Un grito para explicar la resignación del pelotón ante Primoz Roglic: "Aquí no hay secretos"
El esloveno tomó el maillot rojo de líder de La Vuelta en el Pico Villuercas. Sus rivales aceptan su superioridad, si bien le ponen un asterisco.
Pico Villuercas. - Por encima de la megafonía, por encima del helicóptero, por encima de los generadores, en la meta del Pico Villuercas sonó un grito. Lo emitía el belga Lennert van Eetvelt, que creía haber ganado la etapa y alzó el brazo izquierdo cuando, de debajo del mismo, emergió Primoz Roglic para birlarle el triunfo. ¿Qué se le pasó por la cabeza al talento del Lotto-dstny cuando vio al esloveno aparecer? "Exactamente lo que grité", comenta ante un corrillo de periodistas, y se ríe antes de marcharse al autobús a refrescarse.
La incertidumbre rodeaba a Primoz Roglic (1989, Trbovlje) en vísperas de La Vuelta. Desde su equipo Red Bull-Bora-Hansgrohe se encargaban de comunicar que no sabían del todo cuán bien estaba tras su retirada en el Tour de Francia, con dos caídas y tres vértebras tocadas; que se había recuperado 'a su aire'. Él mismo aseguraba, y asegura, que todavía sigue doliéndole la espalda. Y aun así sus compañeros trabajan toda la etapa, y gana, y se viste con La Roja camino de su cuarto triunfo consecutivo en la general.
"He estado muchos años con él en el equipo", señala Sepp Kuss, ex compañero en Visma y vigente campeón de La Vuelta. "Sé perfectamente lo rápido que es capaz de recuperarse después de sufrir un revés, sin importar cómo de duro ha sido. Sabía que iba a estar bien. Además, había estado concentrado en altura antes de la carrera. Aquí no hay secretos", guiña. Y, pese a haber cedido medio minuto en la cima, se dice contento con su actuación. "Es un esfuerzo muy corto que llega muy temprano en el contexto global de La Vuelta".
Esa última frase es un buen resumen del sentir general ante lo ocurrido hoy. Entre la naturaleza de la escarpada ascensión final, una trampa de cemento y rampas de doble dígito, y las extremas condiciones de calor en que se disputó la carrera, es cierto que lo sucedido puede sugerir pistas pero no es un diagnóstico real. Ni los siete mejores en meta serán los siete mejores de la general, ni los Mattias Skjelmose (43" segundos perdidos), Carlos Rodríguez (51"), Richard Carapaz o Adam Yates (1'29") han tirado su Vuelta por la borda. Queda mucha carrera.
No obstante, los hay con motivos para sonreír. Enric Mas (Movistar Team), Mikel Landa (T-Rex Quick-Step) o Joao Almeida (UAE Team Emirates) estuvieron donde se esperaba. Se revelaron el ligerísimo Matthew Riccitello (Israel-Premier Tech), excelente escalador que subió de menos a más para coronar al ritmo de Roglic; el mentado Van Eetvelt, que viene a por la general después de dedicar su debut del año pasado a cazar fugas; o el jacetano Pablo Castrillo, último superviviente de la escapada del día. "Las sensaciones son muy buenas y tengo confianza de cara a próximas fugas. Estoy deseando que lleguen las etapas más duras". Sin la general en mente, el aragonés es una gran baza para que el Equipo Kern Pharma estrene su palmarés en La Vuelta.