cada paso es necesario, repasa ese proceso de cocción en el Real Madrid, un club que no es para todas las espaldas, por mucho talento que se atesore. "Normalmente, sientes que has llegado a un club cuando marcas un golazo o das un pase decisivo. Para mí, ese momento llegó precisamente cuando hubo una falta a nuestro favor, desde fuera del área y yo estaba en el banquillo. Modrić se giró hacia mí y me dijo: 'Arda, esto te vendría perfecto'. Estos pequeños detalles significan mucho. Hace poco, en otro partido, en el descanso íbamos perdiendo, y Modrić me dijo: 'Prepárate, tienes que entrar'. Hablamos de una leyenda. Uno de los mejores centrocampistas de todos los tiempos, que ahora confiaba en mí para dar la vuelta al partido. Me conmovió muchísimo", escribe el futbolista del Real Madrid.

Güler es consciente de la expectación que levanta. En su círculo más cercano, en el radio madridista y en un país como Turquía, pasional y extremo. En el elogio y en la crítica. El atacante creció despertando fe al mismo tiempo que quemaba etapas a más velocidad de la que crecía. El niño bonito también debe aprender a gestionar las miras de los demás, tener paciencia. En este sentido, la figura firme y paternal de Ancelotti está siendo fundamental a la hora de moldear su figura y prepararla para la élite. "Conozco gente en Turquía que me quieren ver jugar todos los partidos del Real Madrid. Yo también, pero sé que tengo que ser paciente. Cuando Ancelotti dice que puedo convertirme en uno de los mejores centrocampistas del mundo, eso significa que el club tiene un plan para mí".

Con esto claro, Güler tampoco esconde que la suplencia le abrasa los nervios y le abre una brecha en el amor propio hasta el punto de no sentirse con ánimo en plena fiesta en Cibeles al considerar que él no había puesto ningún grano en el éxito del equipo. Así lo confesó en The Players Tribune:"Estar en el banquillo no es una situación fácil. Cuando ganamos la Champions no me apetecía levantar el trofeo, porque no había aportado demasiado en el campo.Por eso me dio tanta vergüenza cuando Ancelotti me dio el micrófono en la Cibeles. No tenía en absoluto pensado subir al techo del autobús, porque estaba muy cansado, y recuerdo que dos amigos me escribieron un mensaje: '¿Dónde estás? No te vemos'. Estaba abajo hablando con Kroos y Modrić, y Modrić me preguntaba si Mourinho iba a entrenar al Fenerbahçe. Mis amigos me decían: '¿Estás loco? ¡Acabas de ganar la Champions! ¡Sube a celebrarlo!'. Pero yo soy así. No me basta con ganar un título. Tengo que sentir que me lo he ganado. Por eso la Eurocopa fue diferente. Cuando marqué contra Georgia, mi teléfono explotó. Me gustas. Seguidores. Mensajes. Felicitaciones. Una locura".