FÓRMULA 1

Italia se rinde a Carlos Sainz en su adiós de Ferrari: "Se va, pero solo por un tema de marketing"

Históricos del motor de las cuatro ruedas analizan la trayectoria del piloto español durante sus cuatro años en Ferrari. Ahora se preparan para recibir a Lewis Hamilton.

Carlos Sainz en Silverstone. /EFE
Carlos Sainz en Silverstone. EFE
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Era la Mille Miglia de 1957 cuando el Marqués de Portago perdía la vida conduciendo un Ferrari 335 S. El terrible incidente hizo que ese certamen histórico de velocidad (con mitos como Fangio, Moss o Tazio Nuvolari) se convirtiera -hasta día de hoy- en una revocación de tiempos desenfrenados en el asfalto. Ese trágico día se marchaba para siempre el primer español en conducir un Ferrari. Hoy, casi sesenta años después, el Cavallino Rampante saluda al último: Carlos Sainz.

Dicen que las despedidas las inventó un sádico. Lo cierto es que la del madrileño comenzó días atrás, cuando Gianluca Gasparini -editorialista de la Gazzetta dello Sport- dijo esto: "Es justo que todo se cierre con una sonrisa, aunque indudablemente será melancólica. En sus cuatro años en Maranello, el crecimiento de Carlos fue total. No solo ha ganado varios GP (cuatro) sino que gracias a él la escudería creció y mejoró. Además, en ocasiones ha corrido de tú a tú con Leclerc, algo que cuando llegó era impensable".

Ahora dejará su espacio a Lewis Hamilton, quien cumplirá cuarenta años en menos de un mes. ¿El objetivo? Un impacto mediático para volver a ganar con una escudería -quizás demasiado compleja- que no lo hace desde 2007. Eran los tiempos de Raikkonen. Una cosa es cierta. Aunque deseada y admirada por todos, no es fácil entender la letra pequeña que esculpió, para la posteridad, el gurú Enzo Ferrari en Módena.

"Estuve a punto de conducir un Ferrari en 1978, porque Gilles Villeneuve tenía problemas. Estaba casi todo hecho, pero ganó el último Gran Premio y fue ratificado para el año siguiente. Se esfumó todo". Las palabras son de Riccardo Patrese, ex piloto de Fórmula 1 (256 GP) con seis victorias en su haber.

Acaba de publicar un libro: F1Backstage. Storie di uomini in corsa (Rizzoli), junto al reportero Giorgio Terruzzi. Un apasionante ensayo biográfico sobre sus andanzas por esos tiempos épicos en los que coincidió con Senna, Lauda o Hunt, entre otros. Porque sí. Patrese debutó en 1977 en una competición que se asomaba a la modernidad, y se retiró en 1993, concretamente en la Benetton de un joven Schumi que ya persuadía al volante.

Su ínclita experiencia, por lo tanto, es suficiente como para opinar sobre un deporte que se precipita exagerada y pretenciosamente al show. "Lo que ha hecho Sainz es increíble. Un óptimo trabajo. Creo que si lo cambian por Hamilton es por un tema mediático y no por ausencia de grandes performances del español, que en nada tiene que envidiar a Leclerc. Sí, el inglés es top, siete veces campeón del mundo, pero creo que el tema es marketing", explica alguien que conoce bien la nueva casa de Carlos Jr.

"No sé si Italia entiende o no esto que te cuento. Lo cierto es que ha perdido una gran oportunidad, porque ahora en Williams no será lo mismo para él. Esta casa fue la que más alegrías me dio en la carrera, pero ya no es la de los tiempos de gloria, con Adrian Newey o Nigel Mansell. Era el top del top, teníamos una calidad de pilotos, mánager e ingenieros enorme. Era la escudería número uno, pero desde que no está Frank Williams el nivel ha bajado. Le costará volver a dominar como en su glorioso pasado", asevera.

Rivalidad con padre Carlos

Dicho sin soberbia o engreimiento, Riccardo Patrese forma parte de ese club selecto formado por pilotos con cierto renombre que jamás condujeron un bólido Ferrari en alta competición. La lista se completa con heroicos campeones del mundo del pasado: Senna, Hakkinen, Jackie Stewart, Nelson Piquet o Jack Brabham. Sí lo ha hecho en varias ocasiones el gran Miki Biasion, aunque en manifestaciones de época. En exclusiva para Relevo, el dos veces campeón mundial de rally repasa la rivalidad con Carlos Sainz y se rinde a las imponentes prestaciones de su hijo en una escudería que ya le regala un arrivederci.

"Kankkunen y Carlos eran muy combativos en mis tiempos. Sainz era el más rápido, eso sí. Un especialista en la puesta a punto del coche", recuerda este tótem del Dakar. Un Biasion quien a sus 66 años sigue cultivando esa pasión en carreras como la Mille Miglia, Rally Legend o el Costa Brava Storico. "Recuerdo a su padre ahora que veo a Carlos junior. Ha dado mucho a Ferrari, mucho más que ella a él. La presión de estar ahí es enorme. Este año se ha alternado con Leclerc en las victorias. Será recordado como uno de los grandes pilotos que corrieron con esta escudería… Y para él, joven como es, resultó una gran oportunidad. Estoy seguro".

Se hace de noche en Abu Dabi, y Carlos Sainz -movido entre la nostalgia y la melancolía- se apresta a volver a Maranello para recoger sus nuevas ilusiones ante un futuro que le aguarda. Ferrari, quien ha comprado sexo en lugar de amor, le saluda. Se despide del tercer español (Gené y De la Rosa fueron probadores) en haber pilotado un Ferrari, tras Fernando Alonso y Alfonso Cabeza de Vaca, el gran Marqués de Portago, genio temerario y exuberante.

Debutó en F1 en 1956, y pronto comenzó a hacer las delicias del público compitiendo con el británico Peter Collins. Con fama de playboy, dio su último beso a Linda Christian (ex mujer de Tyron Power) antes de su ciao definitivo. "El beso de la muerte" se tituló esa foto. Dos semanas más tarde, la revista americana Life sacó otro artículo, si cabe, más macabro aún: "La muerte finalmente se lleva a un hombre que la ha buscado".

Ferrari… Sueño excesivo, deseo y éxtasis, asfalto y miel, muerte o resurrección, aplaude a su último piloto español. Sabe -porque Maranello nunca olvida- que el amor es recíproco y el magnetismo perpetuo. El caballo nunca cae. A presto, Carlos!