LA VUELTA

Nueva exhibición de Evenepoel mientras Jumbo-Visma se redime con Sepp Kuss

El superclase belga anota su tercer triunfo de etapa de esta Vuelta en La Cruz de Linares, donde Jonas Vingegaard y Primoz Roglic se pusieron al servicio del líder de la general.

Remco Evenepoel, ganador en La Cruz de Linares. /EFE / MANUEL BRUQUE
Remco Evenepoel, ganador en La Cruz de Linares. EFE / MANUEL BRUQUE
Fran Reyes

Fran Reyes

Se acabó la polémica; se acabó La Vuelta. La última etapa de montaña de esta edición de la gran ronda española sirvió a Jumbo-Visma para escenificar la unión en torno a Sepp Kuss de la cual adolecía en los días precedentes, con Jonas Vingegaard trabajando con decisión para que su compañero estadounidense conservara La Roja mientras Primoz Roglic le respetaba con escrúpulo. Por delante, Remco Evenepoel rubricaba una nueva cabalgada en solitario para conseguir su tercera victoria de etapa en esta Vuelta: el 50º triunfo de su exitosa y prometedora vida deportiva.

El desarrollo de la etapa distó mucho de ser espectacular. La escapada de 14 ciclistas tardó apenas una decena de kilómetros en configurarse con la anuencia de un Jumbo-Visma nada incisivo. Al paso por el Alto de Tenebredo (3ª categoría) sobrevivían en cabeza con 11'40" sobre el 'paquete' seis de ellos: Damiano Caruso (Bahrain Victorious), Andreas Kron (Lotto-dstny), Max Poole (Team dsm-firmenich), Paul Ourselin (TotalEnergies), Egan Bernal (Ineos Grenadiers) y el líder de la Montaña y vigente campeón de la general, Remco Evenepoel (Soudal-Quick Step).

Desde su desfallecimiento en el Col d'Aubisque, el belga está efectuando una exhibición casi diaria de compromiso. Con la carrera, porque no sólo no ha abandonado sino que la honra a fuerza de competitividad y combatividad; con su equipo, porque lo lidera y le da sentido a su presencia en La Vuelta; con el ciclismo, porque brinda espectáculo haciendo vibrar a los aficionados y dudar a los conocedores; y consigo mismo, porque se reivindica como el gran campeón que aspira a ser y todos estos derroches de vatios le harán más fuerte.

Sólo es la segunda vez que Evenepoel disputa la tercera semana de una gran vuelta, y lo está haciendo con efectividad y efectismo, fenómeno belga como aquel Frank Vandenbroucke que robó a Jan Ullrich su protagonismo en la edición de 1999. El superclase de Soudal-Quick Step asumió el mando de la fuga cada vez que la carretera miró hacia el soleado cielo asturiano para acabar quedándose solo en el primer paso por la Cruz de Linares. El voluntarioso y prometedor Poole fue el último en resistir su ritmo abrasador.

Por detrás, calma chicha hasta que Bahrain Victorious encendió la mecha a 30 kilómetros de meta. Lideró la ofensiva el italiano Antonio Tiberi, asentado en el equipo árabe después de que Lidl-Trek le enseñara la puerta por matar con un rifle de aire comprimido al gato del ministro de turismo de San Marino, país en el que reside. Sin embargo, la cuita anunciada por Bahrain desembocó precisamente en una riña de gatos, con Aleksandr Vlasov (Bora-Hansgrohe) tratando de escabullirse entre ambos pasos por la Cruz de Linares y Movistar Team y UAE Team Emirates reaccionando, recelosos de perder los puestos de Enric Mas y Juan Ayuso en la general.

La ascensión final fue un paseo triunfal para Evenepoel y un giro teatral para los Jumbo-Visma, con Jonas Vingegaard y Primoz Roglic poniéndose al servicio de Sepp Kuss para marcar un ritmo regular y respetuoso con su estatus de líder en la general de La Vuelta. Su paso sirvió para frustrar las ofensivas de Mikel Landa, que no logró traducir el trabajo de sus compañeros de Bahrain Victorious en renta respecto a Ayuso y Mas. El portador de La Roja ejerció de jefe de filas, saltando a los ataques de los rivales de otros equipos con la escolta de Roglic, y Vingegaard incluso cedió un poco de tiempo en meta. El mejor de los mundos para quienes desean la victoria de la cola del león.