Del paracetamol al 'polo flash': así luchan los ciclistas de La Vuelta contra el calor
Las altas temperaturas en las primeras etapas de la gran ronda española obligan al pelotón a agudizar su ingenio para continuar rindiendo.
Castelo Branco. - "El calor va a ser muy importante". "Habrá que lidiar con el calor". "Va a hacer mucho calor". Ya en Lisboa, punto de partida de La Vuelta 24 el pasado sábado, el discurso de los ciclistas incidía en las temperaturas con la misma intensidad que el sol ha utilizado para castigarles en estas primeras etapas disputadas en suelo portugués. Temperaturas rondando los 40º que, sumados a un aire no siempre fresco y a un desarrollo de carrera lineal tirando a soporífero, provocan que el bochorno sea el gran tema de conversación y también la principal preocupación de técnicos y ciclistas.
Y eso que, en la mayoría de casos, los corredores llegan a las pruebas veraniegas ya entrenados para rendir en estas condiciones cercanas al extremo. "Si vives en Valencia o Murcia, estás entrenado de forma natural", explica Miguel Gorriz, nutricionista de Movistar Team. "Para los demás, es una cuestión de exposición progresiva. Antes del Tour, se meten sesiones de rodillo con condiciones de calor y humedad controladas para evitar que esos primeros días de competición en la canícula se hagan demasiado duros".
Una vez en competición, algunos ciclistas monitorizan su temperatura en tiempo real para aplicar decenas de estrategias. "El cuerpo se termorregula por cuatro métodos", explica Górriz. Está la conducción, que vendría a ser tocar algo más frío que el cuerpo para reducir su temperatura: por ejemplo, un chaleco helado que se puede adquirir por unos 150€ o unas medias con hielo para colocárselas en el cogote; radiación, que depende de la agresividad del sol; convección, que es la circulación natural del aire y, en el caso de los corredores, se ve reforzada por el viento; y la evaporación, que es básicamente el sudor.
Para que el sudor sea un mecanismo efectivo y beneficioso para el rendimiento, es imperiosa la hidratación. "Y esto se hace de forma rudimentaria, con los compañeros vaciándose entre sí botellas de agua en la espalda", ríe Gorriz, "y también bebiendo bidones de líquido fresco. Yo apuesto mucho por el agua, sin complementos, porque creo que es el único líquido que realmente quita la sensación de calor y sed. Los bidones con sabor dulce, isotónicos, alimento… cumplen otras muchas funciones, pero no siempre refrescan la garganta". En los avituallamientos, la mayoría de equipos disponen varios auxiliares para surtir a los ciclistas con bidones. Normalmente, cada uno ofrece un tipo de líquido: los ciclistas lo saben de antemano y eligen de quién servirse según sus necesidades o deseos.
La lista de soluciones no se agota aquí. "Distintas marcas de nutrición han desarrollado geles y productos que se pueden congelar para consumirlos como si fueran un helado", descubre Górriz. Otros, directamente, van al supermercado en busca de 'polos flash' ó Calippos. En casos más extremos, se recurre al consumo de paracetamol, cuya función antipirética permite reducir la temperatura del cuerpo. También los hay que ensayan protocolos de consumo de glicerol diluido en agua para estimular la sed de forma artificial en vísperas de la carrera y favorecer una mejor hidratación.
Marc Soler eating a calippo on a bike is an absolute vibe. #TDF2022 pic.twitter.com/MBDLAKAnEh
— Sadhbh O'Shea (@SadhbhOS) July 16, 2022
Acabada la etapa, los técnicos se preocupan de poner un bidón fresco de 'recovery' y una botella de agua de litro y medio en las manos de cada ciclista. "Y también alimentos con gran proporción de agua; especialmente, fruta", indica Górriz. "La verdura, en general, se tiende a reducir durante las vueltas porque aportan poca energía y mucha fibra". A veces, el ansia por refrescarse es contraproducente: que le pregunten a Annemiek van Vleuten por la indigestión de sandía que casi cuesta el Tour de Francia 2022. Otro método, tan agresivo como intuitivo, es saltar a una tina de agua gélida que además estimula la recuperación muscular por efecto crioterapéutico.
"Cada mañana, analizamos la orina del corredor con un refractómetro para ver su concentración y marcar las pautas del día", concluye Górriz. Estas 'pautas' vienen también determinadas por lo aprendido en los entrenamientos. "En las concentraciones, medimos la cantidad de sales que cada ciclista pierde a través del sudor con unos parches especiales", explica Eder Etxeverria, médico de EF Education-Easy Post. "Así analizamos los patrones de cada ciclista para identificar cuánto riesgo corren de deshidratarse". Ya lo dijo Oier Lazkano: en su permanente carrera en busca del máximo rendimiento, el ciclismo se parece cada vez más a la Fórmula 1.