TOUR DE FRANCIA

Poels se lleva el premio a la valentía en el día más humano de Vingegaard y Pogacar

Un selfie provocó una caída múltiple que relajó al pelotón. El maillot amarillo controló el ataque final de un esloveno que no dio la sensación de ir demasiado fino.

Poels gana la etapa./REUTERS
Poels gana la etapa. REUTERS
Jonás Pérez

Jonás Pérez

Un selfie. Una caída masiva. Un equipo magullado. Para que luego digan que el ciclismo no es un deporte colectivo. En lo que parecía que podría ser un nuevo choque en el olimpo entre Pogacar y Vingegaard se convirtió en una caótica etapa, con una fuga mitad fuga mitad pelotón, una falta de organización, golpes de valentía de agentes únicos y el triunfo del más listo de la clase. Poels, de 35 años del Bahrain, conquistó el Mont Blanc tras forjarse entre los impulsos del resto y saber atacar cuando Van Aert acusaba el esfuerzo de escoltar al líder de la general en cada jornada.

Un puerto de segunda y otro de primera remataron una etapa que tuvo su clímax a 125 kilómetros de meta. Un aficionado golpeó a un miembro del pelotón y provocó una caída que afectó especialmente al Jumbo. Sepp Kuss cayó junto a Van Hooydonck. Y con Van Aert por delante... Vingegaard, efectivamente, estaba menos acompañado que nunca. Y el UAE aceptó la tesitura. Todos esperaron a la recuperación de los magullados mientras la fuga de unos 35 corredores se frotaba las manos consciente de que la etapa era suya.

El tedioso ritmo de los mejores no cambió hasta la Cote des Amerands, penúltimo puerto de la jornada. Ahí se empezó a seleccionar algo más un pelotón que ya había ahorrado fuerzas y aún con muchas citas por delante. Todos los focos estaban por delante, donde Poels iba lanzado a por la etapa. Demasiada calma... ¿antes de la tormenta?

Carlos Rodríguez, el de Almuñécar de 22 años, sabe de qué va esto. Espectáculo y esfuerzo para lanzar un ataque, que fue repelido rápidamente por los gallos. Tomó la batuta Yates, que un día más dejó el grupo en tres: los dos mejores y él. El gregario aventajado incluso soltó a su compañero, más humano que nunca.

Como no podía ser de otra manera, el final fue otro mano a mano, una vez neutralizados los dos UAE por delante. Pogacar no parecía ir fino, pero aún guardaba esa explosión final que, esta vez, estuvo lejos de romper al líder. Vingegaard dejó una sensación portentosa y quizás la sensación de que pudo perdonar a su gran rival unos segundos en meta. Lo mejor aún está por llegar.

Un selfie decide una etapa

Tras la batalla en la cumbre de Vingegaard y Pogacar con la participación estelar de Yates y el ganador Carlos Rodríguez, era un día para que la fuga aprovechase el ritmo bajo inicial del pelotón para pelear el triunfo de etapa. Pero no así. Fue un selfie el detonante de un caos total, que regaló la etapa a una escapada gourmet conformada por hombres que en otras vueltas podrían estar peleando por la clasificación general.

Lo cierto es que el recorrido de la etapa no daba pie, a priori, a las grandes diferencias. La organización ni siquiera catalogó como puertos puntuables los primeros ascensos de la jornada. El primer intento del pelotón llegó a 142 kilómetros de meta con los expertos sacrificados de estos días: Lutsenko, Landa, Alaphilippe... El Jumbo, esta vez, planificó desde abajo metiendo a Van Aert entre los líderes del día.

Y por supuesto Powless y Ciccone. A los gladiadores que aspiran al maillot de la montaña les deberían condecorar en los Campos Eliseos. Luchar cada día en escapadas en puertos de aúpa es algo que solo está al alcance de soldados de primera. Peleen o no por la etapa, su esfuerzo y esos kilómetros finales lejos de la cabeza son dignos de ovación.

El pelotón tenía controlada la situación hasta que a unos 125 kilómetros de meta, un seguidor se tiró un selfie mientras el grupo mayoritario pasaba por delante. Impactó con su brazo con un Alpecin y hasta una decena de corredores se fueron al suelo como fichas de dominó. Entre ellos, Egan Bernal, que a posteriori se quedaría por el dolor de la caída, y dos gregarios del líder de la carrera: Sepp Kuss y Van Hooydonck.

La decisión conjunta fue esperar a los afectados y el UAE no aprovechó la situación. Aunque, claro, el principal afectado fue el propio Vingegaard. Evitó la montonera in extremis, pero vio a dos compañeros dañados y al otro (Van Aert) en cabeza de carrera. Esa fuga controlada se convirtió en un despegue con 8:30 de ventaja con respecto al pelotón. Era una certeza: la victoria estaba delante.

Una fuga que es un pelotón

Hasta 35 corredores formaron parte de una fuga que bien podría considerarse un pelotón sin el líder de la clasificación. No solo por el número, sino también por el nivel. E invitaba al optimismo: el deporte español no se conforma con tres triunfos de etapa, quiere más. Marc Soler, Juanpe López, Omar Fraile, Mikel Landa o Ion Izagirre formaban parte de un grupo de gallos.

El nivel va de la mano de una anarquía inevitable. Se veían con el triunfo y nadie quería colaborar en ir para adelante. Guillaume Martin, Woods, Ciccone, Barguil, Van Aert, Van del Poel, Rigoberto Urán... ¿Quién iba a trabajar para el resto? El pelotón redujo a 5:30 la ventaja, mientras Alaphilippe, Lutsenko o Rui Costa querían separarse de un grupo en el que imperó el caos. Los Alpecin, los Education First, incluso el trabajo por nacionalidades... No se produjo.

El primer gran frente se abrió tras coronar el Col de Croix Fry con Ciccone en cabeza. El siguiente puerto, inmediato, encontró el ataque de Marc Soler a 48 kilómetros de meta. Coronó en solitario el Col des Aravis y en la bajada le cogieron Van Aert, Poels y Neilands. Este último también se debe llevar el reconocimiento de todos. Una caída en la bajada le quitó todo opción de triunfo tras una lucha titánica por estar entre los aspirantes.

Van Aert, lanzado

Con el triunfo de la escapada más que confirmado, la fuga ya era mucho más selecta. Les esperaba el Cote des Amerands, un puerto de segunda categoría que decantaría definitivamente a los candidatos a ganar la etapa. Van Aert y Poels lograron marcharse, con Marc Soler siguiéndoles de cerca. La lograda escapada perdía ya más de un minuto con cabeza de carrera. ¿Suficiente para ellos?

Poels se lanzó a diez de meta y rápidamente hizo ventaja con Van Aert, fatigado por el desgaste de formar parte del núcleo fuerte del maillot amarillo. Las rampas eran paredes para el valiente neerlandés. Mientras por delante iluminaban con un baile de esfuerzos por la etapa, el pelotón apenas figuraba en escena. Una caída de Buchmann y Hindley daba pie a la retransmisión a recordar que es una de las grandes citas de este Tour de Francia.

El ascenso impulsó a Warren Barguil a desentenderse del grupo de perseguidores y aspirar al triunfo de etapa, pese a perder más de un minuto y medio. Mientras, ahora sí, el pelotón lanzaba su primer movimiento con los Jumbo apretando y dejando por el camino a los hombres más desgastados del grupo.

La carrera pasó a ser controlada por el UAE. Yates seleccionó el grupo hasta dejarlo en un mano a mano de Pogacar y Vingegaard junto a él. Algo sucedía con los dos titanes. Tanto que hasta Adam les soltó. Por poco tiempo, claro. El segundo de la general miró demasiado hacia atrás, aunque reservó fuerzas para lanzar su explosivo ataque al entrar en el último kilómetro. El líder le respondió sobrado. ¿Pudo lanzar él el ataque?, ¿se acordará de esta subida al Mont Blanc el próximo domingo en París? Sea como fuere, queda mucho Tour por delante.