Entre Netflix, Jumbo y Movistar, los documentales de ciclismo han muerto de éxito demasiado pronto
Será difícil que, en algún momento, un documental pueda influir tanto en una comunidad deportiva como lo hizo "El día menos pensado" en la afición ciclista. Varios factores se juntaron para un éxito tan deslumbrante: para empezar, el arrojo de una empresa (Abarca Sports) y un patrocinador (Movistar) que permitieron el acceso íntimo a las cámaras de los mejores profesionales del audiovisual deportivo, encabezados por José Larraza, exdirector de Informe Robinson. A continuación, el contexto: una pandemia global que en primavera de 2020 nos tenía a todos en casa ávidos de cualquier cosa que pudiera engancharnos a nuestra vida anterior.
Por último, un equipo en ebullición. Como cualquier otro equipo que forme parte de un deporte profesional, por otro lado, pero con demasiadas cámaras delante y con una verdadera vocación de no esconder nada. Un equipo con estrellas enfrentadas -Nairo Quintana, Alejandro Valverde, Richard Carapaz…-, con entrenadores polémicos, con métodos anticuados que competían con los modernos y con un contraste evidente de personalidades que hacía que uno pudiera empatizar con unos o con otros. Movistar, el pelele al que todos los aficionados españoles golpeaban a la mínima ocasión, no pedía perdón por existir y nos mostraba que, más allá del teclado, no todo era tan fácil.
Lo dicho, fue un exitazo. Sin matices. No consiguió que entendiéramos del todo al equipo navarro ni que cesaran las críticas injustificadas, pero sí nos mostró un mundo que desconocíamos por dentro y dejó enormes momentos con Chente García Acosta, José Luis Arrieta, Pablo Lastras, Enric Mas, Mikel Landa, Marc Soler o el mítico "bueno, señores, yo me quedo por aquí" de Miguel Ángel López en la Vuelta de 2021, cuando el podio se le escapaba. ¿Se imaginan lo que sería un producto así si el equipo además consiguiera sus objetivos?
En Jumbo lo imaginaron y lo pusieron en práctica. El mismo 2020 en el que Netflix y Movistar Plus+ sacaban "El día menos pensado", Jumbo publicaba en YouTube un pequeño repaso, de una hora o así, del Tour de 2020, seguido del de la Vuelta de ese mismo año. Las expectativas eran bajas, de ahí que se emitieran solo en esa plataforma, sin apenas publicidad y a merced de la búsqueda de los aficionados. El resultado, en cambio, fue glorioso.
Las sospechas sobre Pogacar y el advenimiento de Vingegaard
Aquellos documentales de Jumbo, que creo que no se pueden encontrar ya en ningún lado, dejaron auténticas joyas: las caras de Van Aert y de Dumoulin al ver a Pogacar batir a Roglic en la última contrarreloj de La Planche des Belles Filles, las acusaciones veladas de dopaje que hasta el UAE tuvo que pedir que se retiraran del vídeo, la seguridad en sí mismo de un equipo que, de repente, ve cómo en el último momento le quitan el filete de la mesa. Algo muy parecido a lo que estuvo a punto de pasar ese año en la Vuelta, cuando solo la ayuda de Movistar permitió a Roglic aguantar en la general ante el último ataque de Carapaz…
Establecidos ambos productos entre los aficionados, Jumbo decidió repetir en 2021. Esta vez lo pusieron de pago y en su propia página web. Chicos listos. El documental de 2021 perdía el atractivo de lo novedoso, pero dejaba perlas como aquella reunión de equipo el segundo día de descanso, cuando el director técnico explicaba que todas las fuerzas debían centrarse en ayudar a Jonas Vingegaard, invitado sorpresa, en su lucha por el segundo puesto en la general y los demás corredores le miraban como si estuviera loco. Así, hasta que Wout Van Aert lo dejó bien claro: "Mirad, yo quiero mi victoria de etapa y necesito a Teunissen a mi lado".
Silencio sepulcral. Teunissen prefirió no decir nada, como tampoco lo hizo Kuss, que en su interior también soñaba con una victoria en su terreno: la alta montaña. Solo Kruijswijk parecía dispuesto a ayudar al danés, que, resignado, propuso: "Bueno, busquemos esa etapa con Wout y veamos qué se puede hacer luego". Era aquel el equipo de "las jumbadas", de las tácticas incomprensibles y los fracasos recurrentes. Era, un poco, el Movistar holandés y también buscaba empatía sin conseguirla.
Ambos documentales fueron tan descarnados, cada uno a su manera, que los propios equipos se cansaron de las cámaras. Exponer tus miserias te hace más humano, pero las redes sociales no entienden de eso y a veces los deportistas y sus entornos están demasiado pendientes de las opiniones ajenas. Abarca empezó a poner más pegas al producto de Netflix; Jumbo, directamente, dejó de confeccionar el suyo. Nos perdimos dos Tours de Vingegaard y el histórico triplete del año pasado en La Vuelta. Lo tuvimos que ver en otro lado.
Ciclismo para dummies
Y es que lo que mató a ambos proyectos no fue el desinterés del público, todo lo contrario. La gente esperaba la primavera del año siguiente para saber qué demonios había pasado en la etapa 18 del Giro anterior. Era apasionante. Fue el éxito lo que se los llevó por delante y ahí entraron a coger el relevo ASO, la organizadora del Tour de Francia, y, de nuevo, Netflix. Lo que pasa es que optaron por un enfoque "ciclismo para dummies" que, de entrada, se centraba tan solo en el Tour de Francia y en el que te explicaban todo como si no hubieras visto una etapa en tu vida.
Al programa de Netflix le faltaba justo lo que le sobraba a los de Movistar y Jumbo: sangre. En todos los sentidos. Vida, por decirlo de otra manera. Gritos, enfados, alegrías, saludos tensos… el día a día dentro de la programación anual. Antes, al centrar tanto el disparo, podías perderte en los detalles. Ahora, los documentales del Tour quieren contar tantas cosas a la vez que necesitan siete horas y aun así no acabas de enterarte de lo esencial. Aparte, los equipos que no han firmado para permitir el acceso absoluto no existen. Sus ciclistas nunca corrieron en Francia, nunca disputaron una etapa.
Tal vez, esos equipos tengan miedo de que se les pinte mal y la publicidad sea negativa, pero eso no existe en el ciclismo. Hablamos de un deporte en el que, cada año, después de cada gran vuelta, todo el mundo afirma que el ganador es un dopado, pero al año siguiente, ahí está de nuevo el aficionado, atento al televisor sin perderse ni una escalada. El ciclismo vive, casi, de la publicidad negativa y debería darle igual a estas alturas. Hay algo subterráneo, algo prohibido, en sus entornos y eso es a lo que queremos acercarnos. Ya no podremos. Y es una pena, la verdad, porque nos lo pasábamos de maravilla.
"La fuga de la fuga" ha acabado siendo la definitiva. La del adiós, muy buenas, que diría Supermán, hoy envuelto en turbios problemas con las sustancias dopantes. Se fueron y no volvimos a saber de ellos. Al aficionado le hubiera gustado colarse ahí un rato más y pedalear con los mejores, pero los mejores se sienten más seguros con sus representantes de prensa controlando cada imagen publicada. Allá ellos. Nadie nos explicará ya La Vuelta que recién empieza, tendremos que sacar nosotros nuestras propias conclusiones. A ver qué tal se nos da.