CICLISMO | LA VUELTA

En su cuesta abajo, Chris Froome añora La Vuelta: "El público español siempre me trató bien"

El ciclista británico apura su vida deportiva en Israel-Premier Tech, que le dejó fuera de su alineación para la carrera en la que se reveló.

Chris Froome se toma una 'selfie' en los prolegómenos de la Arctic Race of Norway. /ARN / AURÉLIEN VIALETTE
Chris Froome se toma una 'selfie' en los prolegómenos de la Arctic Race of Norway. ARN / AURÉLIEN VIALETTE
Fran Reyes

Fran Reyes

Hace un mes, en la Arctic Race of Norway, él era el hombre más buscado de cada salida; y era lógico. Pocas veces se verá competir por esas latitudes bellas y recónditas a un deportista de esa talla: ganador de cuatro Tours de Francia, de un Giro de Italia, de una (más una) Vuelta. Cuando la carrera partía, el marchito campeón asumía con discreción y humildad el rol de gregario. Bajaba al coche de su equipo a por bidones, se los aportaba a sus compañeros e incluso se ponía a tirar de un pelotón que, posteriormente, le dejaba atrás en una escenificación despiadada de su realidad: ya no es competitivo a este nivel.

Desde que sufriera aquella escalofriante caída en el calentamiento de la crono del Dauphiné de 2019, Chris Froome (1985, Nairobi - Kenia; de nacionalidad británica) emprendió una cuesta abajo inapelable. Al transplantarse de 'su' Sky a un Israel-Premier Tech que vio en él un atajo para ganar importancia, firmó un contrato de cinco temporadas que ahora es prácticamente una condena a seguir poniéndose un dorsal y defraudando las expectativas ajenas. El dueño del equipo, Sylvan Adams, no se ha cortado a la hora de lanzar salvas contra él, subrayando su bajo rendimiento. Él las resiste haciendo acopio de la profesionalidad y el saber estar que siempre le caracterizaron.

La relación entre Chris Froome y La Vuelta fue estrecha y especial desde que, en 2011, se revelara deportivamente en ella acabándola 2º tras un Juanjo Cobo que ocho años más tarde sería descalificado por dopaje. Durante su lustro de apogeo, convirtió en un hábito sufrir una derrota en España después de triunfar en el Tour: al borde del podio en 2012, abandono doloroso en 2015, vuelco en Formigal en 2016… Así hasta que, en 2017, consiguió llevarse en casa aquel maillot rojo que persiguió como si fuera una ballena blanca. Justo antes había vestido de amarillo por última vez en el podio de París; justo después se alzó con su única 'maglia rosa'. En junio de 2018, Froome fue el vigente campeón de las tres grandes vueltas. La caída precipitó el declive y acabó con todo.

Cortés, el anglokeniano acepta de buen grado evocar sus días de gloria en nuestro país con Relevo. "Estoy muy agradecido al público español por lo bien que me trató siempre", enuncia con una sonrisa amable. "Me acogían de forma calurosa y apasionada. ¿Por qué? No lo sé, la verdad. Tal vez porque apreciaban el espectáculo que brindábamos entre todos y el estilo ofensivo que yo trataba de desplegar siempre en La Vuelta".

En la conversación, recordamos la penúltima etapa de la edición de 2014 con meta en Ancares. Partía a 1'19" del líder de la general, Alberto Contador; se jugarían la carrera en aquel final en alto y la crono posterior de Santiago de Compostela, hostigados por Alejandro Valverde y Purito Rodríguez. "Qué durísima me hicieron aquella Vuelta", enuncia con una mueca de regocijo. "Venía de retirarme por caída del Tour de Francia y recuerdo que la carrera fue una batalla constante con los españoles, y especialmente con Contador, que estaba más fuerte que yo. Traté de batirle de todas las formas posibles, sobre todo en Ancares, y no pude".

Froome era el villano; el invasor que quería derrotar a los héroes locales. "Cada vez que la cosa se ponía selectiva, nos quedábamos los mismos cuatro al frente", recuerda. "No entendía cómo era posible que el público me apoyara, que gritaran mi nombre, siendo el extranjero. Suponía una sorpresa muy agradable. Luego me di cuenta de que, simplemente, estaban disfrutando muchísimo con la carrera que les estábamos ofreciendo".

Otros tiempos. Antes de marcharnos, preguntamos a Froome por sus planes para el resto de la temporada. "Todavía estoy esperando que me den el calendario", responde lacónico; era reserva en la alineación de Israel para La Vuelta, y no la está corriendo. En el medio estadounidense Vélo se interesaron por sus objetivos antes de retirarse: "Volver a correr el Tour y volver a ganar una carrera, aunque sé que es difícil". Lo consiga o no, su lugar en el Olimpo ciclista está garantizado.