Red Bull ya huele su propia sangre: el conformismo de Max Verstappen convierte la situación en "alarmante"
En la escudería austriaca sienten que ya no solo peligra el campeonato de constructores, también el de pilotos.
A 27 de agosto de 2024, solo hay caras largas en Red Bull. No lo eran hace un mes, después de una carrera en Spa Francorchamps en la que si bien ninguno de sus dos pilotos logró subirse al podio (Max Verstappen fue cuarto y Checo Pérez, quinto) todo parecía estar bajo control. Habían sido los más rápidos en la clasificación, con el mexicano en primera línea de salida el domingo y el neerlandés haciendo una pole que le sería arrebatada al haber montado un motor nuevo, que le haría penalizar y arrancar 11º la carrera. La sensación era positiva, ya que aumentaron su ventaja en el mundial de pilotos, pero en Zandvoort todo ha dado un giro de 180º.
La situación del mundial ha pasado a ser, en palabras de un siempre sincero Max Verstappen, "alarmante". Crítica, si se tiene en cuenta que el campeonato de constructores está casi fuera del debate: todo apunta a que McLaren se lo llevará, a pesar de sus continuos errores de novatos. Pero ahora ya no es una cuestión colectiva, sino también individual. Los 22 segundos que Lando Norris puso de por medio con Verstappen reflejan la tremenda superioridad global que existe actualmente entre el equipo británico y el austriaco. Es tal, que al piloto inglés le sobró rendimiento para firmar la vuelta rápida de la carrera en el último giro y arañarle un punto extra a su rival en la carrera general. Y ya son 70 los que los separan, un mundo que se va empequeñeciendo.
Eran 78 tras Bélgica, y por eso se han asustado tanto en Red Bull. También porque el cara a cara entre Verstappen y Norris es claro: siete victorias para el holandés, por las dos del británico. A pesar de ello, la diferencia no es definitiva. La del domingo fue la segunda victoria de la temporada para el de Bristol, sorprendente viendo que su monoplaza ha sido durante la mayor parte de la temporada el más veloz. Sobre ese desaprovechamiento ya se ha escrito y no vale la pena (por ahora) cebarse más con él. La cuestión es que a falta de nueve carreras, en Milton Keynes sienten por primera vez que les pueden arrebatar el imperio al completo, comienzan a oler su propia sangre y a vislumbrar al final del túnel que pueden perder los dos mundiales que han monopolizado durante dos años consecutivos.
"Tenemos suerte de que hayan tenido un rendimiento inferior al esperado al principio del año", reconocía Horner tras la carrera, y es que si no otro gallo cantaría. En marzo y abril era su equipo el que ganaba contundentemente (+25 segundos en Baréin, +18 en Yeda, +20 en Japón y +13 en China), aunque en la sombra McLaren hacía su trabajo.
A base de picar piedra le han dado la vuelta a la tortilla y, consciente de ello, Verstappen saca todo el jugo que puede. "Los días que no puedas ganar, tienes que acabar segundo", destacaba Horner alabando la labor de su piloto en su carrera número 200. Es algo que, probablemente, no podrá firmar siempre, pero mientras lo haga en Red Bull estarán satisfechos. Y a pesar de la insaciable hambre que define al holandés, el propio Verstappen comienza a contentarse también con los segundos puestos. Tras la clasificación lo verbalizó y corroboró con su sonrisa, también subido en el podio el domingo. No le hará especial gracia haber dejado de ganar de la noche a la mañana, pero ahora le toca enfundarse el mono de trabajo y salvar los muebles como sea.
La curva 10 ridiculizó a Red Bull
Y a muchos les sorprende que 'de repente', como en muchos sitios se escucha y se lee, Red Bull ya no sea la cabeza del campeonato, pero lo cierto es que solo hace falta ver unos segundos del Gran Premio de los Países Bajos para darse cuenta del por qué. La curva 10 del trazado destapó sus carencias. Hasta dos volantazos tenía que dar el piloto holandés si quería girar con algo de velocidad, aunque no era el único con el mismo problema (Charles Leclerc le transmitió por radio a Ferrari que el "coche es una mierda ahí, haga lo que haga"). Verstappen también se quejó, lógicamente.
Max isn't kidding when he says that the car just doesn't turn.
— Adit¹ 🇮🇳 (@aditstappen) August 25, 2024
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"Algo en el coche ha hecho que sea más difícil pilotar y es muy difícil determinar de dónde viene en este momento", explicaba Verstappen tras la carrera, sorprendentemente transparente sobre la incertidumbre que viven en su garaje. Conduce con "sobreviraje y subviraje", sus neumáticos se desgastan "demasiado" y, definitivamente, a su coche la falta "equilibrio". En resumen, "es muy difícil de conducir".
"Las últimas carreras no han sido fantásticas, así que creo que, en cierto modo, eso ya es alarmante", reconocía. En un momento tan complejo, el tricampeón tira de la frialdad que lo caracteriza para "mantener la calma" y no sembrar el pánico antes de tiempo, ya que sabe que el colchón que aún mantiene le puede permitir terminar alzando la cuarta corona consecutiva para emular el hito de Sebastian Vettel. Pero quedan nueve citas y al ritmo establecido por Norris (recortó ocho puntos) la calculadora no miente: solo contando las carreras (quedan los Sprints de Texas, Brasil y Catar) Norris alzaría el campeonato por dos puntos. Es una cuenta difícil de abordar, lo único cierto es que en estos momentos Red Bull está probando de su propia medicina y eso los alarma.